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Pemex y la existencia de la izquierda
Marco Rascón
marcorascon@alcubo.com
La Jornada
Si el PRI representa el pasado de corrupción, contratismo e ineficiencia de
Pemex, el PAN es el presente que repite, y el lopezobradorismo simboliza el
futuro de lo mismo que ha sido el manejo del petróleo.
Dos visiones priístas, una del pasado y otra reivindicando el viejo centralismo,
la corrupción (¡Que se entienda bien y claro!, dijo el domingo AMLO: "el
petróleo, a pesar de la corrupción, a pesar del mal manejo, ha sido un factor de
estabilidad política en el país..." ¡sic!) frente a una visión privatizadora
panista.
Hoy, cuando a la izquierda mexicana se le han querido imponer como pensamiento
propio retazos del anticomunismo laico del viejo priísmo; cuando se ha
confundido la defensa del viejo régimen y su patrimonio como parte del
pensamiento progresista; cuando se ha querido confundir la lucha por la
soberanía como esencia de una corrupción repartidora que otorga "paz social" con
su abundancia ; cuando se justifican acciones fraudulentas para luchar "contra
la derecha" y se pretende combatir la corrupción con más corrupción, se cubre
todo con llamados aparentes de luchar "hasta las últimas consecuencias" por el
petróleo, que dividen, debilitan más y aportan a favor de la visión
privatizadora.
No hay que olvidar que de la actual estructura de Pemex fue posible el
Pemexgate, que financió la campaña del PRI en 2000 y cuyo desfalco quedó
impune. No hay que olvidar que este fraude contra Pemex no fue un hecho
extraordinario, sino habitual, con la complicidad del sindicato petrolero y la
estructura política gobernante, al depender el manejo de la paraestatal,
directamente del presidente de la República, como lo defiende hoy el
lopezobradorismo.
Viejo priísmo y lopezobradorismo son lo mismo; no son la izquierda, pero, ¿para
quién trabaja?
Al igual que hizo siendo gobierno en el Distrito Federal: para privilegiar el
transporte privado antes que el público; favorecer el contratismo por
designación directa; dar limosnas millonarias a la jerarquía eclesiástica para
arreglar la catedral y donarle propiedades a la basílica; eludir la legislación
de las sociedades de convivencia, las políticas a favor del aborto, y ahora la
ley fascista contra el derecho de los fumadores; reivindicar el viejo sistema de
partido de Estado, mediante el dedazo de una "democracia" dirigida;
demostrar que la lucha del PRD por la democracia, del partido creado tras el
movimiento de 1988, que el lopezobradorismo desprecia y que entregó hoy a los
enemigos de su fundación; enfrentar la fuerza legislativa surgida de las urnas
para hacer reformas, cambiarlas u reorientarlas, lanzando contra ellos fuerzas
creadas en la plaza para cercar "aeropuertos, carreteras y recintos
legislativos", poniendo por delante mujeres y nombres de intelectuales soberbios
y confundidos, para eludir la presencia de los dirigentes que llaman a luchar
"hasta las últimas consecuencias".
¿Se cerrarán carreteras en Nuevo León, Zacatecas o Tabasco?
La estrategia de la "resistencia civil" lopezobradorista es exactamente la misma
utilizada en el plantón de Reforma-Zócalo, que AMLO justificó como un acto para
"evitar la violencia" haciendo que el descontento por el resultado del 2 de
julio se fuera por el drenaje de la avenida y la plaza. ¿Se cerrarán en el
Distrito Federal? ¿Y que hará Marcelo Ebrard con su policía? ¿Qué preferirá:
enfrentar la furia ciudadana o la orden de López Obrador? ¿Dante Delgado y
Convergencia cerrarán carreteras? ¿Destinarán un peso de sus prerrogativas a
ello? Dado el balance actual, el PRD ha quedado hecho añicos ante la opinión
pública; sin embargo, ahora el objetivo es desprestigiar la defensa del petróleo
como una lucha válida, legítima y verdadera. Nunca la derecha ha tenido un mejor
agente.
Fuera de esta visión destructiva que enfrenta y confunde, que sustituye
objetivos con medios radicales en apariencia, pero altamente ineficientes,
incapaces de unificar, y que ha hecho de restar y dividir su principal
estrategia, la izquierda en México sí existe y trabaja en la cultura, la
comunicación, la tecnología, la educación, los movimientos emergentes, las
causas pequeñas pero esenciales, la democratización de municipios, la búsqueda
de alternativas a los problemas, las luchas contra las intolerancias y los
autoritarismos. Está en el arte, la apertura de espacios de opinión, las luchas
contra la censura y el abuso sexual, la pederastia y la pornografía infantil. La
izquierda puede reconstruirse en un referente unificando, no polarizando,
creando alternativas, no suponiendo ni haciendo prácticas maniqueas, donde viene
y se refugia la corrupción y la antidemocracia, disfrazada de causa
revolucionaria.
La izquierda sí existe en todos los aspectos de la vida nacional, pero tiene la
tarea histórica de abandonar la ideología del resentimiento como fundamento de
la ideología revolucionaria y abandonar el priísmo centralista y atrasado como
su ideología propia.