La crisis en Kenya
Un atracador de bancos que acepta compartir el botín
Omar Dawood Kalinge-Nnyago
Rebelión
Traducido por Mar Rodríguez
Cuando se hizo pública la noticia de que la oposición keniata había decidido
ocupar sus escaños en el parlamento, sabía que, por una vez, había terminado la
crisis.
Aceptaron seguir adelante para ganar un voto crucial para el cargo de portavoz
parlamentario, sin duda una inyección para su ánimo, aunque más parecido a un
premio de consolación. El voto mostró la fluidez de la situación parlamentaria:
un parlamento confuso.
El Sr. Kenneth Marende, el nuevo portavoz, obtuvo apenas cuatro votos más que su
rival, el anterior portavoz Kaparo. Ni el partido en el poder, del controvertido
presidente Kibaki, ni la coalición ODM de Odinga pueden aprobar ninguna enmienda
importante en el futuro próximo.
Como es habitual en los parlamentos africanos, probablemente se produzcan
negociaciones. En los próximos meses podrían producirse deserciones entre las
filas de la oposición hacia el partido en el poder.
Ahora que ya no puede acusarse a la oposición keniata de intentar paralizar el
gobierno, una vez ocupados sus escaños y pasado a formar parte del gobierno,
puede comenzar a debatirse si deberían unirse al consejo de ministros.
Es probable que opten por ocupar los puestos cuidadosamente vacantes de Kibaki.
Algo de egoísmo, una pizca de codicia y algo de puro raciocinio podría ser
suficiente para resultar en un «gabinete mixto».
La oposición jugará con las palabras, insistiendo en que no forman parte de una
coalición ni de un gobierno de unidad nacional, sino que están allí «para el
bien de Kenia». Esta será la tercera victoria para Kibaki desde el 30 de
diciembre.
La segunda se produjo cuando el ODM ocupó sus escaños en el parlamento. Si este
partido terminara colaborando con Kibaki por alguna razón, se habrá terminado de
montar el escenario para la manipulación más osada y abierta de las elecciones
en la región del África oriental.
La historia de Uganda habla por sí misma: las elecciones se han robado desde
1980 hasta la fecha. Las catástrofes electorales de Tanzania en Zanzíbar también
han sido comentadas ampliamente en los medios de comunicación. Kenia ha
demostrado que la interferencia extranjera no da frutos en nuestra región ni es
bienvenida.
Aunque Kibaki y Odinga discrepan en algunos puntos, coinciden en afirmar que
«Kenia es para los keniatas». Este es un mensaje claro difícil de pasar por
alto. Jendayi Frazer, Tutu, Kufuor y sus acompañantes abandonaron el país sin
ruido después de sus vanos intentos por «resultar útiles».
Museveni y Kikwete también se han callado, no parece que puedan contribuir
demasiado. Por supuesto, más tarde nos dirán, cuando haya pasado todo, lo duro
que trabajaron «entre bastidores».
A otro nivel, el modelo keniata es uno de los pocos emergentes que el mundo está
comenzando a aceptar. En esencia, todos los esfuerzos para resolver la crisis
keniata han terminado por decir a Odinga y a ODM: «Si un atracador de banco
acepta compartir el botín contigo, cógelo y vete a casa».
Sin embargo, uno de los modelos anteriores apareció en 1991, cuando el Frente
Islámico de Salvación, un partido político inscrito, ganó por abrumadora mayoría
las elecciones en Argelia.
Francia, el antiguo amo de la colonia, y otros poderes occidentales animaron al
gobierno en el poder a que invalidara los resultados y anulara las elecciones.
El resto es historia.
El país continúa en guerra 16 años más tarde. El otro modelo, uno bastante
reciente, es Palestina: Hamás, otro movimiento sociopolítico, barrió en unas
elecciones que se habían declarado libres y justas. A diferencia de Argelia, su
victoria no se anuló.
No obstante, el gobierno que formaron fue rechazado por los mismos poderes
occidentales, porque era islamista y, por lo tanto, no merecía ganar unas
elecciones, especialmente si no deseaba el bien de Israel.
En la actualidad, Palestina ha quedado dividida en Gaza y Cisjordania. Corre la
sangre. Bien; todo el mundo pensó que Argelia y Palestina se lo merecían. Estos
islamistas son gente muy mala. Pero ahora, ¿qué pasa con Kenia?
Lo que el mundo comienza a comprender es que no existe un principio universal de
democracia. Si alguna vez leyó en un libro de tapas duras que la democracia es
el gobierno de la mayoría y se lo creyó, mala suerte. No basta con que tu
partido favorito gane las elecciones, tienen que aceptarlo los «propietarios»
del concepto (democracia) que habías comenzado a adorar. Quizá sea por esto por
lo que Kibaki y Odinga no han ocultado su desconfianza e incluso su desprecio
por las denominadas «democracias occidentales» y sus emisarios.
Kibaki sabe que se pasará por alto su robo de las elecciones siempre que prometa
apoyar la guerra contra el terrorismo y no influya sobre los márgenes de
beneficios de las multinacionales. Raila sabe también que los llamados
«donantes» no creen en la democracia que predican e incluso exportan por la
fuerza de las armas, como en Irak y Afganistán.
Así que, independientemente de lo que ocurra en Kenia, resulta alentador que el
país se incline por una «solución keniata a un problema keniata» más que por
cualquier otra cosa. Algunos participantes se beneficiarán, sin embargo, de la
vulnerabilidad de Kibaki como líder en peligro.
El presidente Museveni, de Uganda probablemente intentará estrechar los lazos
con Kibaki y, tal vez, concretar su anterior propuesta de forjar una unión
política del África oriental sin la remisa Tanzania.
Por otra parte, mientras los poderosos estrechan sus lazos, la oposición en
ambos países se acercó en varios modos y la idea de realizar acciones políticas
conjuntas a nivel regional cobra importancia en los círculos políticos de la
oposición. Este es un nuevo modo de pensar que probablemente forjará el África
oriental a la que aspira la mayoría.
*Omar Dawood Kalinge-Nnyago es un escritor independiente y comentarista político
que participa regularmente en Radio One (Kampala) y escribe para publicaciones
varias que incluyen Daily Monitor. Es director de comunicaciones y asuntos
públicos para Justice Forum (Jeema), uno de los seis principales partidos
opositores de Uganda que forman la coalición G6.