La Jornada, rodeada de medios electrónicos e impresos al
servicio de gobierno y capital
Pedro Echeverría V.
1. La directora general del diario La Jornada, Carmen Lira, denunció que la
distribución de los recursos de la publicidad gubernamental aún es manejada de
forma patrimonialista, antidemocrática y poco transparente. Dijo: "Se entrega la
mayor parte de recursos a los medios electrónicos, y lo que queda para los
impresos es distribuido de manera discrecional, no necesariamente en función de
tirajes, penetración e impacto, sino para premiar afinidades, servilismos y
sumisiones, y para castigar discordancias y posturas independientes". Después
resaltó que "el reparto faccioso y arbitrario de la publicidad oficial es
particularmente inaceptable, por cuanto involucra recursos públicos que debieran
estar sujetos a una estricta rendición de cuentas". Y advirtió que el mundo
político no se acostumbra a que los periódicos actúen como un contrapoder
ejerciendo sus tareas de crítica, estímulo y control. Persisten las embestidas
del México oficial que buscan imponer verdades a medias o abiertas falsedades.
2. El diario La Jornada cumplirá 28 años en septiembre. Durante ese tiempo casi
todas las izquierdas, desde la "ultra" hasta la socialdemócrata y la del PRI, la
han consultado de manera permanente. Sus reportajes, análisis e informaciones
(junto con las aportadas por el semanario Proceso) han conformado una manera de
pensar y han ayudado mucho al desarrollo del pensamiento de izquierda. Aunque se
pudiera haber discrepado de alguno de sus textos, los enfoques ideológicos de su
política editorial, dirigidos hacia la búsqueda de la objetividad, han obligado
a sus reporteros a observar de manera directa los movimientos sociales,
políticos y culturales, así como a investigar y reflexionar acerca de otros
acontecimientos. La línea de La Jornada ha permanecido incólume frente al poder
que ha buscado corromperla, silenciarla, incluso destruirla. Por eso los
sectores de izquierda, que en el país luchan por los derechos de la población
mayoritaria, junto con los suyos, deben apoyar y defender esta publicación.
3. El presidente López Portillo (acostumbrado a las lisonjas y aplausos de los
medios de información siempre a su servicio) señaló en alguna ocasión criticando
a Proceso y a La Jornada: "no pago para que me peguen". Seguramente pensó que el
dinero que destinan los gobiernos para pagar su publicidad es de ellos, es
dinero privado y pueden entregarlo a quien los alaba y les silencia sus acciones
negativas. Parecen olvidar, queriéndonos ver la cara de tontos, que es dinero
del presupuesto público que paga todo el pueblo con su trabajo y tienen la
obligación de administrarlo con honradez y distribuirlo adecuadamente. Son
recursos económicos multimillonarios que deben ser manejados con transparencia y
de manera democrática. Pero en México, hasta hoy, los miles de millones de pesos
en publicidad gubernamental son entregados a Televisa, TV Azteca, Radio Fórmula
y a todos aquellos medios que se encargan de ensalzar los programas de gobierno
y personajes a su servicio.
4. La Jornada, por su posición crítica y por su orientación hacia los
movimientos sociales, siendo un periódico tamaño tabloide, con alrededor de 50
páginas, apenas cuenta con un 20 por ciento, aproximadamente, de publicidad
gubernamental y privada; otros periódico de tamaño clásico, con más de 100
páginas, llenan el 60 o 70 por ciento de su enorme espacio con publicidad. Al
parecer La Jornada vive, esencialmente, del dinero de la venta de alrededor de
200 mil ejemplares diarios; otros periódicos, que apenas distribuyen 50 mil,
viven de los miles de millones de pesos que obtienen de publicidad, aunado a los
privilegios que les otorga el poder por estar sometidos a él. Es el precio que
debe pagarse en un sistema capitalista cuyo poder entiende perfectamente que
para mantener su dominación es indispensable que la oposición, cualquier real
oposición debe ser controlada y cercada mientras se apoya a los leales al
sistema para gozar los cantos de las sirenas.
5. En La Jornada (contrario a las noticias y opiniones falsas y tergiversadas de
los medios electrónicos (Radio y TV) y de la prensa escrita, ampliamente
difundidas para tratar de convencer o confundir a la población) hemos podido
leer juicios críticos, análisis objetivos y justas denuncias acerca de sucesos
nacionales de enorme presencia, tales como: las explosiones de San Juanico, el
terremoto de la Ciudad de México, la huelga de la UNAM, el fraude electoral de
1988, los negocios en Fobaproa, la firma del TLC, el levantamiento zapatista, la
huelga de 1999 de la UNAM, las elecciones de 2000, el fortalecimiento del
narcotráfico, las batallas de la APPO en Oaxaca, las manifestaciones contra el
desafuero y las elecciones de 2006, las lucha contra las reformas electorales y
la privatización del petróleo, etcétera, etcétera. La interpretación que le dio
La Jornada a esos acontecimientos contribuyó de manera definitiva a la
organización política de muchos sectores de la población.
6. En Venezuela, como en México, los más poderosos medios de información son
propiedad de las familias más ricas de ese país en estrecha alianza con grandes
millonarios norteamericanos. Pero en ese país, con el fuerte apoyo del gobierno
de Hugo Chávez, se han construido redes de comunicación comunitarias donde
circulan periódicos de masas que han tenido la capacidad de brindar información
alternativa y crítica con el fin de que la población no pueda ser engañada por
la prensa comercial o burguesa. Esa estrategia es la que deberíamos comenzar a
practicar en México con el apoyo de organizaciones de izquierda con el fin de
que la población pudiera comprender globalmente el mundo en que vive. En ello ha
contribuido La Jornada y Proceso, así como varios cientos de pequeños periódicos
que han venido publicando grupos de izquierda. Para la construcción de esa red
La Jornada y Proceso cuentan con algunos periódicos regionales que pueden jugar
un importante papel.
7. La Jornada y Proceso son también publicaciones comerciales que han abierto
largos caminos en medio de contradicciones y confrontaciones. En su interior hay
fuerzas que empujan hacia la izquierda y hacia el centro, pero no debe olvidarse
que sólo son publicaciones que quieren la mayor objetividad y ser lo más
críticas posible. Nada más. Quizá directora de La Jornada sólo busque ubicarse
en un "mundo político acostumbrado a que los periódicos actúen como un
contrapoder ejerciendo sus tareas de crítica, estímulo y control". Sin embargo,
persiste el México derechista o centrista que sólo busca imponer "verdades a
medias o abiertas falsedades". Mientras hacemos un reconocimiento a esas dos
publicaciones por lo mucho que han ayudado a entender, con una visión crítica y
reflexiva la realidad, busquemos construir publicaciones que sean alternativa a
la gran prensa vendida. Quizá en estos momentos sea la tarea más consecuente de
quienes están en la lucha social. pedroe@cablered.net.mx Fuente: lafogata.org