Latinoamérica
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Los trabajadores del reciclaje y su lucha por la justicia
Tamara Pearson
Green Left Weekly
Traducción: CLAN
"Una vez que cobraron sus sueldos, los trabajadores ocuparon las
instalaciones y exigieron que la empresa se retirara. Ocuparon las oficinas y
exigieron que Sincreba saliera de la planta", relató Simón Rodríguez Porras a
Green Left Weekly (GLW), al hacer un recuento de la toma pacífica de la Planta
de Tratamiento de Desechos Sólidos de Mérida, en Septiembre del año pasado.
La toma fue propiciada por una serie de disputas alrededor de las violaciones
patronales a las leyes laborales, luego de que centenares de trabajadores fueran
despedidos y puestos a laborar bajo un régimen de subcontratación que empeoró
sus condiciones de trabajo.
"La empresa movilizó a la policía, diciendo que su personal había sido
secuestrado por los trabajadores, pero la situación era la opuesta, los
trabajadores no retenían a nadie, más bien le exigían a los representantes de la
empresa que se retiraran. Al cabo de un par de horas, la empresa se retiró...
con más de cien trabajadores movilizados, la policía no pudo actuar en su
contra".
Rodríguez es uno de los dirigentes del Colectivo Libre Aquiles Nazoa, y
militante de la Unidad Socialista de Izquierda, que ha estado trabajando con los
trabajadores de la planta, estableciendo vínculos con otras organizaciones
obreras, colectivos populares, y medios alternativos, promoviendo la solidaridad
con esta lucha. GLW conversó con él acerca del caso.
Control obrero
Los trabajadores tomaron la planta luego de que todas las conversaciones y las
negociaciones fracasaran; declararon la salida de los administradores y
directores a las órdenes del presidente de Sincreba, Ricardo Vielma, y tomaron
el control de la planta el 22 de Septiembre de 2007. La planta funcionó bajo
control obrero por dos semanas, aproximadamente.
"Todos ganaban igual, incluyendo a las dirigentes, e hicieron inversiones para
reparar camiones y maquinaria que había sido abandonada y deteriorada por la
empresa. Durante la primera semana, la clasificación de la basura se hizo
manualmente, pues la maquinaria estaba averiada. Ya en la segunda semana
lograron que los procesos mecanizados operaran a un 50% de su capacidad", dijo
Rodríguez.
Vielma respondió utilizando mercenarios para sabotear la planta, destruyendo
maquinaria, interrumpiendo el servicio de agua y electricidad, y dejando a cinco
trabajadores heridos. La policía no atendió las exigencias de seguridad hechas
por los trabajadores, y más bien participó, junto con mercenarios, en el
desalojo de la planta del 19 de Octubre. La planta fue recuperada por los
trabajadores el 22 de Octubre, y al día siguiente el Municipio Libertador
rescindió la conseción otorgada a Sincreba.
Sin embargo, las autoridades locales y regionales no tomaron pasos hacia la
formalización del control obrero de la planta, ni a favor de la protección de
los trabajadores. El 11 de Noviembre, un grupo fuertemente armado atacó y
sometió a los trabajadores que custodiaban la planta. Uno de los trabajadores
fue torturado, al tiempo que los agresores buscaban a Sonia Mejías, una de las
líderes obreras.
Finalmente, el 19 de Noviembre, mercenarios de Sincreba y efectivos policiales
tuvieron éxito en expulsar a los trabajadores de la planta, saqueando
posteriormente maquinaria y camiones, los cuales eran propiedad pública. Desde
entonces, los trabajadores no han accedido a la planta.
Rodríguez explicó que varios de estos mercenarios eran ex trabajadores de
Sincreba, pobladores de la comunidad, quienes "no actuaron por razones
ideológicas, sino por el pago del empresario". "Hay que tomar en cuenta que
muchos de los que trabajaron en la planta eran ex reos, desempleados y en una
situación de necesidad económica... La empresa le sacó provecho a esta debilidad
económica de una parte de sus trabajadores y extrabajadores."
Antes de la construcción de la planta, alrededor de 30 obreros de Sincreba eran
recicladores informales en los botaderos, recolectando plástico y otros
materiales comercializables. "Una de las justificaciones para la construcción de
la planta era la de terminar con este tipo de reciclaje informal, pues es muy
peligroso. Pero ahora estos trabajadores han tenido que regresar al trabajo en
el botadero".
¿Por qué los cuerpos policiales y los alcaldes- todos los cinco son chavistas y
dicen apoyar el proceso de cambios liderizado por el Presidente Hugo Chávez- no
han apoyado a los trabajadores?
Rodríguez argumenta que "aquí las instituciones y las leyes garantizan los
principios básicos del capitalismo". Señaló que el abogado de Sincreba forma
parte del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), un partido de masas
pro-Chávez que tiene 5,7 millones de personas registradas para ser militantes.
Rodríguez también argumentó que el PSUV "es un partido policlasista, no es un
partido obrero". Dijo que "algunos militantes del PSUV han apoyado la lucha
individualmente", pero los alcaldes "sólo usan camisas rojas".
También planteó que cuando estas autoridades "median" desde una declarada
posición "neutral", de hecho dan su apoyo a la parte más fuerte en la
confrontación.
Los alcaldes llegaron a un acuerdo con el Consejo Comunal de Puente Viejo (estos
son comités de base que promueven la democracia participativa), para entregarle
la responsabilidad de resguardar la planta. La cooperativa de trabajadores
formalmente solicitó reunirse con el Consejo para reabrir la planta, con la
participación de la comunidad, pero hasta ahora no ha accedido a esta solicitud.
"Las autoridades usan al Consejo Comunal para tercerizar el conflicto, como una
manera de evadir su propia responsabilidad", planteó Rodríguez.
El Colectivo Libre Aquiles Nazoa exige la intervención estatal, citando
recomendaciones de la Asamblea Nacional, para permitir a los trabajadores
gestionar el funcionamiento de la planta. El CLAN plantea que una empresa que
clasifica y recicla los residuos sólidos debería ser, por su naturaleza, una
empresa pública, y que debe ser manejada bajo control obrero. Plantean que esto
permitiría desarrollar un experimento avanzado en materia de reciclaje, al igual
que un modelo socialista de gestión obrera.
También conocí a Sonia Mejías. Llevaba algunas carpetas de manila, y nos mostró
los documentos que los obreros han redactado y las cartas que han entregado.
"Nadie responde... no entiendo por qué no abren la planta, está prácticamente
abandonada".
Rodríguez concluyó: "Nosotros entendemos que en el marco de un Estado burgués
que defiende la propiedad privada de los medios de producción, una lucha como
esta siempre es difícil. La posibilidad de ganar esta lucha depende de cómo
podemos aprovechar las coyunturas políticas para poner la presión del lado de
las autoridades para que den una respuesta favorable a las exigencias de los
trabajadores".
(Extracto del original, el cual se puede leer en: http://www.greenleft.org.au/2008/755/38997)