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Argentina: Taller para detener la nueva ola de transgénicos. Las semillas "Terminator"
En el marco de la campaña internacional "Terminar Terminator" se realizó
en Buenos Aires un Taller de Estrategias con el objetivo de "socializar
información y articular entre movimientos sociales y grupos para definir
acciones concretas". Las semillas transgénicas "terminator", impulsadas por
corporaciones como Monsanto, impedirán el acopio para la resiembra por parte de
los productores, ya que en las cosechas sólo se obtendrá semillas "estériles".
GRAIN, CEPPAS, Reflexión Rural
El taller fue organizado por GRAIN, CEPPAS (Centro de Políticas Públicas para
el Socialismo) y el Grupo de Reflexión Rural y se llevó a cabo el pasado 13 de
diciembre en el Hotel Bauen, al día siguiente de realizada la segunda Marcha
Nacional Ambiental en Buenos Aires.
El impacto que tiene sobre la economía rural este paquete tecnológico es el
de "esclavizar cada vez más a los productores en relación a las corporaciones",
explicó Carlos Vicente de GRAIN. En ese sentido, la abogada kolla Viviana
Figueroa señalóque "el derecho del agricultor de volver a sembrar su semilla se
ve afectado si esa semilla es modificada y se ve sujeta al derecho de propiedad
intelectual. Al no poder resembrar vamos a tener que pagar por lo que en
realidad nos pertenecía". Esta dependencia de los agricultores y productores
respecto de las semilleras-químicas es una relación que se viene incrementando
desde los inicios de la década del sesenta en la denominada "Revolución Verde",
con la introducción de los "híbridos". Con el objetivo de incrementar la
productividad del campo, se empezaron a utilizar "muchos químicos tanto para las
plagas como fertilizantes para que [las plantas] crezcan más rápido". Luego de
algunos años, las empresas químicas compran a estas semilleras y el corolario de
este proceso son los "transgénicos", porque las empresas ven que les sale más
barato desarrollar semillas resistentes a los químicos que fabrican. Este
conjunto, semillas y químicos, va configurando un "paquete tecnológico" que
esclaviza a los productores de campo [1]. El pretendido próximo escalón de esta
historia son las semillas terminator.
Según Carlos Vicente, "estas semillas implican un cambio en el sistema de
producción de semillas: luego de ser cosechadas se obtienen semillas estériles".
"Si uno las quiere volver a sembrar no germinan, están absolutamente muertas.
Esta tecnología tiene un nombre técnico que es 'Tecnologías de Restricción en el
Uso Genético', conocida bajo la sigla TRUGs a nivel internacional. Cuando el
Grupo ETC las descubrió las bautizó como "Terminator", ese es el nombre que
utilizamos nosotros para combatirlas", aseveró.
La implementación de estas tecnologías al campo, además de provocar la pérdida
de la diversidad agraria, base para la vida de los campesinos y de un equilibrio
ambiental, genera dependencia y endeudamiento económico de los productores en
relación a las corporaciones. Acompañando esta idea central también estuvieron
integrantes del MOCASE (Movimiento Campesino de Santiago del Estero), del
Movimiento Semillero de Misiones y del Centro de Acción Popular Olga Aredes,
entre otros.
En el área legal, que implica lo concerniente a los derechos de propiedad
intelectual, se complejiza aun más la situación. Según Tamara Perelmuter,
investigadora, "la posibilidad de 'patentar' cualquier cosa está transformando
el sentido mismo del término 'semilla', ya que durante miles de años significó
cultura, vida, alimento". Por lo tanto, se genera un cambio que rompe con la
práctica histórica de la agricultura: "la industria semillera cuestiona la libre
utilización de semillas por parte de los agricultores", de modo que las
corporaciones pretenden generar negocios tanto por el "paquete tecnológico"
-semillas y agroquímicos- como por las regalías en términos de patente.
La Campaña Terminar Terminator [2] cobra renovado interés al acercarse la Novena
Conferencia de las Partes del Convenio de Diversidad Biológica, ONU (COP9), que
se realizará en la ciudad de Bonn, Alemania, durante el mes de mayo de 2008.
Particularmente el Convenio de Diversidad Biológica ha establecido, en el año
2000, una suerte de prohibición a la comercialización y experimentación en campo
abierto de estas semillas "terminator" (estériles). Las empresas semilleras
-tales como Monsanto, DuPont, Syngenta y Groupe Limagrain- pretenden desbloquear
ese "impedimento legal" que rige sobre este tipo de transgénicos en los países
que adhieren al Convenio.
Otra preocupación de los movimientos sociales, ONGs e investigadores es que las
corporaciones pretenden introducir una variante aun más perversa de transgénico,
el "proyecto transcontainer", que el Grupo ETC bautizó con el gráfico nombre de
"zombie". Se trata de semillas que tienen la posibilidad de ser revividas, como
si se tratara de "muertos vivos". Mediante el correspondiente pago a las
corporaciones y el tratamiento químico adecuado, estas semillas estériles podrán
volver a la vida fértil. Aquí los impactos sobre la naturaleza no son siquiera
imaginables dado el alto grado de manipulación genética que implican.
Los asistentes al taller también dedicaron parte del tiempo para debatir acerca
de los marcos legales y las posibles reformas a realizarse en Argentina. El
detonante de la preocupación es que el gobierno nacional pretende modificar la
ley de semillas actualmente vigente. Tamara Perelmuter explicó que "la industria
semillera cuestiona la existencia y circulación de lo que se conoce como 'bolsa
blanca', que no está regulada. Los argumentos que exponen las empresas tienen
que ver con el momento histórico. Como la ley actual es de 1973 y tenía que ver
con la Revolución Verde y los híbridos, hoy esgrimen que hay que actualizar la
legislación y adecuarla a la biotecnología".
Lo que sigue son las principales intervenciones del taller, en un intento
de sistematizar los aspectos de esta problemática.
En primer lugar está el testimonio de Viviana Figueroa , abogada kolla y
consultora permanente de las Naciones Unidas, quien marca la importancia que
tiene lo relacionado con el Convenio Sobre Diversidad Biológica a partir de un
ejemplo concreto basado en la realidad del norte argentino. En segundo término
Tamara Perelmuter , investigadora, hace un importante desarrollo
histórico sobre cómo se ha expandido la legislación sobre propiedad intelectual
hasta llegar a los seres vivos. Por último, la explicación de Carlos Vicente
, GRAIN, que explica con detalle las características del proyecto de semillas "terminator";
también cuenta cómo se encaró la resistencia dentro de los foros
internacionales.
Viviana Figueroa, abogada kolla, consultora permanente de las Naciones
Unidas.
Voy a explicar lo que sucede con el Convenio Sobre Diversidad Biológica a partir
de un caso concreto: la papa andina, una variedad de papa esterilizada por
Syngenta. La diversidad de semillas es la diversidad agrícola, es biodiversidad.
Los pueblos a lo largo de la historia la hemos ido mejorando, como por ejemplo
con la selección de semillas, el llamado fitomejoramiento. Tenemos tres mil
variedades de papa en toda la zona andina, y esta papa hoy ha cambiado luego de
todo el proceso de comercialización y supuesto "mejoramiento" realizado por las
empresas.
¿Y cómo llegamos a esto? Llega un científico con supuestas buenas intenciones a
una comunidad de, por ejemplo, la Quebrada de Humahuaca, y nos dice "vengo a
ayudarlos". Empieza a pedir las variedades de las semillas y luego dice, "sabes
qué, tu papa está enferma, le afecta el gusano, y yo la puedo curar". Entonces
los hermanos dicen, "pero cómo enferma si nosotros siempre nos hemos alimentado
con la papa; el científico que fue a la universidad debe tener razón, tome todas
las variedades". Esas variedades son la materia prima que utiliza el científico
para su "mejoramiento".
¿Y por qué se metieron con la papa? Porque es el tercer producto mundial más
consumido. Syngenta, que es el que tiene la patente sobre esta variedad, es la
que se asegura un negocio.
Como nosotros tenemos fuerza, ellos largan "el discurso del pobre". En ese
sentido podemos leer lo que salió sobre la mandioca en la revista El Federal.
Dice, "la cultivaron las civilizaciones aborígenes", o sea ya no la cultivan, le
dicen a la sociedad. Es más, siguen, "la están recuperando los grandes chef", y
nos están haciendo un favor a todos, cuando en realidad es un robo de
conocimiento. Esto no es casual, una vez más nos están robando lo nuestro. Nos
dicen, "ustedes son pobres, lo de ustedes no sirve".
Pero nosotros, como pueblos indígenas, tenemos nuestros recursos genéticos y
nuestros conocimientos tradicionales garantizados por el artículo 8J del
Convenio Sobre Diversidad Biológica y queremos que se respete nuestro derecho. Y
les decimos a estos científicos y empresas que lo que están haciendo es un robo.
Frente a esto, lo primero que planteamos en las comunidades es que guarden las
semillas, que los pequeños agricultores que hoy tienen sus variedades no las
contaminen con las semillas que les regalan. Y si ellos quieren utilizar esas
semillas, que las separen muy bien, para que no se entreveren las variedades, ya
que esa es la idea de los laboratorios.
Seamos claros: el derecho del agricultor de volver a sembrar su semilla se ve
afectado si esa semilla es modificada y se ve sujeta al derecho de propiedad
intelectual. Al no poder resembrar vamos a tener que pagar por lo que en
realidad nos pertenecía.
Tamara Perelmuter, investigadora
En la época de la denominada "Revolución Verde" aparecen los híbridos, junto a
un paquete tecnológico [de químicos y maquinaria] y a las "leyes de semillas".
Es en este momento en que aparece la primera reglamentación internacional donde
se institucionaliza el intercambio de semillas. Se trata de la Unión para la
Protección de Variedades Vegetales, UPOV, de 1961. Hubo varias formulaciones y
la reforma de 1968 introduce el "privilegio" del agricultor, que implica que
"los agricultores, a excepción de su venta comercial, conservan el privilegio a
producir libremente sus semillas pudiendo utilizar el producto de la cosecha que
hayan obtenido por el cultivo de su propia finca". Esto es importante porque,
primero, "reconoce el aporte de los agricultores al conocimiento, conservación y
mejoramiento de los recursos genéticos", y segundo, "les garantiza el derecho al
acceso y utilización de las semillas para el uso propio y el intercambio".
Ahora, ¿qué es la propiedad intelectual? Básicamente la compensación monetaria
al conocimiento generado por inventores. Las patentes son consideradas como el
"derecho exclusivo otorgado por el Estado a una invención , es decir, a
un producto o procedimiento que aporta una nueva manera de hacer algo que
excluye a otras personas de la posibilidad de hacer uso del mismo sin pagar
regalías. Y no es lo mismo que un descubrimiento , ya que éstos No son
patentables". [3] Por ello, algo que existe en la naturaleza no debería
poder ser patentado, porque es algo que existe, que se descubre, por lo tanto no
es inventado.
En 1980 se da un hito, el fallo "Diamond - Chakrabarty", donde la Corte de EE.UU.
admitió una patente sobre una bacteria modificada capaz de separar componentes
del petróleo crudo. Este hecho es una bisagra que delimita lo que es patentable
y lo que no. Allí se comienza a desdibujar la distinción entre invención y
descubrimiento, y se abre la puerta a que se puedan patentar las manipulaciones
genéticas.
¿Cuáles son las tendencias en la actualidad? En primer lugar a que se
estandaricen los derechos de propiedad intelectual con lo que va sucediendo en
los EE.UU. A partir del fallo mencionado, en EE.UU. se dictaron durante seis
años una serie de decretos y reglamentaciones que avanzaron abruptamente en lo
que implica el patentamiento de biotecnología. Ahora quieren convertir esa
legislación en estándar internacional que implica, por ejemplo, que se reduzcan
las excepciones a la patentabilidad, es decir que se pueda patentar cualquier
cosa.
Las patentes son nacionales y las empresas las tienen que pedir en cada país.
Sin embargo desde mediados del siglo XIX hay una tendencia a estandarizar los
niveles de propiedad intelectual. [4] De este modo, los tratados internacionales
avanzan cada vez más sobre las reglamentaciones nacionales. En 1970 se crea la
OMPI (Organización Mundial de la Propiedad Intelectual). En 1974 se convirtió en
agencia de la ONU y lo que tenía como característica de funcionamiento era que
los países podían adherir a sus diversos "tratados" de manera independiente y no
obligatoria.
Otro de los hechos importantes sucede en 1991. Recuerden UPOV creado durante la
Revolución Verde. En el 91 se modifica este tratado y se recortan los derechos
de los agricultores a partir de asimilar "los derechos del obtentor por
propiedad intelectual" con el "derecho de propiedad de una patente". De este
modo la semilla puede ser directamente patentada como invento.
En 1995 se crea la Organización Mundial del Comercio, OMC. Uno de los acuerdos
que tiene es el de propiedad intelectual. [5] La diferencia que implica la OMC
[respecto de como funciona OMPI] es que si se entra hay que aceptar todos los
acuerdos, no hay posibilidad de optar por uno u otro. Monsanto y Cargill
participaron activamente en su configuración. La novedad que introducen son los
mecanismos coactivos: la OMC tiene un mecanismo de solución de controversias, es
decir que las empresas pueden denunciar a los Estados allí. Además establece "el
piso" sobre el cual deben legislar los Estados. [6] Por sobre este piso todo,
por debajo nada.
¿Qué sucede con este tema en Argentina? Actualmente se encuentra bajo la
reglamentación de UPOV 78, según la cual "no lesiona el derecho de propiedad
sobre un cultivo quien reserva y siembra semilla para su propio uso". [7]
La industria semillera cuestiona la libre utilización de semillas por parte de
los agricultores, una práctica realizada a partir de la conocida 'bolsa blanca',
que no está regulada. Por ello las empresas pretenden que Argentina adhiera a
UPOV 91 y que modifique la Ley de Semillas, que se adapte al nuevo marco
internacional. Recientemente se hizo público que el cambio de esta ley va en
camino y que el secretario de Agricultura estaba particularmente interesado en
ello.
La intención de la nueva ley de semillas sería cuestionar la libre circulación
de semillas, por lo tanto pretenden recortar esa práctica. Los argumentos que
exponen las empresas tienen que ver con el momento histórico. Como la ley actual
es de 1973 y tenía que ver con la Revolución Verde y los híbridos, hoy esgrimen
que hay actualizar la legislación y adecuarla a la biotecnología. También que la
ley de semillas les tendría que brindar certidumbre y protección en términos de
propiedad intelectual debido a la "gran inversión" que realizan en investigación
y desarrollo. Recuperararían esa inversión cobrándoles regalías a los
productores.
Algunos saldos de todo este proceso. Uno, los derechos de propiedad intelectual
han sido reforzados en todos los acuerdos y tratados internacionales. Dos, la
discusión acerca del patentamiento de las semillas en la Argentina impacta
directamente en los derechos de los agricultores a guardar, conservar,
intercambiar y reproducir sus propias semillas. Y tres, ante la posibilidad de
patentarla, se está transformando el sentido mismo del término "semilla", ya que
durante miles de años significó cultura, vida, alimento. Y qué significa hoy
para estas empresas, tratados, estados, que permiten que las semillas puedan ser
apropiadas, modificadas y comercializadas.
Carlos Vicente, Grain
Veamos qué es esto de las semillas Terminator. La historia empieza en 1998
cuando un grupo (que en aquel momento se llamaba RAFI y ahora se llama Grupo ETC)
descubrió que existían en EE.UU. pedidos de patentes de semillas por parte de
una empresa llamada Delta & Pine Land, que es la mayor algodonera del mundo (el
año pasado fue comprada por Monsanto [8]). Estas semillas implicaban un cambio
en el sistema de producción de semillas: luego de ser cosechadas se obtenían
semillas estériles. Uno siembra, crece la planta, produce nuevas semillas que si
uno las quiere volver a sembrar no germinan, están absolutamente muertas. Esta
tecnología tiene un nombre técnico que es "Tecnologías de Restricción en el Uso
Genético", y que utilizan la sigla TRUGs a nivel internacional.
Cuando el Grupo ETC las descubrió las bautizó "Terminator", que fue el nombre
que quedó adoptado a nivel internacional por los movimientos sociales. No es el
nombre que se utiliza en las leyes o en el Convenio Sobre la Diversidad
Biológica. Es el nombre que utilizamos nosotros para combatirlas.
Las semillas terminator son todas transgénicas. Poseen modificaciones que hacen
que en algún estado de la evolución de la planta se produzca una toxina que mate
a la semilla. ¿Cómo hacen para que crezca la primera vez y luego [en siguientes
generaciones] ya no? Para que esta semilla terminator crezca hacen una
"trampita": una proteína actúa como puente y evita que se produzca la toxina
letal. Entonces venden una semilla que crece normalmente. Cuando la planta
crece, y está produciendo la nueva semilla, ahí actúa el "inductor químico", que
puede ser un antibiótico, calor, alcohol, un herbicida, distintas sustancias.
Este "inductor" genera un proceso en el cual esa proteína que teníamos (ese
puente que permitía el crecimiento) es destruido por una toxina y la semilla
nace muerta. Mientras la semilla crece produce una sustancia tóxica que la mata.
Luego de cosechada ya no tiene la capacidad de reproducirse.
Cuando en aquel momento el Grupo ETC lo denunció se generó una movilización muy
amplia en todo el mundo que incluyó al ámbito científico. Por eso en el año 2000
se logró que el Convenio Sobre la Diversidad Biológica estableciera lo que se
denomina como "moratoria de facto". No es una ley, ya que este convenio no tiene
poder de policía sobre los Estados. Pero lo que se incorpora en esa fecha es una
recomendación de que no se hagan "ensayos de campo" ni se "comercialice" la
tecnología terminator hasta que no estuvieran suficientemente estudiados los
impactos y riesgos.
Sin embargo, en el año 2005, el Grupo ETC descubre que nuevamente a pesar de
estar establecida la moratoria, tanto Delta como Syngenta y Monsanto siguieron
pidiendo patentes terminator. Con lo cual quedaba demostrado que la
investigación seguía y que pretenden impulsar el comercio de este tipo de
semillas. ETC observa lo que sucedía alrededor del Convenio Sobre la Diversidad
Biológica y advierte que había una presión muy fuerte de las empresas para que
se quitara esta prohibición a los terminator, principalmente a través de los
gobiernos de Australia, Nueva Zelanda y Canadá.
Es así que las corporaciones logran que se lleve a la COP8 [Conferencia de las
Partes del Convenio de Diversidad Biológica, ONU, realizada en Curitiba, Brasil,
marzo de 2006] una propuesta de permitir la investigación de campo sobre estas
semillas terminator y que se evalúe caso por caso su utilización. La
consecuencia de esto sería levantar esa moratoria. [9]
Desde muchos sectores se hizo un buen trabajo de resistencia para mantener la
moratoria: ONGs internacionales, talleres dentro y fuera de la COP que
explicaban qué era terminator, un acuerdo con la Vía Campesina para hacer
movilizaciones, y las mujeres que hicieron una acción directa adentro de la
reunión. Todo esto sirvió, ya en los últimos días de la conferencia los
delegados de los países ya nos reconocían y daban señales de que iban a votar
por mantener la moratoria, hasta el punto en que directamente el tema se sacó de
la votación.
Sabemos que siguen trabajando para avanzar con terminator. La preocupación por
la que se ha vuelto a reactivar la campaña "Terminar Terminator" es porque en
mayo del año que viene se hace en Bonn, Alemania, la COP9, donde sin duda
estarán estos países, con EE.UU. y la industria semillera por detrás, para que
se levante la moratoria. Hay una instancia intermedia, en febrero, que es una
reunión en Roma donde se va a reunir el "cuerpo técnico asesor" del convenio, y
es probable que de ahí salgan los lineamientos principales.
Para completar el panorama hay que mencionar que en marzo del año pasado la
Unión Europea lanza un proyecto llamado "transcontainer", que es un programa de
investigación con trece centros financiados por fondos públicos. Uno de los
componentes que tiene (ya que impulsan diversas investigaciones en
biotecnología) es el desarrollo de una semilla terminator con un aditamento
particular: se la puede revivir. Son semillas que al cosecharlas son estériles,
pero que si se les aplica un nuevo inductor químico "reviven" y pueden volver a
sembrarse. Parece ciencia ficción pero es cierto. La gente del Grupo ETC las
denominó semillas "Zombie", los muertos vivientes. [10] Es probable que también
vayan a Bonn con la idea de convalidar esta tecnología.
Las semillas zombie tienen altas probabilidades de ser inestables (por el alto
grado de complejidad en su manipulación genética, mayor aun que las terminator)
y puede suceder que en algún momento del crecimiento de las plantas haya
mutaciones con consecuencias que hoy no podemos imaginar. Es por esto que
incluso los científicos europeos piden que directamente se termine con esta
investigación.
Notas:
[1] Ver este tema en la explicación que brinda Silvia Ribeiro
[2] banterminator.org
[3] Los entrecomillados son textuales del documento presentado mediante formato
digital por Tamara Perelmuter.
[4] 1883: Convenio de París para la protección de la Propiedad Industrial.
Primer paso hacia la internacionalización del sistema de patentes.
[5] ADPIC (Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual que afectan al
Comercio) o TRIPPS.
[6] "Propiedad Intelectual en OMC. Patentes: Protección como mínimo de 20 años.
Tanto para productos como para procedimientos en casi todos los campos de
tecnología".
[7] Aunque hace la siguiente salvedad: "La ley de Patentes de invención y
Modelos de Utilidad, modificada por Ley Nº 24572 en 1996, mantiene una clara
diferencia entre invenciones y descubrimientos que posibilita el patentamiento
de semillas transgénicas".
[8] Noticia en la web del Grupo ETC
[9] biodiversidadla.org
[10] Grupo ETC, también, Transcontainer.wur.nl
Por Marcelo Maggio
Para Agencia de Noticias Biodiversidadla