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Colombia: Más allá de la Operación Jaque
Rafael Calcines Armas
Bogotá (PL)
La paz en Colombia sigue siendo una interrogante, más allá de las reacciones
iniciales por la reciente liberación de la ex candidata presidencial Ingrid
Betancour y de otros 14 retenidos por la insurgencia.
Existe consenso sobre el golpe que representó el
rescate del grupo para las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC),
el cual se sumó a la pérdida en meses pasados, por distintas causas, de sus
líderes Manuel Marulanda, Raúl Reyes e Iván Ríos.
La seriedad de este suceso se fundamenta no solo
en la importancia política de figuras como Ingrid Betancourt y los agentes
estadounidenses Keith Stancell, Marc Gonsalves y Thomas Howe, para cualquier
negociación.
Sobre todo, resulta significativo que la
denominada Operación Jaque de las fuerzas militares colombianas se apoyó en un
trabajo de inteligencia y penetración de la máxima dirección del grupo
insurgente.
Sin embargo, pensar que las FARC están
derrotadas, como se expresa en algunos círculos políticos y gubernamentales,
parece ser una valoración desacertada de las capacidades del grupo guerrillero.
La propia Ingrid Betancour, recién llegada a
Bogotá, rechazó tal consideración.
En el plano interno el éxito de la acción militar
parece reforzar la línea seguida por el gobierno de enfrentar militarmente a las
FARC, a tono con la política de Seguridad Democrática propugnada por el
presidente Alvaro Uribe.
Los propios mandos militares admitieron que
respiraron aliviados tras la operación, sin quemar un solo cartucho.
Si en el intento hubiera muerto alguno de los
rehenes hubiera sido un desastre para el gobierno, coinciden analistas.
En esta oportunidad las autoridades navegaron con
suerte, a diferencia de otras en las cuales los intentos de rescate a sangre y
fuego culminaron con la muerte de rehenes.
Para los partidarios de una nueva reelección del
presidente Uribe, la ocasión se presenta excepcional. Tanto la gran prensa como
los partidos que lo respaldan, no cesan de alabar su figura y su política.
Este histórico suceso seguramente será empleado
para promover la continuidad de Uribe al frente del ejecutivo, en momentos en
que su legitimidad está en entredicho.
La Corte Suprema declaró recientemente ilegítima
la reelección del gobernante tras descubrirse que se cometió fraude en la
campaña del 2006 que lo llevó a la presidencia por segunda vez.
En respuesta, Uribe se pronunció por un referendo
popular para legitimar su reelección del 2006.
De producirse la convocatoria en este momento, el
éxito de la Operación Jaque seguramente reportaría jugosos dividendos.
Pero además, sigue como una interrogante la
búsqueda de la paz en el país.
Para una parte de la polarizada sociedad
colombiana, la acción militar refuerza el criterio de que el enfrentamiento
armado a la guerrilla es la solución.
Otros insisten en continuar buscando el diálogo
para un acuerdo humanitario que permita la liberación de los demás retenidos por
la insurgencia.
Parece obvio que, por sus características, es
casi imposible que la Operación Jaque pueda repetirse y engañar por segunda vez
a las FARC.
Entonces la necesidad del diálogo continúa sobre
la mesa.
En ello insistió Ingrid Betancour, quien al menos
en dos ocasiones consideró que los presidentes Hugo Chávez, de Venezuela, y
Rafael Correa, de Ecuador, son "aliados muy importantes" en la búsqueda de una
paz negociada.
Asimismo llamó a ampliar la mediación
internacional y mencionó especialmente a la presidenta de Argentina, Cristina
Fernández, y la continuidad del apoyo del gobierno francés a esa causa.
Sin embargo, las declaraciones del ministro de
Defensa, Juan Manuel Santos, no dejan lugar a dudas sobre la posición
gubernamental: "buscaremos la libertad de los rehenes por cualquier vía".