Nuestro Planeta
|
Tiempo para una revolución
No puede haber soluciones estatales al cambio climático: los gobiernos no
pararán a los poderes que nos llevan a la ruina ambiental
Ewa Jasiewicz
The Guardian
Una broma circuló en los últimos días del campamento por el clima (1). Así como
la "tienda del bienestar", que trataba a los activistas levemente traumatizados
del recibimiento a porrazos de la policía a las 5 de la mañana, alguien propuso
una "tienda de los bienintencionados". Acomodaría a aquellos que querrían
incluir al estado y las soluciones basadas en el capitalismo en el movimiento
para revertir el cambio climático. La valla exterior del campo se curvaría en
una tienda de bienintencionados para crear una tabla redonda para accionistas
incluyendo a la policía (que de forma exitosa mantuvimos fuera del lugar después
de días de enfrentamientos), E.ON del Reino Unido y otros representantes de la
industria energética –con té y angustia opcionales.
La broma fue impulsada por una controvertida presentación de George Monbiot, en
la que hizo suyo el uso del estado como socio para resolver la crisis del clima.
Monbiot mantuvo a la audiencia embelesada cuando explicó la fundamental
incompatibilidad del crecimiento económico con el recorte de emisiones
necesarias para evitar un cambio climático catastrófico, Aún confesó no saber
hacia donde dirigir los próximos pasos para generar los movimientos necesarios
para cambiar nuestras fuentes de energía, producción y consumo y en donde
encajar el capitalismo y el estado. Terminó abogando por el uso del estado: "Por
Dios, vamos a usarlo". Entre los aplausos, algunos estábamos horrorizados.
Déjenme explicar por qué.
Muchos de los organizadores de los campamentos por el clima perfeccionaron sus
habilidades en el movimiento contra las carreteras a mediados de los 90. Algunos
vienen de centros sociales de nómadas, del movimiento okupa y de las fiestas
libres*, una alianza construida para contrarrestar la Ley de Orden Público y
Justicia Criminal de 1994 (Criminal Justice and Public Order Act 1994) (2), que
criminalizada a los viajantes y activistas que reclamaban la tierra y los
edificios para uso cooperativo y social. Estos activistas vienen de una cultura
antiautoritaria, anticapitalista – que rechaza la propiedad y la banalización
del espacio vital, y que abraza el disfrute colectivo, la danza y la música.
La continuidad de esta cultura de resistencia, de un lucha por los comunes, por
el control sobre uno mismo y la vida familiar, por el trabajo no alienado y la
interacción social, se extiende hacia atrás en el tiempo de los Diggers,
Levelers y los Luddites (3). Radicales ingleses que lucharon contra la
monarquía, los impuestos, el cercado de las tierras y las medidas de austeridad
diseñadas a otorgar poderes a la nueva clase industrial, financiada por la
apropiación de la tierra colonial y feudal y la esclavitud.
Esta memoria histórica y estas creencias en un global commons*, sin líderes,
organización participativa, bases políticas antiestado y acciones
anticapitalistas se movieron intensamente en los campamentos. Tenían también
buenos fundamentos sobre la cultura de acción directa, un rechazo a aceptar las
soluciones de arriba abajo y a un sistema de democracia parlamentaria que reduce
la participación política a una urna, 16 veces en un tiempo de vida promedio.
Pero, ¿realmente Scargill (4) y Monbiot (5) "pillaron" la idea del campamento y
sus culturas de resistencia? La última edición de la revista del NUM **
criticaba al campamento por ser demasiado "clase media", antiminería y alienada
desde la "real" y las genuinas "realidades" de la clase trabajadora. ¿Son estas
representaciones justas? Muchos participantes en el campamento podrían ser
definidos como el "precario" –la respuesta del neoliberalismo al proletariado.
Ya no hay trabajadores urbanitas en un trabajo regular durante la mayoría de su
vida laboral, el precario vive y trabaja en un estado precario, a merced del
mercado laboral desregulado. El trabajo es dominado por la precariedad, la
flexibilidad y el trabajo de inmigrantes, contratos hora-cero***, trabajo
temporal o estacional, trabajo en casa, auto empleo o desempleado. Muchos en el
campamento forman parte de la clase trabajadores, no más fuera del control de
los medios de producción que los trabajadores en la industria aquí o en China o
en Polonia.
La solución estatal a la crisis climática nos fue presentada hace 10 años a
través del protocolo de Kyoto, ¿Cuáles son? Privatizar el aire que respiramos y
convertir las emisiones de carbono en mercadería, comprar y vender veneno
atmosférico, crear un nuevo mercado comercial en el medio para la destrucción
ecológica. No es de extrañar que muchos en el campamento rechacen las soluciones
estatales al cambio climático.
Es entretenimiento, como los dos minutos de enfrentamiento (6) en una habitación
llena de veneno entre