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Leopoldo Fernández, el "carnicero de Porvenir"
Bolpress
Más de 30 personas habrían sido asesinadas en la localidad pandina de
Porvenir el 11 de septiembre de 2008, una de las peores masacres campesinas en
democracia. El principal responsable de la matanza, el prefecto de Pando
Leopoldo Fernández, "el carnicero de Porvenir", llamó a sus grupos de choque
armados a resistir el estado de sitio "abusivo y bravucón" del gobierno.
El jueves 11 de septiembre, aproximadamente mil campesinos de comunidades de
Puerto Rico, Madre de Dios y el Palmar marchaban hacia la ciudad de Cobija para
participar en un ampliado del sector.
Funcionarios del Servicio Departamental de Caminos, empleados de la Prefectura y
activistas cívicos enviados por el prefecto Leopoldo Fernández intentaron sin
éxito detener a la caravana campesina a unos siete kilómetros de Porvenir. Luego
emboscaron a los marchistas en inmediaciones del puente Cachuelita, donde
cavaron una zanja de 10 metros de ancho para evitar el paso de camiones y gente.
"Todos venían armados (los campesinos), hicimos unas zanjas para evitar que
lleguen hasta Cobija, uno de los últimos recursos que teníamos porque tenían la
intención de tomar la Prefectura y luego Cobija; lo sabían las autoridades
policiales y militares. Y ahí tuvimos los primeros heridos", narra el prefecto
Fernández.
Según Fernández, el supuesto "enfrentamiento" se desató cuando su grupo de
choque "incendió dos camionetas de esta gente (campesinos); parecía un polvorín,
durante varios minutos regaba balas y disparos por todo lado, porque estaba
explosionando todo el cargamento que tenían estos campesinos pacíficos que dice
el gobierno".
Los campesinos desarmados recuerdan que francotiradores instalados en las copas
de los árboles comenzaron a disparar ametralladoras automáticas. Una volqueta
del Servicio de Caminos aplastó a dos campesinos.
"De pronto escuchamos disparos y algunas personas cayeron heridas.
Hombres, mujeres y niños corrieron a todo lado para salvar sus vidas, pero
muchos fueron heridos o tomados por la fuerza para ser torturados", recuerda
Roberto Tito, testigo directo de la masacre.
"Fuimos matados como chanchos, con ametralladoras, con rifles, con escopetas,
con revolver. Los campesinos solo traían sus dientes, palos, ondas, no traían
escopetas. Luego de los primeros disparos, algunos huyeron hacia el río
Tahuamanu, pero les persiguieron y les dispararon", cuenta Shirley Segovia,
dirigente de una subcentral de Porvenir.
El dirigente social pandino Dionisio López declaró a radio Patria Nueva que al
menos 30 sicarios casi lo matan a golpes: "Estaba queriendo rescatar a los
heridos de bala, y ahí me interceptaron en Porvenir, más o menos a la una y
media (13:30). En Cobija me golpearon más o menos hasta las 10 de la noche.
Dijeron que yo era masista por el color de mi cara, querían matarme...".
Ese jueves, después de la emboscada sangrienta, los sicarios y narcotraficantes
al mando del prefecto del departamento de Pando continuaron asesinando
campesinos. Al menos cien personas cruzaron la frontera para salvar la vida.
Días antes los vándalos y grupos de choque quemaron casas, saquearon mercados y
atentaron contra varios medios de comunicación. La violencia se desbordó luego
de la masacre. El prefecto Fernández llamó a la ciudadanía a mantener la calma y
pacificar la ciudad de Cobija, pero mantuvo movilizadas a sus huestes "por la
restitución del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH)". La autoridad
departamental culpó al Poder Ejecutivo de las ocho muertes registradas hasta ese
momento, la mayoría campesinos "Este gobierno no conseguirá ni en Pando, ni
Tarija, ni en Beni, ni en Santa Cruz, ni Chuquisaca, ni en el país en su
conjunto, consumar lo que pretende (...) no voy a retirarme en ningún momento de
esta lucha (...) La mentira no vencerá en este país, queremos dejar un mejor
futuro para nuestras familias (...) guardemos nuestras fuerzas para luchar (...)
hay que retirarse para darle un poco de tranquilidad a esa gente que está en
zozobra", dijo Fernández.
El viernes continuaban las persecuciones y los asesinatos en Cachuelita y
Filadelfia, provincias rebeldes que rechazaron el "referéndum autonómico" de los
patrones autonomistas y que revocaron a Fernández en el referéndum del 10 de
agosto. Los paramilitares pagados por la prefectura no dejaban rescatar a los
heridos y los cuerpos de los asesinados.
En la ciudad de Cobija, amedrentaban 40 funcionarios de la Prefectura de Pando
encapuchados, con armas cortas y metralletas. Se denunció la existencia de 15
campesinos rehenes en las oficinas del Comité Cívico.
"La situación es dramática y trágica, están asesinando campesinos cada momento y
la Policía y el Ejército no están actuando para salvar vidas.
Mucha gente fue torturada en los ambientes del Comité Cívico; pedimos que se
intervenga el departamento Pando", clamó el senador de UN Abraham Cuellar,
amenazado de muerte por funcionarios de la Prefectura.
La representante presidencial en Pando Nancy Texeira, al borde del llanto,
criticó al gobierno por abandonar a su gente y exigió una intervención inmediata
del departamento.
A las 7 de la noche del viernes, el gobierno de Evo Morales dictó estado de
sitio regionalizado en el departamento de Pando con el fin de evitar mayores
crímenes de lesa humanidad.
Pero los grupos sediciosos se rieron de la noticia y asaltaron dos tiendas de
armamento en Cobija y atacaron con ametralladoras a los militares que retomaron
el control del aeropuerto. En la refriega murieron dos funcionarios de la
Prefectura y el conscripto Ramiro Tañini Alvarado (17), victimado con una bala
calibre 22.
Leopoldo Fernández declaró que no acataría el estado de sitio y advirtió que las
movilizaciones continuarían. "Va a costar implementar un estado de sitio
abusivamente. Creyeron que Pando era el eslabón más débil, (pero) vamos a seguir
luchando, queremos un país con libertades, no van a conseguir paralizar el
proceso autonómico ni le van a quitar a Pando esa esperanza de crecer, tenemos
derecho, vamos a pelear por lo que nos corresponde, no nos quitarán nuestros
recursos".
Hasta el mediodía de este sábado los militares aún no habían logrado tomar el
control de la ciudad de Cobija y menos ingresar a Filadelfia y Porvenir. Se
escuchaban ráfagas de ametralladoras en algunas zonas de la ciudad de Cobija.
A las 21 horas el ministro de la Presidencia Juan Ramón Quintana llegó a Cobija
con más efectivos militares para hacer cumplir el estado de sitio.
El ministro de Gobierno Alfredo Rada confirmó el sábado que al menos 16 personas
perdieron la vida en la masacre del jueves, pero horas después reportes
extraoficiales daban cuenta de que habría por lo menos 30 muertos. Diversas
fuentes informan que hay 80 heridos de bala y hasta 100 desaparecidos. La
Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia denunció la
desaparición de más de 50 afiliados y 26 heridos de bala.