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17 sindicalistas asesinados en lo que va el 2008
En tres meses de 2008 han sido asesinados 17 sindicalistas. Con la intolerancia laboral se pierden vidas valiosas, se sabotea la protección de los trabajadores y se le cierran puertas al comercio internacional. Informe especial.
El sindicalismo en Colombia está de luto. Si 2007 terminó con renovadas
esperanzas por la notable reducción de muertes y amenazas de líderes e
integrantes de sindicatos, en el 2008, en cambio, la ilusión de que la
persecución al sindicalismo cesaría se ha tornado frágil. El 2 de enero, cuando
apenas se iniciaba el año, ocurrió el primer homicidio. Ese día, mataron a Mario
Zuluaga, de la Asociación Médica Sindical (Asmedas).
Después de esa muerte, no ha parado la mala racha. Dieciséis más han sido
asesinados <http://www.semana.com/wf_InfoArticulo.aspx?idArt=110668.
El caso más reciente fue el de Adolfo González Montes, dirigente del
Sindicato de Trabajadores del Carbón (Sintracarbón), en Riohacha. Se fue a su
casa temprano a descansar para madrugar al día siguiente a su trabajo en
Carbones del Cerrejón. Nunca salió. Fue torturado y asesinado en su residencia.
Entre enero y marzo de 2007 la cifra ya era escandalosa: diez muertes violentas
de sindicalistas, pero este año los casos van en aumento. De mantenerse esta
tendencia, los logros que se habían conseguido hasta ahora se podrían reversar.
Ninguno de los sindicalistas asesinados en este año, según dijeron funcionarios
del gobierno a Semana.com, había recibido amenazas, ninguno estaba en procesos
de negociación colectiva en sus empresas, ni el ambiente de sus trabajos era
hostil. Por eso ninguno estaba en el programa especial de protección a
sindicalistas del Ministerio del Interior que generalmente ofrece especial
custodia oficial y otras condiciones de seguridad a quienes estén en riesgo.
Los organizadores de la marcha en contra de los crímenes del paramilitarismo y
en solidaridad con sus víctimas del pasado 6 de marzo han dicho que cuatro de
los sindicalistas fueron asesinados en represalia por su participación activa y
liderazgo en dicha caminata. Las autoridades aún no han confirmado ni desmentido
esta denuncia.
Guillermo Correa, director del área de Investigación de la Escuela Nacional
Sindical (ENS), coincide con el gobierno en que las últimas muertes, según la
información que se conoce hasta el momento, no parecen asociadas a conflictos
laborales o a amenazas por su actividad sindical. Sin embargo, las
investigaciones judiciales están en proceso. Correa espera que la Fiscalía
esclarezca los homicidios.
Como sucede a veces en Colombia con personas protegidas especialmente por su
labor en defensa de los derechos ciudadanos -defensores de derechos humanos,
periodistas, jueces, etc., - que algunos pocos resultan asesinados por razones
que nada tienen que ver con su labor, asimismo sucede con los sindicalistas.
Incluso el informe de 2007 del Departamento de Estado de Estados Unidos sobre la
situación de los derechos humanos en Colombia, que asegura que en miembros de
los sindicatos continuaron siendo blanco de la guerrilla de las Farc y el Eln, y
de los nuevos grupos armados al margen de la ley, por razones políticas, también
señala que algunos sindicalistas fueron muertos como consecuencia de casos de
robo, riñas domésticas y otras razones ajenas a la política.
"De acuerdo con la Fiscalía -dice el informe - los motivos en la mayoría de los
casos procesados no tuvieron relación con el hecho de que las víctimas fueran
integrantes de un sindicato".
Sobre las muertes recientes, hay que esperar a que las autoridades judiciales
lleguen a descubrir realmente qué es lo que ha pasado y den con los
responsables. Es de deducir sin embargo, que ante una ola de asesinatos de
sindicalistas como la que se ha dado este año, hay algo más siniestro detrás que
simples coincidencias de homicidios comunes. Las organizaciones nacionales e
internacionales especialistas en el tema están preocupadas y consideran, con
razón, que hay un ambiente francamente hostil para el ejercicio del sindicalismo
en el país.
En la sesión número 301 del Consejo de Administración de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), que se realizó entre el 6 y el 20 de marzo
pasado, reconocieron que en Colombia se han visto las garantías para ejercer la
actividad sindical. Pero, a su vez, llamaron la atención por la presiones y
amenazas que han recaído últimamente sobre el sindicato empleados de la
Universidad de Córdoba "por parte del rector de la Universidad y de jefes
paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc)". Le pidió al
gobierno que garantice la seguridad de los dirigentes sindicales amenazados.
Apenas cinco días después de la reunión de la OIT, 22 organizaciones
internacionales de derechos humanos les enviaron una carta a los presidentes
Álvaro Uribe y George Bush. En ella, rechazaban las muertes y amenazas que han
ocurrido en los últimos días no sólo contra sindicalistas, sino contra
organizaciones defensoras de derechos humanos y líderes sociales. Y culpan al
gobierno de haber creado un clima de intolerancia política contra los
organizadores de la marcha del 6 de marzo al afirmar que detrás de esta caminata
estaban las Farc.
*Males nuevos y viejos* Los conocedores del tema advierten que habrá
dificultades el futuro inmediato. Paradójicamente, en momentos en que se
necesita más que nunca que se respete la vida de sindicalistas y líderes para la
aprobación del TLC con Estados Unidos, se avecina un turbio panorama.
Para empezar, despertó el paramilitarismo, el principal verdugo de los líderes
laborales. Los diálogos con las Auc habían conducido a la reducción sustancial
del hostigamiento a sindicatos, pero en un reciente comunicado emitido por un
grupo que se hace llamar Águilas Negras en Rearme, el comandante 'Camilo'
anuncia una primera fase armada con el "total rearme de las fuerzas
paramilitares".
"Después de ese anuncio, no conozco aún que se haya registrado alguna violación
por parte de ese grupo, pero prende las alarmas", dijo Correa, el director de
Investigaciones de la ENS. Ese ambiente cargado de amenazas y polarización se
suma a viejos males de la sociedad colombiana, que tiene una visión negativa de
los sindicatos<http://www.semana.com/wf_InfoArticulo.aspx?idArt=110675.
En este terreno abonado florece la intolerancia y la agresión contra miembros y
líderes de sindicatos.
Ahora, lo que se avecina para las autoridades es un gran reto, pues los
sindicalistas son un grupo de población vulnerable que requieren especial
protección debido al importante papel que cumplen en una democracia en
representación del trabajo. Es deber del gobierno proteger sus vidas y habilitar
su actividad como miembros activos de organizaciones laborales.
El gobierno asegura que ya está tomando medidas especiales para evitar que las
muertes violentas de sindicalistas se vuelvan a disparar y que ya tienen
planeado cómo se protegerá la vida de los sindicalistas de ahora en adelante.
Al Programa de Protección <http://www.semana.com/wf_InfoArticulo.aspx?idArt=110676que
se viene desarrollando desde 1997, según explicó Andrés Palacio, viceministro de
Relaciones Laborales, del Ministerio de la Protección Social, a Semana.com, van
a tomar medidas extraordinarias como un programa de recompensas para aquellos
que informen sobre quiénes amenazaron o mataron a algún sindicalista y que
coordinará el director de la Policía, general Óscar Naranjo.
También garantizarán protección especial a los trabajadores que se encuentren en
procesos de negociación colectiva y que sientan que están en alto riesgo de
muerte.
Fuera de eso, el gobierno hará una campaña en los medios de comunicación que
invite a respetar la vida de los maestros. El viceministro explicó que esta será
dirigida en particular a valorar a los maestros "porque son quienes más se ven
afectados por la violencia, ya que además de su trabajo con el magisterio
algunos maestros son voceros de las comunidades y denuncian acciones ilegales
como la presencia de cultivos ilícitos, narcotraficantes o grupos armados". El
Viceministerio también anunció un cuidado especial a los trabajadores de los
hospitales que están en proceso de reestructuración y que manejan grandes sumas
de dinero.
"Esas determinaciones fueron producto de un acuerdo entre sindicatos y
autoridades después de detectar los focos donde más violencia se está generando
últimamente", dijo el funcionario.
Lo que viene es duro tanto para las autoridades como para los sindicalistas.
A pesar de los esfuerzos de Estado y líderes sindicales por prevertir la ola de
violencia y desactivar la cultura de intolerancia que la alimenta, en tres meses
ya van 17 sindicalistas asesinados. Un costosísimo campanazo de alerta que está
diciendo a gritos que hay que hacer mucho más para acabar con este despreciable
crimen.