Latinoamérica
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¿De Manta a Palanquero?
En la base de Manta, 475 marines estadounidenses controlan totalmente los
espacios marítimo y aéreo.
Revista Cambio
EL MARTES 22 DE ABRIL, el embajador de Estados Unidos, William Brownfield, se
reunió con el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, y le comunicó una noticia
que lo tomó por sorpresa. Según el diplomático, Washington había observado un
avance significativo de las Fuerzas Militares en materia de respeto a los
derechos humanos, así como en los esquemas de planeación y ejecución de las
operaciones de la Fuerza Aérea, y por eso el Departamento de Estado había
decidido levantarle el veto o descertificación que desde enero de 2003 pesaba
sobre la base aérea de Palanquero, en Puerto Salgar, Cundinamarca.
Brownfield le anunció que esa base, que los militares identifican como Base
Aérea Germán Olano o Comando Aéreo de Combate Uno, Cacom 1, la misma desde la
cual en 1999 despegaron los aviones que bombardearon el caserío de Santo
Domingo, en Tame, Arauca, y causaron la muerte a 18 campesinos (que fue el
motivo de la descertificación), volvería a recibir asistencia en la lucha contra
el narcoterrorismo.
La noticia pasó prácticamente desapercibida, sepultada por el escándalo de la 'Yidispolítica',
la filtración a cuentagotas del contenido del computador de 'Raúl Reyes' y las
extradiciones de los jefes paramilitares. Sin embargo, la noticia fue
interpretada en círculos militares y diplomáticos como una señal en el sentido
de que la decisión estadounidense sería el primer paso para ambientar el
traslado a Palanquero de la base de Manta, Ecuador, desde donde operan los
vuelos de vigilancia del narcotráfico.
'Bye, bye' Manta El acuerdo de la llamada Forward Operating Location en Manta
sobre el Pacífico -aprobado en 1998 por el entonces presidente Jamil Mahuad-
vence en 2009 y el presidente Rafael Correa no solo prometió no renovarlo, sino
que convirtió su eliminación en bandera de su Presidencia. "Prefiero cortarme un
brazo antes que renovar el contrato para que los Estados Unidos sigan
disponiendo de la base de Manta", dijo el 5 de marzo de 2007, cinco semanas
después de su posesión y en vísperas de la conferencia mundial 'No a Bases
Militares de Intervención', celebrada en Quito por iniciativa de algunas ONG.
Correa echó sus cartas desde la campaña y su plan para el desmonte de la base,
concebida en el marco de la lucha contra el narcotráfico para operaciones de
interdicción, se ha ido cumpliendo. En el seno de la Asamblea Constituyente, que
delibera en Manta, el Movimiento País, la organización política que lo llevó al
poder, impuso sus mayorías y la Asamblea Constituyente aprobó cinco artículos
sobre soberanía territorial, de los cuales el quinto prohíbe bases militares o
instalaciones con propósitos militares en el territorio ecuatoriano.
La aprobación se dio en el marco del debate sobre la participación de Estados
Unidos en los ataques de Colombia a las Farc en territorio ecuatoriano y del
riesgo que corre Ecuador de ser involucrado en una guerra contra el narcotráfico
que, si bien es una prioridad, la existencia de la base militar envía el mensaje
de que los ecuatorianos no pueden ocuparse de sus asuntos y aceptan la
intervención extranjera. "Es una decisión histórica en medio de tantas presiones
y en el marco de la lucha por la conquista de nuestra soberanía", le dijo a
CAMBIO la diputada María Augusta Calle, coordinadora de la Comisión de
Soberanía, Relaciones Internacionales e Integración, quien ha sido el peón de
brega de Correa en la Asamblea, y en los últimos días ha hecho noticia, no
propiamente por sus logros políticos.
Por su parte, el ministro de Defensa ecuatoriano, Javier Ponce, le dijo a esta
revista a mediados de abril que "Ecuador necesita de una fuerza militar y de
unos servicios de inteligencia que no estén sujetos a intereses foráneos sino a
objetivos nacionales". El Ministro coincide con analistas ecuatorianos que se
oponen a la permanencia de la base, en que esta es un pivote del Plan Colombia,
útil al proyecto geoestratégico de Estados Unidos, la llamada "Iniciativa
Regional", es decir, la plataforma para eventuales intervenciones militares en
cualquier lugar de América Latina.
El artículo que prohíbe la instalación de bases militares extranjeras en suelo
ecuatoriano hace parte de la nueva Constitución que debe ser sometida a
plebiscito aprobatorio el 29 de julio, y aunque algunos sostienen que Correa, su
principal impulsor, no las tiene todas consigo porque sus niveles de popularidad
han caído paulatinamente, entre abril y mayo, varios analistas ecuatorianos
consideran que, en términos generales, el acuerdo de la llamada Forward
Operating Location ha sido considerado por los ecuatorianos como un error
y que por eso estarían de acuerdo si Correa decide no renovarlo.
La eliminación de la base significará un mayor distanciamiento entre los dos
países, pero además Estados Unidos se quedará sin aeropuerto para los aviones
radar AWAC E3 y los P3 de reconocimiento que sobrevuelan el Pacífico en busca de
embarcaciones de narcotraficantes. Y como la respuesta de Washington ha sido la
de que está dispuesto a abandonar la base y a trasladar sus operaciones a otros
países, no son pocos los que creen que la recertificación de Palanquero tiene
que ver con esto y no descartan que sea allí o en Perú, donde Estados Unidos
quiere instalar una base militar para no perder el control ampliado sobre la
región, conjuntamente con las bases que tiene en El Salvador, Aruba y Curazao.
Hasta el momento, ningún funcionario colombiano o estadounidense ha aceptado
hablar sobre el tema, pero un alto oficial le dijo a CAMBIO que "Colombia parece
estar esperando un guiño de Estados Unidos y este país que Colombia le pida
directamente la instalación de la base". Y si de guiños se trata, uno se dio el
18 de mayo: "Tenemos que mirar criterios como geografía, altura, concentración
de la amenaza, etc. -dijo el embajador Brownfield en una entrevista en El
Espectador el 18 de mayo-. Hay posibilidades en la República de Colombia, sin
duda alguna. Nuestro Gobierno podría proponer y el anfitrión decidirá si permite
ese tipo de colaboración".
Tres días después, el presidente Uribe, en una entrevista con Juan Gossaín en
RCN, dijo que el Gobierno no ha hablado sobre el traslado de Manta a Colombia,
pero dejó abonado el terreno: "Todo lo que podamos hacer para fortalecer la
ayuda de Estados Unidos a fin de que podamos derrotar el narcotráfico, lo
seguiremos haciendo. No se ha hablado de una base militar, se ha hablado como
siempre (...) de buscar fortalecer esa cooperación".
Por qué Palanquero CAMBIO buscó precisar el alcance de estas declaraciones y un
funcionario autorizado por la Casa de Nariño se limitó a decir: "Sin duda alguna
Estados Unidos está pensando en Colombia porque no puede quedarse sin una base
militar en esta parte de la región, pero no será en La Guajira".
De hecho, CAMBIO estableció que dentro de los convenios antinarcóticos
perfeccionados en los últimos años han sido fijados parámetros que facilitarían
el traslado de la base de Manta, sin mayores traumatismos jurídicos.
Reporteros de CAMBIO visitaron la base de Palanquero y establecieron por qué el
Pentágono la consideraría como la primera opción para establecer la unidad
militar más importante de Latinoamérica después de haber tenido que abandonar el
Canal de Panamá.
El complejo militar con sede en Puerto Salgar tiene una ciudadela que puede
albergar a más de 2.000 hombres, casino, restaurantes, supermercado, hospital y
teatro. En cuanto a facilidades para la operación de aviones, tiene dos hangares
con capacidad para entre 50 y 60 aviones cada uno, que en términos de diseño,
seguridad y normas ambientales son los mejores de Latinoamérica.
La pista, de 3.500 metros de longitud, 600 más que la de Manta, "es la más larga
del país, permite el despegue simultáneo de hasta tres aviones y es la única con
'barrera de frenado', una red que atrapa aviones que aterrizan a altas
velocidades", según le explicó a CAMBIO un oficial de la FAC. Además, la base
está dotada con una serie de radares que en la década de los 90 instaló una
comisión estadounidense y que ha permitido adelantar, entre otras muchas
operaciones, el bombardeo al campamento de 'Raúl Reyes' en Ecuador.
Ubicada en punto estratégico en el centro del país, permite que los aviones Kfir
lleguen en menos de 10 minutos a La Guajira y a la frontera con Ecuador. Y como
está sobre el río Magdalena, tiene una plataforma en la que pueden acuatizar
aviones anfibios.
Así las cosas, mientras en Ecuador continúa el debate sobre la base
estadounidense en su territorio, todo indica que a pesar de que existen otras
opciones, como construir una base nueva en Cauca, Santander o Arauca, Palanquero
presenta condiciones óptimas y permitiría un traslado fácil y rápido de Manta.
No obstante, desde el punto de vista jurídico el trasteo no es tan fácil, pues
se trata del tránsito de tropas extranjeras por territorio colombiano y ello
obligaría al Gobierno a pedir la autorización del Senado o del Consejo de Estado
si el legislativo está en vacaciones. Muchos podrán pensar que se está
ensillando antes de traer las bestias, pero las señales permiten pensar que la
posibilidad existe, pues el anuncio del embajador Brownfield y las
declaraciones de Uribe apuntan en esa dirección.
No hay que olvidar que el mejor aliado de Estados Unidos en la región es
Colombia y que el presidente Uribe es el principal alfil de su estrategia
antidrogas y antiterrorista. No obstante, es previsible que de destaparse el
tema y entrar en la agenda, despertará controversia, mucho más fuerte que la que
se dio en 1994 cuando el entonces presidente César Gaviria autorizó, sin
pasar por el Congreso, que marines de Estados Unidos construyeran una escuela en
la isla de Juanchaco, cerca de Buenaventura. Un eventual traslado de la base de
Manta a Colombia, en particular a Palanquero, está hoy en el radar de los medios
y de los principales analistas militares y políticos de la región.
LA BASE DE MANTA Hay allí campo para operaciones de aviones Galax 130 y 140,
capaces de transportar entre 15.000 y 20.000 hombres equipados en menos de 72
horas. Su pista, de cerca de 2.900 metros de largo, permite el aterrizaje de los
más modernos cargueros como los C-17, que sirven también para operaciones
de paracaidismo táctico.
Según un documento del Instituto de Derechos Humanos de Ecuador, la
infraestructura, incluidas las cuatro plataformas de estacionamiento de aviones,
es obra del consorcio norteamericano ABB Susa, especializado en construcciones
militares en todo el mundo. La base alberga a 475 militares estadounidenses que
van rotando y a varios asesores civiles. Parte del personal extranjero es
contratado por empresas como Dyncorp, que enganchan ex militares y mercenarios.
La base es "parte de un esqueleto regional de intervención en el que están
consideradas al menos cinco bases localizadas estratégicamente para hacer de
cualquier sitio de América Latina un punto de intervención inmediata", dice el
informe, que cita al analista militar Loring Wirbel, de la organización Citizens
For Peace, quien dice que para Estados Unidos Manta no es más que un puesto de
operaciones (FOL, por sus siglas en inglés) que "funciona mediante plataformas
portátiles de inteligencia, pequeños aeropuertos para vehículos de
reconocimiento aéreo y conexión con el Space Warfare Center (Centro Especial de
Guerra) de la base de Schriever en Colorado Springs, para conformar una base
militar virtual".
El Comando Sur del Ejército de Estados Unidos, responsable del manejo de Manta,
ha presentado informes periódicos según los cuales en los dos últimos años,
el 60 por ciento de las operaciones exitosas contra el narcotráfico en el
Pacífico, han sido de misiones emprendidas desde el puerto ecuatoriano. En 2006
fueron incautadas 262 toneladas de cocaína y hasta octubre de 2007 la cifra
llegaba a 310.