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Rusia se suma a la guerra en Afganistán
M K Bhadrakumar
Asia Times
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Moscú está llevando a cabo un extraordinario retorno al tablero de ajedrez
afgano dos décadas después de la aventura de nueve años de la Unión Soviética
que terminó con la retirada de sus últimos soldados de Afganistán en 1989. En un
curioso cambio de papeles de la historia, esto es posible sólo con el
consentimiento de EE.UU. Moscú aprovecha el deterioro de la guerra en Afganistán
y las implicaciones para la seguridad regional podrían ser trascendentales.
Una declaración conjunta emitida en Moscú durante el fin de semana posterior a
la reunión del Grupo de Trabajo EE.UU.-Rusia sobre Contraterrorismo (CTWG)
reveló que las dos partes habían llegado a un "acuerdo en principio sobre el
suministro de armamento ruso al Ejército Nacional de Afganistán" en su lucha
contra la insurgencia talibán. La 16 sesión del CTWG realizada en Moscú el 19 y
20 de junio fue co-presidida por el Ministro Adjunto de Exteriores ruso, Sergei
Kislyak y el Subsecretario de Estado para Asuntos Políticos de EE.UU. William
Burns.
Hablando con periodistas junto con Burns, Kislyak dijo: "Nosotros [Rusia] ya
hemos suministrado equipos militares a Afganistán y pensamos que ahora existe
una demanda de la población afgana para que Afganistán pueda tomar su seguridad
en sus propias manos." Agregó que era "posible" que Rusia pudiera aumentar la
entrega de armas a Afganistán, aunque "no me siento ansioso de fijar las
cantidades."
Washington ha rechazado regularmente intentos rusos de convertirse en un
protagonista en la guerra afgana – excepto en el intercambio de inteligencia.
Recién en marzo, manifestaciones públicas estallaron en Afganistán contra un
presunto "despliegue de tropas rusas" del que informó un periódico polaco, en lo
que tenía todas las características de ser una operación encubierta de los
servicios de inteligencia occidentales. El secretario de prensa adjunto del
Kremlin en aquel entonces, Dmitry Peskov, tuvo que aclarar que los rumores sobre
el envío de tropas rusas a Afganistán eran "absolutamente falsos."
Analistas rusos consideraron que el informe polaco tenía la intención deliberada
de crear "una imagen de una amenaza externa a la soberanía y la integridad
territorial de Afganistán a fin de dar una explicación más plausible a la
presencia militar de la OTAN en el país."
Evidentemente, el anuncio del fin de semana en Moscú subraya una metamorfosis en
la posición de EE.UU. El deterioro de la guerra es indudablemente un factor tras
el cambio. (A propósito, en un giro semejante, Washington recientemente también
abordó a China e India respecto al envío de tropas a Afganistán.) El periódico
británico Telegraph informó la semana pasada sobre una creciente "frustración"
en Washington por aparentes deficiencias de los aliados de la OTAN en
Afganistán. La actitud súper entusiasta de vaquero pistolero ya no existe.
Un alto asesor del Pentágono dijo al Telegraph: "Hay frustración, hay
irritación, el estado de ánimo varía entre la aceptación y la desesperación
porque nada cambia. Pedimos más tropas y no llegan en las cantidades que
necesitamos. El error fue entregarlo a la OTAN para comenzar. Para muchos
países, estar en Afganistán parece ser cosa de mantener las apariencias, en
lugar de combatir realmente en una guerra que tiene que ser ganada. ¿Era
necesario desde el punto de vista diplomático? Probablemente. ¿Es deseable desde
el punto de vista militar? No lo creo ni otros que están involucrados con
Afganistán."
Un general alemán de la OTAN dijo el domingo que se necesitan urgentemente 6.000
soldados más en Afganistán para complementar a los 60.000 soldados extranjeros
que ya están en el país, la mayor parte de ellos miembros de la Fuerza
Internacional de Seguridad y Ayuda dirigida por la OTAN.
Los rusos conocen demasiado bien las trampas de otra intervención en Afganistán.
Zamir Kabulov, veterano diplomático moscovita que sirvió en la embajada
soviética en Kabul durante todos los años ochenta cuando los soviéticos ocuparon
el país, es el actual embajador ruso en Afganistán. Kabulov examinó
detenidamente hace poco la tragedia de la intervención soviética en una
entrevista con la National Public Radio de propiedad del gobierno de EE.UU.
Dijo: "Subestimamos la alergia de la nación afgana ante invasores extranjeros
porque en aquel entonces no creíamos nosotros mismos que fuésemos invasores...
Desatendimos sus tradiciones y su cultura y la religión de los afganos."
Con semejante profunda retrospectiva, ¿cómo podía Moscú llegar de nuevo a
Afganistán? No hay ninguna posibilidad de que Rusia llegue a enviar tropas a
Afganistán. Pero lo que lleva a la participación rusa es la creencia en que
"pueden duplicar o triplicar su contingente y a pesar de ello perderán esta
guerra porque no tiene que ver con la cantidad. Tiene que ver con la calidad del
ejército nacional y de la policía afganos," para citar a Kabulov.
Es decir, siempre ha existido la creencia dentro del establishment de seguridad
ruso, en que la tragedia de Afganistán podría haber sido evitada si el
presidente Mijaíl Gorbachov no hubiera invalidado el sistema de soporte vital de
los suministros soviéticos para el régimen de Mohammad Najibullah. Creen que
Najibullah, que llegó a ser presidente en 1986, podría haberse mantenido incluso
después de la retirada de las tropas soviéticas si se le hubiera suministrado el
material necesario.
Siguen existiendo dudas sobre la iniciativa rusa para reforzar la calidad del
ejército afgano. ¿Asumirá Rusia también la responsabilidad de entrenar al
ejército afgano aparte de equiparlo? Por cierto, parecería ser algo lógico. Una
buena alternativa sería involucrar a los cuadros originales de las fuerzas
armadas de Najibullah que fueron entrenadas por las academias militares y las
escuelas de los servicios de inteligencia soviéticos. Pero sería más de lo que
podría ser tolerado por Washington.
Una cosa es obvia. Moscú actuó con visión del futuro al presentar la propuesta a
principios de año de que la OTAN podía utilizar territorio ruso para enviar sus
suministros a Afganistán. El acuerdo, formalizado en la reunión en la cumbre de
la OTAN en Bucarest entre el 2 y el 4 de abril, sirvió de diversas maneras la
intención de Moscú. Moscú indicó que a pesar de la actitud hostil de Washington,
está dispuesta a ayudar en Afganistán, lo que sólo muestra que la relación entre
Rusia y la OTAN puede basarse en intereses y preocupaciones mutuas.
Como era de esperar, los miembros europeos de la OTAN se mostraron abiertos a
una señal semejante. En la reunión del consejo Rusia-OTAN al margen de la cumbre
de Bucarest, tal vez por primera vez, el sistema funcionó tal como se pretendía
que funcionara cuando el gobierno de Bill Clinton lo propuso a un atribulado
Boris Yeltsin, ansioso ante los planes de expansión de la OTAN a mediados de los
años noventa – que el modelo haría que los miembros de la alianza participaran
como entidades nacionales en lugar de como miembros del bloque.
Rusia tiene un problema por la expansión de la OTAN. Como el primer ministro
Vladimir Putin dijera recientemente al periódico Le Monde durante su visita a
París: "Ya no existe la Unión Soviética. No existe una amenaza. Pero la
organización sigue presente. La pregunta es: "¿Contra quién estáis aliados?
¿Para qué es todo esto? Y la expansión del bloque sólo crea nuevas fronteras en
Europa. Nuevos muros de Berlín. Esta vez invisibles, pero no menos peligrosos...
Y podemos ver que la infraestructura militar se orienta hacia nuestras
fronteras. ¿Para qué? Nadie representa una amenaza."
Por ello, Moscú ha puesto a la OTAN a la defensiva al tender una mano a
Afganistán. El ministro de exteriores ruso, Sergei Lavrov, señaló en un discurso
en Moscú el 28 de mayo: "Rusia no reivindica ningún derecho a veto. Pero creo
que tenemos el derecho a esperar reciprocidad si nuestros socios esperan que
consideremos sus intereses. Por cierto, sin una tal reciprocidad, es difícil ver
como la cumbre de Bucarest podría haber producido un acuerdo sobre el tránsito
terrestre a Afganistán. Después de todo, nos habría sido fácil dejar que la OTAN
realizara su misión internacional en Afganistán por sí sola. Pero no lo
hicimos... Rusia seguirá participando en la medida que corresponda a nuestros
intereses y principios de cooperación equitativa."
Será cautivante observar la dirección en la que se manifiesta la "reciprocidad"
occidental en el paisaje político eurasiático. Sin duda, existe una moderación
general hacia Rusia en el enfoque europeo. El gobierno de George W Bush no ha
iniciado el plan de despliegue de sistemas de misiles antibalísticos en Polonia
y la República Checa. Las próximas negociaciones estratégicas entre Rusia y la
Unión Europea sobre un nuevo acuerdo de cooperación prometen un nuevo comienzo.
Estas son las buenas noticias.
Pero de igual modo, el plan de expansión de la OTAN respecto a Ucrania, Georgia
y Azerbaiján continúa en el orden del día. Tensiones entre Rusia y la OTAN han
aparecido respecto a Georgia y Kosovo. Por ello, Rusia tampoco se arriesgará.
Al mismo tiempo que una participación creciente en Afganistán, Moscú también
está aumentando su presencia militar en Asia Central. Posiblemente la situación
en deterioro en Afganistán ha impulsado a Moscú a reforzar la seguridad de la
región centroasiática. Pero una característica distintiva es que la acción rusa
también es una reacción a los deseos de los Estados centroasiáticos. El
presidente de Uzbekistán, Islam Karimov, propuso recientemente que la
Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (CSTO) y la Comunidad Económica
Eurasiática deben fusionarse en un solo organismo para crear una poderosa unión
capaz de convertirse en un contrapeso a la OTAN y a la UE."
Desde la perspectiva centroasiática, la capacidad de Rusia de jugar un papel más
importante en la seguridad regional parece más verosímil en la actualidad que en
ningún momento en la era post soviética. Un influyente comentarista moscovita,
Vyacheslav Nikonov, presidente de la Fundación Politika, escribió recientemente
en el periódico Izvestia: "El fortalecimiento de los lazos con Rusia parecen
actualmente mucho más lógicos y naturales de lo que parecían en los años noventa
cuando, al contrario, las economías occidentales crecían, mientras la nuestra
estaba en permanente decadencia. La creciente crisis energética también trabaja
a favor de la integración."
Rusia como un poder del status quo también tiene atractivos para los gobiernos
locales en Asia Central. Lo que es más importante es que existe una profunda
inquietud en las capitales centroasiáticas por la crisis afgana – la estrategia
de EE.UU. en Afganistán y la determinación de la OTAN para ganar la guerra.
Hasta el año pasado, Rusia y los Estados centroasiáticos contaban con la
Organización de Cooperación de Shangai (SCO) para que tuviera un papel en la
estabilización de la situación afgana. Pero luego comenzaron a sentir que China
estaba siguiendo una política compleja dentro de la SCO al explotarla para
desarrollar sus vínculos bilaterales con los países centroasiáticos y para
penetrar profundamente en el sector energético, pero aplicando permanentemente
frenos a los intentos rusos de aumentar el perfil de la agrupación como
organización de seguridad. (La SCO incluye a China, Rusia, Kazajstán, Kirguistán,
Tayikistán, y Uzbekistán.)
China bloqueó prácticamente una propuesta rusa sobre estrechos lazos entre la
CSTO y la SCO. China desaprueba ejercicios militares conjuntos de la CSTO y la
SCO. En suma, Beijing parece ansiosa de no crear recelos en Washington. (La CSTO
consiste de Armenia, Belarus, Kazajstán, Kirguistán, Rusia, Tayikistán y
Uzbekistán.)
Esto no quiere decir que China sea indiferente a la estabilidad de Afganistán.
Lejos de eso, la preferencia de China es dejar todas las puertas abiertas en
lugar de ser restringida por la SCO o identificarse abiertamente con los
intereses rusos. Después de todo, China tiene inmensos intereses en Afganistán.
Beijing percibe ventajas en la cooperación directa con EE.UU. (y la OTAN) en
lugar de hacerlo desde dentro de la SCO. Posiblemente, Beijing no se mostraría
totalmente reacia a la idea de enviar más adelante tropas de mantenimiento de la
paz a Afganistán, siempre que pueda estructurarse una misión adecuada de
Naciones Unidas.
Es decir que se avecina una fase importante de la evolución de la SCO como
organización de seguridad, cuando Rusia asuma su presidencia en 2008-2009,
después de la reunión de la cumbre de la SCO programada para agosto en Dushanbe
(Tayikistán). Todo parece indicar que también ha habido una cierta
reconsideración seria en Moscú durante los últimos meses respecto al potencial
de la SCO de jugar un papel influyente en Afganistán, considerando la actitud
manifiestamente carente de entusiasmo de China. El modo de pensar ruso también
parece haber cambiado de dirección para abandonar las esperanzas de trabajar
dentro del marco de la CSTO o la SCO y concentrarse en su lugar en una ruta
bilateral ruso-afgana.
Afganistán tampoco quiere cooperar ni con la CSTO o la SCO. Durante su visita a
Moscú el 25 y 26 de mayo, el ministro de exteriores afgano, Dadfar Spanta, dejó
en claro que Afganistán no buscará estatus de observador en la SCO. Hizo saber
de manera muy clara que Rusia es una prioridad baja para Kabul en su política
exterior – en comparación con, digamos, China. Teniendo todo en cuenta, por lo
tanto, Moscú se da cuenta de que queda un largo camino por recorrer para
cultivar su influencia en Kabul, que debe emprender por sí sola.
Moscú aprecia que el actual régimen en Kabul del presidente Hamid Karzai es
desvergonzadamente pro-estadounidense y participa en la estrategia regional de
EE.UU. que pasa por ser "la Cooperación de Gran Central Asia para Afganistán y
los Países Vecinos," que en realidad apunta a debilitar la influencia rusa en
Asia Central.
Por lo tanto, el anuncio del fin de semana en Moscú, está lejos de anunciar un
esfuerzo conjunto estadounidense-ruso por estabilizar la situación afgana. De
hecho, es difícil que exista algún terreno para una agenda regional común entre
EE.UU. y Rusia. Como dijo Nikonov: "Nosotros [Rusia] y los países occidentales
tenemos definiciones diametralmente opuestas del éxito en nuestra política hacia
los países de la CIS [siglas en inglés de Comunidad de Estados Independientes].
Para Rusia, el éxito reside en el fortalecimiento de los lazos de integración,
acercamiento con sus vecinos y un fortalecimiento de la cooperación. Para
Occidente, al contrario, el éxito significa distanciar esos países de Rusia, una
reorientación hacia centros externos de poder orientada a impedir ‘un
renacimiento del imperio ruso.’ Cuando los objetivos políticos son tan
diametralmente opuestos, es imposible hablar de una agenda común."
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M K Bhadrakumar sirvió como diplomático de carrera en el Foreign Service indio
durante más de 29 años, con puestos que incluyeron el de embajador de India en
Uzbekistán (1995-1998) y en Turquía (1998-2001).
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