Latinoamérica
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Estados Unidos- Colombia La lógica del terrorismo de Estado
René Báez
El Plan Colombia, diseñado por el gobierno de Andrés Pastrana y el
Departamento de Estado, cofinanciado por la Unión Europea y puesto en vigor por
el demócrata Bill Clinton en su visita a Cartagena de agosto del 2000, detrás
del membrete de cruzada contra el narcotráfico y ulteriormente de lucha contra
el terrorismo internacional, oculta oscuros intereses metropolitanos y de la
oligarquía "paisa". Desglosemos tales propósitos.
El objetivo geopolítico cardinal de EE. UU. después de la implosión del
"socialismo real" europeo no es otro que consolidar su hegemonía unipolar. De
este propósito mayor se derivan las metas estratégicas del Plan Colombia: a)
Reasegurar el control político-militar estadounidense del norte de Sudamérica
(resquebrajado después del retiro de Panamá de la Base Howard, en 1999) b)
Instalar fortines militares para apropiarse de los recursos naturales,
energéticos y bioenergéticos de la Amazonía c) Controlar el comercio subregional
con los países asiáticos d) Despoblar territorios a través de operativos de
genocidio y etnocidio e) Debilitar la gravitación geopolítica del Brasil f)
Evangelizar a los latinoamericanos en el culto al mercado y a la democracia
formal, entre otros En el terreno estrictamente económico, el Plan busca
reforzar las columnas del capital financiero sustentando la producción y la
venta de armas, apuntalando la industria química y mejorando los réditos para
Wall Street provenientes del tráfico internacional de drogas psicoactivas
naturales. Los beneficios del programa para los "los señores de la guerra"
estadounidenses se evidenciaron desde que la fracción sustantiva de los fondos
provistos inicialmente por Washington tuvo como destino inicial la compra de
helicópteros Blackhawks, que solo se fabrican en USA. Asimismo, un reporte del
Nuevo Herald coincidente con la oficialización del Plan dio cuenta que las
fumigaciones de los cultivos de coca y amapola se realizaban con el Roundup, un
agrotóxico producido por la Monsanto. Intensificados los bombardeos químicos, se
conoció que el precio del kilo de cocaína en Nueva York se disparó desde 120 mil
a 240 mil dólares, para felicidad de los "blanqueadores" primermundistas que, en
última instancia, son los mayores beneficiarios de ese colosal negocio, estimado
actualmente en más de 700 mil millones de dólares y equiparable al del petróleo
o al de la fabricación y comercio de material bélico.
En tiempos de la administración del republicano George W. Bush, el Plan Colombia
fue redefinido con el sarcástico nombre de Iniciativa Regional Andina (IRA), con
el abierto propósito de internacionalizar la guerra civil que flagela la hermana
nación fronteriza como corolario del asesinato del líder popular Jorge Eliécer
Gaitán en 1948; y, después del memorable 11-S del 2001, será incorporado a la
fementida campaña mundial contra el terrorismo decidida por los "halcones" del
complejo industrial-militar norteamericano como medio de profundizar un
keynesianismo de guerra y "neutralizar" /eliminar a los disidentes de la
globalización corporativa (llámense líderes de la oposición parlamentaria,
dirigentes sindicales, defensores de los derechos humanos, ecologistas,
guerrilleros, cristianos liberacionistas, indígenas o simplemente excluidos por
la acumulación por desposesión institucionalizada por el "capitalismo del
Pentágono").
Como todo hecho histórico, el Plan Colombia se sustenta también en factores
endógenos, en este caso inherentes al país neogranadino. ¿A qué aludimos?
Producto de una evolución contrahecha y subordinada, la crisis cafetalera
colombiana de los años 70 derivó en una constelación de problemas económicos,
sociales, políticos e institucionales cada vez más agudos. Una trágica deriva de
su crisis multidimensional ha sido que el país sudamericano se convierta, a
partir del citado decenio, en un importante productor y exportador de drogas al
vasto mercado yanqui (un mercado de aproximadamente 60 millones de adictos
irrecuperables), fenómeno inducido por el aperturismo comercial instrumentado
por los gobiernos conservadores y liberales colombianos al tenor de las
recomendaciones-imposiciones de entidades como el Fondo Monetario Internacional,
el Banco Mundial, el BID, la CAF.
La apertura colombiana a la importación de bienes producidos por el poderoso y
subsidiado "agrobusiness" norteamericano, a la par que provocó la ruina de los
campesinos, forzó a estos al éxodo a las ciudades o a subsistir con cultivos no
tradicionales. Esta "reconversión" de la agricultura colombiana resultó en la
constitución de una matriz productiva con unas 100 mil familias establecidas en
decenas de miles de hectáreas y dio paso a procesos de industrialización y
comercialización de la marihuana, la coca y la amapola, actividades que
representan réditos para un amplio espectro social interno que incluye desde
partidos políticos del establecimiento liberal/conservador, legisladores,
jueces, banqueros, periodistas, hasta paramilitares y capos de la droga de
diverso perfil, proveedores de armas, oficiales y tropas del Ejército y la
Policía, pequeños productores agrícolas, raspachines y "pericos". La guerrilla
izquierdista de las FARC, conforme a declaraciones de sus comandantes, percibe
ingresos por concepto de tributos cobrados a los campesinos, refinadores y
narcotraficantes.
Además de defender su cuota en el gran pastel del narcotráfico, cuya fracción
sustantiva es retenida e invertida en las metrópolis, la oligarquía norteña
encontró en el Plan Colombia la mejor coartada para impulsar su reforma agraria
"al revés", consistente en expulsar de sus asentamientos ancestra1es a los
campesinos y a las comunidades indígenas, apropiarse de sus tierras a través de
los operativo s del Ejército y las bandas de paramilitares y, ulteriormente,
integrar latifundios para el cultivo de la palma africana, soya y otras
producciones primarias congruentes con la vieja/nueva división internacional del
trabajo promovida por el capital transnaciona1 desde los años 70 mediante la
implantación de dictaduras fascistas en el Cono Sur, como las de Augusto
Pinochet en Chile y Rafael Videla en Argentina.
El debilitamiento institucional y moral del Estado colombiano, que incluso le ha
llevado a la pérdida del control de aproximadamente un tercio de su territorio y
de la mitad de sus municipios, abrirá un ancho cauce para Estados Unidos asuma
un virtual protectorado de la nación suramericana y para que, blandiendo el mito
de la "sociedad sin drogas" o la metáfora de la "guerra infinita contra los
terroristas" haya criminalizado a una sociedad entera en un intento por
legitimar guerras neocolonialistas en connivencia con la Unión Europea.
La amarga experiencia colombiana no se circunscribe a sus fronteras.
Producto combinado de la dominación externa y de la expoliación interna, el Plan
Colombia/lRA/Plan Patriota, adosado a los TLCs, al IIRSA (Iniciativa de
Integración de la Infraestructura de Sud América) y al Plan Mérida (el flamante
"Plan Colombia mexicano"), ha venido irradiando progresivamente sus siniestros
instrumentos y consecuencias, especialmente a los países andinos.
Las recurrentes violaciones a la soberanía de países como Venezuela y Ecuador
protagonizadas por Álvaro Uribe, un ex colaborador del "Jefe" Pablo Escobar, se
inscriben en el contexto histórico lacónicamente descrito.
- René Báez, economista ecuatoriano, es catedrático universitario, Premio
Nacional de Economía y miembro de la International Writers Association.