Nuestro Planeta
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Un terrorismo sin estruendos
En la pasada conferencia de la OMC en Cancún quedamos asombrados al
comprobar que dos tercios de las ONG inscritas en los eventos paralelos estaba
cubierto por las que son subsidiadas por las transnacionales, instaladas codo a
codo junto a las esforzadas y descapitalizadas ONG auténticas.
Sebastião Pinheiro
© Rel-UITA
Es una lucha desigual y deshonesta, ya que las primeras tienen un producto que
defender y las segundas luchan por un punto de vista, una ideología y, al fin,
por un mundo mejor.
Encontré aquí viejos conocidos, personas que reciben salarios de universidades
públicas pero trabajan para Monsanto; otros que son de la Red Oficial de
Investigación y actúan promoviendo los productos transgénicos de Monsanto,
así como a quienes durante los últimos 30 años eran fanáticos ambientalistas
intratables y actualmente ocupan cargos de confianza en el gobierno, trasmutados
en desarrollistas sustentables cuando no en agroecologistas.
Perdonen, pero esto aquí es un circo, y si las cosas continúan en este sentido,
en menos de cinco años estaremos, todos, nuevamente refiriéndonos a los
agrotóxicos como "defensivos agrícolas o remedios", privilegio que hoy es sólo
de los medios de información y de los funcionarios públicos corruptos.
Vimos esto mismo en el penúltimo Foro Social Mundial de Porto Alegre: Swiss Aid
junto a la Coalición Soja Holanda-Brasil y un integrante del Consejo Nacional de
Medio Ambiente, intentando convencer ingenuos con un taller de ocho horas de que
es posible producir soja sustentablemente en la Amazonia.
Ya somos veteranos, y sabemos que "hambre oculta" no es lo mismo que "ocultar el
hambre".
Desde 1996 la ley brasilera llamada Código de Defensa del Consumidor exige que
los transgénicos sean identificados, etiquetados, etc. Pero esto nunca fue
realmente practicado. Ahora, en un año electoral, vemos que el gobierno cambió
todas sus posiciones anteriores y resolvió identificar los transgénicos, pero
esto sólo entrará en vigencia dentro de cuatro años.
En la época de la dictadura el general Geisel (1976) decretó la prohibición de
los detergentes duros, pero para ser aplicada recién cuatro años después. En
aquel momento nos preguntaron nuestra opinión al respecto: "Un día, antes de
entrar en vigor, el decreto será derogado", respondí. Desgraciadamente, eso fue
lo que ocurrió entonces, y no esperamos que sea diferente ahora. La dictadura
militar era pervertida. El poder económico transnacional no tiene por qué ser
diferente
Somos realistas y no nos engañamos cuando afirmamos que los Estados nacionales
no tienen poder para restringir o siquiera controlar el "libre comercio"; menos
aún podríamos callar al ver que el Estado no está siendo sustituido sino
pervertido.
La perversión del Estado se produce cuando los gobiernos endeudados son
obligados por el Banco Mundial y la OMC a cumplir normas no escritas en favor de
los intereses de las grandes transnacionales.
En el caso del agua, este tipo de presiones y manipulaciones está siendo
utilizado por Pepsi Cola, Nestlé, Coca Cola y otras
corporaciones que comercializan agua potable común como si fuese agua mineral,
al tiempo que destruyen las fuentes de aguas minerales.
En Brasil, hace más de 20 años Nestlé comenzó a comprar fuentes de agua
mineral en todo el país a través de la marca Minalba, y simultáneamente, en
algunas ciudades como Porto Alegre Pepsi Cola lanzó una marca de "agua
natural" llamada "Rainha", registrada en el Ministerio de Agricultura y vendida
como agua mineral. Utilizando una práctica de competencia desleal, los
comerciantes eran obligados a vender Rainha si querían vender los demás
productos de Pepsi.
Después aparecieron las denuncias catastrofistas de que el agua dulce se está
acabando. En realidad, el agua es un ciclo que no se puede separar en dulce,
salada u otra y tampoco puede desaparecer del planeta, aunque reconocemos que
sus condiciones de almacenamiento y preservación local son precarias, y esto
ocurre en función de los intereses hegemónicos en la sociedad. Pero la
transformación del "agua patrimonio" en "agua mercancía y negocio" requiere
condiciones psicosociales que sugieran escasez y garantía de lucro.
Actualmente, un litro de agua no mineral embotellada por las grandes
corporaciones se vende más caro que un litro de combustible derivado del
petróleo.
La importancia adquirida por el agua de calidad queda expuesta cuando, por
ejemplo, un litro de verdadera agua mineral de las Islas Fidji es vendido a 8
dólares en los hoteles del Caribe y de Estados Unidos. Todas las fuentes de agua
mineral similares ubicadas en las proximidades de los grandes volcanes están
siendo monopolizadas por las corporaciones. Sin embargo, estas aguas no son
suficientes para abastecer a toda la población del mundo, ni siquiera para
satisfacer la demanda de los sectores con mayor poder adquisitivo que pueden
pagarla.
En Brasil, Nestlé tuvo la anticipación de crear su marca nacional –Minalba-,
y ahora intenta destruir a la "competencia" en aguas minerales adquiriendo las
últimas fuentes, desmineralizando el agua y adicionándole sus sales patentadas
para venderla con su marca. Coca Cola hace lo mismo e impone su propia
marca –Dasani-, cuya venta es obligatoria para quienes quieren comercializar su
refresco Fanta. Se le llama "venta casada", un sistema similar al que usan
Pepsi y Nestlé.
Más adelante, cuando el mercado esté disciplinado, tendremos a ambas
transnacionales con marcas de aguas minerales genuinas que serán comercializadas
a precios similares al agua de las Islas Fidji.
Sebastião Pinheiro
© Rel-UITA
24 de marzo de 2006