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La marginación "humanitaria" de Nahr al-Bared
La destrucción del viejo campamento de refugiados de Nahr al-Bared recogida por las cámaras de Al JazeeraRay Smith
El 5 de abril de 2008, un reportaje televisivo del canal en inglés de Al
Jazeera sobre el destruido campamento de refugiados palestinos de Nahr al-Bared,
en el norte de Líbano, es un ejemplo de la marginación mediática del citado
campamento y su reubicación como una simple cuestión humanitaria en detrimento
de su dimensión política [1]. Desde que el enfrentamiento entre el ejército
libanés y el grupo militar islamista Fatah al-Islam se trasladara desde las
calles de Trípoli al campamento de Nahr al-Bared, por estas fechas del año
pasado, los medios de comunicación, en su mayor parte, sólo han informado de la
contienda entre el ejército y el grupo islamista. En las contadas ocasiones en
que los medios han cubierto la situación que viven los más de 30.000 palestinos
residentes en el campamento que huyeron durante los enfrentamientos, su enfoque
informativo se ha limitado a los problemas humanitarios que ellos enfrentan,
ignorando las manifiestas preguntas políticas que sólo los habitantes del
campamento parecen hacerse.
En la tarde del 3 de abril, el equipo del canal en inglés de Al Jazeera, junto
con personal del aparato de seguridad del ejército libanés, apareció en la calle
Majles, en Nahr al-Bared. Hasta entonces, el ejército libanés había prohibido la
toma de imágenes y fotografías en Nahr al-Bared. En los numerosos puestos de
control, tanto dentro como fuera del campamento, se cacheaba a las personas en
busca de cámaras, y los equipos encontrados estaban sujetos a confiscación. A
los periodistas en general no se les permite el ingreso al campamento, y en los
casos en que obtienen el permiso necesario, deben ir escoltados por soldados y
agentes del aparato de seguridad.
El reportaje de Al Jazeera, de tres minutos de duración, titulado "El regreso de
los refugiados a Nahr al-Bared" se centró en los trabajos planificados para
despejar el destruido campamento y en la deficiente infraestructura que
encuentran los residentes que poco a poco regresan, así como los planes del
comité de reconstrucción del campamento para reconstruirlo en los próximos dos
años. Estos aspectos, que pueden ser descritos como preocupaciones humanitarias,
son relevantes en la medida en que preocupan a muchos refugiados, y Al Jazeera
los ha cubierto de una manera más o menos responsable.
Sin embargo, el limitado alcance humanitario ignora totalmente la dimensión
política de la situación en Nahr al-Bared. Al Jazeera no menciona la masiva
presencia y el papel político del ejército y los servicios de seguridad
libaneses en el campamento. La destrucción del campamento es presentada como el
resultado "normal" de una contienda militar, cuyo relato no es puesto en duda a
pesar de que las ruinas de los edificios ofrecen una palpable evidencia de
saqueo, destrucción intencionada e incendio premeditado. También queda sin
responder la pregunta de si la destrucción, aparentemente sistemática, es el
resultado de órdenes motivadas políticamente. De hecho, a pesar de que muchos de
los muros de las viviendas contienen restos de manchas de petróleo, las imágenes
captadas por Al Jazeera sólo incluyen estructuras donde esta destrucción no es
visible.
La reportera de Al Jazeera Zeina Khodr señala en el reportaje: "Cerca de 10.000
[residentes que fueron desplazados durante la contienda] han vuelto a Nahr al-Bared
en los últimos meses, pero sólo a alojamientos en las afueras del campamento."
Khodr no menciona que a muchos refugiados aún no se les permite volver ya que el
acceso al campamento requiere de permisos del ejército y de los servicios de
seguridad libaneses. Muchos no han podido obtener los permisos necesarios que
podrían permitirles pasar a través de los muchos puestos de control donde las
fuerzas libanesas controlan todo movimiento, tanto dentro como fuera del
campamento.
Khodr continúa señalando: "Detrás de estos edificios se encuentra una zona
conocida como el campamento viejo. Fue reducido a escombros durante los
enfrentamientos del año pasado y continúa cerrado mientras el ejército sigue en
busca de municiones. Muchos de los habitantes del campamento, cerca de 20.000
refugiados [sic], vivían aquí, y no podrán volver por el momento." Las palabras
de Khodr llevan a la conclusión de que el campamento viejo resultó dañado
hasta este punto debido a los enfrentamientos entre Fatah al-Islam y el ejército
libanés. Lo que la reportera no menciona es que muchas casas fueron de hecho
incendiadas y demolidas después de terminada la contienda, y cuando sólo
el ejército libanés se encontraba en el campamento viejo. Además, no se
cuestiona cómo éste pudo ser completamente arrasado (ni una sola estructura
permanece intacta) durante los enfrentamientos.
Al no poner en duda ni revelar sus fuentes cuando [Khodr] señala que el
campamento viejo sigue siendo inaccesible ya que se debe limpiar de
municiones, Khodr le otorga al ejército libanés el beneficio de la duda. Si se
hubiera entrevistado con los habitantes del campamento, le podrían haber
revelado el temor compartido por muchos de que la afirmación del ejército
libanés de que podría haber explosivos sin detonar es una excusa para impedir
intencionadamente la apertura del campamento viejo, y, por lo tanto,
retrasar su reconstrucción. Por otra parte, debería haber sido mencionado que,
incluso en los escombros de las casas a las que se pudo acceder –teóricamente
limpias de minas— los refugiados que han retornado han encontrado bastantes
explosivos sin detonar.
Con reportajes como éstos, donde la noticia se limita a la situación humanitaria
en el campamento, el canal en inglés de Al Jazeera y otros medios de
comunicación de referencia no informan sobre la total dimensión del problema que
enfrentan los palestinos en Nahr al-Bared. En lugar de realizar una
investigación crítica, estos reportajes simplemente aceptan y repiten la versión
oficial del Gobierno y del ejército libaneses sobre lo que sucedió y continúa
sucediendo en el campamento de refugiados. Esto, por supuesto, en perjuicio de
los 30.000 refugiados palestinos que, una vez más, se encuentran desalojados de
sus casas, robados, humillados y oprimidos. Y lo que es más, si la situación de
Nahr al-Bared no se cuestiona se presta a que se repita en algún otro de los
muchos campamentos de refugiados en Líbano.
[1] El reportaje de Al Jazeera puede ser visto en: