Hoy las tropas latinoamericanas vienen, como una
"movilización salvadora", en nombre de partidos de trabajadores, partidos de
lucha, de frentes populares… Lula, Evo, Kirchner, Tabaré Vasquez, Correa,
Bachelet.
Jacques Roumain
Batay Ouvriye Puerto-Príncipe,HAITÍ, Mayo del 2008
La Haine
Globalmente, se trata de una situación insoportable. Estamos en presencia de la
mayor ofensiva de los países imperialistas, nunca vista en la historia de la
humanidad, en que su dirección, los EE.UU, proclamaron cuando iniciaron el
ataque a Afganistán que estaban listos para "dominar al universo …ad vitam
eternam ». ¡Así es¡ No estaremos sorprendidos entonces si no tienen la menor
preocupación por el sufrimiento de los pueblos, el sudor y la sangre de los
trabajadores, por las lágrimas de las amas de casa, los gritos de los niños, o
por el efecto invernadero sobre el planeta que amenaza la reproducción de las
especies. Dios está con ellos.
Se tratará entonces de los robos los más canallescos, de las más cínicas
masacres, del despojo más completo, en donde la tierra, los recursos naturales,
además de los tesoros culturales..., son sistemáticamente expropiados por las
empresas multinacionales. Destrucción infernal y masiva, a través de su
dominación militar, política, ideológica... Embriagados y guiados por el único
objetivo del lucro sanguinario y el más odioso individualismo que la humanidad
haya experimentado. Se trata de los bárbaros y de la barbarie.
La ONU, el Banco Mundial, el FMI, el BID... han orientado y sancionado. Pero si
es necesario, como pasó en Iraq, también pasarán por encima de la ONU.
La primera mentira está en quienes actúan como si nada pasase. Quienes, frente a
la declaración de guerra abierta de estos vampiros se quedan en el pacifismo de
buen gusto, creyentes fieles de esa "democracia" construida al tamaño de
personas imbéciles y sometidas de forma complaciente.
Ese es el amplio telón de fondo de la situación haitiana.
La industria capitalista llamada "de la aguja" (textiles de todo tipo, pelotas
de cuero, de béisbol...), por haber sido incapaz de mecanizarse, y aún menos de
informatizarse durante estas últimas décadas, precisa aumentar su tasa de
plusvalía y así aumentar su prosperidad dentro de la competencia capitalista,
con la mano de obra más barata posible y en condiciones de ser explotada sin
mayores riesgos de seguridad. Esto genera un flujo,' de dislocamientos en el que
fábricas nacionales de Canadá y EEUU, (en especial textiles) se han convertido
en multinacionales y se aglomeran en México, después en América Central, y hoy
en día en el Caribe, África, Asia...
El Plan Reagan de los años 80, conocido como Iniciativa para la Cuenca del
Caribe (CBI en inglés) ya resumía y definía esa intención. Después, vendrían a
instalarse las maquilas, los parques industriales, al principio en forma aislada
y ahora agrupados y asegurados en las zonas francas: áreas liberadas, con
ventajas fiscales y libertad completa para la explotación, el tráfico de drogas,
etc…
La burguesía haitiana, siendo consciente de los desafíos de esta sórdida
competencia, proclamaba para quien estuviese dispuesto a escucharla que "la
ventaja comparativa del país (léase su propia ventaja) es nuestra mano de obra
barata". Tal frase, aparentemente inofensiva, implica, sin embargo,
consecuencias desastrosas para los trabajadores "baratos" y para el pueblo en
general.
Antes que nada, eso significa un salario nominal de miseria, el más bajo
posible, a la vez que su valor real tendrá siempre que ir disminuyendo (de ahí
la aceleración inflacionaria en los productos de primera necesidad y la caída
libre del valor de la moneda local - los burgueses cobran tarifas de montaje en
dólar y pagan salarios en moneda local). Y para garantizar esos salarios de
miseria, precisan una represión antisindical feroz y permanente, tanto legal (a
través del Ministerio de Asuntos Sociales y Justicia) como policial (la Policía
Nacional, las fuerzas armadas, los "paramilitares" de toda especie persiguen a
los obreros hasta en sus casas).
Además, ésta lógica de explotación extrema necesita de una miseria generalizada
en la población, para lograr provocar la aceptación de esos salarios miserables
y la precarización extrema del trabajo. Los distintos, gobiernos populistas
tienen conciencia de todo esto, pero desempeñan totalmente el papel que les
impone la burguesía: continúan hablando de la "causa popular", sin nunca
satisfacer realmente ninguna reivindicación y sin realizar ninguna acción a
favor de los trabajadores, sobre todo cuando estos últimos se enfrentan a los
capitalistas. En realidad, abusan del poder del Estado para realizar su propia
acumulación y se aproximan a la burguesía para servir a sus intereses,
contribuyendo alegremente en la organización de su principal proyecto: preparar
y garantizar la máxima explotación posible en las zonas francas que se siguen
construyendo.
Pero, para llegar a ese punto, se precisaba, antes, la destrucción gradual de la
economía nacional. De hecho, al inicio de los años 80 tuvo lugar la erradicación
de los cerdos criollos (quien sabe de la importancia de esos animales en el
medio rural, podrá entender el significado de esa masacre). Se dio enseguida la
destrucción de la economía azucarera: de país exportador, Haití se fue volviendo
gradualmente país importador de azúcar. ¡Hoy en día, importamos el 100% del
azúcar de consumo! De ahí al dumping del arroz, a la negligencia para tratarla
enfermedad de la banana, del café, el comercio de vestidos usados para
reemplazar el artesanado de vestidos y calzados.
Los "préstamos" del Banco Mundial, las imposiciones políticas del FMI y del BID,
las privatizaciones que se sumaban al desarrollo desenfrenado del capital
financiero (¡hay que haber vivido la proliferación de los bancos en Haití!) que
fueron importando la famosa Deuda que al final de cuentas es pagada por los
pequeños consumidores y, sobre todo, por los pequeños campesinos a través del
mecanismo del crédito, facilitando de ese modo, su enriquecimiento.
Los balseros «boat people» intensifican entonces su movimiento mientras que se
aumenta la emigración hacia la República Dominicana. El medio rural, ya tan
deteriorado, genera aún más emigrantes que se concentran en las ciudades en
donde, por ausencia de un desarrollo capitalista, forman un subproletariado
multiforme, que se constituye como un gran ejército industrial de reserva. En
otras palabras: la "mano de obra barata", en su expresión amplia.
Pero, ¿porqué la mano de obra barata de Haití es la más desfavorecida del
continente? ¿Porqué es el país más destruido, el Estado el más corrupto y sus
clases dominantes las más "repugnantes"?
Para entender este correlación de desastres, es necesaria un pequeño
recorrido histórico.
El régimen esclavista extremadamente infernal de St Domingue polarizaba
radicalmente los intereses económicos y dio lugar a una feroz lucha de clases.
Las clases revolucionarias de aquella época, aprovechándose de una coyuntura
metropolitana favorable, lograron hacer una revolución cualitativamente
diferente a las que se dieron en el resto de América. Ya que ahí no sólo se dio
el combate de los colonos criollos contra las autoridades realistas, sino
también él de los esclavos y libertos contra los colonos locales, sobre los que
se impusieron ¡Hecho único! Esta ruptura radical implicaría el establecimiento
de una autonomía mayor en relación al antiguo sistema, tanto a nivel económico
como cultural. La resistencia fue generalizada, se trataba de un pueblo en
armas: ¡la revolución fue ejemplar! hasta que se exportó al conjunto de América
Latina.
Sin embargo, ,deja un país completamente devastado: todas las ciudades
incendiadas, todas las plantaciones destruidas. Además, por el hecho de que los
colonos fueron eliminados, la acumulación de capital fue drásticamente parada.
Por otro lado, los EE.UU, que aún conservaban el sistema esclavista (en pleno
régimen "democrático" dirían) impusieron a Haití un embargo, el primero de la
historia moderna, de 60 años (en realidad recién finalizado con la Guerra de
Secesión, después de 1863). Francia, para no quedar atrás, agregaría una Deuda
(también la primera de la historia moderna) de 150 millones de francos oro, que
los gobiernos haitianos pagaron durante varios decenios utilizando cada año el
65% del presupuesto nacional, …sabiendo las clases dominantes en formación que
iban a ¡debitarla en la cuenta de los trabajadores!
Estos resistieron de diferentes modos y por todos los medios. La primera gran
revuelta colectiva y ampliamente organizada fue la del "ejército de los
hambrientos", también conocida como "la revuelta de los Piquets", en el Sur. En
1840, estos pequeños campesinos, ya dominados y explotados, reivindicaban "la
tierra para quién la trabaja", actitud que fue denunciada, sobre todo por el
historiador Beaubrun Ardouin, como comunista y que, por lo tanto fue reprimida a
sangre y fuego en 1843.
Viniendo de la revolución más progresista, Haití se desarrolla pues como la
formación social la más más débil, bloqueada, sin que se desarrollen en el país
clases dominantes con dinámica de futuro que le permita consolidarse como
"Nación". Así, a pesar del impulso que dejaba abierto la revolución de 1804, esa
sociedad no pudo realmente desarrollarse. El proceso descompasado se fue
volviendo más grave y, después de doscientos años de esa extraordinaria epopeya,
es forzoso constatar el estado de destrucción, deterioro, ausencia de
saneamiento y gangrena en movimiento.
Los tres períodos de intentos de acumulación a nivel del Estado, marcan el ritmo
de esos sobresaltos. El primero fue él del fin del siglo XIX en el que las
"mayores familias" de la burguesía compradora se apropiaban de todos los
mecanismos del Estado para garantizar su pillaje, robando y apropiándose de las
tierras de los pequeños y medianos campesinos. El proceso llamado de "la
Consolidación" seria la mayor prueba de esa acumulación canallesca. Después
vendría el pillaje generalizado, "vitalicio", de los duvalieristas,
constituyéndose así una tenaz burguesía burocrática. Finalmente, el período
populista contemporáneo que tampoco va a acabar sin dejar sus rasgos. Intentando
continuar por un lado con la reproducción ampliada de la burguesía burocrática
y, siguiendo los pasos populistas anteriores, la "reconciliación" sería el nuevo
barniz que les permitiría elevarse a la altura de las clases dominantes,
volviéndose el pillaje el medio para que los nuevos pequeños burgueses puedan
mostrarse "dignos de ser ricos"
La debilidad estructural y la opresión internacional que, en su propia génesis,
habría marcado a las clases dominantes haitianas, impedían por lo tanto,
cualquier desarrollo. El imperialismo europeo y, después el americano y, al
final todos juntos, se apropian de la mayor parte de la plusvalía, muchas veces
utilizando la fuerza, no sólo para explotar a los trabajadores y robar tierras y
recursos disponibles, sino también para reprimir cualquier veleidad de
desarrollo de una burguesía nacional, apoyándose, y a la vez ayudando a crear,
una serie de intermediarios locales, tan dependientes, alienados, sumisos y
además lacayos incapaces de proponer nada por fuera de la rendición.
La debacle es pues total. Sin embargo, en ese abierto derrumbe que transforma a
Haití en el caso más extremo, el más triste, consiguen por lo menos una cosa:
está disponible la mano de obra más pobre, más miserable y por lo tanto la más
barata. La llaman: ¡"ventaja"!
Y ¡se juntan los vampiros! Con el disfraz de "dar trabajo" - como en aquella
época colonial - acuden.
Aristide había firmado en Monterrey, México, el acuerdo para establecer 18 zonas
francas, de las cuales 13 a lo largo de la frontera con la República Dominicana
y colocado (en la clandestinidad) la primera piedra para su inauguración en
Ouanaminthe, región agrícola rara en ese nordeste torrificado por la ocupación
americana de 1915, con capitales dominicanos prestados por el Banco Mundial. Más
tarde, el cuadro de Cooperación Interina (CCI en francés) del gobierno de facto
de Latortue definió con claridad: ¡la prioridad se da a las zonas francas! El
círculo está, por lo tanto, cerrado. Y, sin perder tiempo, otras zonas francas
se están construyendo: en Drouillard, Puerto Príncipe; en el Noroeste; otras aún
tienen que ser instaladas: en Linthau, en el camino que conduce hasta Tabarre, y
otras más en Puerto Príncipe, en Cap-Haítien, en Jacmel...
Con distintas suertes, los Acuerdos Hero-Act, HOPE, CAFTA-DR que permitirán sin
ninguna barrera la penetración de las transnacionales junto con la libre
circulación de mercaderías (mientras que los trabajadores emigrantes sí son
interceptados y martirizados en cualquier punto del planeta, como lo muestra la
situación de los trabajadores haitianos en República Dominicana, por ejemplo).
Sin embargo, este desarrollo histórico no se da sin choques, Y, por causa de ese
proceso destructivo, la situación además de estar totalmente deteriorada, es muy
peligrosa, ya que las clases dominantes y su Estado reaccionario han, por un
lado, creado una relación de clases extremadamente antagónica, lo que hace que
la situación se pueda tornar altamente explosiva en cualquier momento y, por
otro lado, tienen una incapacidad crónica y total en traer una solución
cualquiera, tanto en la economía, la política, como en la misma represión.
De ahí la necesidad de la ¡OCUPACIÓN! Económica, política y militar.
De haber empezado con el famoso y entregista "Thank you, Mister Clinton"
pronunciado a su vuelta en el 1991, acompañado de 20,000 (¡veinte mil!) soldados
Norte-americanos, Aristide abría las puertas para este ciclo de Ocupaciones
"legales", bajo mando de la ONU. Disfrazadas de distintos ropajes : "ayuda,
humanitaria, democracia, restauración de la democracia, países amigos"..., en
realidad, básicamente, están para controlar la situación, ella misma construida,
como acabamos de ver, por una historia de larga duración. Dominan de hecho - por
las masacre y el terror si necesario - a esas masas que han empobrecido al
extremo y ahora quieren utilizar, pero ésta misma es demasiado ruidosa, y puede
llegar a ser posiblemente demasiado consciente del bienestar de los dominantes
en este país totalmente devastado.
Por esto que: sí, ciertamente, las tropas de la ONU traen la paz. Pero la "paz
de los cementerios", la "paz" que necesitan los imperialistas, los burgueses
locales y los comelones del Estado para asegurar la implantación de ese
proyecto, preparado desde hace mucho tiempo pero tan difícil de estabilizar: la
explotación máxima de esa mano de obra la más barata.
A estas masas, ningún servicio de base les es ofrecido (ni agua, ni
electricidad, ni vivienda, ni saneamiento, ni salud, ni previsión social, ni
transporte público, ni diversión ...) O: ¡tan poco! Aquí el capitalismo es
árido. ¿Esclavizante?
Ese es el proyecto que vienen a defender las tropas latino-americanas. Antes,
las ocupaciones se hacían con tropas norteamericanas, y blancas. Pero,
conscientes de la importancia del fenómeno epidérmico en Haití, después vinieron
soldados "de la ONU" y, aunque también norteamericanos en la primera venida,
eran ya mayormente negros, algunos de origen haitianos. Disfrazados ellos
también del "indigenismo" de rigor, recorrían las villas miserias,
ametralladoras en manos.
Hoy, las tropas latinoamericanas, vienen como una "movilización salvadora", en
nombre de partidos de trabajadores, partidos de lucha, de frentes populares…
Lula, Evo, Kirchner, Tabaré Vasquez, Correa, Bachelet..., vienen reivindicando
la lucha contra el sistema que también oprime a sus respectivos países. ¡Enorme
contradicción!
¿Será que todos ellos han caído crédulamente en una trampa? ¿O será que, muy
concientemente, utilizan esos adornos para mejor acceder al rango de ricos y así
ser parte de los que dominan el mundo?
¿Será que todos son dueños verdaderamente sus decisiones? ¿O será que sus
Fuerzas Armadas son simples apéndices de la dominación imperial? El hecho de que
Pinochet no haya podido ser juzgado en Chile, puede ayudar a entender ciertas
relaciones de fuerzas. En otros países, son las mismas Fuerzas Armadas que
reprimen en Río, en Santiago... Y nos ha llegado una entrevista a un oficial que
dice que las tropas brasileñas iban a Haití "a entrenarse". ¡!
La situación es bastante compleja y difícil.
Esa "solidaridad" existente, sea bajo el argumento de ayuda de los países del
Sur, no es más que una solidaridad entre las clases dominantes de los diferentes
países, dirigida por los vampiros de las transnacionales, para su mayor
explotación tanto de la situación de pobreza del país como, más específicamente,
de su mano de obra la más barata.
¡Rechazamos esa "solidaridad" con todas nuestras fuerzas! ¡Apelamos a los
trabajadores, los progresistas y todos los pueblos latino-americanos, así como a
los del mundo entero, a oponerse a la misma, con la mayor determinación y
vehemencia! Lo que hace falta, es, al contrario, otra cooperación, la que surge
de la unidad de los pueblos mismos en contra de aquella, una cooperación de
pueblos, natural y fundamentalmente hermanados en sus fábricas, en sus talleres,
en la agricultura, la medicina, la construcción…, en sus risas francas, sus
danzas y canciones entonces liberadas, en la producción colectiva y los
intercambios iguales.