Medio Oriente - Asia - Africa
|
El mayor pecado de Mugabe
Los intereses anglo-e stadounidenses y chinos chocan alrededor de las
estratégicas riquezas minerales de Zimbabwe
F. Wiliam Engdahl
Global Research
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Robert Mugabe, el Presidente de Zimbabwe, preside uno de los tesoros
minerales más ricos del mundo, la región del Great Dyke, con una franja
geológica que atraviesa todo el territorio desde el noreste al suroeste. El
motivo auténtico de la piadosa preocupación de la Administración Bush durante
estos últimos años por la situación de los derechos humanos en Zimbabwe no se
debe al posible fraude en la elección de Mugabe o a las expropiaciones
realizadas en las granjas de los colonos blancos. Más bien responde al hecho de
que el Sr. Mugabe ha estado calladamente haciendo negocios, muchos negocios, con
el único país que virtualmente tiene necesidades sin límite de las materias
primas estratégicas que Zimbabwe puede suministrar: China. El Zimbabwe de Mugabe
a sitúa, junto con Sudán, en el escenario central de la nueva guerra entre
Washington y Pekín por el control de los minerales estratégicos de Africa,
mientras Moscú juega un papel secundario en el drama. Las apuestas están en
marcha.
El Presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe, es un hombre muy, muy malo. Eso es lo
que todos deducimos cuando leemos los periódicos o escuchamos los
pronunciamientos de George W. Bush, del anterior Primer Ministro británico Tony
Blair y, más recientemente, de Gordon Brown. A los ojos de todos ellos, ha
pecado intensamente. Le acusan de ser un dictador; de que ha expropiado, a
menudo con violencia, las granjas de los blancos como parte de una reforma
agraria; proclaman también que ha amañado su reelección mediante el voto
fraudulento y la violencia y que ha arruinado la economía de Zimbabwe.
Sin embargo, s i Robert Mugabe merece estar en la lista de honor de villanos de
Washington junto con Fidel Castro, Saddam Hussein, Milosevic, Admadineyad y
Adolfo Hitler, no es esa la razón por la que Washington y Londres han hecho del
cambio de régimen en Zimbabwe la prioridad número uno de su política hacia
África.
El que parece ser su pecado tiene que ver más con sus intentos por escapar de la
dependencia y servidumbre neo-colonial anglo-estadounidense y buscar un
desarrollo económico nacional independiente del Fondo Monetario Internacional y
del Banco Mundial. Su pecado auténtico parece ser el hecho de que se ha vuelto
hacia una nación que ofrece créditos gubernamentales y préstamos blandos sin
condiciones para el desarrollo económico: la República Popular de China.
Los relatos de los medios de comunicación occidentales tienden a omitir la
segunda parte –mucho más importante-, conformada por el inmenso tira y afloja
entre los intereses anglo-estadounidenses y China para hacerse con el control de
las inmensas riquezas minerales de Zimbabwe. Deberíamos no olvidar nunca que
para Washington siempre hay "buenos dictadores" y "malos dictadores". La
diferencia radica en si un determinado dictador sirve, o no, a los intereses
nacionales de Washington. Mugabe pertenece, con toda claridad, a la última
categoría.
El legado de Cecil Rhodes
Zimbabwe es el nombre de lo que se llamó Rhodesia durante la era del
imperialismo británico de hace un siglo. El nombre de Rhodesia provenía del
estratega imperial británico y minero Cecil Rhodes, fundador de las becas Rhodes
para Oxford, y autor de un plan para que la Reina de Inglaterra ejerciera su
control privadamente sobre una inmensa zona africana que iría desde Egipto a
Sudáfrica. Cecil Rhodes creó la Compañía Británica de Sudáfrica, siguiendo el
modelo de la Compañía de las Indias Orientales, junto con su socio, L. Starr
Jameson, de la Jameson Raid , de tan infausto recuerdo, para explotar las
riquezas minerales de Rhodesia. Controlaba lo que se denominó después Rhodesia
del Norte (Zambia) y Rhodesia del Sur-Nyasalandia. El modelo implicaba que el
gobierno británico asumiría todos los riesgos para defender militarmente el
saqueo de Rhodes, mientras que éste y sus banqueros londinenses, sobre todo Lord
Rothschild, que era un socio muy estrecho, se llevarían todas las ganancias del
negocio.
Rhodes, un experimentado geólogo, sabía bien que había una falla geológica
notable que iba desde la desembocadura del Nilo, en el Golfo de Suez, hacia el
sur a través de Sudán, Uganda, Tanzania, de lo que hoy se llama Zimbabwe, hasta
llegar a Sudáfrica. Rhodes había instigado ya varias guerras para conseguir el
control de los diamantes de Kimberley y el oro de Witwatersrand en Sudáfrica. Y
había descubierto ese fenómeno geológico en la década de 1880, junto con
exploradores de empresas alemanas. Lo llamaron el Valle del Great Rift.
Rhodesia, al igual que Sudáfrica después de las sangrientas guerras Boer, fue
ocupada por colonos blancos para asegurar las futuras ganancias minerales para
los intereses aliados de la City de Londres, principalmente los de la
poderosa familia Oppenheimer y sus empresas de oro y diamantes en la región.
En 1962, cuando Africa vivió el impulso por la liberación nacional del dominio
colonial, una oleada calculadamente apoyada por la "potencia no colonial" de
Washington, Rhodesia fue uno de los últimos bastiones, junto con la antigua
colonia británica Sudáfrica, del dominio del Apartheid blanco. Los blancos en
Rhodesia constituían sólo el 1-2% de la población total, por eso sus métodos
para mantenerse en el poder eran absolutamente despiadados.
El Primer Ministro de la supremacía blanca, Ian Smith, prefirió declarar en 1965
la independencia de Rhodesia respecto a Gran Bretaña antes que llegar al más
ligero compromiso para compartir el poder con los nacionalistas negros. Gran
Bretaña consiguió sanciones comerciales de Naciones Unidas para forzar a Smith a
doblar las rodillas. A pesar de las sanciones, Smith tuvo un considerable apoyo
por parte de los intereses comerciales conservadores en Londres. El británico
Tony Rowland, jefe del conglomerado minero Lonrho, se aseguró el grueso de sus
beneficios africanos de las minas de cobre de Rhodesia y de las empresas bajo el
régimen de Smith. La City de Londres sabía muy bien de las riquezas que
atesoraba Rhodesia. La cuestión era como asegurar un control duradero. Los
patrocinadores de Smith en Rodhesia tenían poco interés en dárselo todo a
Londres.
En 1980, tr as una larga y sangrienta lucha, el dirigente de la Coalición del
Frente Popular Africano Negro, Robert Mugabe, ganó de forma abrumadora las
elecciones como primer Primer Ministro de una nueva Zimbabwe. Veintiocho años
después, el mismo Robert Mugabe está siendo cada vez más atacado por Occidente,
especialmente por el antiguo amo colonial de Zimbabwe, Inglaterra, incluyendo
fuertes sanciones económicas diseñadas para llevar al país al borde del colapso
y para obligarle a abrir la economía a la inversión extranjera (léase
anglo-estadounidense y aliados). Irónicamente, la cuestión no parece muy
distinta de la de la era de Ian Smith: el control de los recursos por parte de
Londres y EEUU y los esfuerzos de Zimbabwe para resistirse a ese control.
El Gr eat Dyke
En Zimbabwe, una parte del rico Gr eat Rift es llamado el Great Dyke, una zona
intrusiva que es un tesoro geológico que se extiende a lo largo de 530
kilómetros desde el noreste al suroeste del país, y que en algunos lugares tiene
hasta 12 kilómetros de ancho. Un río corre a lo largo de la falla y la región es
volcánicamente activa. Ahí yacen también inmensos depósitos de cromo, cobre,
platino y otros metales.
El Departamento de Estado de EEUU, así como Londres, es consciente de los
inmensos minerales y otras riquezas de Zimbabwe. En un reciente informe sobre el
país se afirma:
" Zimbabwe cuenta con ricos recursos minerales. Las exportaciones de oro,
asbestos, cromo, carbón, platino, níquel y cobre podrían llevar un día a una
recuperación económica… El país está ricamente dotado de una bolsa de gas metano
que está aún por explotar.
Con atractivos internacionales como las Cataratas Victoria, las ruinas de
piedra del Gran Zimbabwe, el Lago Kariba, y una inmensa vida salvaje, el turismo
ha sido históricamente una segmento importante de la economía y ha contribuido a
la entrada de divisas. Sin embargo, el sector se ha contraído de forma aguda
desde 1999, debido a la imagen internacional de decadencia del país (sic).
Recursos Energéticos
Con un considerable potencial de energía hidroeléctrica y abundantes
depósitos de carbón para centrales de energía termal, Zimbabwe depende menos del
petróleo como fuente energética que la mayoría de otros países de parecida
industrialización, pero importa todavía de los países vecinos el 40% de la
energía eléctrica que necesita, sobre todo de Mozambique. Sólo alrededor del 15%
del consumo energético total de Zimbabwe se resuelve a través del petróleo, que
es importado en su totalidad. Zimbabwe importa alrededor de 1.2000 millones de
litros de petróleo al año. Zimbabwe tiene también importantes reservas de carbón
que se utilizan para generar energía y los depósitos de bolsas de metano
recientemente descubiertos en la provincia de Matabeleland son mayores de los
hasta ahora conocidos campos de gas en el Sur o Este de Africa. En años
recientes, la deficiente administración económica y las escasas reservas de
divisas han provocado serias carencias de fuel".
En resumen, cromo, cobre, oro, platino, un inmenso potencial de energía
hidroeléctrica e inmensas reservas de carbón es lo que está en juego en Zimbabwe
para Washington y Londres. El país tiene también reservas de uranio aún no
cuantificadas, algo de lo que hay una gran demanda actual para la producción de
energía nuclear.
Últimamente ha quedado muy claro que mientras el tenaz Mugabe controle las
cosas, los socios comerciales preferidos de Zimbabwe no son los
anglo-estadounidenses sino los chinos. Ese parece ser el pecado mayor de Mugabe.
No está siguiendo el programa trazado por George W. Bush y sus amigos. Su pecado
real parece ser el de haberse vuelto hacia Oriente en vez de hacia Occidente en
búsqueda de ayuda inversora y económica.
La conexión china
Durante la Guerra Fría, China reconoció y apoyó a Robert Mugabe. En años
recientes, a la vez que la búsqueda de China de materias primas seguras hacía
que su diplomacia se intensificara, las relaciones entre ambos países fueron
fortaleciéndose cada vez más. Según los medios de comunicación chinos, China ha
invertido en Zimbabwe más que en cualquier otra nación.
Retrocediendo hasta julio de 2005, mientras Tony Blair atornillaba aún más las
sanciones contra Zimbabwe, Mugabe voló a Pekín para reunirse con los altos
dirigentes chinos, donde, según se informó, solicitó un préstamo de emergencia
por valor de 1.000 millones de dólares USA y pidió que se incrementara la
implicación china en la economía.
Esa colaboración empezó pronto a dar frutos. En junio de 2006, empresas de
propiedad estatal de Zimbabwe firmaron una serie de acuerdos en los campos de la
energía, minería y agricultura con compañías chinas por valor de miles de
millones de dólares. El mayor acuerdo se firmó con la China Machine-Building
International Corporation, con un contrato por valor de 1.300 millones de
dólares en minas de carbón y generadores de energía termal en Zimbabwe, a fin de
reducir las carencias eléctricas del país. La compañía china ha construido ya
centrales térmicas en Nigeria y Sudán y se ha implicado en proyectos mineros en
Gabón.
En 2007, el gobierno chino donó maquinaria agrícola a Zimbabwe por valor de 25
millones de dólares, que incluían 424 tractores y 50 camiones, como parte de un
préstamo de 58 millones de dólares al gobierno de Zimbabwe. La administración
Mugabe había anteriormente expropiado granjas de propiedad blanca y se las había
dado a los negros, dañ ándose la maquinaria durante el proceso. A cambio del
equipamiento y de los préstamos, el gobierno de Zimbabwe enviará 30 millones de
kilos de tabaco a la República Popular de China.
Otros acuerdos entre Zimbabwe y China incluían uno entre la Zimbabwe Mining
Development y la China’s Star Communications, para formar una empresa
mixta en el sector de la minería del cromo, financiada por el Banco de
Desarrollo de China. Zimbabwe también acordó importar equipamiento agrícola,
para construir carreteras y para regadío de la China National Construction
y de la Agricultural Machinery Import and Export Corporation y el
China Poly Group. Zimbabwe depende también de China para las importaciones
de equipamiento para telecomunicaciones, hardware militar y muchos otros
aspectos importantes que no puede ya importar de Occidente debido a las
sanciones auspiciadas por los británicos.
Las relaciones son ya tan importantes que la policía de Zimbabwe tiene una
sección dedicada a China para proteger los intereses chinos en el país.
En abril de 2007, el presidente de la alta institución de asesor amiento
político de China, Jia Qinglin, director del Comité Nacional de la Conferencia
Consultiva Política Popular de China, voló a Harare para reunirse con Mugabe. A
esa reunión le siguió la Cumbre de Cooperación China-Africa en Pekín en 2006, en
la que el gobierno chino invitó a los presidentes de más de cuarenta estados
africanos a discutir sobre sus relaciones. Africa se ha convertido en una
prioridad económica y diplomática para China y su economía.
En aquella época, Pekín logró una invitación abierta para ayudar al desarrollo
de las minas inactivas en el país. El portavoz adjunto del Parlamento de
Zimbabwe pidió más inversión china en el sector minero del país, según la
agencia china de noticias Xinhua . Se cambiaron las leyes mineras de
Zimbabwe para permitir que el gobierno redistribuyera concesiones mineras que no
estaban siendo explotadas.
La minería genera la mitad de los ingresos por exportaciones de Zimbabwe. Es el
único sector del país que todavía tiene inversores extranjeros después del
colapso del importante sector agrícola. Las compañías occidentales con
concesiones mineras en Zimbabwe no están explotándolas. "Hacemos un llamamiento
al gobierno chino para que venga con toda su fuerza a explotar estos minerales",
dijo al funcionario de Xinhua Kumbirai Kangai, Portavoz Adjunto del Parlamento.
Kangai aseguró a los potenciales inversores chinos que no se expondrían a
acciones legales si asumían las concesiones retenidas por las compañías
occidentales.
Pocos meses después, en diciembre de 2007, la compañía china Sinosteel
Corporation, adquirió una participación del 67% de los Holdings
Zimasco, el principal productor y exportador de ferrocromo de Zimbabwe. Los
Holdings Zimasco son el quinto mayor productor de ferrocromo carbonado del
mundo y están produciendo 210.000 toneladas de ferrocromo con alto contenido en
carbón por año, casi todo él obtenido del Great Dyke, hasta representar el 4% de
la producción global de ferrocromo.
Zimasco tiene también las segundas mayores reservas de cromo del mundo, después
de Sudáfrica. Fue anteriormente propiedad de Union Carbide Corporation ,
y ahora es parte de Dow Chemicals Corp .
¡Oh, oh! ¡Qué forma de sonar las alarmas en los círculos de Londres y Washington
a causa de esas noticias!
China considera claramente a Africa como la parte fundamental de su plan
estratégico, sobre todo por sus reservas petrolíferas y materias primas vitales
como cobre, cromo y níquel. El continente se está convirtiendo al mismo tiempo
también en una zona importante para los productos manufacturados chinos. Pero la
batalla por las materias primas está en el corazón de la lucha, y es la razón
real, según se cuenta, de la reciente decisión de Washington de formar en el
Pentágono un Mando separado para África.
Controlar el auge económico de China es una prioridad estratégica no declarada
de la política militar y exterior de Estados Unidos y lo ha sido desde antes del
11 de Septiembre de 2001. El único punto delicado del asunto es el hecho de que
China, con sus alrededor de 1.7 billones de reservas en divisas exteriores, de
las que se cree que la mayoría son valores del Tesoro estadounidense, podría
provocar un pánico total alrededor del dólar y un mayor colapso de la economía
de EEUU si decidiera, por razones políticas, que es demasiado arriesgado
continuar manteniendo sus cientos de miles de millones de deuda en dólares
estadounidenses. En efecto, al comprar deuda del gobierno estadounidense con sus
excedentes comerciales, China ha estado financiando indirectamente las políticas
estadounidenses en contra de los intereses nacionales chinos, como en el caso de
la guerra de Iraq, o incluso los alrededor de 100 millones de dólares que el
Departamento de Estado de Condi Rice se gasta anualmente en el Tibet.
China se niega a seguir las normas del juego neo-colonial anglo-estadounidense.
No busca la aprobación del FMI o del Banco Mundial antes de negociar con los
países africanos. Concede préstamos blandos sin importarle quien gobierna el
país. En esto no se diferencia de Washington o Londres. Los chinos ven la
influencia estadounidense menos afianzada en África que en el resto del mundo,
por tanto, África ofrece oportunidades únicas para que China busque sus
intereses económicos.
Esto p uede ser, o no, cínico. Puede que sea Realpolitik . Si con ello se
consigue que ciertos países africanos puedan utilizar a China como contrapeso
político a la dominación unilateral anglo-estadounidense del continente, quizá
puedan salir beneficiados, dependerá de cómo utilicen ese beneficio.
Pero ha sido claramente a la economía china a la que le ha resultado
extremadamente positivo el acceso de su país a minerales económicamente vitales,
así como también al petróleo de lugares como Darfur, el sur de Sudán o Nigeria.
Las riquezas mineras han situado una vez más a Africa en el centro del escenario
de la batalla entre Oriente y Occidente. Sin embargo, en esta ocasión y a
diferencia de la era de la Guerra Fría, Pekín juega con mejores cartas y
Washington le sigue muy de lejos.
F. William Engdahl es autor de "A Century of War: Anglo-American Oil
Politics and the New World Order (Pluto Press), y "Seed of Destruction: The
Hidden Agenda of Genetic Manipulation (
www.globalresearch.ca ). Puede contactarse con él en su
página de
Internet: www.engdahl.oilgeopolitics.net.
Enlace:
http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=9707