Medio Oriente - Asia - Africa
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El Congo, ¿"cultura de la violencia" o conflicto geoestratégico?
Tony Busselen
Solidaire
Traducido para Rebelión por Caty R.
Desde finales de agosto, la violencia se ha desencadenado de nuevo en el este
del Congo. ¿Los congoleños han desarrollado una cultura donde el homicidio y la
violación son la norma? La reciente ofensiva demuestra que hay que buscar el
origen del conflicto en otro sitio.
Desde la guerra de agresión que llevaron a cabo Ruanda y Uganda (1998–2003),
estos países continúan manteniendo las milicias en territorio congoleño. Nkunda,
general pro Ruanda, es uno de los jefes de milicias más conocidos. La semana
pasada, el ejército congoleño aportó pruebas de la participación de los soldados
ruandeses en los combates. Pruebas que Occidente ha negado directamente.
Nuestros medios de comunicación presentan este conflicto como una «cultura de la
violencia» que habrían desarrollado los congoleños. Todo el debate se ha
referido desde entonces a la cuestión de por qué Europa no interviene para
detener a esos congoleños «asesinos y violadores».
Durante su intervención en la comisión parlamentaria del pasado miércoles 22 de
octubre, Dirk Vandermaelen (del Partido Socialdemócrata Flamenco de Bélgica)
admitió sin rodeos que, efectivamente, el conflicto tiene causas más profundas.
«Todos nosotros sabemos que Estados Unidos y China están librando una batalla
geoestratégica. También sabemos que las materias primas son el punto débil de
China. Y además sabemos todos que China busca su aprovisionamiento en África.
Temo, en lo que se refiere al este del Congo, que estamos asistiendo a un choque
entre China y EEUU. Un choque delegado en personas interpuestas, a saber, el
Congo de Kabila y la Ruanda de Kagame», declaró.
Lo más sorprendente es que, por otra parte, Vandermaelen se expresó
principalmente sobre sus sospechas en cuanto a entregas de armas chinas al
ejército congoleño. Incluso exigió que se intensifique la presión sobre el
gobierno de Kabila y se imponga un embargo sobre las armas con destino a
Kinshasa. Sin embargo, Vandermaelen no soltó palabra sobre la agresión de Ruanda
o del papel que juega Estados Unidos en la región.
El domingo 26 de octubre, las tropas de Nkunda tomaron una gran base militar y
una banda estratégica de 30 km situada entre Goma y Rutshuru. Los testigos
denuncian las masacres perpetradas sobre la población local que apoya al
ejército congoleño. Los sucesos, desde ese domingo, hacen que no se pueda seguir
negando el papel agresor de Ruanda. No se puede seguir echando la culpa a los
congoleños.
El pueblo congoleño quiere la paz
Después de todos estos años de guerra, el pueblo congoleño reclama la paz, desea
que se preserven la unidad y la soberanía del Congo y que por fin se pueda
emprender la reconstrucción económica. El Presidente Kabila, elegido por el
pueblo congoleño, estableció una alianza con el ex lumumbista Gizenga y la
fracción más ilustrada de la antigua élite de Mobutu. Sus principales enemigos
son los aliados de Estados Unidos dentro y fuera del Congo. Por lo tanto, si la
alianza en torno a Kabila quiere mantenerse, dicha alianza tiene todo el interés
en acabar con la guerra lo antes posible. Para conseguir la paz, la política del
gobierno elegido se apoya en dos pilares. Por una parte, mantenerse fiel a los
principios de cooperación con la ONU y a los recientes acuerdos firmados en
Nairobi y Goma. Por otro lado, el gobierno congoleño tiene que aplicarse a
fortalecer su ejército para defender su territorio.
En noviembre de 2007, el Congo y Ruanda firmaron un acuerdo de paz en Nairobi.
En enero de este año, en Goma, la comunidad internacional y todas partes
implicadas –incluido Nkunda- ratificaron un acuerdo destinado a desarmar a las
milicias e integrarlas en el ejército congoleño. Pero ni Nkunda ni Ruanda toman
en serio estos acuerdos. Nkunda incluso rechazó abiertamente el acuerdo de Goma.
Muchos congoleños acusan a su gobierno de colaborar demasiado con el Monuc y de
no dotar de suficientes medios al ejército para imponer la paz. Y precisamente
en este punto Vandermaelen exige un embargo contra Kinshasa con respecto a las
armas.
China, la piedra en el zapato
Después de treinta años de explotación por un Mobutu apoyado por Occidente, el
Congo conoció diez años de guerra, pillaje y caos. De tal manera que de las
infraestructuras y la economía congoleña no quedan más que grandes escombros. El
presidente Kabila anunció antes de las elecciones de 2006 que basaría la
reconstrucción del país en cinco «obras»: infraestructura, sanidad y educación,
agua y electricidad, vivienda y empleo. Su objetivo es poner la economía del
Congo al servicio del pueblo congoleño. Después de esperar en vano una
iniciativa por parte de Europa o Estados Unidos, el Congo decidió finalmente, a
finales de 2007, firmar acuerdos con China. Lo que le acarreó duras críticas por
parte de Occidente y una nueva amenaza de guerra. Efectivamente, el contrato con
China es una piedra en el zapato de los capitalistas europeos y estadounidenses.
Sin embargo ni Estados Unidos ni Europa se hallan en situación, aunque
quisieran, de proporcionar los medios necesarios para la reconstrucción del
Congo, mientras que China dispone actualmente de los medios para financiar
grandes proyectos. Por otra parte China, a su vez, necesita materias primas para
su propio desarrollo. Ir a la búsqueda de dichas materias primas a África es lo
que Vandermaelen calificó de «punto débil». Como si fuese necesario, a cualquier
precio, detener el desarrollo económico del principal país del Tercer Mundo. Y
pretende, además, que Bélgica siga leyendo la cartilla al gobierno congoleño
soberano. Como si el problema estuviera en Kinshasa y no en Kigali.
Original en francés: