Desde Uruguay. Apuntes para la discusion de un asunto
necesario: ¿la revolución cabe en las urnas?
Alejandro García Ruiz
Vemos hoy a sectores de trabajadores estatales reclamar, como gran y radical
demanda, apenas un cuarto de lo que requiere acceder a una canasta básica según
cifras del propio gobierno
Anotaciones preliminares y otras cuestiones
En el mes de setiembre de 2005, en un Documento titulado "Apuntes para la
reflexión en torno a la necesidad de permanecer en el Frente Amplio a la luz del
rumbo del actual gobierno y sus fuerzas hegemónicas", afirmábamos algunas
cuestiones que creemos del caso refrescar a la luz de la situación actual y de
algunos acontecimientos y procesos desarrollados en estos casi tres años; en
relación con la realidad del Frente Amplio decíamos:
"¿Es este Frente Amplio continuidad dialéctica del nacido en 1971 o es negación
del mismo? Desde una concepción de clase, la respuesta es contundente en el
sentido de asumir fríamente que este Frente Amplio no sólo no es continuidad del
fundacional sino que, bajo la cobertura de su simbología, conviven en él
sectores de la sociedad, producto de las alianzas definidas hace ya más de diez
años, que no apuntan en la misma dirección estratégica y que, incluso frenan,
desvirtúan y menoscaban el carácter popular, transformador profundo,
antioligárquico y antimperialista." [1]
En relación con los necesarios pasos a dar como consecuencia de esta realidad,
agregábamos:
"En el momento de nuestro retiro (del Frente Amplio) deberemos expresar con
claridad hacia la militancia frenteamplista y de izquierda toda, nuestra
posición fundacional, principista, transformadora profunda, popular,
antioligárquica y antimperialista. Inmediatamente (incluso antes) deberemos
consolidar mínimamente un accionar conjunto, programático, no sectario y de
masas, en la medida de nuestras posibilidades operativas. De igual modo
deberemos, al tiempo que denunciemos el apartamiento del gobierno de las
propuestas programáticas y el alejamiento del Frente Amplio de sus postulados
originales, marcar con claridad nuestra estrategia signada por los intereses de
los más infelices." [2]
Hasta aquí todo indica que nuestras apreciaciones y sugerencias no sólo no eran
desacertadas sino que otros compañeros y otras organizaciones llegaron a las
mismas conclusiones, más allá de tiempos y formas; parecería entonces que el
momento actual presenta particularidades propicias para la izquierda y, sin
embargo, otros elementos deben analizarse y considerarse para evaluar si las
tendencias que hoy observamos en el escenario de nuestra pequeña comarca son las
deseadas y si el proceso que pudimos generar, de no haber existido errores y, lo
que es peor, mezquindades estrechas, es el ideal.
Para esto deseamos aportar, nuevamente, algunos apuntes colectivizados
oportunamente en un trabajo titulado "¿Unidad orgánica o unidad estratégica?" y
fechado el 10 de abril de 2006:
"Las luchas aisladas, la superposición de espacios, la creación de
coordinaciones, sectoriales, multisectoriales y otras herramientas, signaron el
2005 y dejaron poca consolidación orgánica, escasa o nula apoyatura
programática, ninguna variante metodológica adecuada a la etapa y absolutamente
ninguna victoria popular. El 2006 debe marcar una necesaria reversión de estos
aspectos negativos, la responsabilidad es nuestra y una premisa básica
imprescindible es comprender nuestros matices y utilizarlos para sumar no para
restar, comprender los tiempos de nuestras organizaciones pero supeditarlos al
tiempo histórico y las necesidades del pueblo, erradicar definitivamente la
conspiración sectaria, estrecha y camandulera que en otras épocas la izquierda
fomentó y cobijó. Otra hora nos espera y necesita de todos nosotros y nuestros
matices, pero sobre todo de nuestra capacidad de coincidir en la acción y la
lucha." [3]
Cabe recordar y precisar, en este punto, que estamos hablando del mes y del año
en que se dan las premisas básicas indispensables para un salto cualitativo en
la conformación de un espacio de izquierda amplio y profundo que consolidara la
posibilidad de que sectores, de diversa raíz ideológica y de diferente inserción
en la sociedad y las estructuras orgánicas políticas, confluyeran en un bloque
capaz de actuar a partir de ciertos acuerdos, más allá de matices y
metodologías; tal es así que pocas semanas después se realiza la primera de las
asambleas populares.
En relación a este hecho y vinculado con el desarrollo de dicho proceso
deseamos, una vez más en estas líneas, citar un párrafo de un trabajo titulado
"Apuntes contra los falsos dilemas", fechado el primero de mayo de 2007, entre
otros aportes hechos oportunamente:
"El 21 de abril de 2006, un conjunto amplio y variado de militantes y
agrupamientos de la izquierda social y política de diversas vertientes del
pensamiento revolucionario, nos dimos cita en la "Fonoplatea Gustavo Nocetti"
con espíritu unitario y despojamiento revolucionario; con expectativa conciente
y con decenios de lucha a cuesta de nuestros cascados lomos, anarquistas de los
que merecen que -quienes nos definimos marxistas leninistas- nos saquemos el
sombrero, libertarios de toda laya, marxistas de diferentes tribus,
marxistas-leninistas de todo pelaje (de los que ningún anarquista serio y
fundamentado desconfía) y compañeros de izquierda radical de todo adjetivo nos
autoconvocamos para comenzar a parir un viejo proyecto, (si cabe otra paradoja).
En los corrillos, en los pequeños momentos de pausa, afuera, en los baños y
junto a la barra, muchos nos encontramos con la mirada, con la memoria y con la
perspectiva de futuro.
¿Qué pasó desde aquel día hasta hoy? ¿Por qué muchos de estos compañeros
-algunos de ellos probados en las más duras lides- hoy no están participando de
las asambleas populares? ¿Porqué se excluye, premeditada y concientemente, a
algunos agrupamientos del Coordinador de las "AP"? ¿Porqué algunos agrupamientos
han sido expresamente vetados de toda participación en estos espacios? ¿Otra vez
estamos tratando de abarcar cantidades para hegemonizar masas sin un núcleo
doctrinario "duro"? ¿Otra vez el sectarismo? ¿Cuántas veces más? ¿Cuántos
fracasos más? ¿Cuántas derrotas más soportaremos?" [4]
En vínculo directo con estas cuestiones cardinales, nos interesa señalar un
aspecto significativo que, creemos, muestra con claridad la capacidad
potencialmente organizativa que existe y, contradictoriamente, la tendencia al
perfilismo y la estrechez que está grabada a fuego en el ADN de algunas
organizaciones y dirigentes.
Recordemos que el 9 de marzo de 2007 llegó a nuestra tierra George Bush en el
marco de entrega que este gobierno favorece y gestiona; en este marco triste,
aunque de alguna manera propicio, durante semanas se realizaron varias reuniones
de coordinación y trabajo conjunto. Ninguna organización social y política de
las que no han claudicado fue ajena a estos trabajos; ningún compañero de los
que continúan en la trinchera clasista y combativa faltó en estas oportunidades.
Para esta ocasión, que desembocó en la movilización más importante de contenido
antimperialista que se ha logrado a la fecha en la presente coyuntura, logramos
finanzas conjuntas, propaganda unitaria, consignas acordadas, declaraciones
consensuadas, logística acorde a la magnitud del problema y condiciones
objetivas y subjetivas para continuar, en adelante, en la profundización de este
espacio.
Cierto es que no debemos atribuirnos todos los méritos; el hecho de la llegada
de Bush, por sí sólo, fue favorable a la convocatoria pero también es cierto que
no fue la única que se propició. Desde filas del oportunismo se intentó dividir
y confundir y, de hecho, hubo otras manifestaciones. Lo que es innegable es la
fortaleza de la marcha que logramos y la firmeza en las posturas de clase y
antimperialistas.
Una vez logrados estos objetivos principales y cuando cabía suponer que era hora
de balance y síntesis, algunos desmontaron todo lo que había quedado en pie como
cimiento para la construcción futura de herramientas que eran, son y serán
necesarias; por no decir imprescindibles. Cuando hablamos de algunos, decimos,
obviamente, Movimiento 26 de Marzo.
Análisis concreto de una situación concreta
Resulta interesante, al menos para nosotros, ingresar en un punto clave en el
análisis vinculado con el momento actual y, dado el advenimiento de una evidente
campaña electoral, con una etapa que, creemos, concluye de algún modo a finales
de 2009 con las elecciones nacionales.
No nos sentimos con la capacidad y el derecho de atribuir intencionalidades a
ningún espacio y, de igual manera, aceptamos las diversas visiones que se
expresan en el mapa político; esto no significa, obviamente, que no podamos
analizar y discrepar frontalmente con algunas de las premisas que se manejan y
con las consecuencias que ciertas tácticas acarrearán a toda la izquierda
organizada y a los sectores de la sociedad explotados y expoliados por el
sistema y el gobierno en vinculación con el imperio.
Sin adentrarnos en un análisis de coyuntura profundo y sistemático, sí nos
parece necesario considerar un conjunto de aspectos vinculados con la cuestión
relacionada a lo electoral en esta etapa.
La izquierda en nuestra pequeña comarca (cuando decimos izquierda nos referimos
a todos quienes no hemos claudicado, más allá de opciones y caminos) ha
transitado, más allá de salvedades desde el 71 hasta acá, un camino largo y
sinuoso afincado en el paradigma democrático burgués legalista y eleccionario; a
la salida de la dictadura, e incluso, pese a las enseñanzas adquiridas,
recomienza en el 84 una sub etapa que, a riesgo de esquematizar demasiado,
podemos afirmar que concluye con el triunfo electoral del Frente Amplio en 2005.
Todo indica, al menos hasta hoy, que en las próximas elecciones nacionales
tendremos una oferta partidaria mucho más compleja y por tanto, esto nos exige
un profundo análisis desde el punto de vista táctico.
Si el eje paradigmático de los sesenta y setenta en lo social y lo político era
la unidad de la clase obrera y la unidad de la izquierda, podemos afirmar que
hoy, para los sectores que no han claudicado, este aspecto está en cuestión. No
vamos a ingresar en estos apuntes a un análisis exhaustivo de ciertos elementos
vinculados con un profundo estudio en relación con la clase y capas favorables a
procesos antagónicos con el sistema, aunque no vamos a evadir tal cuestión;
tampoco creemos que podamos sortear el referirnos a qué significa hoy
proclamarse de izquierda, cuestión que de alguna manera hemos insinuado líneas
atrás.
Nuestra comarca presenta las evidentes cicatrices de un desarrollo deforme del
capitalismo y la huella de la incidencia rapaz del imperio, junto con la acción
(de clase) vulgar, desvergonzada e ineficiente de las sucesivas administraciones
que han gestionado el hambre del pueblo en las últimas dos décadas.
Este proceso nos ha traído a un punto en el que podemos afirmar que, con cierto
rigor en el análisis, la presencia de una clase obrera, proletaria, hoy en
nuestro territorio es difusa, insignificante y, cuantitativamente, casi nula. La
desarticulación del aparato productivo junto con la apertura a los mercados
extranjeros, más las políticas de tercerización y desregulación del trabajo nos
muestran un panorama donde la visión típica de una clase obrera se diluye. En
este plano y siguiendo la línea de análisis, observamos un panorama donde la
desocupación, la subocupación, la informalidad y otras formas de vinculación de
los trabajadores con los patrones y el capital, privado o estatal, favorecen la
disgregación y la carencia de las premisas básicas favorables para una
conciencia "para sí" de los sectores explotados en el campo del trabajo en todas
sus variantes.
Vemos hoy a sectores de trabajadores estatales reclamar, como gran y radical
demanda, apenas un cuarto de lo que requiere acceder a una canasta básica según
cifras del propio gobierno. Observamos otros sectores de la sociedad en búsqueda
de formas alternativas de subsistencia que remedan estadios precapitalistas de
gestión. Soslayando momentáneamente aspectos económicos y estructurales podemos
analizar, desde lo subjetivo y superestructural, un descaecimiento alarmante de
las reservas intelectuales y morales de nuestro pueblo, producto –entre otros
factores- del atentado a la cultura y a la educación públicas que significaron
la dictadura y las políticas de los sucesivos gobiernos del 85 a la fecha.
Hoy observamos en el seno de la Universidad estatal, en sus distintos niveles,
la presencia de una concepción seguidista, no contestataria y amoldada al status
quo; esto se repite en la mayoría de las direcciones de los gremios de la FEUU
y, por supuesto, del PIT-CNT. La cooptación que ha propiciado, durante muchos
años, la cúpula dirigente del Frente Amplio, a todo nivel, ha generado una "intelligentia"
de funcionarios funcionales y, a su alrededor, otro círculo de aspirantes a lo
mismo. A la escasa o nula presencia de una clase obrera en sí, le agregamos el
alarmante ingrediente de la casi ausente existencia de una clase para sí.
La emigración, la marginalidad creciente, marginalidad que no sólo es concreta
sino, muchas veces, operativa; la ingenua expectativa en cambios parciales que
nunca llegan; la repetición de viejas fórmulas que se han probado ineficaces;
todo esto hace, del actual escenario, el ideal para que la burguesía clásica y
la naciente, junto con la oligarquía y el imperio, vean asegurados sus
privilegios por largo rato. Es en este marco, y desde este estudio apriorístico,
que cabe analizar la validez y necesidad de la unidad orgánica de clase y unidad
de la izquierda y, por supuesto, la estrategia a trazar como, asimismo, la
validez en el plano táctico de la comparecencia a las elecciones nacionales en
2009.
Lo electoral como herramienta de lucha y lo electoral como proceso de
autoconstrucción
Hasta el momento en que escribimos estas líneas todo indica que, desde la
izquierda, o sea desde los sectores que no han claudicado y mantienen como
paradigma la necesidad de una sociedad sin clases, existirán varias propuestas
electorales; al menos, tres. Por un lado la (ahora orgánica) Asamblea Popular ya
ha anunciado que participará como partido en las elecciones nacionales; ya se ha
anunciado hace un par de meses atrás la creación de otro espacio articulado por
el Movimiento Revolucionario Oriental, Refundación Comunista, el Dr. Salle y
otros compañeros; cabe suponer, igualmente, que los compañeros del Partido de
los Trabajadores mantendrán su actitud de presentarse como fuerza independiente.
Hasta ahora nada indica que estos agrupamientos pretendan aliarse en un único
lema o articularse de manera novedosa para sumar fuerzas; esto, por tanto, nos
muestra que estamos lejos de sumar esfuerzos. La argumentación que puede
hallarse detrás de estas maneras de encarar esta etapa del proceso podría ser,
optimistamente, la de agitar ciertas ideas, ciertos programas y, a la vez,
lograr una suerte de "tribuno" en la trinchera enemiga que amplifique y difunda
allí las luchas populares y sus reivindicaciones. Preguntamos: ¿Así?
Como tenemos claro que todos estos agrupamientos están dirigidos por compañeros
comprometidos y honestos, sólo nos cabe suponer que no existen los acuerdos
necesarios para lograr una fuerza única que promueva, en los escasos sectores de
la sociedad que podrían ser proclives a este mensaje, la necesidad de una lucha
por recuperar principios de clase, aún en la arena movediza del sistema y su
pantano electoralista. De esta etapa de dos años hasta el 2009, de no mediar
virajes o novedades importantes surgirá, en el mejor de los casos, ese tribuno y
poco más; cabe preguntarse, de ahí en adelante, ¿qué? De no alcanzar las
fuerzas, ni la táctica estar a la altura de las necesidades, otra pregunta
surgirá: ¿Ahora qué?
¿No cabe, ahora mismo, hacerse esas preguntas y responderlas más allá de la no
mencionada, pero latente, idea de la autoconstrucción? ¿No es necesario, hoy
mismo, considerar impropio y contraproducente el continuar generando
organización en torno a tácticas cortoplacistas y estrategias ausentes?
¿Un hombre, un tribuno, en colina parlamento y el esfuerzo de miles en esa
dirección en lugar de organizar para asaltar la colina absoluta cuando esos y
otros miles comprendan que ese es el único camino?
Un horizonte que debemos acercar a nosotros
Hasta el momento surge claramente que, desde el campo de la izquierda, existen
diferencias profundas no saldadas en relación con estrategias, tácticas y
metodologías funcionales al avance en dirección a un horizonte revolucionario.
Estamos inclinados a pensar que estas diferencias tienen su génesis en los
sesenta y setenta y en los procesos de lucha y derrota que desembocaron en la
dictadura fascista de clase que se evidenció con el golpe de Estado del 73.
Todo un proceso de combate y acumulación desarrollado al menos durante una
década o década y media no ha tenido, llamativamente, la necesaria mirada
analítica que permita encontrar, de manera constructiva y colectiva, un hilo
conductor que nos guíe desde la luminosidad de los sesenta por entre los
escombros de la década de los setenta y ochenta hasta la germinal aunque
frustrante década de los noventa y el hoy.
Vemos con preocupación, subjetiva, pero preocupación al fin que, a las
dificultades surgidas de todo este proceso histórico complejísimo y doloroso, se
suman diferencias profundas en aspectos centrales atinentes a la elaboración
estratégica y, por ende, también táctica; sospechamos, de igual modo, que
existen otros elementos que traban, dificultan y enlentecen cualquier proceso en
dirección a un horizonte que, igualmente, deberíamos prefigurar, aunque más no
sea en gruesas pinceladas. Estos elementos son cierta desconfianza entre
organizaciones y dirigentes, cierta dosis de perfilismo sectario y una humana
pero dañina inclinación al protagonismo personal.
Nos resultará muy difícil hallar los caminos para un debate franco y
constructivo en dirección a la necesaria elaboración estratégica si, antes,
ciertos compañeros que protagonizaron las luchas en los sesenta no se despojan
de cierta dosis de soberbia y estrechez generacional que los hace, de algún
modo, frenar un proceso de unidad para la lucha cuando, evidentemente, deberían,
despojadamente, ir tendiendo puentes para la conformación de nuevas formas
orgánicas adaptadas a las circunstancias actuales y a los combates del futuro.
Evidentemente, en los setenta fuimos derrotados en todos los planos; ahora cabe,
al menos, un dejo de humildad en ciertas organizaciones y compañeros y una
franca, permanente y creativa interacción de las organizaciones, cuadros y
generaciones que han luchado durante dos, tres y cuatro décadas y esperan y
desean continuar el combate.
Modestamente creemos que, fragmentados en pequeñas orgánicas de escasa
incidencia, carentes de una estrategia revolucionaria y repitiendo fórmulas o
esquemas del pasado, poco o nada avanzaremos hacia el horizonte deseado. Por
otra parte cabe preguntar y preguntarnos cuál es, cuál debe ser dicho horizonte;
no creemos que dicho horizonte sea alcanzable por vía electoral, no creemos que
dicho horizonte sea alcanzable en base al espontaneísmo o la improvisación, no
creemos que "los zapallos se acomoden en el carro"; creemos en la necesidad de
definir cuál es el objetivo estratégico y, desde ahí, articular las tácticas más
eficaces sin caer en el absorbente zigzagueo operativo ni en la nefasta gimnasia
militantista que poco aporta y mucho desgasta. Es urgente y necesario organizar
la desconfianza, plantear concretamente asuntos centrales para un debate serio y
profundo, encontrar acuerdos, definir objetivamente diferencias, dejar de lado
el espíritu de chacra y saber que, si en verdad deseamos contribuir a que ese
horizonte revolucionario se aproxime, debemos acercarnos a él en otras
condiciones diferentes a las actuales.
Un horizonte socialista
En el sentido de lo referido en los párrafos anteriores, deseamos aportar
algunos elementos que creemos deben ser debatidos seriamente por todos quienes
deseamos, honesta y convencidamente, favorecer la lucha en pos de ese horizonte
necesario.
No creemos que el horizonte a perseguir en este estadio del desarrollo del
capitalismo, (que ya no es el clásico imperialismo analizado por Lenin sino una
suerte de máquina burocrática militar mundial asentada en las finanzas y el
armamento que ha suplantado incluso la juridiscción nacional por una
jurisdicción mundial seudo legal) pueda ser el de reformas radicales en el marco
del sistema; no creemos tampoco que sea factible o necesaria la estrategia que
perfile la "liberación nacional" como etapa a transitar; creemos que la
estrategia debe apuntar a la conquista del poder y a la construcción de
relaciones de producción socialistas en un marco de carácter continental.
Afirmamos que cuando hablamos de socialismo nos referimos a una construcción
inédita pero con rasgos predefinidos en la teoría clásica. No creemos que el
proceso venezolano o el llamado "socialismo del siglo XXI" sea tal. En realidad,
el proceso venezolano evidencia a las claras la visión revisionista y
claudicante de teóricos como Dieterich y otros. El socialismo que debemos
buscar, por todos los medios, se construye desde abajo y no desde arriba y se
sustenta con el pueblo en lucha y no con el ejército del sistema.
El socialismo que debemos conquistar es un proceso continental y complejo pero
requiere de tareas en cada marco nacional; tareas que deben ser coordinadas en
función de un objetivo clasista americano y no en el marco de las interacciones
exclusivas de las clases en pugna en cada país o subregión. El socialismo que
debemos conquistar requiere de una organización capaz de operar en todas las
condiciones y no creemos que la tesis frentista o movimientista permita
encontrar los caminos hacia esa meta. Sólo un partido de combate con una
disciplina férrea e inserto en las masas puede dirigir este proceso; sólo el
centralismo democrático puede articular dicha organización de cara a un proceso
duro y extenso. Sólo una organización concebida para el combate puede combatir
con éxito al sistema. (Quino)
Notas:
[1][2][3][4] Todos estos trabajos fueron desarrollados por el equipo del
Consultivo de Dirección de la Columna Artiguista de Liberación (CAL71) entre el
2005 y 2007. Los mismos pueden hallarse en diferentes sitios en la web. El
firmante, en el presente, no pertenece a dicho colectivo y continúa su
militancia en la dirección expresada en los ejes conceptuales del presente
trabajo. Eutsi.org Fuente: lafogata.org