Latinoamérica
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Tupamaros. De las armas a las urnas
Revista Sudestada
Entrevista con Jorge Zabalza :: "Encabezado por Marenales, el MLN es el
sustento del verso de Mujica. Los que discrepan con ambos, no tiene otro remedio
que irse"
"La verdad es revolucionaria", dice Jorge Zabalza.
"Jamás nos arrepentiremos de haber empuñado fusiles para revolucionar el mundo",
advierte.
"Se pueden mantener las viejas gafas tupamaras para ver las nuevas realidades
con los colores rojo y negro de siempre", señala, también.
Protagonista de la gesta tupamara de décadas pasadas, uno de los nueve "rehenes" del MLN-T durante la dictadura militar y otra vez figura clave en la reconstrucción de la organización al regreso de la democracia, Zabalza hoy es un erizo que espina en la dinámica centrista del "nuevo" MLN-T.
Desde allí, alejado de la dirección tupamara desde 1994, ocupa con gusto su función de francotirador y dispara. Lo hizo desde el libro de Federico Leicht, Cero a la izquierda. Una biografía de Jorge Zabalza, que levantó polvareda entre sus ex compañeros, batió récords de venta para un libro de este tipo en Uruguay y agitó las de por sí turbias aguas al interior del Movimiento de Participación Popular (MPP). Diagnóstico, sentires y convicciones de un revolucionario que dialoga con Sudestada y no se resigna a perder de vista el horizonte insurreccional tupamaro.
-¿Cómo surgió la idea de publicar el libro? ¿Por qué la decisión de
hacerlo en este momento concreto?
-La idea se le ocurrió a Federico Leitch, el periodista que lo escribió, a
partir de una entrevista y en el curso de las charlas que la continuaron. Le
interesó mi versión de la historia de los tupamaros, que no es la historieta de
dibujitos animados que otros hacen. A mí me pareció sensato dejar otra
interpretación de hechos que conocimos por adentro. Cuando lo terminó de
escribir y se corrigió, la editorial lo publicó. ¿Cuál sería un momento
correcto? ¿Le tendríamos que haber pedido permiso a quién para publicarlo...?
-La derecha ha utilizado el libro de forma oportunista y recortada: sólo han
explotado sus comentarios acerca de la relación con la ETA y el MTP, y el papel
del MLN durante los incidentes por los vascos en el Hospital Filtro. ¿Qué
sensaciones le genera esta manipulación de sus recuerdos?
-Una aclaración previa: la lucha por la liberación del pueblo vasco es una causa
justa. Tan justa como la guerra del pueblo artiguista contra el dominio del
Imperio Español. Claro, como nuestras retinas conocen a los Países Vascos
dibujados dentro del mapa del Estado español, a la conciencia se la hace más
difícil percibirlo. Segunda aclaración: para los tupamaros, ETA es un movimiento
revolucionario con el cual siempre practicamos la solidaridad internacionalista,
aun cuando creamos que algunas de sus operaciones no son comprendidas por la
población y no obran en el sentido de la acumulación hacia la revolución social.
De la misma manera, a lo largo de toda nuestra historia, hemos sido solidarios
con la Revolución Cubana, sin por ello perder la independencia crítica en
relación a muchos aspectos que no comprendemos o no compartimos. Hay un hábito
mental de origen estalinista que identifica solidaridad con subordinación.
Tercera aclaración: desde fines de los 80, apoyamos solidariamente la radicación
de vascos perseguidos por los grupos paramilitares que armaba el gobierno
socialista de Felipe González (los socialistas pueden ser más crudos que los
liberales, parece una advertencia de la historia) y, al mismo tiempo, por
internacionalismo, ellos contribuyeron a "salvar"" las finanzas de CX 44 Radio
Panamericana, como lo hicieron muchas organizaciones del mundo entero y
muchísimos ciudadanos uruguayos. Creo que es una reverenda hipocresía haber
aceptado la solidaridad de los revolucionarios vascos cuando se precisaba y
ahora, cuando se está en el parlamento y en el gobierno, darles el tratamiento
de "banda terrorista". No quiero morir hipócrita, por eso confirmé lo que ya se
sabía públicamente.
Finalmente: ya está muy viejo eso de acallar las críticas y esconder la
información para que no aproveche la derecha. Con ese verso, se prohibía opinar
sobre la URSS y así les fue... La derecha siempre está haciendo su juego por sí
sola sin necesitar de nadie. Además ¿a cuál derecha se refiere? ¿A la vernácula
o a la derecha entronizada en el Frente Amplio y en el gobierno progresista?
¿Cuál de las dos sirve mejor a los intereses de los grandes capitales?
El favor más grande que le hacemos a la derecha es con la hipocresía del doble
discurso. La verdad es revolucionaria y al hacerse pública, el pueblo y la
militancia están en condiciones de sacar sus propias conclusiones y de tener
todos los elementos necesarios a la hora de decidir.
-Además de la preeminencia urbana y del ingenio en sus acciones ¿que otras
singularidades podría marca sobre Tupamaros con respecto a otras organizaciones
político-militares en América Latina?
-Raúl Sendic preconizó la "regla de oro" para el ejercicio de la violencia
revolucionaria. Inicialmente, lo tupas buscaban hacer solamente operaciones que
fueran comprendidas por el pueblo asalariado. La prensa burguesa les llamaba
"simpáticas" o "ingeniosas", pero su sentido estratégico era que, aunque la
gente no compartiera la vía armada, entendiera esas acciones como legítimas del
punto de vista político.
Otra singularidad fue la independencia con relación a las estrategias para la
revolución en el continente. Convencidos de que la revolución es latinoamericana
y no uruguaya, no seguimos los "lineazos" que venían de ninguno de los centros
políticos de la revolución mundial (China, URSS, Cuba). Aún en el error,
elegimos pensar con cabeza propia. Por fortuna, esta singularidad abarcó a otros
movimientos revolucionarios latinoamericanos.
-En el libro admite que la primera impresión, al conocer a Sendic, fue algo
decepcionante. ¿Qué recuerda de aquél primer encuentro? ¿Con qué palabras lo
definiría en tanto líder político?
-Claro, uno imagina encontrarse con una figura impresionante y se topa con un
hombre sencillo al que se le "apelotonan" los contactos. Raúl Sendic, sin
embargo, significó para el Uruguay lo que Ernesto Guevara para América Latina.
En pleno Uruguay batllista pasó a la clandestinidad, haciendo una opción
política que cambiaba el curso de su propia vida y fue un mensaje de compromiso
con el pueblo asalariado. Proponía con su práctica vital una revolución social
que nadie podía pensar fuera posible en aquel remanso de paz política. El suyo
fue un Grito de Asencio semejante al dado en 1811 por los revolucionarios de
José Artigas. Sendic expresabas su pensamiento con hechos, muscularmente. "Pasó
por la vida generando remolinos de hechos", lo define su mejor biógrafo, Samuel
Blixen.
-En un apartado del libro, señala que la acción armada debe -además de
instrumento de desgaste- cumplir la función de medio para dar la lucha de ideas
revolucionarias. ¿Le parece que el trabajo político del MLN-T en el pasado
alcanzó esas dos variables o priorizó una por sobre otra?
-La estrategia político militar de los 70 pasaba por el hostigamiento al aparato
represivo del Estado. Hostigarlo y desgastarlo mientras la pequeña organización,
por el contrario, se iba fortaleciendo y desarrollando hasta convertirse en un
ejército popular (al estilo del vietnamita o de las FARC hoy día). El doble
proceso de desgaste-fortalecimiento terminaría, según pensábamos, con el poder
del Estado cayendo como un fruto maduro en manos del pueblo y la organización
revolucionaria. Esa concepción nos condujo a la derrota. Hoy estamos convencidos
de que la revolución no se hace solamente apoderándose de la estructura estatal,
sino que, lo esencial, lo decisivo, es la moral y la filosofía que estimula a la
lucha por la revolución. El problema de un movimiento revolucionario no es tanto
el hostigamiento al aparato represivo, sino el surgimiento de los miles de
pilares humanos necesarios para hacer la revolución social.
Nos parece que la estrategia debe apuntar más al crecimiento en conciencia de
los constructores que al edificio que ellos están construyendo. Las actitudes de
un montón de viejos guerrilleros mutados caudillos electorales hoy pueden
hacernos preguntar... ¿qué habría sido de la revolución si se hubiera tomado el
poder con esa cabeza que están demostrando tener? En definitiva, la revolución
es un hecho de conciencia, señalaba Ernesto Guevara.
-La figura de Héctor Amodio Pérez es central en la historia del MLN. ¿Cómo es
posible entender el tamaño de su traición, siendo fundador y uno de los cuadros
organizativos más respetados?
-¿Cómo es posible entender la traición de Joaquín Villalobos en El Salvador, o
la del Cabo Anselmo en Brasil? La traición es un hecho individual y depende más
de elementos sicológicos que de condicionantes políticos: el miedo, la relación
de poder con el que tortura, la admiración hacia ese poderoso señor que decide
sobre la vida o muerte, etc. Hay que llamar al terapeuta de Amodio para saber en
cuánto la ambición frustrada de poder lo llevó a convertirse en traidor. El
continúa viviendo su eterna espera de la guadaña vengadora. En determinadas
circunstancias, la venganza es un simple acto de justicia.
-¿Qué representó para Tupamaros la acción de la toma de Pando?
-Tomar la pequeña ciudad de Pando servía como ensayo para medir la distancia que
nos faltaba para tomar la ciudad de Montevideo. Cuánta capacidad de fuego nos
faltaba, qué desarrollo organizativo era necesario, qué capacidad de
comunicación y de transporte, etc. Identificábamos insurrección con una
operación del aparato armado. Esa identificación nos llevó a concebir al
movimiento de masas como la "telaraña MLN-pueblo", o sea, una estructura en
torno al centro de decisiones, que es el aparato armado. Forma parte del pecado
original que nos hizo quedar enfrentados mano a mano con las Fuerzas Armadas.
-Ud. señala que el aparato armado tomó "otro rumbo, divergente y con una
velocidad muy superior al ritmo del movimiento popular". ¿Qué errores marcaría
como decisivos para el MLN-T, a tal punto que la organización fue derrotada
militarmente en un plazo breve?
-Las causas de las derrotas hay que buscarlas en las concepciones que pautan la
acción revolucionaria. Intentaré una explicación bien concreta. En 1971 ocurrió
la fuga de 111 presos políticos del penal de Punta Carretas. Horas antes, el
combativo barrio proletario de La Teja fue prácticamente tomado por núcleos
militantes del movimiento de masas. Se voltearon árboles y columnas para hacer
barricadas, se incendiaron autobuses y cubiertas de auto, se desparramaron
miguelitos y se defendieron con hondas y molotovs cuando llegó la policía. A las
pocas horas, escuchábamos a la radio policial transmitir el alerta porque no
quedaba un solo patrullero en condiciones de actuar. Fue una pequeña intifada
criolla.
El error de concepción fue pensar la insurrección como la acción del aparato
militar (hoy se toma Pando, mañana Montevideo), cuando debíamos haber pensado la
insurrección como un hecho protagonizado por el movimiento de masas organizado
militarmente, el pueblo armado y organizado como en tiempos de Artigas. O sea,
hoy intifada en La Teja, mañana en todo Montevideo. Cambia el contenido de la
acción armada: ya no es solamente desgastar al enemigo, sino que se emplea como
instrumento para la inserción de las ideas revolucionarias en los luchadores
sociales. Su objetivo es transformar a esos luchadores sociales en militantes
insurrectos, de barricada y molotov; hacer del espíritu de rebelión de la gente
una intifada de pueblo capaz de empantanar al aparato represivo, derrotándolo.
Al pensar la insurrección como un hecho de masas, el movimiento revolucionario
está obligado a acompasar su desarrollo militar al desarrollo en conciencia del
movimiento popular. Y, en consecuencia, los tupamaros no estaríamos lamentando
haber sido derrotados militarmente un año antes de las históricas jornadas de la
Huelga General de 1973, cuando no era imposible que el rechazo al golpe militar
se desarrollara hasta una insurrección popular. No ocurrió eso porque el
movimiento revolucionario ni lo pensó siquiera.
-¿Cuál era el objetivo de implementar "el plan tatú" en el interior?
-Al carecer el Uruguay de montañas y selvas, los tupas rechazamos el
determinismo geográfico y tomando ideas tácticas de los vietnamitas, quisimos
rodear algunos centros poblados con una "constelación" de tatuceras (escondites
bajo tierra en cerros y arroyos) que nos permitiera extender la propaganda
política y el hostigamiento por todo el país, entre otras cosas, para retener
lejos de Montevideo las unidades militares asentadas en las ciudades del
interior. Con ese objetivo, el "plan Tatú" se proponía establecer vínculos
políticos con la dispersa población del campo uruguayo, algo que no se alcanzó.
-Llama la atención la curiosidad que se demuestra ante la publicación de
libros, documentales o artículos ligados a la historia de Tupamaros,
particularmente entre los jóvenes. ¿Cuál le parece que es la razón de ese
interés persistente?
-El Uruguay entero fue una cárcel durante la dictadura y los tres millones de
encarcelados sin rejas fueron víctimas de una estafa intelectual, convertidos en
ignorantes de su propia historia. Los milicos volvieron a los cuarteles en 1985,
pero su tutela intelectual continuó: hasta hace muy poco, los escolares seguían
castrados, no conocían la vera historia de sus padres y abuelos. En la enseñanza
hay una apertura al conocimiento de la historia reciente, todavía según una
versión "oficial" que colorea de rosa algunos aspectos de la lucha
revolucionaria entre 1960 y 1972. Pero, como la gente piensa sin hacer caso a
santas inquisiciones, se interesa por conocer, de primera mano, otras versiones
alternativas.
Las compañeras dieron el puntapié inicial en esto de desovillar la memoria de
los tupamaros. Contaron historias de vida muy descarnadas que dibujaban en rojo
y negro el período signado por la multitud de mujeres y hombres que empuñaron
armas para hacer la revolución social. Ellas, las compañeras, contaban sus
historias sin negarse a sí mismas, asumiendo su condición de revolucionarias y
reivindicando las razones de su lucha.
A partir de su coraje para contar han aparecido muchos otros relatos de vidas
personales (Estefanell, Wolf, Liscano, Sirio López, etc); también se han
publicado los libros de Blixen que destacan las historias colectivas de los
tupamaros (Sendic, Fugas, Comisión Aspirina) y algunos análisis críticos de
nuestro pasado (Cultelli, Jorge Torres, Clara Aldrighi, Rodrigo Véscovi, Ricardo
Perdomo). Hasta hace pocos años delegábamos en un par de compañeros
intelectuales (Fernández Huidobro, Rosencof) el derecho a relatar y opinar sobre
la historia; ahora se perdió el miedo y el boom de publicaciones rescata la
pluralidad de interpretaciones y de puntos de vista. Es una especie de
"documentación" muy variada que servirá de base al futuro trabajo de
investigación histórica.
Al interés por las nuevas publicaciones corresponde la salida pública, sin
intermediarios, de los protagonistas directos de la historia de los tupamaros,
que, por su diversidad y honestidad, renueva la avidez por conocer las
diferentes verdades. Es un doble despertar (relatores y lectores) que se
alimenta mutuamente.
-¿Cuál fue su balance general de lo actuado por el MLN durante los 70?
- Mujeres y hombres, jóvenes todos, individualizados con nombre y apellido, se
volvieron factor fundamental de la lucha revolucionaria. Toda una generación
latinoamericana abandonó la carrera pirámide arriba que propone el capitalismo,
y por miles nos lanzamos a hacer la revolución. Perdieron valor los bienes
terrenales y se revalorizaron los actos cotidianos de entrega sin cálculos de
beneficio personal. Miles de voluntades combadas en el esfuerzo por cambiarse a
sí mismos, por insurreccionar sus espíritus; descubrimos nuevos colores,
aprendimos a pensar con pensamiento crítico y proletarizamos nuestros corazones.
Creo que esa experiencia masiva de montar flacos rocinantes junto al Che Guevara
es el balance de aquella etapa insurreccional en toda América Latina. Los
tupamaros fuimos parte de esa pelea contra la alienación y la filosofía del
individualismo feroz, esa pelea por alcanzar la categoría de revolucionarios, el
estadio más alto del ser humano.
-¿Cómo se visualiza hoy a nivel popular, tantos años después, la etapa en que
el MLN protagonizó la lucha armada?
- Estamos en la categoría de "campeones del Maracaná". Hemos entrado en la
historia de los últimos cuarenta años. Se corre el peligro de que los jóvenes
identifiquen "tupamaro" con "viejo gordo y camandulero, metido a politiquero
juntador de votos". Esa es una de las razones para rescatar la epopeya donde
tantos desaparecieron y murieron y miles fueron torturados despiadadamente.
Queremos que la juventud uruguaya entre en contacto con aquella categoría de
revolucionarios que quisimos ser los tupamaros, que la historia deje de ser un
cuentito de hadas y sea la historia de un proceso insurreccional en toda su
dimensión.
-¿Cuál cree que puede ser el futuro político del MLN a partir de la gestión
de gobierno del Frente Amplio?
-Está creciendo la lucha por la segunda independencia de América Latina, para
alcanzar una vida digna para millones de pobres y un mercado continental
independiente del imperialismo. El gobierno progresista ha consentido en jugar
el rol de cuña política de Estados Unidos en ese proceso de reafirmación de los
pueblos latinoamericanos. Está codo a codo con los gobiernos de Colombia, Perú y
Chile. El gobierno progresista favorece la concentración y extranjerización de
la propiedad de las tierras, las industrias y la banca. Favorece la instalación
de grandes empresas multinacionales en zonas francas exentas de todo impuesto.
Consiente que la plaza financiera continúe haciendo pingues negocios
especulativos. Y participa de la intervención militar imperialista contra el
pueblo haitiano. ¿Es o no un gobierno de derecha el del Frente Amplio?
El progresismo, sin embargo, es más eficaz que los partidos burgueses para hacer
los mandados, porque asegura a la clase dominante el control ideológico y
político del movimiento popular. El papel de "controladores" del conflicto y la
protesta sociales lo desempeñan militantes del MLN-MPP, del Partido Comunista y
del Partido Socialista insertos en las organizaciones sociales. Luego de tres
años de gobierno, parte de la militancia tupamara comienza a cobrar conciencia
del triste papel que juega su organización partidaria, y se aparta críticamente
de ella pensando que, cada día más, el MLN-MPP se involucra en un gobierno
asociado al imperialismo y a la oligarquía.
-¿Qué representan para la etapa actual las figuras de Mujica y Fernández
Huidobro?
- Mujica y Huidobro... postergación eterna de la lucha revolucionaria, encabezan
un colectivo de militantes embarcados en la confusión y oscurecimiento del
pueblo asalariado. Con la autoridad moral que viene del pasado guerrillero de
ambos, hacen pensar a la gente: "si estos que se la jugaron no creen más en
revoluciones, ¡¿qué vamos a hacer nosotros, pobres mortales?!". Huidobro y
Mujica... la clase dominante los ha derrotado por segunda vez, pero ahora la
derrota es ideológica y, por ende, mucho más grave. Son el talón de Aquiles de
quienes mantienen la intención de seguir luchando hoy por la revolución social.
Las consecuencias políticas de su derrota todavía no se pueden medir.
-¿Qué perspectivas encuentra para un trabajo político revolucionario hoy en
Uruguay?
-En Uruguay, el momento está determinado por dos hechos contradictorios. Por un
lado, el mensaje popular fue claro: es hora de cambiar. Se expresó
electoralmente y no a través de la lucha social, pero la voluntad de cambiar el
modelo neoliberal fue clara. Por otro lado, los responsables de erradicar el
neoliberalismo cambian algunas cositas para no cambiar nada. Pero, y siempre hay
un pero, gracias al predominio del doble discurso progresista ("como te digo una
cosa, te digo la otra"), el pueblo asalariado mantiene en general su pasividad y
desmovilización, a la espera de un milagro político que no vendrá.
Algunos luchadores sociales con raíces tupamaras creemos que la respuesta a
estas contradicciones es el trabajo de base, paciente y constante, en los
sectores más empobrecidos. En concreto, la ocupación de tierras en el norte del
país sirvió para tejer una red de solidaridad; lo mismo ocurre con la lucha por
verdad y justicia y con la campaña para anular la ley de impunidad. En este
último caso, para la recolección de firmas para la anulación se han restablecido
antiguos vínculos entre militantes dispersos y entre esa militancia y el
vecindario de los barrios populares. Otra respuesta es el trabajo intelectual de
recreación de la teoría. La derrota pasada es la experiencia donde apoyarse para
pensar críticamente el quehacer revolucionario. En este sentido, hay
receptividad para algunos libros y artículos que escapan al control del debate
de ideas. El futuro dirá si será posible también romper con el control político
que ejercen Estado, gobierno y el progresismo.
Trabajo de base y recreación de la teoría son, además, tareas imprescindibles
para superar la dispersión ideológica y la atomización que vive la militancia
con intenciones revolucionarias. Sin revertir el proceso de descomposición es
imposible la lucha revolucionaria.
-Si tuviera que marcar un momento clave para señalar el viraje dentro del MLN,
donde se intensificó la concepción electoralista por encima del "horizonte
insurreccional", ¿sería la muerte de Sendic o los incidentes en el Hospital
Filtro?
-Los dos. Al perder a Sendic, en 1989, se soltó el ancla de los tupamaros con la
revolución socialista y algunos compañeros se sintieron libres de navegar aguas
enfangadas y posmodernas. Cinco años más tarde, en 1994, los incidentes del
Hospital Filtro dejaron planteadas un par de disyuntivas. Primero, ¿es
políticamente justo o no el empleo de los métodos de lucha popular? Muchos
entendemos la contraviolencia revolucionaria como una respuesta a la violencia
del régimen político imperante; otros comenzaron a hablar de la "no violencia
activa" para evitar enfrentamientos entre las organizaciones populares y el
aparato represivo. Esta última visión, similar a la de Gandhi, es legítima y
hace su tesis en evitar el dolor causado a las víctimas de la represión estatal.
Pero este camino que ofrecen, que se adapta al sistema de poder, tiene el
inconveniente de mantener por los siglos de los siglos en la miseria y el
sufrimiento a las víctimas del capital.
Segundo, ¿es políticamente correcto o no desacatarse ante decisiones del FA
tomadas bajo el imperio de la derecha socialdemócrata? Algunos viejos
guerrilleros entendieron que integrar al FA obligaba a ser "leales" con los
aliados, aunque éstos sostuvieran políticas de transacción con el imperio y la
oligarquía. Los guerrilleros se disciplinaron y se hicieron "políticamente
correctos". Hoy disfrutan del premio a sus desvelos y son parlamentarios,
ministros y, alguno de ellos, por instantes y en ciertas ocasiones, goza del
honor de ser vicepresidente de la República, de la misma república burguesa que
quisieron voltear cuarenta años atrás.
De una cosa estamos seguros: si el ancla de Sendic hubiera seguido manteniendo
el barco tupamaro sujeto a la revolución social, estos viejos guerrilleros no
hubieran contado con el clima ideológico propicio para el viraje que dieron y,
menos todavía, con el acompañamiento militante con que lo dieron.
-Con respecto al presente, ¿sigue pensando que es necesaria e irreemplazable
la función del Partido desde la concepción leninista o es factible pensar otras
alternativas?
-Las aplicaciones concretas de la concepción leninista condujeron a establecer
relaciones de subordinación del movimiento de masas con respecto al partido y,
al interior de éste, de las bases con respecto al núcleo dirigente.
La lucha individual no revoluciona nada. Por el contrario, inclina la balanza de
fuerzas a favor de la clase opresora y explotadora. Sin organizar pueblos y
revolucionarios, no se puede luchar por la emancipación social. Al organizarse
es inevitable establecer relaciones de poder, pero si los unos deciden por los
otros, surge el "obedezco y mando" y se crean las condiciones de existencia de
la burocracia con consecuencias nefastas: las mujeres y hombres se alejan de la
filosofía de la revolución y regresan a la filosofía del individualismo feroz,
base ideológica de las relaciones políticas en el capitalismo.
La concepción organizativa debe centrarse en la producción de las columnas
humanas donde se afirmará la sociedad socialista. En consecuencia, más que en la
forma organizativa, el interés debe estar puesto en la transformación de las
mujeres y hombres; porque sin individualidades revolucionarias, no habrá
revolución social y, seguramente, la historia del campo socialista volverá a
repetirse.
En las organizaciones populares y de los revolucionarios, el poder debe estar
distribuido. No puede estar concentrado en un organismo. Al mismo tiempo, la
razón de organizarse es pasar a la acción política o, en otras palabras, esos
individuos que gozan de igual poder deben estar organizados como para golpear
como un puño conscientemente unificado. ¿Cómo se resuelve la contradicción? Es
necesario repensar la concepción organizativa sin aborrecer de Lenin. Repensar
no es tirar la historia a la papelera. Es muy sencillo saber ahora que delegando
el poder de decisión en un comité central, un comité ejecutivo y el secretario
general, no se resuelven con sentido revolucionario las contradicciones
base-dirección y masas-organización.
Verticalizar la estructura organizativa no es condición necesaria para actuar
unificadamente. En realidad, el vértice impide pensar a la base pero, para
saberlo, hubo que pasar por la historia del siglo XX desde 1905 en adelante.
Imaginamos un movimiento conjunto de pueblo y revolucionarios que toma partido
por hacer la revolución. ¿Ese es el partido de la revolución socialista? Lo
imaginamos como un organismo único, conformado por individuos pensando
individualmente a partir de un caudal colectivo de genes: la filosofía de la
revolución, el marxismo. ¿Partido o movimiento? No importa lo estructural,
importa el contenido: producir mujeres y hombres que defiendan el socialismo el
día que se caiga el muro de Berlín.
-¿Existen hoy en el seno del MLN señales de diferencias internas con el
desarrollo del gobierno de Tabaré o hay una uniformidad de criterio a este
respecto?
-En el MLN predomina el discurso de que esta primera etapa de gobierno
progresista es de refundación nacional, para "tapar agujeros", dice Mujica. "No
podemos ir más a fondo porque no somos mayoría en el FA", es un lugar común para
los militantes. Ahora se convocan a militantes y electorado para un segundo
período de gobierno que tome medidas con sentido socialista. La garantía de
marchar rumbo al socialismo es el propio Mujica. Es una convocatoria a depositar
toda la "confianza" en un caudillo quien, luego del triunfo electoral,
seguramente mantendrá sus compromisos con la misma política económica y social
del gobierno de Tabaré. ¿Cuándo se agotará la capacidad de autoengaño del
electorado? Elección a elección se comen la misma pastilla empaquetada con
nuevos colores.
Encabezado por Marenales, el MLN es el sustento del verso de Mujica. Los que
discrepan con ambos, no tiene otro remedio que irse.
-¿Hubo algún signo, posterior a la publicación del libro, que te llevara a
pensar que hay intenciones de generar un debate serio entre los compañeros del
MLN sobre el presente de la organización?
-No.
-¿En qué pequeñas cosas entiende que han quedado sedimentos del trabajo
político histórico del MLN-T de décadas pasadas?
-Muchísimos viejos tupas, "hombres y mujeres de partido", soldados de un
aparato, han sabido reincorporarse al movimiento de masas. Los encontramos en el
cooperativismo por ayuda mutua, en la lucha por memoria y justicia, en algunos
sindicatos, en organizaciones de ex-presos políticos, en los movimientos
barriales. Tal vez el paradigma de vinculación con la historia del MLN haya sido
la ocupación de tierras en Bella Unión. Los hijos de aquellos trabajadores de la
caña de azúcar que se hicieron revolucionarios en los 60 fueron los principales
impulsores de esa medida transgresora de la legalidad y del predominio
progresista en lo ideológico.