La campaña militar sionista contra la población de Gaza, se desarrolla en un
marco internacional de impunidad que podría resultar asombrosa si no fuera
costumbre. La matanza es tan injustificada que algunas voces ya hablan de
errores ¿hasta cuando los horrores se seguirán llamando errores? Desde hace ya
tiempo la franja de Gaza era el objetivo preferente de los políticos sionistas
que compiten en brutalidad: tratan de ganar unas próximas elecciones demostrando
quién es más carnicero. Por su parte, el ejército que tuvo que abandonar Líbano
duramente golpeado por Hezbollá necesitaba una victoria. Las necesidades
internas han confluido en Israel para atacar un nuevo gheto de Varsovia con un
cambio de actores: bombardear a una población encerrada, con las fronteras
selladas, es un acto criminal y cobarde.
Es verdad que la persecución de judíos fue durante siglos un deporte en Europa.
Auschwitz fue un espanto que marcó la conciencia de Alemania hasta tal punto que
ahora, para congraciarse, ha decidido dar por bueno el genocidio de palestinos.
¡Pobre Alemania! "Como antes otros alemanes mataron judíos, ahora estamos
obligados a justificar que otros judíos maten a palestinos" viene a decir la
señora Angela Merkel. A la misma altura está la reacción norteamericana, con la
diferencia que su Administración de turno hunde sus raíces morales en el fango
de Abu Gharaib y de Guantanamo: su comportamiento guerrerista y de violación de
los derechos humanos es su propia historia. Por su parte la Unión Europea sin
política exterior y sin unidad emite comunicados salomónicos que sólo sirven
para que Israel respire y el pueblo palestino muera un poco más. ¡Qué pronto se
olvida quién es el ocupante y quién el ocupado, para referirse únicamente a un
escenario de violencias! En los gobiernos europeos, además de un complejo
ideológico, puede más el derecho a hacer negocios que los derechos humanos.
Es cierto que el comportamiento de Hamas debe ser motivo de rechazo. No hay
legitimidad alguna que pueda justificar sus cohetes Kazan a sabiendas que con
ello provocarán la ira sionista, peor aún la excusa de un bombardeo que cobrará
vidas inocentes. No basta con apelar al derecho de resistencia de una población
encerrada, embargada, castigada, para dar por bueno una espiral de víctimas
civiles. Pero, además, Hamas actúa como expresión de gobiernos árabes que
utilizan el conflicto palestino-israelí y más aún el sufrimiento de la población
de Gaza para desviar problemas internos y para su diplomacia internacional.
Rechazo la acción de Hamas, por el lanzamiento de sus cohetes que apenas llegan
a su destino, pero sobre todo por actuar como instrumento manejado por quienes
no desean un verdadero proceso de paz.
Pero, culpar a Hamas de cuanto está ocurriendo en Gaza es un claro abuso de
tergiversación de los renglones de la historia. Es la potencia ocupante, la
misma que está colonizando la palestina histórica utilizando la extrema
violencia, la exclusión sistemática y los castigos colectivos, para construir un
gran Israel etnicista, la que está bombardeando a la población de forma
inmisericorde. Es Israel quien ha desoído 46 recomendaciones de la Asamblea
General de las Naciones Unidas. Es Israel la que incumple resoluciones del
Consejo de Seguridad de la ONU sobre el regreso a las fronteras de 1967, el
retorno de refugiados palestinos y el estatus de Jerusalén. Es Israel quien ha
rechazado la sentencia del Tribunal Internacional de La Haya contra el muro del
apartheid con que ha disgregado y aislado a Cisjordania. Alguien dijo que la
grandeza reside en la verdad que se sea capaz de soportar. Quienes no señalan la
culpabilidad principal en Israel no tienen grandeza alguna.
Pretender que los israelíes son patriotas que se defienden y los palestinos
terroristas que agreden es una burda falsificación de la realidad. No es un
problema de mera disputa de territorios. Es un problema de potencia ocupante
colonizadora contra un pueblo que tiene la mala educación de no renunciar a sus
derechos. El asunto es que cuando uno dice estas cosas corre el peligro de que
le llamen antisemita. ¿Son antisemitas mis amigos judíos que no son sionistas y
están horrorizados por lo que se hace en su nombre? ¿no son acaso semitas los
propios árabes? ¿a qué viene esa tendencia judía a adjudicarse en exclusiva la
categoría de semitas? No, no se trata de que seamos antisemitas, se trata de la
justicia, de la verdad.
¿Qué podemos esperar de matanza de Gaza? ¿Acaso la inauguración de un nuevo
proceso de paz? Lamentablemente, si encierras a una población en un campo de
concentración como es la franja, si les suprimes el agua y los alimentos, y les
cortas la luz; si destruyes sus casas, sus campos de cultivo, sus escuelas, sus
centros públicos; si les atacas con bombas que matan a sus seres queridos, a
muchos niños y a muchas mujeres; si dejas cientos y cientos de heridos y a
muchos los incapacitas de por vida; finalmente quedarán los supervivientes
llenos de rabia y de ira. Los supervivientes medio-muertos, medio-vivos.
Dispuestos a convertirse en bombas humanas.
Posdata: esta mañana de martes he hablado con internacionalistas también
encerrados en Gaza, ellos por pura voluntad, por una solidaridad generosa que
llega hasta el riesgo. Sus voces se unen para pedir un boicot internacional a
Israel. Y, es que vista la incompetencia de gobiernos y de organismos
internacionales, sólo nos queda la esperanza de una ciudadanía universal activa
que en Gaza se juega eso que que hemos dado por llamar valores universales.