Argentina, la
lucha continua....
|
El asesinato de Javier Chocobar
Por Norma Giarracca *
El 12 de octubre, día en que se recuerda el "hecho colonial" de consecuencias
más dramáticas en la historia de la humanidad –surgimiento del concepto de
"raza", genocidios en su nombre y saqueos de territorios–, Tucumán decidió
recordarlo con el asesinato de un comunero indígena: Javier Chocobar. Un
diaguita de Los Chuschagasta en el norte tucumano fue asesinado mientras otras
cuatro personas de la comunidad fueron heridas, incluyendo un niño. Los
comuneros defendían sus territorios amenazados –como en muchas otras provincias–
por terratenientes, nuevos inversores sojeros o por la especulación
inmobiliaria. Un terrateniente y sus "guardias blancas" armados –novedoso
fenómeno del neoliberalismo en el país– abrieron fuego contra poblaciones cuyas
únicas armas son legislaciones nacionales e internacionales que avalan la
propiedad comunal.
El martes 13, el principal diario de Tucumán, en la sección Policiales, menciona
el hecho de esta forma: "Un hombre murió y al menos otros cuatro resultaron
heridos anoche tras una violenta disputa suscitada en Chuscha, al norte de la
provincia". En tanto, los sitios de Internet definían el hecho como "una
batahola entre bandas" o "peleas territoriales".
Es muy importante estar informados de que en la Argentina todos los días los
pobladores corren serios riesgos por defender los bienes naturales comunes de la
devastación infligida por el neoliberalismo disfrazado de "desarrollismo
productivo". Actividades extractivas como el agronegocio y la minería o
especulativas como el negocio inmobiliario amenazan bosques, montes, aguas,
glaciares y derechos de poblaciones que aprendieron a defenderse con las
legislaciones.
En noviembre de 2006 fue aprobada por el Congreso de la Nación la Ley de
Emergencia de la Propiedad Comunitaria (26.160), en la que se da un marco de
protección a las comunidades frente a los desalojos de sus tierras e incluso
suspende procesos judiciales en marcha. No obstante, esta comunidad de Los
Chuschagasta es blanco de acosos y amenazas para expulsar a los comuneros de sus
tierras ancestrales. Es decir, se violan tratados internacionales y leyes
nacionales con el beneplácito de los gobiernos provinciales. Por estas razones
fue asesinado un comunero.
Se oyeron las voces de alerta de Anmistía Internacional y de nuestro Premio
Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, pero debemos lograr oír muchas más
voces, debemos escuchar gritos de todo un país que alguna vez prometió a las
nuevas generaciones un "Nunca más". La muerte de Javier Chocobar no puede pasar
inadvertida en la gran ciudad, donde está el corazón del poder político. No
pasaron inadvertidas las muertes del maestro Carlos Fuentealba, de aquellos
jóvenes luchadores del Puente Pueyrredón o de aquellos cuyos gritos de dolor
venían del Norte rebelde en los tiempos de los cortes de ruta en Mosconi y
Tartagal. ¿Acaso la muerte de un diaguita en manos de "guardias blancas" que
rememoran a las peores épocas de América latina puede pasar inadvertida o
reducirse a las secciones policiales de los medios? ¿El asesinato de un comunero
indígena perpetuado por hombres del poder económico no nos llena de horror? ¿A
qué "mordaza" se referían los periodistas de televisión durante las últimas
semanas? ¿Quién los amordaza para no tratar este asesinato, para que no quede
oculto en los bosques tucumanos?
Si quedara oculto, como un hecho policial, ya estaríamos transitando ese
peligroso sendero que comienza con la "naturalización" de las muertes y los
asesinatos de los que resisten y todos sabemos hacia dónde nos puede conducir.
Por eso es necesario que todos expresemos el más enérgico repudio a este
asesinato y exijamos justicia, el respeto a los tratados internacionales, la
puesta en real vigencia de la Ley de Emergencia de Propiedad Comunal y toda la
legislación que protege los territorios y sus poblaciones así como el desarme de
grupos policíacos privados en todo el país.
*Por Norma Giarracca Socióloga, profesora titular de Sociología Rural
(Instituto Gino Germani-UBA). Fuente: www.pagina12.com.ar