Nuestro Planeta
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Los malabarismos de Repsol YPF
América latina : impactos en el medio ambiente y en las economías de la región
Marc Gavaldà
La multinacional Repsol YPF no atraviesa sus mejores momentos, a pesar del
alto precio del crudo. Pero mucho peores son las consecuencias para los países
donde opera.
LA SEDE DE LA COMPAÑÍA. Según el autor, Repsol se está especializando en
la"vampirización" de economías ; succiona recursos naturales que luego vende
caro a sus antiguos dueños. /Jorge Montero
A pesar de las reservas declinantes en muchos de sus campos, el presidente
de Repsol YPF, Antoni Brufau, en ningún momento escondió su sonrisa en la
reciente junta de accionistas. Incluso cuando dos representantes de Intermón
Oxfam exigieron a Brufau que su empresa cumpla los tratados internacionales y
respete el derecho de los pueblos indígenas a pronunciarse sobre los proyectos
que afecten a sus tierras. El mismo Brufau también sonreía días antes, cuando en
una abarrotada plaza Murillo de La Paz, el presidente de Bolivia, Evo Morales,
afirmaba que "Repsol es una empresa responsable ". El abrazo sellaba "una noche
de amanecida en las negociaciones ". Ahora dos países "con sus respectivas
empresas (sic) trabajarían juntas ". Se había consumado el traspaso de 1% de las
acciones de Andina para que Bolivia tenga el control de la filial de la empresa
de capital español y norteamericano Repsol YPF. Capitulaba así la pesadilla
boliviana para Repsol. Con la renovación y firma de todos los contratos por el
Congreso, la compañía y su presidente pueden dormir tranquilos. Atrás quedaban,
entre otros, los delitos de contrabando de millones de barriles por los que
fueron apresados dos directivos de Repsol en 2006, la muerte de una familia de
pescadores en el pozo Surubi o las auditorías practicadas a diez compañías,
entre ellas Repsol y Andina, en las que se demuestra técnica y económicamente
que estafaron a Bolivia.
¿Un buen año para Repsol ?
No fue mal año de negocios. La empresa presumió en la junta de un beneficio neto
de 1.212 millones de euros en el primer trimestre del año, un 36,5% más que en
2007, debido al incremento del precio del crudo y a la buena marcha de la filial
argentina YPF, de la cual vienen más de la mitad de sus beneficios. La caída del
dólar ha reducido estos números. Según la empresa, si presentara sus cuentas en
dólares, el beneficio neto del grupo crecería un 62%.
Sobre el terreno, Repsol mantiene el control de 359 bloques con una superficie
neta de 354.480 km2. De estos, 109 están en Argentina, 79 en EE UU y se adjudicó
71 bloques en las costas de Alaska asociada a Shell y ENI. A principios de año,
consiguió 93 bloques más en el mar de Chukchi, beneficiado por la apertura que
ha hecho Bush de la exploración petrolera en el Círculo Ártico. En cuanto a sus
reservas, el último año, Repsol se anotó nuevos megayacimientos en Libia, en
asociación con NOC, la compañía estatal ; en aguas profundas de Brasil, asociado
con Petrobras ; y en Bolivia y en Perú. Además de la entrada en producción del
megacampo Genghis Khan, en aguas profundas del golfo de México estadounidense. A
pesar de estos logros, sus reservas probadas en los últimos años han pasado de
3.485.275 barriles a 1.400.000 barriles, menos de la mitad.
¿Un buen año para los países donde opera ?
Las reservas mundiales describen un comportamiento declinante en la mayoría de
los pozos. Repsol YPF es una de estas empresas que se ven apretadas por una
demanda creciente que tiene que atender, especialmente en los países donde, a
través de la privatización de sus empresas, ha capturado en el monopolio a
millones de personas, reducidas a la condición de consumidores cautivos.
Argentina sufre una enquistada crisis energética que provoca cada invierno
desabastecimiento y que obliga incluso a cerrar industrias en determinados
períodos. El megayacimiento de Loma de la Lata –conocido por sus pasivos
ambientales que han intoxicado a la población– ha registrado una acelerada
declinación, como la mayoría de campos en las provincias de Neuquén y Mendoza.
El diésel también ha escaseado en Argentina y Bolivia, poniendo en juego la
producción agrícola, mientras Repsol exporta el crudo y el gas de estos países
para venderlo a precio internacional. La estrategia de la compañía de exportar
mucho y explorar poco ha provocado la caída de las reservas en pocos años.
Algunos autores describen este comportamiento como "vampirización de la economía
" : no sólo succionan los recursos naturales trasladando a los Estados los
importantes pasivos ambientales, también venden caro estos recursos a sus
antiguos dueños parasitando su débil economía. Argentinos y bolivianos también
han sido decepcionados por la anunciada "argentinización " y "nacionalización "
de sus respectivas empresas estatales, privatizadas la pasada década. En el
primer caso, Repsol vendió un 14% de YPF al grupo Petersen, supuestamente
argentino, aunque el grupo tiene capitales españoles. En Bolivia, la
"nacionalización " de sus antiguas empresas estatales sólo ha consistido en un
contrato de traspaso de acciones firmado entre YPFB, que tendrá el 51%, y Repsol
YPF, que compartirá la administración de Andina. En las regiones petroleras, los
anhelos de recuperación de los recursos han movilizado de nuevo a la población,
tras dos años de expectativas.
En Camiri, antigua capital petrolera de Bolivia, una pueblada obligó al Gobierno
a negociar el pasado marzo, después de una violenta represión, la entrega de un
pequeño campo de Andina al pueblo de Camiri. Ello constituyó la primera
expropiación auténtica que realiza Bolivia a una empresa petrolera desde la
nacionalización de la Gulf Oil en 1969.
La indignación por sus políticas ambientales se han visibilizado este año con el
vertido y ocultación de miles de barriles de crudo en el Parque Nacional Yasuní
(Ecuador), el derrame de fenoles cancerígenos en el río Francolí o las denuncias
de contaminación del agua de red en Añelo (Argentina).