La favelización anunciada
Unas 180 mil personas viven en asentamientos de emergencia
J. Lanata Crítica de la Argentina
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires hay 21 villas de emergencia o
asentamientos: el asentamiento Morixe, el ex AU7, el de la Reserva Ecológica,
Los Piletones, Calacita, calle Zabaleta, Av. Eva, Perón, la Villa Dulce y las
villas 1-11-14, 3, 6, 13 bis, 15 Ciudad Oculta, 16, 17, 19, 20, 21-24, 26, 31 y
31 bis Saldías. A esta lista tradicional se sumaron, en 2006, 24 nuevos
asentamientos precarios con una población estimada en 12 mil personas, mientras
que el total de habitantes de villas en la Ciudad Autónoma ascendió de 108.056
en 2001 a 167.500 en 2008, según estadísticas de la Defensoría del Pueblo local.
Una población comparable con toda la ciudad capital de Catamarca, por ejemplo, o
20.000 habitantes menos que la capital de Neuquén.
"Desde el punto de vista urbano social –escribe María Cristina Cravino en "Las
villas en la ciudad", editado por la Universidad Nacional de General Sarmiento–,
cuatro son los grandes fenómenos que caracterizan la cuestión habitacional en
Buenos Aires: en primer lugar las villas; en segundo, las casas o edificios (en
varios casos fábricas) ocupados (localizados particularmente en la zona Centro,
Abasto, San Cristóbal y Villa Urquiza); en tercer lugar, la población que se
alojaba en los hoteles pensión (a cargo del mismo Estado que derivó allí a
quienes estaban en emergencia habitacional); y por último aquellos que viven
literalmente en la calle". La evolución demográfica de las villas de emergencia
marca un quiebre evidente durante los años de la dictadura: en 1976 había 28
villas y seis barrios precarios que albergaban a 220.753 personas que fueron
erradicados compulsivamente con el proyecto militar de "embellecer" la ciudad.
En 1980, la Comisión Municipal de Vivienda sólo registraba 34.554 personas en
situación de precariedad.
Según el último "Diagnóstico de la situación social en la Ciudad de Buenos
Aires" elaborado por el Ministerio de Desarrollo Social del gobierno porteño:
–El 8,4% de la población es pobre (unas 257.930 personas, de acuerdo con la
encuesta permanente de hogares, EPH, del INDEC).
–El 3,6% vive en la indigencia: 110.541 personas.
–El 14,6% de los menores es pobre, casi cien mil niños y adolescentes.
Las cifras no bajan y conviven, sin embargo, con un período de crecimiento de la
economía y el empleo: coexisten aún en la ciudad situaciones de extrema pobreza
con altos niveles de riqueza. El "derrame" es insuficiente, aseguran los
economistas; los guarismos de la grieta son superiores a los de los noventa, lo
que muestra que la recuperación económica no se tradujo en una recuperación
social. El propio ministerio del área concluye en su informe que "el problema de
la pobreza no puede ser resuelto exclusivamente con políticas de empleo: con el
nivel salarial actual, aun con pleno empleo la pobreza persistiría. Con respecto
a la salud, el 22,2% de los porteños no cuenta con ninguna cobertura: ni obra
social, ni PAMI, ni prepagas. Los sectores más desatendidos se encuentran
geográficamente en el sur de la ciudad, donde también se ubica el 72% de las
villas de emergencia.
Segmentada por edades, la pobreza afecta más a los jóvenes: el estudio "La
geografìa de la infantilización de la pobreza", escrito por Claudio Lozano,
Tomás Raffo y Ana Rameri, muestra que mientras en la ciudad la pobreza es del
12,5% y la indigencia del 4,9%; en los menores de 18 años la pobreza llega al
23,9% y la indigencia al 10,1%; esto es 342.220 chicos pobres menores de 18 y
147.459 pibes indigentes. Quienes se preguntan por el auge del delito no
encontrarán aquí todas las causas pero sí algunas de ellas. En la denominada
Zona C de la ciudad (Comunas 4 y 8 La Boca, Barracas, Soldati, Lugano), el 38,6%
de los menores es pobre y en la Zona E (Almagro, Boedo, Caballito, Flores,
Parque Chacabuco, Villa Crespo, Paternal, Villa Ortúzar, Agronomía y Parque Chas)
el 26,6 por ciento.
La tasa de desempleo entre los adolescentes es del 27 por ciento. La desigualdad
en los ingresos el ancho de la grieta es atroz: mientras que el promedio de los
ingresos familiares per cápita para los hogares con jefatura masculina en la
ciudad ascendía en 2006 a $1.155, para el mismo tipo de hogar residente en
villas el promedio es un 80% inferior: $229,4.
Todo lo transitorio será definitivo
Al panorama "normal" de las villas instaladas hace décadas se suma el de los
eufemísticos "centros transitorios" hoy devenidos en permanentes: el Núcleo
Habitacional Zabaleta de Barracas, por ejemplo, nacido durante la dictadura de
Onganía para "relocalizar" a los habitantes de diversas villas durante doce
meses se transformó en cuarenta años. Allí viven ahora unas 3.000 personas. Algo
similar ocurre en el Parque Roca, donde fueron mudados los habitantes de la
Villa El Cartón después del incendio de febrero de 2007. Entonces se les
prometió una solución definitiva en 120 días. Hoy viven allí más de 1.500
personas.
En Lugano, la Villa 20 convive hace tres décadas con un basurero de chatarra
tóxica; está asentada en un predio de 120.000 metros cuadrados que la Policía
Federal usa para arrumbar autos viejos. El ingenio popular supo cómo
describirlo: lo llaman "El cementerio". Allí vivían hace tres años unas 17.000
personas, y ahora la cifra supera los 21.000. La misma población que, por
ejemplo, habita Pinamar. Los casos por intoxicación se multiplican hace años: el
35,5% de los chicos presenta valores al límite de la sobredosis de plomo en
sangre, y el peso de nacimiento es en el 15% de los niños inferior a los dos
kilos y medio.
La villa 1-11-14 se llama así por la fusión de las tres villas originales y es
una de las más grandes de la ciudad, frente a la cancha de San Lorenzo de
Almagro, en el Bajo Flores. La mitad de sus habitantes son extranjeros.
La Villa 31, origen del debate de alto nivel protagonizado esta semana por los
estadistas Mauricio Macri y Aníbal Fernández, es una de las más antiguas de la
Capital: nació en la década del treinta como Villa Desocupación y ya en el censo
de 1934 registraba 2.903 habitantes que se asentaron buscando la cercanía del
puerto y las terminales ferroviarias. Allí militó y murió el padre Mugica, y
llegó a ser una de las villas más organizadas de la ciudad. Cada uno de sus seis
barrios tenía una comisión vecinal (Saldías, Laprida, Comunicaciones, YPF,
Güemes e Inmigrantes) y estaban organizados por manzanas y pasillos. La Villa 31
bis está asentada en suelo de Ferrocarriles Argentinos gestionado por el Onabe y
la 31 tiene múltiples dueños: la Administración de Puertos, Repsol YPF y la
Armada.
El debate ontológico Macri-Fernández comenzó con un espía: el arquitecto Juan
Carlos Poli, quien se hizo pasar por fumigador y visitó 26 veces la Villa 31
para hacer un relevamiento y, eventualmente, frenar las construcciones en
altura. Poli le cobró 40.000 pesos al ministro de Espacio Público por su trabajo
undercover y descubrió unos 600 casos de viviendas con varias construcciones en
los pisos superiores. Muchas de ellas –dijo Poli en su informe– han crecido
ocupando zonas de calles y hasta los postes de iluminación pública han quedado
dentro de las viviendas. Aunque subrepticia, era la primera intervención del
Estado en el caso después de décadas, pero no entraba para instalar servicios
públicos, para proveerlos de gas, agua corriente o teléfonos, siquiera para
mudarlos a un sitio más humano, sino para destruir su precariedad.