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La muerte de Manuel Marulanda Vélez
Hernando Calvo Ospina
"Varios informadores me han dicho que pueden localizar el sitio donde está
enterrado Tiro Fijo, y ellos están en camino hacia aquel lugar, aunque la tarea
es difícil por la topografía hostil y las dificultades de la marcha." Así se
expresó ante la ansiosa prensa el comandante de la VI Brigada del ejército
colombiano sobre la presunta suerte de Manuel Marulanda Vélez.
Precisó que sus tropas, coordinadas con civiles, proseguían con la intensa tarea
de encontrar el cuerpo del guerrillero en la zona de Marquetalia, al sur
occidente del país. "Estoy optimista sobre la comprobación de las versiones de
la muerte del bandolero y se está investigando ocularmente y con acopio de
informaciones [...]." Seguía diciendo el mando militar: "Estamos haciendo los
esfuerzos para buscar la verificación de los informes bastante verosímiles que
conocemos. El ofrecimiento de las gentes de recuperar el cadáver es una buena
base de optimismo." Precisando: "La recompensa ofrecida se entregará cuando se
identifique el cadáver.
El comandante ratificaba lo que en días anteriores había dicho al principal
diario del país, El Tiempo: se conocían los "rumores" sobre el deceso por
heridas causadas en combate "al jefe bandolero"..
Efectivamente, dando como cierta la versión militar, el medio de prensa había
destacado en sus principales páginas días antes: "Tiro-Fijo fue herido desde un
avión. El brazo le quedó inútil por la rotura de las articulaciones y el
destrozo de los músculos. Tiro Fijo continuó entre el monte, y en contacto de
fuego con tropas de tierra y fue alcanzado en una pierna por una ráfaga de fusil
ametralladora […] Sin drogas, ni elementos de curación, la pierna se gangrenó y
la cuadrilla de antisociales, después de errar por la serranía, resolvió buscar
las cabeceras del río Atá, llevando en parihuela a Tiro Fijo […] Allí Tiro Fijo
ordenó a sus hombres internarlo en un monte más espeso y abandonarlo, diciendo
que su muerte era inminente y no debía él ser un estorbo para sus hombres. La
cuadrilla no obedeció y continuó la marcha con suma lentitud [..] la cuadrilla
estaba integrada por 20 hombres heridos en su mayor parte, esqueléticos,
hambreados, descalzos, con ropas convertidas en andrajos […]."
No. Podría ser, pero no lo es. Aunque el ministro de Defensa de Colombia aseguró
en mayo 2008 que el comandante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias
Colombianas, FARC, Marulanda Vélez, habría muerto dos meses antes debido a las
heridas provocadas por bombardeos, estaba equivocado. "Tirofijo", como lo
trataban sus enemigos y detractores, se fue físicamente de este mundo en marzo,
cuando el corazón le sentenció: ‘te fui leal por 78 años, pero hasta aquí te
acompañé.’
El comandante de la VI Brigada no solamente estaba equivocado: Lo que hacía era
anunciar aquello que se constituyó en "la primera muerte" del guerrillero.
Porque esas informaciones que entregara a la prensa el coronel Hernando Currea
Cubides, y que tan eufóricamente la prensa reseñara, son de fechas bien lejanas.
Cuando el militar dijo que se estaba en camino de encontrar el cadáver, El
Tiempo lo hizo público al día siguiente: 5 de enero 1965. Sobre el cómo
deambulaban con su cuerpo herido, el mismo diario lo narró con absoluto detalle
el 27 de diciembre de 1964. Y, entre paréntesis, en esta narración se puede
constatar la pérfida imaginación que ya tenían militares, gobernantes y medios
de prensa, pues nadie, nadie, había sido testigo de ese algo que nunca existió.
Hace 43 años, entonces, el Estado colombiano mató por primera vez al emblemático
luchador colombiano. Después, muy regularmente, los gobernantes, Fuerzas Armadas
y sus paramilitares lo mataron a tiros o bombazos. Y cuando por ahí fallaban, se
contaba que sus propios hombres lo habían fusilado para cobrar la recompensa. O
porque ya estaban cansados de la vida guerrillera. Y como hoy, la gran prensa
siempre se regocijó, casi revolcándose en sangre, sin importarle pedir disculpas
por no haber verificado antes de desinformar. Mejor dicho, por mentir.
Su sagacidad y dotes natos de estratega político y militar no le permitieron a
sus enemigos ni tan siquiera tocar su verdadero nombre: Pedro Antonio Marín. El
mismo lo fue enterrando por allá en 1949, cuando con apenas 19 años de vida
decidió "enguerrillarse", "enmontarse", sin saber que sería uno de los
principales constructores de las FARC. Organización que nació a mediados de los
años sesenta, casualmente poco después de haber sido muerto esa primera vez.
Cuando al jefe guerrillero le criticaban la lucha armada solía decir: "Nosotros
no impusimos la violencia, la violencia nos la impusieron a nosotros."
Manuel Marulanda Vélez murió "de verdad" en brazos de su compañera, sabiendo que
las causas de la lucha guerrillera en Colombia siguen presentes como nunca
antes: la pobreza, la intransigencia política de las elites y el terror estatal.
Hernando Calvo Ospina.
Colaborador de Le Monde Diplomatique. Autor, entre otros, de "Colombia,
Laboratorio de Embrujos". Akal-Foca, España, 2008.
La información de El Tiempo es tomada del libro de Arturo Alape: "Manuel
Marulanda, Tirofijo". Editorial Txalaparta. España, 2000.
Hernando Calvo Ospina acaba de publicar
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