Latinoamérica
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Paraguay
La política económica del gobierno de Fernando Lugo
Los primeros cien días de la mano del Banco Mundial
Marco Boltes
Agrupamiento por el Socialismo
Este 15 de agosto asumió el nuevo gobierno encabezado por Fernando Lugo. La
expectativa que genera en amplios sectores del movimiento social y de
trabajadores aún sigue siendo muy fuerte, aunque ya se están generalizando las
dudas, bien fundamentadas, sobre su verdadero carácter, empezando por la
composición de su gabinete de ministros, producto de la coalición entre el PLRA,
Tekojoja y el P–Mas, integrado con algunos personajes con pésimas
referencias ante el movimiento campesino y de trabajadores.
Pero por sobre el resultado del cuoteo entre las organizaciones que hasta la
fecha son su sostén político, son más reveladores e importantes los movimientos
y tendencias en cuanto a los planes económicos y las políticas sociales a ser
aplicadas durante los primeros 100 días de gobierno. Quienes son los hombres
centrales de la administración Lugo, y cuales son las políticas económicas y
sociales que aplicarán nos dan una idea clara del rumbo que adopta este
gobierno, el gobierno del "cambio" en realidad es el gobierno del continuismo en
cuanto a la profundización de las medidas económicas neoliberales, pero con la
variante "progresista" de que las mismas van acompañadas de medidas paliativas
de corte asistencialista.
El "Gabinete del Cambio" para no cambiar nada
Empecemos por quienes conforman el flamante gabinete Luguista. El primer
nombramiento en el gabinete de ministros fue el de Dionisio Borda, ex ministro
de Hacienda (economía) del saliente gobierno de Nicanor Duarte Frutos. El
artífice de la Ley de Reordenamiento Administrativo y Adecuación Fiscal, más
conocida como la ley del "impuestazo".
Mientras ocupó el cargo por 21 meses entre el 2003 y 2005 fue el más fiel
partidario del FMI, con el cual consiguió cerrar un acuerdo en diciembre de 2003
por 73,5 millones de dólares.
El impuestazo, consistió esencialmente en generalizar el Impuesto al Valor
Agregado (IVA), y paralelamente reducir de 30% a 10% el impuesto a las ganancias
para las empresas, reforzando al mismo tiempo los controles fiscales. Como el
IVA es en realidad un impuesto al consumo y en los hechos un impuesto al
salario, finalmente el famoso equilibrio macroeconómico y el cumplimiento de los
deberes ante el FMI, fue logrado en base a cargar sobre las espaldas de la clase
trabajadora ocupada la crisis económica.
Al mismo tiempo, las patronales, tomándose de esta reforma tributaria, lograron
imponer formalmente el trabajo informal y precarizado, sin necesidad de
modificar o reformar mucho la legislación laboral. Se volvió moneda común, que
las empresas dejen de tener empleados contratados que figuren en nominas[1], con
los beneficios sociales y derechos laborales que ello implica. Ahora,
simplemente un trabajador figura para las administraciones como "prestador de
servicios", el cual mediante expedición de factura es expropiado del 10% de su
salario mensual a través del IVA, monto que luego sirve para ser utilizado por
las patronales para su amortización fiscal. Insistimos en que el equilibrio
fiscal, y parte de los acuerdos con el FMI, fue alcanzado en gran medida sobre
la base de esta plus explotación de los trabajadores.
Pero lo peor todavía esta por venir. Borda cuando dejo el ministerio en el 2005,
dejo inconclusa su tarea. Quedó pendiente la reforma de las empresas públicas y
del Banco Nacional de Fomento.[2] Su salida probablemente se dio ante su
"radicalidad" en cuanto a privatizar, lo que implicaba en ese momento un
terrible dilema para el régimen colorado, que utilizaba las empresas públicas
como centros de distribución de prebenda y sus funcionarios constituían un
electorado cautivo.
Ahora quiere terminar la tarea inconclusa. El mismo Borda poco antes de asumir
funciones adelantó, al final de una reunión con Lugo, a varios medios de prensa
que el tema central según él en este momento es "buscar soluciones" para las
empresas del estado.
Para lo cual se ha formado un consejo de ministros, ahora refrendado por decreto
del propio Lugo, el Consejo de Empresas Públicas, cuyos integrantes son tres:
Industria y Comercio, Obras Públicas y Hacienda, cuya tarea fundamental será.
"coordinar planes y programas de modernización de entes del Estado". Ya en esa
ocasión aclaró que buscar solución a las empresas del Estado significa,
básicamente, la incorporación de capital y gerenciamiento privado bajo la forma
de tercerización, concesión o capitalización. En ningún momento se habla de
privatización como tal, aclaró.
Solo que al ministro Borda se le olvidó mencionar que las actuales empresas
publicas, jurídicamente son Sociedades Anónimas, en las cuales hasta ahora el
estado es el mayor accionista, lo que implica que si se da la mentada
incorporación de capital y el gerenciamiento privado con el nombre o modalidad
que desee darle se habla de una privatización de hecho. [3]
Otro punto no menos importante, es que en el citado Consejo de Ministros lo
acompañan nada menos que el empresario del rubro farmacéutico Martín Heisecke,
ministro de Industria y Comercio junto con Efraín Alegre, ocupante de la cartera
de Obras Públicas. Ambos afiliados del conservador PLRA y defensores religiosos
del Neoliberalismo. Según el propio Alfredo Jaegli, senador liberal conocido por
ser el portavoz de los sectores más oligarcas, la elección de Borda por Lugo
para ocupar nuevamente la jefatura del ministerio en cuestión, se da porque
"puede garantizar que no haya ruptura brusca, ya conoce el manejo de este
gobierno y puede ayudar al que entra".[4]
En esto Jaegli tiene mucha razón. Durante el lapso de forzado retiro, el
reciclado ministro de Hacienda presentó, antes de las elecciones, un trabajo
hecho en colaboración con otros "especialistas" titulado "Notas para el Debate
Electoral 2008". En el trabajo se plantean los temas que a su opinión son los
prioritarios para la gestión pública 2008–2013.
El futuro ministro sostiene en el citado trabajo que el impedimento para lograr
un crecimiento económico sostenido, sustentable y equitativo radica, por un
lado, en la debilidad del Estado manifestada en la no vigencia del estado de
derecho, la carencia de un plan estratégico y políticas coordinadas, un sector
público no reformado y una burocracia subordinada a los intereses políticos.
También hay que sumar a las causas mencionadas, el escaso desarrollo del mercado
y la baja competitividad del sector privado por la distorsión del Estado
prebendario, imperfecciones del mercado, la informalidad y la ausencia de
regulación efectiva y el déficit en tecnología, servicios públicos, créditos y
mano de obra calificada.
Los temas incluidos en este trabajo son: crecimiento económico y empleo, reforma
constitucional para la gobernabilidad y gobernanza, energía y desarrollo de
infraestructura, educación superior y desarrollo del capital humano, reducción
de la pobreza y de la desigualdad e inserción económica del Paraguay en el
mundo.[5]
El neoliberalismo con rostro humano
Estas conclusiones, elaboradas con ayuda de "especialistas", no son otra cosa
que la aplicación a raja tabla de las recetas del Banco Mundial enmarcadas en el
nuevo consenso de Monterrey[6], el cual vino a suplantar al de Washington,
las mismas recetas que están resumidas en los Objetivos de Desarrollo del
Milenio de la ONU.
Coincidentemente con el trabajo de Borda, según el propio Banco Mundial las
prioridades para los países en desarrollo como el nuestro, se dan en cuatro
áreas; Mejorar el clima para el sector privado, Fortalecer el sector público y
mejorar la gobernabilidad, Aumentar las inversiones en infraestructura y por
último Mejorar la eficacia de la prestación de servicios que inciden en el
desarrollo humano. [7]
Estos Objetivos de Desarrollo del Milenio son el nuevo paradigma de las
políticas de cooperación para el desarrollo, impulsadas por el Banco Mundial y
el FMI, llevadas adelante con el respaldo de las Naciones Unidas. Los mismos son
reducir para el 2015 en un 50% el número de personas que viven con menos de 1
dólar, pasan hambre o carecen de agua potable; que todos los niños y niñas
pueden completar la enseñanza primaria; reducir en 2/3 partes la mortalidad
infantil y en ¾ la mortalidad materna; detener epidemias como el SIDA o la
malaria; hacer la deuda externa sostenible a largo plazo; aumentar la AOD hasta
el 0,7% del PNB mundial; integrar a los países en desarrollo en la economía
mundial a través de un sistema comercial y financiero abierto.[8]
Se supone que el medio de aplicar esta estrategia debe de ser la reformulación
nacional de las Estrategias de Reducción de la Pobreza (PRSP), impulsadas nada
menos que por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI),
movilizando todos los recursos nacionales y asegurando el compromiso a largo
plazo de la ayuda internacional, con una perspectiva no de tres, sino de cinco y
diez años.[9]
Es evidente que muchas de las medidas concretas que proponen para la lucha
contra la pobreza son propuestas positivas tomadas en si mismas. Pero está la
otra cara de la moneda. Estas metas del milenio de lucha contra la pobreza van
acompañadas de medidas conocidamente neoliberales.
Por eso afirmamos que es un nuevo paradigma, ya no se trata de la aplicación
ortodoxa de las recetas neoliberales, sino de un neoliberalismo compasivo.
Compasión que tampoco es gratuita.
En este esquema aparecen dos elementos nuevos en relación con el Consenso de
Washington y que están ya apuntados en el nuevo Consenso de Monterrey. El
primero de ellos es el papel de estado y del gasto público para movilizar,
regular y garantizar las inversiones necesarias en infraestructura, "capital
humano" y "clima de negocios" que aseguren el desarrollo pleno de la acumulación
primitiva de capital y sobre todo para su integración paulatina de nuestros
países atrasados en el mercado mundial.[10]
La venida a Paraguay de la mano del PNUD[11] del conocido economista Joseph E.
Stiglitz, que además de ser ganador del premio Nóbel en Economía en el 2001, fue
desde 1993 asesor económico de Clinton y desde 1997 vicepresidente y economista
jefe del Banco Mundial, sirve como un elemento más a la hora del recuento para
asumir que este será el paradigma económico del gobierno Lugo.
El asesor económico internacional de la APC[12], es otro neoliberal con rostro
humano recientemente converso. Su visión de la economía: la ineludible
globalización de la economía capitalista mundial y la necesidad de un nuevo
intervencionismo estatal y multilateral internacional para regularla a
diferentes niveles. Según sus propias palabras durante la conferencia dictada en
el Congreso Nacional, donde compartió con Lugo, Franco y Borda "las economías de
mercado han alcanzado altos índices de crecimiento en los últimos años, pero
este crecimiento no ha traído aparejado consigo una disminución de las
inequidades sociales. Es por eso que el Estado debe dar énfasis a la reducción
de estas inequidades, teniendo en cuenta que las personas son el principal
recurso de un país."[13]
Podemos agregar que en su planteamiento se hace necesaria una inyección exógena
de capitales, de manera selectiva, es ahí donde entran a tallar los organismos
económicos multilaterales como el Banco Mundial, y de la creación de las
condiciones de mercado necesarias para asegurar los beneficios que atraigan a
las multinacionales o la inversión extranjera, como las privatizaciones por
ejemplo.
La discusión sobre las implicancias de la aplicación de estas medidas económicas
por el nuevo gobierno[14] enmarcadas en un consenso aparentemente técnico y
científico con el apoyo de organismos internacionales, es antes que nada una
discusión política, no solo en cuanto a los metas en si, si no en cuanto a los
medios sugeridos para lograrlas.
Es conocido que este paradigma económico es el referente de los sectores de la
izquierda liberal del movimiento altermundista, el "capitalismo humanitario".
Pensar que bajo el sistema capitalista, y más aún en esta coyuntura de
globalización hegemonizada por Washington y el resto de los países
imperialistas, los países semicoloniales puedan salir del agujero donde están,
con la aplicación de las mismas recetas económicas responsables de su actual
situación, pero con medidas paliativas y focalizadas para mitigar sus efectos,
no solo es una utopía reaccionaria; sino toda una contraofensiva política
para desmontar los procesos de construcción que están llevando adelante los
movimientos sociales y de trabajadores en busca de la verdadera salida para
nuestro país, América latina y el resto de los países semicoloniales de la
pobreza y el atraso en que estamos sumidos, una salida socialista obrera,
campesina y popular.
Con el gabinete económico encabezado por Borda, es evidente que se prepara el
continuismo y la profundización de la aplicación de las medidas económicas
neoliberales, pero con el matiz de una política asistencialista a gran escala, a
fin de combatir los efectos más visibles resultantes de la aplicación de esas
medidas, como ser la extrema pobreza. Pero si hablamos de continuismo, también
hay que remarcar que seguirá vigente la formula de cargar sobre las espaldas de
la ya terriblemente castigada clase trabajadora los ajustes para lograr estas
metas.
Difícilmente los sectores agroexportadores y de ganaderos sufran un descuento a
sus cuantiosas ganancias, como se viene especulando. Y si ello ocurriera sería
meramente testimonial. En la práctica hemos visto que Borda no tocó un pelo a
estos sectores en su anterior gestión, y es claramente consecuente en ese
aspecto a su teoría económica, en cuanto a crear un "clima de negocios". Pero,
sobre todo, el propio Lugo en ningún momento, incluyendo la campaña electoral,
habló de tocar al modelo económico agroexportador. Terrible contradicción cuando
en otras ocasiones habla de la realización de una Reforma Agraria durante su
gobierno.
En cuanto a lo que podemos esperar los trabajadores de parte del nuevo gobierno
solo basta mirar los resultados de la anterior gestión Borda, por ejemplo que la
pobreza extrema ha aumentado en un 40 por ciento en el periodo 2005/07, es decir
unas 270.000 personas más cayeron en la extrema pobreza debido principalmente al
incremento de los precios de los alimentos en la canasta básica (según el último
informe de NNUU). El remedio peor que la enfermedad.
Despertar del letargo
A fin de cuentas, alguien tiene que "pagar el pato" para poder sostener el
programa asistencialista dirigido a los sectores marginalizados y mantener el
mentado "clima de negocios", porque con los fondos exógenos de la cooperación
internacional, o los fondos del FOCEM[15], no alcanza para que en los siguientes
cinco años, los efectos más visibles de las medidas neoliberales y de
continuidad del modelo agroexportador se mitiguen de alguna forma, si en
realidad esto les interesa. Nuevamente exprimir a los trabajadores será el
recurso económico central del gobierno del "cambio".
A estas alturas, afirmar que el gobierno Lugo no es el proyecto de un sector
burgués (y que tiene como norma desde el vamos, adoptar cambios superficiales
para no tocar el grueso de los privilegios de los mismos oligarcas que iniciaron
su ascenso ya en los albores del stronismo) que se propone y presenta como
alternativa de renovación efectiva para la defensa de los intereses generales de
toda la burguesía local frente al anterior agotado e inservible régimen bajo la
hegemonía del Partido Colorado, ya no es ingenuidad sino mala fe o vulgar
oportunismo.
De que todo siga igual, o peor, una vez más depende de los llamados sectores
sociales, la clase trabajadora organizada y el movimiento campesino.
Lamentablemente, a pesar del fortalecimiento de algunas iniciativas en la clase
trabajadora[16], vemos en el rasgo general es el de la confusión y de la
concesión tácita de un periodo de confianza hacia Lugo, el "esperemos a ver que
pasa". Actitud que trae aparejada la inmovilidad absoluta y la pérdida de
reflejos del movimiento campesino y de trabajadores que a futuro tendrá un costo
altísimo a la hora de enfrentar los ataques que sin dudas se avecinan.
Notas
[1] También de este modo evitan pagar los respectivos montos al Instituto de
Previsión Social por ejemplo.
[2] El Paraguay de Lugo y el FMI,