Latinoamérica
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Qué es el crimen organizado
José Steinsleger
La Jornada
Poco y nada nos dice que instituciones, empresas públicas o privadas, gobiernos
y grupos de personas organizadas dentro o por fuera de "la ley" vivan del
"crimen organizado".
La omnipotencia del llamado "libre mercado" permite imaginar que el "crimen
organizado" representa la cara oculta de un gran negocio. Eufemísticamente, el
negocio se denomina "crisis". Crisis financiera, energética, alimentaria, de
inseguridad, de valores, etcétera.
A mediados del siglo XVI las cosas eran más claras. Nadie hablaba de "crisis" y
en las aguas del Caribe o en las costas de África occidental (donde la
"modernidad" libró su guerra sucia), Europa llamaba "hermano" al pirata.
Uno de ellos, William Patterson, fundó el Banco de Londres.
Valientes, feroces, inescrupulosos, desalmados, los piratas y negreros de la
cristiandad resultaron ser los auténticos pioneros del "libre mercado".
Eficiencia y pragmatismo que fueron acompañados de hermosas y profundísimas
reflexiones acerca de la "tolerancia" y ciertos "derechos del hombre" que
excluían a tres cuartas partes de la humanidad.
¿Dinero "sucio", producto del "crimen organizado"? Así como el "libre mercado"
jamás hubo "dinero sucio". La conquista de América y el saqueo colonial de
África y Asia fueron empresas "dentro de la ley", ejecutadas por la violencia
del más fuerte, convencido a su vez de ser portador de determinado esquema de
"civilización".
Somos tributarios de una "civilización" que continúa vigente. Y la violencia en
México y el resto del mundo empata con la dinámica del "libre mercado".
Convenido: hablamos de capitalismo. No obstante, la validez de la síntesis no
permite el fácil tratamiento de la inaudita dosis de violencia que impera en los
cuatro puntos del globo.
A diferencia de otras épocas, la violencia estructural y centrifugadora del
capitalismo parecería obedecer a tres causas de fondo: la ideología liberal, que
no puede legitimarse; la conservadora, que resulta demasiado anacrónica; y la
socialista, que está por verse, pues tampoco consigue la lucidez necesaria para
articular una noción de "porvenir".
Genéricamente, las izquierdas más combativas hablan de "crisis terminal del
sistema". Y en efecto, el imperio carece de un Séneca o de un Marco Aurelio, en
tanto sería grotesco asociar el genio de un Bill Gates con el de un Thomas A.
Edison o un Henry Ford.
Por su lado (y aunque ideología, intención de deseos y aspirantes a dictar
cátedra les sobra), las izquierdas tampoco consiguen reordenar y vislumbrar con
claridad sus causas más nobles. Algunas de sus vertientes se resisten a ubicar a
Bakunin o Proudhon en su época, otras andan convencidas de que los ideales del
Che Guevara garantizan mecánicamente el triunfo de la revolución, y pocas
son las que analizan lo particular para avanzar sobre la eventual transformación
de lo general.
Incapacitadas para resolver la formidable crisis que han creado, las derechas
sólo pueden sobrevivir a través del "crimen organizado": los Bush en Estados
Unidos, los Berlusconi, Sarkozy y Putin en Europa, los Uribe Vélez en América
Latina.
Recordemos a Smedley Butler, general de división del Cuerpo de Marines. Decía
Butler en 1933: "La banda de los militares no desconoce ni uno solo de los
trucos del crimen organizado. Cuenta con ‘exploradores’, encargados de indicar
quién es el enemigo; con ‘forzudos’ que destruyen al enemigo; con ‘cerebros’ que
hacen los preparativos de guerra; y con un ‘gran jefe’, el capitalismo
supranacionalista".
Butler evoca su paso por Honduras, donde contribuyó a defender las empresas
procesadoras de fruta de Estados Unidos (1903); por México, donde garantizó la
seguridad de los intereses petroleros en Tampico (1914); por Haití y Cuba, donde
"los muchachos del National City Bank" pudieron recaudar buenas rentas.
"En otras palabras –añade– fui un estafador, un criminal a sueldo del
capitalismo. En aquel entonces sospechaba que formaba parte de una red del
crimen organizado. Hoy estoy seguro de ello… Al recordar aquellos tiempos me da
la impresión de que podría haber dado unos cuantos consejos a Al Capone. Él se
limitó a dirigir una red de crimen organizado en tres distritos. Yo actué en
tres continentes."
Butler no era metafórico. Hasta el decenio de 1940, los gángsters de Chicago y
otras grandes ciudades disputaron su "honorabilidad" en las calles, a balazo
limpio. Finalmente, el general George C. Patton se alió con la mafia de Lucky
Luciano para emprender con éxito la campaña de Sicilia, el viejo mafioso John
Kennedy puso a un hijo en la presidencia, y otro abogado de la mafia, Richard
Nixon, también llegó a la Casa Negra.
En consecuencia, si nada resta en el mundo salvo copiar a Estados Unidos en
todo… ¿por qué no seguir su ejemplo? ¿Por qué no contar en México con una agenda
política propia para ver qué se hace con el "crimen organizado"? ¿No va en juego
la vida de miles de inocentes, empezando por los miles de modestos funcionarios
de seguridad que están dejando en la orfandad y el desamparo a sus seres
queridos?