Israel, con la connivencia, aquiescencia y visto bueno de la ONU, Europa, EEUU y
los regímenes reaccionarios árabes está inmerso en una campaña de exterminio, un
holocausto, contra los palestinos. Israel nunca ha querido la paz, sino la
rendición. La visión israelí sobre cualquier proceso de paz se fundamenta sobre
la lista de los "no": no al derecho al retorno, no a un reconocimiento de los
derechos históricos y políticos de los palestinos en Jerusalén, no al
desmantelamiento de los asentamientos, no a un Estado palestino soberano.
Con el fin de dictar su propia visión de la paz, Israel está plenamente
dispuesto a degradar las vidas de los palestinos limitando su libertad de
movimientos, mediante el asesinato y las detenciones, los bloqueos, la
destrucción de hogares, universidades, mezquitas, hospitales y de la riqueza
agrícola y pesquera. El asedio a Gaza es una muestra evidente del comportamiento
de los nazis del siglo XXI: los sionistas. Y la matanza de Gaza es una muestra
evidente del comportamiento de las nuevas SS: los Soldados Sionistas. La
alternativa que se deja a los palestinos es clara: abandonar a Hamás o morir,
por medios militares o "civiles" como el bloqueo y asedio. Una lección de
democracia en estado puro de la "democracia de Oriente Medio" por excelencia.
Para ello cuenta con sus mejores aliados, que no son, como pareciese, ni los
EEUU ni la UE. Son los regímenes reaccionarios árabes. Arabia Saudita y Egipto
fueron informados con antelación del ataque, tal como publica el diario Al-Quds
Al-Arabi en su edición del domingo 28 de diciembre. Como muestra valga un botón:
una hora después del ataque, los medios de comunicación saudíes ya estaban
culpando a Hamás de lo sucedido mientras que su periódico en Londres, Al-Sharq
Al-Awsat publicaba una entrevista con Simón Peres diciendo que Israel no iba a
atacar Gaza y que ellos [los israelíes] estaban "listos para la paz".
Evidentemente, una entrevista que hay que enmarcar dentro de la maniobra de
distracción sionista que muy bien explica el corresponsal del diario israelí
Haarez en su edición dominical para lograr que la matanza fuese lo más completa
posible.
Ya hace días que los periódicos israelíes habían informado de la "luz verde"
dada por los regímenes reaccionarios árabes para eliminar a los principales
dirigentes de Hamás. Al igual que en el verano de 2006 hicieron durante la
guerra de Líbano, los regímenes reaccionarios árabes sienten el frío recorrer
por su espina dorsal cuando movimientos político-militares como Hizbulá derrotan
al todo poderoso ejército sionista o cuando movimientos político-militares como
Hamás ganan unas elecciones democráticas y son capaces de aguantan el asedio
durante año y medio. Los regímenes reaccionarios árabes pueden aguantar una
derrota (la que les proporcionó Hizbulá, pues no hay que olvidar que gracias a
ella desempolvaron el plan de paz aprobado por la inoperante e ineficaz Liga
Árabe en el año 2002), pero no dos. Y Hamás no es Hizbulá, es mucho más débil y
de ahí que se haya consentido y alentado esta matanza. El caso más evidente es
el de Egipto, que sólo una semana antes de la matanza sionista reforzó el cierre
del paso de Rafah.
El secretario general de Hizbulá, Hassan Nasralá, tiene razón cuando acusa a
estos regímenes de colaboracionismo y de actuar de esta manera para derrotar
"cualquier atisbo de resistencia" al proyecto neo-colonial que propugna el
imperialismo en Oriente Próximo. Sabe de qué habla porque ya lo hicieron con
ellos en 2006. Y para que nadie olvide que la arrogancia israelí no tiene
límites, y que la ONU deja hacer todo al régimen sionista, el domingo 28,
mientras seguía con la matanza en Gaza, cinco aviones de guerra sionistas
volvieron a violar el espacio aéreo libanés volando sobre las localidades de
Nabatiye, Marjaoun, Jiam y Arqoub. ¿Qué hicieron las tropas de la FINUL? Lo de
siempre: nada. Están ahí no para proteger a los libaneses, sino a los israelíes.
Los regímenes reaccionarios árabes no están ahí para proteger a los palestinos,
sino a sí mismos. Egipto y Arabia Saudí han logrado retrasar hasta el miércoles
31 de diciembre la reunión "de urgencia" de la inoperante e ineficaz Liga Árabe.
Prefieren, como en Líbano, dar tiempo a Israel para acabar o debilitar a Hamás.
Este movimiento político-militar es el problema para ellos, no el régimen
sionista.
A Egipto no le había gustado nada que Hamás se hubiese negado a aceptar el
adelanto electoral que había planteado, para reforzar a Abbas, y que se hubiese
retirado de las conversaciones en el "diálogo nacional" que patrocinaba El Cairo
mientras el régimen de Mubarak no abriese la frontera de Rafah. Ese desplante no
le podía aceptar, y esa ha sido la razón para dar el visto bueno a la matanza
realizada por Israel.
Pero el más miserable de todos los dirigentes reaccionarios árabes es Mahmoud
Abbas, que se hace llamar "presidente de la Autoridad Palestina", cuando
responsabiliza a Hamás de la matanza por no haberse doblegado, como hace él, a
las pretensiones sionistas y occidentales. Y, chapoteando sobre la sangre, ya ha
dicho que se encargará de la administración de Gaza si Hamás es derrocado.
Estamos ante la Francia de Vichy (Cisjordania) y Abbas es el nuevo Pétain
haciendo el juego a los nazis del siglo XXI (Israel).
Arrojar a este tipo de personajes al basurero de la historia es un deber.
Derrocar a los regímenes reaccionarios árabes es un derecho. La solidaridad con
los movimientos populares árabes y, de forma especial, con los sindicalistas
egipcios (1) debería ocupar uno de los primeros lugares dentro del movimiento
antiimperialista mundial.
Y lo mismo se podría decir de los gobiernos europeos o el estadounidense. La
llama griega, como la olímpica, no debe apagarse sino extenderse en aras de la
paz con justicia social. El capitalismo sólo ofrece una paz, eso sí,
democrática: la de los cementerios.
Notas:
(1) Hossam El-Hamalawy: "La resistencia en Egipto"
http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article265 Alberto Cruz es periodista, politólogo y escritor especializado en Relaciones
Internacionales.