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Latinoam�rica

�Qu� hay detr�s del autonomismo?

Rafael Bautista S.

Si el 4 de mayo aparece como un ultim�tum, conviene aclarar qu� es aquello que provoca semejante intimidaci�n. Sostener una oposici�n a los "estatutos" por su ilegalidad es oponerse s�lo a la forma; una oposici�n por su ilegitimidad va m�s all�, pero aun no logra desentra�ar aquello que digita aquel ultim�tum. Es decir, para estar en contra de algo, hay que estarlo por las razones correctas; las dem�s imputaciones son meros adjetivos que se suman al alud de observaciones que se tenga: el c�mo y el qui�n son parte del escenario, pero lo fundamental es siempre el por qu�. Entonces, �qu� hay detr�s del autonomismo? Porque lo que se nos presenta es una apariencia, es decir, hay algo que se oculta. Conviene aclarar que el "ismo" es aquello que delata a este discurso. Si bien la autonom�a tiene ra�ces en demandas ind�genas de larga procedencia (en cuanto autodeterminaci�n de los pueblos, reivindicaci�n hist�rica que busca recomponer y restaurar formas de vida truncadas por la colonia y la republica), el discurso "autonomista" aparece operando una transformaci�n sem�ntica en el concepto; se invierte el sentido original: aquello que operaba una demanda hist�rica es cooptado para justificar y legitimar la recomposici�n en el poder de una oligarqu�a emparentada al capital transnacional. Se trata entonces de un rapto. Son las propias banderas de lucha de los oprimidos las que se usan para recomponer la hegemon�a descompuesta del elitismo pol�tico y cultural del sector m�s reaccionario de este pa�s.

Pero los motivos ideol�gicos tienen siempre un correlato real, que es, en �ltima instancia, el suelo donde se construyen las justificaciones ideol�gicas. Entonces, vayamos desentra�ando aquello que est� detr�s y digitando al "autonomismo" y su fat�dica fecha, el 4 de mayo. Para ello, debemos primero mirar al norte. En 2005, la administraci�n Bush, promulga la ley de Pol�tica Energ�tica, que establece la obligaci�n de duplicar la cantidad de etanol para el a�o 2012; en 2007, una nueva meta se hace pol�tica de Estado: producir 35 mil millones de galones de etanol para el 2017 (en 2005, si el planeta produce m�s de 9 mil millones de galones, USA participa apenas con 4 mil millones). Pero USA, ella misma, no puede cumplir la meta que se propone; para realizar aquello tendr�a que orientar toda su producci�n agr�cola a un solo producto (no pudiendo cosechar ca�a, esto significa ma�z), pero entonces tendr�a que disponer de toda su producci�n de ma�z, es decir, tendr�a que destinarlo para un solo uso: el etanol; no puede hacer eso, pues supondr�a minar su soberan�a alimentaria, tampoco puede ampliar su frontera agr�cola y destinar, sus bosques por ejemplo, al agro. Le queda mirar hacia afuera, lo que le lleva a desear las tierras de Sudam�rica; pues para producir los 35 mil millones de galones de etanol, necesita m�s de 40 millones de hect�reas. Por eso Bush se acerca a Brasil (pues es el pa�s con m�s potencial ca�ero, adem�s, la producci�n de etanol en base a ca�a de az�car es superior a la que se puede obtener de ma�z: 7000 litros de etanol por hect�rea de ca�a contra 3000 litros por hect�rea de ma�z) y firma el acuerdo con Lula. Pero la cantidad de tierra que le ofrece Brasil no le basta.

Si el prop�sito norteamericano al provocar la independencia de Kosovo (tambi�n la "autonom�a" sirvi� de ret�rica �til) fue poseer un sat�lite militar y tener acceso al control de los energ�ticos provenientes del mar negro, el inter�s en los "autonomismos" es el de desestabilizar los gobiernos de la regi�n (que no se sometan a sus necesidades) y disponer de tierras suficientes (baratas y desechables) para satisfacer su demanda creciente de etanol. La cual se hace pol�tica regional desde organismos creados para promover "desarrollo energ�tico ecol�gico"; lo cual es una autocontradicci�n, pues es un desarrollo que nos subdesarrolla y lo de ecol�gico que tiene es, en realidad, necrol�gico: al disponer la tierra para la alimentaci�n de autos de los pa�ses ricos socavamos la posibilidad de alimentaci�n de la propia poblaci�n local (la producci�n intensiva del monocultivo con transg�nicos, de mayor productividad, s�lo logra, a la larga, la depredaci�n en los suelos y, lo que es m�s grave, socavar la capacidad reproductiva de la tierra). Los organismos patrocinados por USA est�n dise�ados casi exclusivamente para articular pol�ticas de sumisi�n a las necesidades gringas en la regi�n, ya no s�lo de la CONFILAR, sino del reciente "Consejo Interamericano de Etanol" (cuyas figuras cumbres son el hermano de Bush, Jeb Bush, el presidente del BID, Lu�s Alberto Moreno, el ex ministro de agricultura del Brasil, Roberto Rodr�guez, etc.), que se dedica a promover la pol�tica energ�tica norteamericana como la t�pica perorata colonial: que la "soluci�n" para nuestro subdesarrollo consiste en exportar todos nuestros recursos.

La mayor parte de las m�s grandes transnacionales se dedican a los energ�ticos, y en un sistema pol�tico que garantiza y promueve el libre mercado, se entiende que la vinculaci�n autom�tica entre "aperturas" comerciales y subordinaci�n nacionales, forman parte de una pol�tica global unilateral. No es casual que la infeliz invenci�n de la "democracia" neoliberal fue la que acab� minando lo que de democr�tico ten�an nuestros pa�ses; por eso el padrinazgo de los gringos no es gratuito y es, b�sicamente, el tipo de "democracia" que se nos impone despu�s de las dictaduras (una vez que nuestras econom�as estaban re-ordenadas para subordinarse de modo legal y "democr�tico" a los interese del norte). Ahora, cuando las teor�as econ�micas que promovi� el imperio han mostrado su incapacidad y falsedad (llevando al mismo pa�s anfitri�n a una crisis con consecuencias demasiado peligrosas para el resto del planeta), conviene aclarar que su pol�tica, acorde a la econom�a neoliberal, contiene el mismo mal cong�nito: la "democracia" neoliberal es una "democracia" para las empresas, no para los seres humanos; por eso es una "democracia" pensada para servir a los negocios, a costa de la humanidad y del planeta. Ese es el tipo de "demo-cracia" que se guarda en las arengas de c�vicos, prefectos y partidos de oposici�n en Bolivia, por eso, cuando dicen ser "dem�cratas" y respetar la voluntad popular se entiende lo siguiente: defienden al "demos" y al poder de ese "demos": las empresas y la voluntad de ellas (por eso Rub�n Costas y Marinkovic hablan en nombre de ese "demos", su pueblo: los Monasterios, Kuljis, Saavedra Bruno, y dem�s familias que controlan Santa Cruz como su feudo).

A nivel internacional ese "demos" son las grandes trasnacionales, como la General Motors, la Ford y la Chrysler, quienes promueven el etanol para satisfacer la producci�n de autom�viles que contempla la demanda del norte. Al no poseer USA de modo efectivo, por su fracaso en Irak (gracias a la resistencia del pueblo iraqu�, que posibilita la ola insurgente en Sudam�rica), el petr�leo del medio-oriente, esto le obliga a otra suerte de control de energ�ticos mundiales, lo cual se concretiza en la apuesta a los mal llamados bio-energ�ticos o mejor llamados necro-combustibles. Con apenas el 7% de la poblaci�n mundial, USA consume m�s del 50% de la energ�a mundial (sumadas sus transnacionales y sus bases militares movilizadas en el mundo); lo cual supone un negocio de cifras escalofriantes, aunque lo m�s escalofriante es lo que se avecina: una industria del hambre; pues si para llenar los 25 galones del tanque de un veh�culo con etanol, se necesitan m�s de 450 libras de ma�z, esa misma cantidad remediar�a la alimentaci�n de una persona por un a�o; es decir, por alimentar autom�viles se deja de alimentar a la poblaci�n mundial. Por eso el inter�s por el etanol se vuelve inter�s de las grandes transnacionales agroalimentarias, como Syngenta, Monsanto, Dupont, Dow, Bayer, BASF, quienes lideran adem�s la producci�n de transg�nicos (un atentado a la salud de la poblaci�n mundial), y otras que dominan el comercio mundial de cereales, como Cargill, Archer, Daniel Midland y Bunge. Estas transnacionales empezaron a considerar a Sudam�rica como el medio-oriente del etanol. No en vano Cevasa (la mayor productora de ca�a en Brasil) fue comprada por Cargill, lo mismo hace Bunge con la f�brica Vale do Rosario, Noble Group comprar� la f�brica Pertibru Paulista, ADM anuncia una f�brica en Rondon�polis, Dreyfus adquiere cinco f�bricas del grupo Tavares de Melo (segunda mayor productora de etanol), etc. Si a eso le sumamos que, a principios de 2007, el BID promueve inversiones de 3.000 millones de d�lares (incremento fabuloso) para los agro-combustibles en pa�ses como Brasil, El Salvador, Republica Dominicana y Hait�; las tendencias indican claramente una pol�tica global de acabar con el hambre acabando con los hambrientos (dos tercios del planeta), pues adem�s de recortar la producci�n destinada a los alimentos, se elevan los precios produciendo una escasez artificial de estos.

El PNUD estimaba, en el 2000, en 80 mil millones de d�lares, por diez a�os, el monto que se necesitar�a para garantizar el acceso mundial al agua potable, nutrici�n infantil, educaci�n universal primaria, salud, etc. No existieron tales recursos para semejante empresa. Pues pa�ses ricos, como USA, reacios a remediar los estragos que ocasiona el libre mercado en sus propias poblaciones, fueron los menos interesados en paliar el hambre en el mundo (seguramente porque eso no les rinde ganancias); pero s� son los primeros en auxiliar diligentemente al sector empresarial (los �nicos beneficiados del libre mercado); por eso no es raro encontrar en las pol�ticas econ�micas neoliberales, planes de salvamento bancario, sobre todo de bancos en dificultades, transformaci�n de t�tulos desvalorizados por dinero fresco, etc. La actual crisis financiera le est� costando a la econom�a mundial un mill�n de millones de d�lares. Es decir, salvar a la banca privada le cuesta m�s al planeta que alimentar a toda la poblaci�n mundial. Pero sucede que salvando los negocios no se salva al planeta, es m�s, salvando los negocios se condena a la humanidad y al planeta. Aquellos 800 mil millones que se requer�a para garantizar derechos elementales no s�lo garantizan la vida sino que, garantizada esta, garantiza todo lo dem�s, hasta los negocios tan estimados por los pa�ses ricos. Esto demuestra la l�gica suicida que digita a los organismos financieros mundiales y la voluntad de poder que act�a en las transnacionales, a la hora de decidir d�nde, c�mo y cu�ndo invierten. Se trata precisamente de la racionalidad que subyace a la pol�tica econ�mica neoliberal.

La cual no est�, para nada, alejada de nuestra cr�tica situaci�n actual; pues la mayor parte de la producci�n de soya de nuestro pa�s est� en manos de capital brasilero y, si hilamos fino, este capital nos remite inmediatamente al capital transnacional mundial. Como la oligarqu�a cruce�a, adem�s de torpe e ignorante, no es lo suficientemente audaz para hacerse ella misma con el negocio, trabaja para aquellos que son, en definitiva, los verdaderos beneficiarios. El envalentonamiento y las ingentes cantidades de dinero les vienen de all�. Seg�n los "estatutos", es el prefecto (que ahora querr� llamarse emperador o empedrador de la avenida que reciba al capital del necro-combustible) el �nico con la potestad de decidir la posesi�n de la tierra (y sus compadres logieros, claro); como ellos mismos nunca han tenido la capacidad de transitar de la materia bruta a la materia procesada (o cultivada, de modo literal), entonces se entiende que, a lo mucho, toda su estrategia pol�tica se diluya en garantizar la posesi�n legal de las tierras que ser�n destinada a satisfacer las necesidades del norte. Las �ltimas declaraciones del prefecto de Santa Cruz son manifestaciones no s�lo de la ignorancia que digita esos exabruptos sino del envalentonamiento que le produce el espejismo que le pinta el "good business" que significa disponer las tierras del oriente para satisfacer las necesidades del norte; el dinero lo puede todo, dice aquel que est� dispuesto a vender a su propia madre si le ofrecen un buen precio. Y un excelente precio es el que ofrece el norte (para los judas por supuesto); como lo que proclama c�nicamente la Condolezza (el as bajo la manga del sector fascista straussiano para continuar la pol�tica Bush: es negra y mujer, la mejor carta contra la pelea suicida de Obama y Clinton): "cuando promovamos nuestros intereses (sic), en concierto con aquellos pa�ses que comparten nuestros valores fundamentales (sic), el mundo ser� m�s pr�spero, democr�tico y pac�fico".

Ya el Banco Mundial asegur� que m�s de treinta pa�ses enfrentan disturbios por los precios en los alimentos, como en Hait�, Egipto o Filipinas (donde el gobierno anunci� medidas dr�sticas a quienes elevan el precio del arroz). Es decir, el problema con el que amanece el siglo XXI ya no son los recursos, en sentido abstracto, sino los mismos alimentos que procuran la vida de los seres humanos. No hay secretos, el etanol es la principal raz�n del aumento de los precios de los alimentos esenciales de la alimentaci�n mundial.

Toda la parafernalia que han tejido los medios, inventando una legitimidad que, poco a poco, se est� desinflando, muestra la p�rdida de sentido de realidad que posee la oposici�n en Bolivia. Los espejismos suelen tener ese efecto, como aquel slogan que patrocinaba la era de la aldea global: "las materias primas no importan m�s; son las ideas las que mueven el desarrollo econ�mico". La econom�a del conocimiento fue otra ilusi�n que la cre� otro espejismo: el petr�leo barato. Las guerras provocadas por el imperio hicieron trizas estas ilusiones y mostr� la verdadera cara de una situaci�n monumentalmente injusta e irracional: es el tercer mundo el que subsidi�, con la vida de sus habitantes y, ahora, con la vida de todo el planeta, el despilfarro insensato del primer mundo. Esa insensatez la expresan, ahora, los l�deres "autonomistas": no importa descuartizar al pa�s, acabar con la poblaci�n y con la naci�n; ya el prefecto de Santa Cruz expres�: "este pa�s toc� fondo, ya no tiene remedio". Lo mismo piensa el imperio del planeta. �Qu� soluci�n se pretende entonces? Ninguna. Por eso la administraci�n Bush es tan fundamentalista como aquellos a quienes maldice. Por eso acuden a un extremismo que delata su verdadera mentalidad; en nuestro caso se trata del "autonomismo", un espejismo que dice todo y nada, pero que, en �ltima instancia, expresa la voluntad de aquel que quiere tenerlo todo sin rendir cuentas a nadie, que si pierde algo har� que todos pierdan todo. Por eso es el "ismo" el que opera transformando el sentido original de algo que pudo ser una opci�n de reivindicaci�n hist�rica, pero ahora opera todo lo contrario. Esa trasformaci�n sem�ntica, dec�amos, responde a una l�gica que invierte el sentido original de algo para inyectarle uno totalmente contrario. De modo que se produce un encubrimiento. Por eso es necesario mostrar esa transformaci�n sem�ntica que se opera, a partir de un contexto global que expresa una voluntad imperial suicida, que apuesta por su confort sacrificando a toda la vida en el planeta.

Pol�ticamente, en el contexto boliviano, se trata, de una expropiaci�n de la decisi�n. Es lo que manifiestan los "estatutos": que la decisi�n no puede ampliarse, es decir, democratizarse, porque esto afecta al sistema institucional democr�tico neoliberal aun vigente. Dec�amos: la clase de democracia que expresa el "autonomismo" es la "democracia" neoliberal: su "demos" no tiene presencia humana, por eso aquella "democracia" es un eufemismo (si se usurpa la decisi�n, en nombre de la "democracia", lo que se usurpa es la democracia misma). Si no hay ampliaci�n democr�tica entonces hay restricci�n de esta, lo cual significa la anulaci�n de la democracia misma. No se trata de descentralizar el poder sino acumular todo el poder posible. Es una estrategia defensiva, urgente, que se impone una oligarqu�a en proceso de desplazamiento. Frente a la avalancha popular, le queda reagruparse y asaltar de nuevo el poder. Pero esto no puede decirlo con todas sus letras, por ello acude al encubrimiento. Como la hegemon�a olig�rquica ya no puede sostenerse en sus propios dogmas, tiene necesariamente que usurpar un nuevo discurso para cobijar en �ste la legitimaci�n de su dominio. Es una posici�n c�nica que instrumentaliza una demanda para reproducir sus propios intereses; no cree honestamente en el discurso que emite, por eso lo impone a la fuerza. Aunque el "autonomista" se cobije en una ret�rica democr�tica, amenaza, como es su costumbre; por eso el 4 de mayo es su ultim�tum. El "ismo" es lo que retrata la exageraci�n de su condici�n: no obedece a ley ninguna, salvo, claro, a la ley que se inventa �l mismo y que la impone a palos; los dem�s no s�lo no tienen raz�n sino que no tienen siquiera derecho a opon�rsele. Absolutismo frecuente en el discurso neoliberal, que consiste en negar que los dem�s son tambi�n seres humanos. Por eso importan m�s los negocios, es el "absoluto" en el que se mueve el empresario cruce�o agroindustrial; la vida de la gente es lo "relativo": si se mueren no hay problema.

 Autor de "OCTUBRE: EL LADO OSCURO DE LA LUNA" y "LA MEMORIA OBSTINADA" Editorial "Tercera Piel", La Paz, Bolivia rafaelcorso@yahoo.com

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Fuente: lafogata.org
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