Argentina, la
lucha continua....
|
En un año el juego creció el 30% en La Pampa
La Arena
Las cifras oficiales dejan boquiabierto a cualquiera. En 2008, solamente en
cinco juegos, y sin contar las apuestas en el casino y en los tragamonedas, los
pampeanos vieron irse de sus bolsillos casi 112 millones de pesos.
El crecimiento de los juegos de azar en el país, y la multiplicación de casinos
y bingos, ha originado un debate público sobre la necesidad de ponerle freno a
un negocio que recauda tantos millones como deja gente humilde en la ruina y
fomenta la ludopatía.
Los números del negocio en La Pampa son alarmantes. De acuerdo a un informe
oficial del organismo de control, la Dirección de Ayuda Financiera para la
Acción Social, dependiente del Instituto de Seguridad Social, los pampeanos
apostaron el año pasado por ¡¡111.992.330,50 pesos!!, sin contar la quiniela
instantánea (casi cuatro millones extras) y las mesas y las máquinas
tragamonedas del casino (un monto irrevelable), a razón de 373 pesos por
habitante. Para poner las cosas en claro: esa suma equivale casi al presupuesto
municipal anual de la ciudad de Santa Rosa para 2009.
Pero si esos números por sí solos llaman la atención, más aún debería activarse
la alarma cuando se compara el incremento del juego de un año a otro. Como en
2007 la recaudación fue de 85.093.789,70 pesos, el alza de 26.898.540,80 pesos
con respecto a 2008 significó que en el último año las apuestas crecieron el
31,6 por ciento.
¿Cómo se llega a los casi 112 millones del año pasado? El juego preferido de los
pampeanos es la quiniela oficial, a tal punto que su recaudación (96.392.502,70
pesos) equivale al 86 por ciento del total. El mes pico fue agosto con nueve
millones y el piso enero pasado con 6.650.000 pesos. De un año a otro la
recaudación de la quiniela se incrementó en 23 millones, o sea el 31,4 por
ciento.
El segundo lugar del ranking fue para el Telebingo con 7.564.702 pesos y luego
quedaron el Quini y el Brinco (4.064.617,80), el Telekino (2.443.622) y, último,
el Loto (1.526.886).
El juego que dio un gran salto el año pasado fue el Loto, al incrementarse en un
78,6 por ciento, luego de que en 2007 recaudara 854.916,50 pesos. El Telebingo
aumentó de 2007 a 2008 en un 21,9 por ciento, con 1.300.000 pesos extras; el
Quini y el Brinco un 52,7 por ciento con 1.400.000 y el Telekino un 18,6 con
400.000 pesos.
Al leerse las cifras mes a mes surgen algunos datos sugestivos. Por ejemplo,
julio fue el mes con más recaudación total (11.012.949,60 pesos). La explicación
es sencilla: el cobro del aguinaldo. Otro: el Telebingo mostró una suba
sustancial en diciembre (único mes donde superó el millón de pesos), a raíz de
los premios especiales de fin de año.
Cara y ceca
La otra cara de este negocio es qué ocurre en los hechos prácticos con el
discurso del Estado, proclamado que el fin de los juegos de azar es obtener más
recursos para financiar la acción social. En función de ello, cualquier pampeano
podría imaginarse que gran parte de los 111.992.330,50 pesos se repartieron en
educación, salud, etc. Quienes piensan así están muy equivocados.
La propia Dafas detalló que al 30 de noviembre el reparto de utilidades había
sido de ¡¡3.895.462,49 pesos!! Es decir, apenas el 3,4 por ciento de la
recaudación, un porcentaje que sumándole el mes de diciembre sólo sumaría tres o
cuatro centésimas.
¿Cómo se repartieron esas migajas? El Ministerio de Bienestar Social recibió
1.983.784,80 pesos en los once meses, el Fondo Provincial Educativo 678.352,31,
la Secretaría de Asuntos Municipales 444.025,15 y el Ministerio de la Producción
49.336,16. El Sempre embolsó 27.452,62 pesos exclusivamente del Telekino, el
Servicio de Previsión Social 122.540,52 pesos solamente del Loto y al ítem ley
2135/04 le correspondieron 589.970,71. Esa norma estipula que parte del
producido por los juegos de azar servirá para cubrir el déficit que ocasione la
prestación del servicio de salud por parte del Servicio Médico Previsional a los
beneficiarios de pensiones graciables provinciales.
Así las cosas, los croupies no se cansarán de gritar "hagan juegos, señores", ni
los vendedores ambulantes de llamar la atención con sus vozarrones. Mientras
tanto, miles de hogares serán cada vez más pobres y el propio Estado, para
cerrar el círculo vicioso, deberá ir a socorrerlos con dineros públicos. Y ya no
será un juego.