Latinoam�rica
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Jose Carlos Mariategui, orientador de nuestro tiempo
Gustavo Espinoza M. (*)
Entre el 23 y el 26 de octubre de este a�o, tendr� lugar en Lima, convocado
por la Casa Museo y los Amigos de Mariategui, un Simposio Internacional con
motivo de los 80 a�os de los "7 Ensayos�", la obra cumbre del Amauta. El evento
permitir� analizar una vez m�s el rol de Mari�tegui en la orientaci�n de nuestro
tiempo. En esa direcci�n apuntan tambi�n estas ideas"
Reflexionar una vez m�s en torno a las ideas, el mensaje y el aporte intelectual
y social de Jos� Carlos Mariategui al proceso peruano, no es simplemente un
deber cotidiano, sino tambi�n una necesidad apremiante.
No podr�amos, en efecto, tener una noci�n clara de las responsabilidades del
movimiento popular en las condiciones de hoy, si no estuviera al frente de
nosotros el rostro sonriente del Amauta, pero adem�s, su manejo del
escenario pol�tico y su solvencia en el tratamiento de los temas esenciales de
nuestro tiempo.
Cuando en el Per� se agrava la crisis pol�tica y se perfilan los nuevos retos
para los trabajadores y el pueblo, la concepci�n clasista de Mari�tegui tiene
importancia decisiva.
Porque de all� debi�ramos partir para evocar al autor de los "7 Ensayos" al
recordar en octubre los a�os 80 de su publicaci�n.
Como lo se�alara recientemente Rodrigo Montoya en un interesante conversatorio
en el Rinc�n Rojo, Mari�tegui no fue "un hombre neutral", ni reivindic� "una
visi�n objetiva" en el tratamiento de los problemas esenciales del mundo
contempor�neo.
Fue un hombre con una filiaci�n y una fe, es decir, con una convicci�n definida
y una propuesta concreta.
Puso su sangre en sus ideas y luch� por lo que consideraba su m�s ferviente
aspiraci�n: concurrir al surgimiento del socialismo peruano.
El pensamiento mariateguiano se gui� por una idea b�sica: la lucha de clases
como motor de la historia.
No fue esa visi�n suya una mirada de secta, ni reflej� un punto de vista
estrecho. Al contrario, fue un modo de ubicarse en el atalaya para otear el
horizonte y encontrar los caminos de lucha por los que deb�a discurrir el
batallar del proletariado.
Por eso, los enemigos de Mari�tegui surgieron inmediatamente que se dieron
cuenta de esa realidad.
Y lo hicieron, precisamente, para reivindicar, en detrimento del aporte del
Amauta, la ra�da bandera de la colaboraci�n de clases que hab�a sido admitida
por los gonfaloneros del socialismo ut�pico desde Louis Blanc -el hombre de "la
tripartita"- hasta Alexandre Millerand, el abanderado de la participaci�n de los
socialistas en los gobiernos burgueses, a comienzo de los a�os 20 del pasado
siglo.
Fue ese, en el fondo, el planteamiento de V�ctor Ra�l Haya de la Torre, que neg�
la lucha de clases y el papel independiente del proletariado como una manera
pr�ctica de afirmar su pol�tica de colaboraci�n de clases que lo llevar�a a�os
despu�s a convertir a su partido en el furg�n de cola de Gran Capital, y a su
heredero -Garc�a P�rez- en el Presidente del gobierno de los ricos.
Por eso es que en una coyuntura como la que vivimos hoy resulta particularmente
significativo y grato el que, finalmente, la CGTP retomara el esquema del
sindicalismo de clase - dejado de lado transitoriamente por la influencia de las
ONGs de corte reformista- y desestimado su continuaci�n en el Acuerdo
Nacional, creaci�n estilizada de los mecanismos de conciliaci�n de clases que
impulsara con singular denuedo el laborismo ingl�s.
Como lo dice alguno de los documentos que circularon recientemente en el marco
del debate sindical en torno al tema, los 7 �tems que justifican el retiro de la
Central Obrera del entuerto creado por la Clase Dominante, se pueden sintetizar
de la siguiente manera:
1.- El Acuerdo Nacional se sustenta en la falsa idea de la "concertaci�n social"
y en la afirmaci�n de la idea de la "colaboraci�n de clases" y el "entendimiento
entre el capital y el trabajo", tesis todas ellas obsoletas y sepultadas por la
historia.
2.- La experiencia de nuestro pa�s ha demostrado que nunca la colaboraci�n de
clase ni los "acuerdos" obrero-patronales han servido a los trabajadores, salvo
en la circunstancia en la que hayan sido arrancados -como es el caso de los
Pliegos de Reclamo- por la v�a de la lucha sindical directa.
3.- El Acuerdo Nacional actual carece completamente de sustento. El mismo
gobierno lo ignora y lo hace a un lado cuando eso corresponde a sus objetivos de
clase; o lo usa cuando as� le conviene; pero nunca con la idea de atender las
demandas sociales ni aceptar los pedidos de los trabajadores o de las
poblaciones.
4.- El Acuerdo Nacional es absolutamente inoperante por cuanto resulta
incompatible con el modelo "neo liberal" que aplica el gobierno en colusi�n con
el Gran Capital y por decisiones del Fondo Monetario y los organismos
financieros internacionales.
5.- Igualmente el Acuerdo Nacional no est� en capacidad de asegurar una
legislaci�n laboral justa que responda a las necesidades elementales del pa�s ni
a los requerimientos reales de la producci�n. Simplemente se doblega ante la
intransigencia de la CONFIEP y los organismos patronales que le imponen su
pol�tica.
6.- Por la v�a del Acuerdo Nacional no se ha logrado la reposici�n de los
despedidos, ni la atenci�n a las demandas laborales de los trabajadores, ni la
aceptaci�n de las exigencias leg�timas de las poblaciones olvidadas. Tampoco se
ha dado un paso en la lucha contra la exclusi�n, la pobreza, la marginalidad, la
discriminaci�n y el atraso social, verdaderas lacras que agobian a la
sociedad peruana y
7.- Al retirarse abierta y claramente del Acuerdo Nacional, la CGTP estar� dando
una se�al definida de su concepci�n de clase y de su voluntad inquebrantable de
lucha vinculada siempre a los intereses de los trabajadores y el pueblo.
La adopci�n de la medida, por la Asamblea Nacional de la CGTP, confirma sin
ninguna duda, el papel orientador de Mari�tegui en las luchas actuales de
nuestro pueblo.
La tarea de hoy consiste entonces en continuar la brega enfrentando a los
enemigos en todos los terrenos. Y para hacerlo urge complementar el lenguaje de
clase con un comportamiento real que as� lo acredite (fin)
(*) Del Colectivo de Direcci�n de Nuestra Bandera /
www.nuestra- bandera.com