Latinoamérica
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Soldados yanquis en nuestro suelo
Gustavo Espinoza
Nuestra bandera
En aplicación de lo dispuesto por la Resolución Legislativa N, 29234 refrendada
por el Presidente de la República, ingresaron al país 111 efectivos militares de
los Estados Unidos, portando 111 pistolas Beretta de 9 mm., 68 rifles Colt de 5
mm y 8 MG-MAG; con el declarado propósito de emprender "acciones humanitarias" y
"a favor de la Comunidad", en la zona más deprimida del país, conocida como el
VRAE, es decir, el valle de los ríos Apurímac y Ene, en el corazón del Trapecio
Andino.
Por si no bastara ese despliegue uniformado, el miércoles de la semana que
termina, el diario oficial "El Peruano" publicó una nueva disposición, la
Resolución Ministerial 497-2008 del Ministerio de Defensa, fechada el 23 de
mayo, y de acuerdo con la cual se autoriza el ingreso de personal militar de los
Estados Unidos entre el 27 de mayo y el 1 de junio para su participación en
cursos de oficiales vinculados a los tratados de asistencia militar que nos
ligan a la administración norteamericana.
Llama la atención, sin embargo, que en este segundo caso no se haya hecho
conocer el número de los efectivos militares considerados en la disposición ni
se haya entregado a la prensa el nombre de los considerados en las listas de
ingreso al país.
La extrema discreción que en la materia han observado las autoridades
pertinentes no hace sino oscurecer más el panorama y abrir las puertas a la
especulación periodística.
Versiones aún no confirmadas aseguran, en efecto, que el 13 de mayo pasado, 300
efectivos militares norteamericanos desembarcaron en Pisco y fueron llevados de
inmediato a la zona del VRAE para el inicio de sus operaciones armadas. ¿Algo ha
dicho de eso el gobierno de García? También en este caso se ha guardado
silencio.
No es ciertamente una novedad en el Perú el ingreso de efectivos militares
yanquis.
La historia, tiene vieja data. Hace 44 años, por ejemplo, el entonces primer
gobierno de Fernando Belaunde Terry permitió el arribo de tropas norteamericanas
en lo que se denominó la "Operación Ayacucho", que tuvo -como éstas- también
proclamados "fines humanitarios".
Por lo demás, durante muchos años han ocurrido en nuestro país las llamadas
"Operaciones Unitas", que no han sido sino prácticas militares hechas por
efectivos armados de los Estados Unidos en nuestro suelo, en procura de
adiestrar a las tropas peruanas en la llamada "guerra antisubversiva".
Sólo que en las "Operaciones Unitas", se ha involucrado no solamente al
ejército, sino a todas las armas. Unidades navales de los estados Unidos han
actuado impunemente en nuestros mares con el mismo propósito "antisubversivo".
Pocos recuerdan ya cuáles fueron los "fines humanitarios" esbozados como
fundamento para estas incursiones armadas en territorio peruano. Pero lo que
todos saben es que el nivel de vida de los pobladores de la región afectada -el
más bajo del país- no mejoró en absoluto; que la salud y al educación
continuaron igualmente abandonadas, que el hambre y la miseria hicieron crisis,
como siempre, y que millares de jóvenes debieron huir hacia las ciudades en
procura de salvar sus vidas, golpeados por el clima de violencia que la
presencia foránea generó en nuestro suelo.
Después de la "Operación Ayacucho", por ejemplo, vino la guerrilla de 1965 y el
clima de confrontación que se prolongó hasta 1968. Y luego, años más tarde, el
fenómeno de la violencia que se extendió por todo el territorio nacional pero
que se hizo más patente en Ayacucho.
Hoy mismo, como consecuencia de ese fenómeno, se siguen descubriendo tumbas
clandestinas.
En la localidad de Putis -por ejemplo- acaba de encontrarse una fosa con más de
cien cuerpos enterrados clandestinamente como consecuencia de una "operación de
rastrillaje" efectuada por los militares en los primeros años de la década del
80.
Los conocedores del tema aseguran que en esa localidad se ha descubierto la fosa
común más extendida de la sierra central, y la que fuera guardada con mayor
atención por parte de las autoridades castrenses, temerosas que se descubriera,
finalmente, tan horrenda matanza.
Hoy sólo cabe recordar que cuando ocurrieron los hechos infaustos de Putis –en
1983- las autoridades correspondientes hablaron de "un choque armado" con una
columna de Sendero, y luego de una "matanza de campesinos" efectuada por
•"terroristas de Sendero Luminoso"
Por eso la gente se pregunta en el Perú las cosas más simples: ¿Por qué si se
trata de ayuda humanitaria, vienen soldados, y no médicos? ¿Por qué concurren al
encuentro de las poblaciones oficiales uniformados, y no ingenieros de caminos
cuando de lo que se trata es de construir carreteras? ¿Por qué los soldados
portan armas sofisticadas, en lugar de traer, por ejemplo, arados, tambores con
leche o alimentos? ¿Por qué no se informa al país de manera clara y transparente
en la materia?.
Porque la zona a la que accederán los uniformados USA es ciertamente compleja.
Allí la miseria es muy grande. Y no deja de serlo con las medidas que adopta el
gobierno de García, que disminuye la pobreza en Lima, pero la incrementa en el
interior del país.
En Huancavelica, por ejemplo, el 88.9% de la población vive bajo el límite de la
pobreza. Y algo parecido ocurre en Apurimac, donde el 77.6% de los que habitan
la zona, son simplemente pobres.
En general en todo el VRAE, pero también en el Alto Huallaga, el nivel de la
pobreza bate los records de América Latina y genera niveles de confrontación que
no serán resueltos sino solamente aplastados.
Lo curioso es que los medios de comunicación, que se rasgan las vestiduras
acusando al gobierno de Hugo Chávez de una supuesta e inexistente "ingerencia"
en asuntos de nuestro país; no dicen una palabra contra esta verdadera y
confirmada ingerencia norteamericana.
¿Qué dirían los cancerberos de la prensa oficial si en lugar de hablar un inglés
desbaratado, los soldados que vinieran a nuestro suelo charlaran hasta por los
codos un español con acento caribeño y vistieran ropas de comando no USA, sino
del ejército venezolano?
No es por cierto la ingerencia yanqui la que les preocupa a ellos. Al contrario,
la miran con beneplácito. Y quisieran que se multiplicara, un poco como lo que
hoy ocurre en Afganistán, sin duda, o en Irak, donde también actúan –como se
sabe- con "fines humanitarios".
Como hemos dicho antes, la presencia norteamericana en nuestro suelo está
cambiando las consignas de nuestro pueblo. Y es que no se trata, tan sólo, de
una gestión reaccionaria que cede ante las presiones del Imperio. Se trata más
bien, de una medida que afecta la soberanía nacional. Y esas, son ya palabras
mayores.