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Biocombustibles y crisis alimentaria
Salim Lamrani
Rebelión
Revisado por Caty R.
Los motines del hambre se multiplican por todo el mundo tras el alza súbita
de los precios de las materias primas alimentarias que se han revelado
particularmente mortales. Las poblaciones del Tercer Mundo, asfixiadas por un
sistema económico irracional e insostenible, expresan su rabia en todos los
continentes: en Haití, donde el Primer ministro fue destituido de sus cargos, en
Filipinas o en Egipto. Más de 37 países de África, Asia y América Latina, que
representan un total de 89 millones de personas, están afectados directamente
por la crisis alimentaria (1). Y, desgraciadamente, esto no ha hecho más que
empezar.
Jacques Diouf, director general del Programa Alimentario Mundial de las Naciones
Unidas, señaló los factores que han conducido a esta repentina subida de los
precios, a saber, una bajada de la producción debida al cambio climático,
niveles de existencias sumamente bajos, un consumo más elevado de las economías
emergentes como China y la India, el altísimo coste de la energía y el
transporte y, sobre todo la demanda, cada vez más alta, de producción de
biocombustibles (2).
Estados Unidos ha sido el principal promotor, con Brasil, de la política de los
biocombustibles para hacer frente al alza de los precios del petróleo, ignorando
las consecuencias dramáticas y previsibles de semejante producción. Así, para
satisfacer sus necesidades energéticas, Washington está promoviendo una
estrategia que va a llevar a gran parte de la humanidad al desastre. No hay
ninguna duda al respecto y las grandes instituciones internacionales son
unánimes en cuanto a este asunto, incluso el Fondo Monetario Internacional (FMI)
(3).
La FAO, Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura, subrayó que el aumento mundial de la producción de biocombustibles
amenazaba el acceso a los productos alimenticios de las poblaciones pobres del
Tercer Mundo. «A corto plazo, es muy probable que la expansión rápida de
combustibles verdes, a nivel mundial, tenga efectos importantes en la
agricultura de América Latina», afirmó la FAO (4).
Efectivamente, la producción de biocombustibles se hace en detrimento de los
cultivos de plantas comestibles utilizando las reservas de agua, desviando
tierras y capitales, lo que origina un aumento de precios de los productos
alimenticios, y «pondrá en peligro el acceso a los víveres a los sectores más
desfavorecidos», concluyó la Organización en un informe presentado en Brasil
(5). Las desastrosas consecuencias sociales de esta política son fácilmente
previsibles cuando se sabe que la inseguridad alimentaria ya afecta a 854
millones de personas (6).
Brasil, que se esfuerza en propagar la producción de biocombustibles en América
Latina y en África, negó el hecho de que esta política sea responsable del alza
de los precios de los alimentos en el mundo. El ministro de Finanzas, Guido
Mantega, expresó su desacuerdo: «Eso pone en peligro la producción alimentaria
[...] en Estados Unidos, pero no en Brasil, no en los países africanos, no en
los países de América Latina, que tienen bastantes tierras para producir los
dos» (7).
El presidente brasileño Luis Inacio Lula da Silva también rechazó esa tesis. «No
me digan, por el amor de Dios, que la comida es cara a causa del biocombustible.
La comida es cara porque el mundo no está preparado para ver comer a millones de
chinos, indios, africanos, brasileños y latinoamericanos», afirmó. Lula abogó en
favor de los biocombustibles pues Brasil es el segundo productor mundial detrás
de Estados Unidos (8).
Pero los precios de las materias primas contradicen de forma contundente las
palabras de Mantega y el presidente brasileño. La producción de biocombustibles
sustituye a los cultivos alimentarios y fomenta el alza de los precios. Así, el
precio del arroz aumentó en un 75% entre febrero y abril de 2008 mientras que el
precio del trigo explotó en un 120% durante el mismo periodo (9). Lo mismo
ocurrió con otros productos básicos como la soja, el maíz, el aceite, la leche,
la carne y otros (10).
El secretario general de las Naciones Unidas Ban Ki-moon reclamó medidas de
emergencia para poner fin a la crisis alimentaria (11). El Banco Mundial llamó a
los gobiernos de los países miembros para que intervinieran rápidamente para
evitar la propagación del cataclismo alimentario y subrayó que la duplicación de
los precios de los productos básicos durante los tres últimos años «podría
hundir más profundamente en la miseria a 100 millones de personas que viven en
los países pobres». El precio del trigo, por ejemplo, aumentó en un 181% en tres
años. El FMI ha puesto en guardia contra una hecatombe anunciada: «Los precios
de la alimentación, si siguen como ahora, [...] las consecuencias serán
terribles. Como aprendimos en el pasado, este tipo de situaciones termina a
veces en guerra» (12).
Jean Ziegler, relator especial de las Naciones Unidas para el Derecho a la
Alimentación, calificó la producción masiva de biocombustibles de «crimen contra
la humanidad» y advirtió de que el mundo se encamina «hacia un largo período de
motines», y señaló claramente a los culpables criticando la política desastrosa
del FMI, el dumping agrícola de la Unión Europea en África, la
especulación bursátil internacional de las materias primas engendrada por los
biocombustibles, el gobierno de Estados Unidos y la Organización Mundial del
Comercio (13).
La advertencia de Fidel Castro
Hace más de un año, el 28 de marzo de 2007 para ser preciso, el ex presidente
cubano Fidel Castro alertó al mundo contra el peligro que representan los
biocombustibles. En una larga reflexión titulada «Condenadas a muerte prematura
por hambre y sed más de 3.000 millones de personas en el mundo», denunció «la
idea siniestra de convertir los alimentos en combustible» elaborada por el
presidente Bush como línea económica de la política exterior de Estados Unidos.
El inquilino de la Casa Blanca había declarado su intención de producir 132.000
millones de litros de biocombustibles para 2017 (14).
«Actualmente sabemos con toda precisión que una tonelada de maíz sólo puede
producir 413 litros de etanol como promedio [...].El precio medio del maíz en
los puertos de Estados Unidos se eleva a 167 dólares la tonelada. Se requieren
por tanto 320 millones de toneladas de maíz para producir [132.000 millones de
litros] de etanol. Según datos de la FAO, la cosecha de maíz de Estados Unidos
en 2005 fue de 280,2 millones de toneladas. Aunque el presidente hable de
producir combustible a partir de césped o virutas de madera, cualquiera
comprende que son frases carentes absolutamente de realismo» (15).
Para Fidel Castro, si semejante receta se aplicase en los países del Tercer
Mundo, el número de personas que morirían de hambre y por la carencia de agua
tomaría proporciones vertiginosas, sin hablar de las consecuencias ecológicas.
«No quedará un árbol para defender a la humanidad del cambio climático» (16).
El ex presidente cubano también criticó la intención de Europa de usar no sólo
el maíz sino también el trigo, las semillas de girasol, colza y otros alimentos
para la producción de biocombustibles. «Eso ocasionará, escribía, un auge de la
demanda, un alza colosal de los precios de estas materias primas alimentarias y
una crisis humanitaria de consecuencias trágicas». Desgraciadamente, las
previsiones de Fidel Castro eran exactas (17).
El líder revolucionario cubano propuso una solución sencilla para ahorrar
energía:
«Todos los países del mundo, ricos y pobres, sin ninguna excepción, podrían
ahorrarse millones de dólares en energía simplemente cambiando todos los
bombillos incandescentes por bombillos fluorescentes, algo que Cuba ha llevado a
cabo en todos los hogares del país. Eso significaría un respiro para resistir el
cambio climático sin matar de hambre a las masas pobres del mundo» (18).
Es imprescindible una moratoria inmediata sobre los biocombustibles
Lejos de aprender las lecciones del drama social y humano que atraviesa el
planeta, Estados Unidos ha ratificado su intención de duplicar las enormes
superficies que ya dedica a la producción de biocombustibles. Europa también ha
hecho alarde de su intención de desarrollar estos productos de sustitución (19).
Las consecuencias serán trágicas, lo peor está por venir.
La soberanía alimentaria es un derecho inalienable de los pueblos. No existe
otro más importante. La pobreza y el hambre no son fatalidades sino
consecuencias directas de un sistema económico inhumano y destructor que viola
el derecho a la vida de los desheredados del planeta. Por esta razón, es urgente
establecer una moratoria inmediata sobre los biocombustibles so pena de hacer
frente a un auténtico genocidio. Esta producción es insostenible desde el punto
de vista moral, político y social. La especie humana está en vías de
autodestruirse. Es más urgente que nunca poner término a esta enloquecida
carrera hacia el Apocalipsis.
Notas
(1) The Associated Press, «La communauté internationale confrontée à une
sérieuse crise alimentaire», 14 de abril de 2008.
(2) Ibid.
(3) Reuters, «Face aux émeutes de la faim, DSK s’interroge sur les
biocarburants», 18 de abril de 2008.
(4) Reuters, «La FAO met en garde contre les biocarburants», 15 de abril
de 2008.
(5) Ibid.
(6) Organisation des Nations unies pour l’alimentation et l’agriculture,
L’état de l’insécurité alimentaire dans le monde 2006 (Roma: FAO, 2006), p.
8.
(7) Reuters, «La FAO met en garde contre les biocarburants», op. cit.
(8) Le Monde, «Le président brésilien, Lula, plaide en faveur des
biocarburants», 17 de abril de 2008; Marco Sibaja, «Brazil: Biofuels are not at
the root of hunger crisis», The Associated Press, 17 de abril de 2008.
(9) Lesley Wroughton, «La crise alimentaire reconnue comme une priorité mondiale»,
Reuters, 14 de abril de 2008
(10) Ibid.
(11) The Associated Press, «Crise alimentaire: Ban Ki-moon réclame des
mesures d’urgence», 14 de abril de 2008.
(12) Veronica Smith, «Crise alimentaire: la Banque mondiale sonne l’alarme», 14
de abril de 2008.
(13) Agence France Presse, «Les biocarburants, ‘un crime contre
l’humanité’ d’après le rapporteur de l’Onu», 14 de abril de 2008.
(14) Fidel Castro Ruz, «Condenados a muerte prematura por hambre y sed más de 3
mil millones de personas en el mundo», Granma, 29 de marzo de 2007.
(15) Ibid.
(16) Ibid.
(17) Ibid.
(18) Ibid.
(19) Le Monde, «Les tartuffes de la faim», 17 de abril de 2008.
Salim Lamrani es profesor, escritor y periodista francés especialista de las
relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Ha publicado los libros: Washington
contre Cuba (Pantin: Le Temps des Cerises, 2005), Cuba face à l’Empire
(Genève: Timeli, 2006) y Fidel Castro, Cuba et les Etats-Unis (Pantin:
Le Temps des Cerises, 2006). Acaba de publicar Double Morale. Cuba, l’Union
européenne et les droits de l’homme (Paris: Editions Estrella, 2008).
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