¿Un futuro de transgénicos?
Esta semana se abrió una polémica por el apoyo del presidente
Correa a la introducción de semillas y cultivos transgénicos en Ecuador
Fidel Castro le responde
Kintto Lucas
Martes y miércoles varios asambleístas del gobiernista Acuerdo País y de otros
partidos aliados a éste se pronunciaron a favor de prohibir semillas y cultivos
transgénicos, contradiciendo la posición del Presidente de la República, Rafael
Correa, quien se pronunció contrario a la prohibición. El mandatario ecuatoriano
señaló el sábado 31 de mayo en su cadena radial que si bien respeta a quienes
buscan prohibir los transgénicos no comparte ese criterio.
"Yo estoy en contra de los transgénicos, pero en transgénicos entran muchas
cosas y si ponemos esa prohibición nos podemos quedar sin queso porque el cuajo
para el queso es transgénico", aseguró Rafael Correa.
También afirmó que había recibido "una brillante exposición de dos científicos
del más alto nivel, sin intereses, no son neoliberales, no están relacionados
con la empresa privada", quienes dicen que "que ningún país del mundo prohíbe
los transgénicos, todos los países los regulan".
"Lo que hay que poner en la Constitución es un adecuado control y regulación. Y
ni siquiera solo los transgénicos. Los transgénicos son una partecita de lo que
son la biotecnología. Lo que hay que controlar y regular es la biotecnología.
Esa va a ser la propuesta del gobierno. Y las leyes regularan esas
biotecnologías y los transgénicos" afirmó Correa.
"Los transgénicos peligrosos se los eliminará del mercado. Pero cuidado, les
insisto, toda la soya importada ahora es transgénica, nos quedamos sin soya, y
sin eso, nos quedamos sin aceite sin alimentos balanceados, etc. Entonces,
muchas veces por un entusiasmo excesivo, por ciertas ideas sin sustento
científico, (...) se lanzan estas cosas pero que no resisten mayores análisis",
concluyó el mandatario.
Diversas organizaciones ambientalistas e indígenas cuestionaron la validez
científica de las afirmaciones del presidente ecuatoriano y se mostraron
abiertas a explicarle los riesgos para que "se informe mejor" y no hable "sin
fundamentos".
En carta abierta al mandatario ecuatoriano las organizaciones se motraron
preocupadas de "que especialistas de alto nivel le hayan generado confusión,
porque a diferencia de la elaboración de queso, de pan, de chicha, que usa
organismos vivos que están en la naturaleza, como son las levaduras, los
organismos transgénicos son productos de la ingeniería genética".
"La ingeniería genética manipula la esencia genética de un organismo usando
genes de otros seres vivos con los que jamás en condiciones naturales podrían
hacerlo, rompiendo todas las leyes de naturaleza. Así, en la soya transgénica
con resistencia al glifosato, que es el cultivo transgénico más difundido en el
mundo, la soya recibe genes de bacterias y virus altamente infecciosos",
explican en la carta.
Agregaron que la introducción de semillas transgénicas para cultivos representa
grandes riesgos para la agricultura ecuatoriana, su productividad, la salud de
los ecuatorianos y su biodiversidad.
"Estudios hechos por varias universidades de Estados Unidos y Argentina, los
países donde se han adoptado los cultivos transgénicos con más agresividad,
"revelan que en promedio la productividad de los cultivos transgénicos disminuye
en un 10 por ciento, porque la planta invierte su energía en la producción de
nuevas proteínas, producto de la manipulación genética, y no en producir mas
granos. Esto lo sabe cualquier fisiólogo vegetal", dicen las organizaciones.
En tanto que durante los debates del plenario de la Asamblea, muchos
asambleístas del gobierno propusieron directamente prohibir los cultivos y
semillas transgénicas.
"Se prohíbe la introducción, uso, comercialización y liberación al ambiente de
las semillas transgénicas, el establecimiento de cultivos transgénicos y el uso
de sus derivados en la alimentación humana y animal. Atendiendo al principio de
precaución se prohíbe el uso de tecnologías que pongan en riesgo a la salud de
la población y contaminen el ambiente", propuso como artículo la asambleísta del
partido de gobierno Marisol Peñafiel.
En tanto que Ana María Larrea, otra asambleísta, aseguró que permitir la entrada
de semillas y cultivos trangénicos sería ir contra la soberanía alimentaria y
que siendo coherentes con el principio de precaución que ya fue aprobado en la
Asamblea, se debe prohibir el uso de semillas transgénicas en la producción
agrícola y la importación de alimentos genéticamente modificados.
La bióloga Elizabeth Bravo por su parte, aseguró que el rasgo transgénico que
más se ha adoptado a nivel comercial es la resistencia a herbicidas. La
superficie sembrada con soya RR (con resistencia a glifosato) representa el 54
por ciento de toda la superficie sembrada en Estados Unidos con semillas
transgénicas, y a nivel mundial, el 58 por ciento.
"La soja RR ha sido diseñada para usarla junto con el herbicida glifosato. La
adopción de la soja RR no tienen sentido sin el uso de herbicidas. En los países
del Cono Sur, donde se ha adoptado la soja RR de manera masiva, el consumo de
herbicidas se ha incrementado. Se calcula que en el año 2006, el consumo de
glifosato fue de 130 millones de litros", argumentó Bravo.
También explicó que como ocurre en la zona fronteriza entre Colombia y Ecuador
donde se utiliza el glifosato a través de aspersiones aéreas en las plantaciones
de coca, en el Cono Sur este modelo agrícola ha significado que niños, mujeres
embarazadas y trabajadores agrícolas tengan graves problemas de salud.
También explicó que las semillas transgénicas tienen derechos de propiedad
intelectual, que implicarían múltiples demandas por su utilización como ocurre
con campesinos argentinos a los que se contamino los campos con cultivos
trangénicos.
"¿Por qué entonces se ha adoptado tan masivamente los transgénicos en el Cono
Sur?, porque hay un ahorro en mano de obra, pues las maquinarias de siembra
directa desplaza al trabajador rural, generándose una agricultura sin
agricultores", aseguran las otrganizaciones en su carta.
Otro problema señalado es que la introducción de cultivos transgénicos es la
introducción de seres vivos que se reproducen, migran, mutan a través del polen.
El Ecuador siendo centro de origen y diversidad de cultivos tan importantes como
el maíz, estaría poniendo en riesgo su diversidad, si ésta se contamina con
transgenes.
"Con estos antecedentes, hacemos un llamado a usted y a la Asamblea Nacional
Constituyente, para que se declare al Ecuador libre de cultivos transgénicos
como ya lo hizo Bolivia en su nueva Constitución", cierran la carta firmada por
la Central Ecuatoriana de Agroecología, la Red de Ecologistas Populares, la Red
de Canastas Comunitarias de Quito, el Centro de Derechos Económicos y Sociales,
las Asociación Ecuatoriana de Agricultores Biológicos, la Asociación Ecuatoriana
de Agricultores Biológicos entre muchas más.
El doctor Plutarco Naranjo, Ministro de Salud durante el gobierno de Rodrigo
Borja (1988-1992) fundamentó su oposición a los transgénicos asegurando que
hasta mediados del siglo pasado, Ecuador era autosuficiente en trigo y hoy
depende casi totalmente de su importación.
Según Naranjo, de 1961 a 1970, el gobierno de Estados Unidos ejecutó la 'Alianza
para el progreso' donando a Ecuador toneladas de sus sobrantes de trigo. Se
abarató así el pan y se amplió su consumo. Campesinos e indígenas empezaron a
comer pan en vez de la harina de cebada tostada (mashca).
Los agricultores no pudieron competir y dejaron de producir trigo. Luego llegó
el momento en que cesaron las donaciones y fue imprescindible importar el cereal
de Estados Unidos.
"Es obvio que Estados Unidos planificó a largo plazo sus engañosas estrategias
de producción y mercado. Y lo mismo hacen ahora las transnacionales. Es el caso
de los transgénicos. En enero del 2000, en calidad de préstamo no reembolsable,
Washington nos donó 11.000 toneladas de pasta de soya transgénica. Luego donó
trigo, pasta y aceite de soya transgénicos", afirmó Naranjo en su columna del
diario El Universo.
Una fuente gubernamental que prefirió mantener su anonimato, aseguró que
Argentina ha propuesto a Ecuador vender a bajo precio soya transgénica
subsidiada.
Eso significaría una salida para una parte de su producción de soya transgénica
en un momento en que los productores soyeros mantienen un conflicto con el
gobierno de la Presidente Cristina Fernández de Kirchner.
Para Ecuador, ese negocio significaría comprar soya transgénica a un precio
menor en un momento en que los alimentos han tenido un alza considerable, pero
con los riesgos que eso implica sobre el ambiente, la salud y la economía
campesina.
Según una fuente gubernamental que prefirió omitir su nombre, tras las muestras
contrarias a los transgénicos, Rafael Correa estaría dispuesto a que en la
futura Constitución se declare a Ecuador como "país libre de cultivos y semillas
transgénicos", pero dejando la puerta abierta para que el presidente tenga la
potestad de pedir al Congreso que en casos excepcionales se levante esa
declaratoria.
Humberto Cholango, presidente de Ecuarunari que reúne a los pueblos kichuas de
la sierra ecuatoriana y la más importante de las que integran la CONAIE,
argumentó que permitir la introducción de semillas y cultivos transgénicos y el
control privado del comercio agropecuario por parte de las grandes empresas de
semillas transgénicas, provocaría "que indígenas y campesinos productores y
custodios de las semillas, pierdan control del proceso productivo al perder el
primer eslabón de la cadena productiva que son las semillas".
Fidel Castro le responde
En su última reflexión, dirigida a una joven periodista de Juventud Rebelde,
Fidel responde a Correa:
"La soya, precalentada a 125º centígrados, es una de las fuentes proteicas y
calóricas más completas y económicas conocidas de productos alimenticios
industriales para consumo directo, con gran diversidad de usos. La transgénica,
que se cultiva para producir proteínas y grasas de origen animal, no es apta
para el consumo humano. Las leguminosas y gramíneas en general, mejoradas y
probadas a lo largo de años, son las fuentes fundamentales de alimentos sanos y
saludables. Cada uno de ellos tiene rigurosos límites climáticos y necesidades
de fuerza de trabajo humana, en la que temperatura, humedad y tradiciones
influyen decisivamente en los rendimientos del área disponible en cada país. La
producción de estas proteínas y calorías esenciales por hectárea, su costo en
energía y el CO2 que inyecta a la atmósfera cada cultivo, debe estar en el
manual de todos los políticos del mundo; es en la actualidad tan importante como
saber leer y escribir; no es concebible el analfabetismo en la materia."
Cuba Siglo XXI Fuente: lafogata.org