Nuestro Planeta
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Balas de papel
Silvia Ribeiro
El 4 de marzo del 2008, más de 800 mujeres de la Vía Campesina Brasil
invadieron la Fazenda Tarumã, en Río Grande do Sul, Brasil, una hacienda de 2100
hectáreas dedicada al monocultivo de árboles para la empresa papelera
sueco-finlandesa Stora Enso, la segunda empresa más grande del rubro a nivel
mundial. Desde la mañana, comenzaron a arrancar eucaliptos y plantar
árboles nativos, en protesta por el avance vertiginoso de estos "desiertos
verdes" en el país. La gobernadora del estado, Yeda Crusius, rápida en
defender los intereses de la empresa, envió a la Brigada Militar, que con lujo
de violencia y disparando balas de goma contra las ocupantes, hirió a más de 50
personas y detuvo a la mayoría, que fueron encerradas en un estadio deportivo.
La gobernadora tiene intereses propios en esta salvaje acción, ya que las
principales papeleras que están haciendo estragos plantando miles de hectáreas
de monocultivos en el estado (Aracruz Celulosa, Stora Enso y Votorantin Papel y
Celulosa) han realizado "contribuciones" a su gobierno por más de 300 millones
de dólares, según denunció el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra
(MST), basado en documentos públicos del Tribunal Superior Electoral de ese
país.
Anteriormente,Vía Campesina Brasil había denunciado que esta propiedad era
ilegal, al encontrarse dentro de los 150 kilómetros de la frontera con Uruguay.
Según la ley brasilera, los extranjeros no pueden poseer tierras en esta franja
fronteriza. Stora Enso intentó hacer la compra a través de su subsidiaria
Derflin, pero le fue denegado, justamente por ser extranjera. Ante esto
creó una empresa fachada, la agropecuaria Azenglever, de propiedad de los
brasileños João Fernando Borges y Otávio Pontes (director forestal y
vicepresidente de Stora Enso para América Latina), actualmente dos de los
mayores latifundistas del estado. Azenglever ya posee cerca de 50
haciendas y más de 45,000 hectáreas, pero pretende extender sus plantaciones a
100,000 hectáreas.
Como declaran las mujeres de Vía Campesina, "Nuestra acción es legítima, Stora
Enso es la ilegal. Plantar este desierto verde en la faja fronteriza es un
crimen contra la ley de nuestro país, contra el ecosistema y contra la soberanía
alimentaria de nuestro estado que cada vez tiene menos tierras para producir
alimentos". Explican también que aunque han denunciado repetidamente esta
situación de evidente abuso legal, las autoridades no actúan en consecuencia.
Esta acción forma parte de una multiplicidad de protestas realizadas por mujeres
de Vía Campesina de todo Brasil en el marco del 8 de marzo, día mundial de las
mujeres, contra monocultivos de árboles y caña de azúcar, contra la liberación
de maíz transgénico y otras políticas de las multinacionales de los agronegocios.
En el año 2006, cientos de mujeres invadieron una plantación de la empresa
Aracruz, para denunciar la situación de atropellos que practican estas empresas,
que en varias partes del país han desplazado a miles de integrantes de
comunidades indígenas, campesinas y quilombolas, directamente o a través de la
contaminación de aguas y suelos que provocan debido al alto uso de agrotóxicos y
a la eliminación de muchos recursos forestales, de fauna y flora, que son
depredados dentro y alrededor de las plantaciones.
El argumento que arguyen las empresas y gobiernos que las apoyan, para
jusitficar este modelo de enormes monocultivos de árboles que avanza como un
cáncer en muchos países del tercer mundo arrasando comunidades y ecosistemas, es
la "necesidad" de producir celulosa para la demanda creciente de papel.
Ahora se suma también el empuje de esos monocultivos como materia prima de
agrocombustibles. En ambos casos, subyace la amenaza de las empresas de que para
producir más es necesario usar árboles transgénicos.
Es importante en este contexto notar quiénes y para qué se consume papel en el
mundo, justificación de las tropelías de las grandes papeleras y fábricas de
celulosa, incluyendo ataques armados de parte de los gobiernos "de papel" que
las secundan Según Chris Lang e informes difundidos por el Movimiento Mundial de
Bosques (www.wrm.org.uy), el consumo global de papel por cabeza en 1961,
era de 25 kilogramos, mientras que al 2005 había saltado a 54 kilos. Estas
cifras ocultan que mientras que los países industrializados del Norte consumen
125 kilos por persona en promedio, en los países del Sur apenas llega a 20 kilos
por persona. También el promedio en los países del Norte oculta
desigualdades: Finlandia (el mayor consumidor de papel per cápita en el mundo)
consume 334 kilos por persona, Estados Unidos 312 y Japón 250. En
China, el consumo de papel por persona en 1960 era de 4 kilos y al 2005 alcazaba
44 kilos. Pero la mayor parte del papel utilizado en China se usa en
embalajes de productos que se exportan al resto del mundo, principalmente
Europa, Japón y América del Norte.
Justamente, la mayor parte del consumo global de papel se va en propaganda y en
embalajes, cuyo uso se proyectó exponencialmente tanto por la dislocación de las
producciones que antes eran locales, como por el avance avasallador de las
ventas directas al consumidor en grandes supermercados, desplazando formas más
directas de relación productor-consumidor a nivel local.
Por todo esto, la protesta de las mujeres de Vía Campesina de ninguna manera es
un acto local, sino que muestra al mundo lo que está oculto detrás de estos
proyectos absurdamente llamados "forestación", diseñados para aumentar las
ganancias de grandes multinacionales a costa de los recursos y la vida de las
comunidades rurales.
- Silvia Ribeiro es investigadora del Grupo ETC.