Latinoamérica
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El "tenebroso terrorista"
Iván Márquez
¡Aquí hay uno vivo! –gritaban en la oscuridad. ¡Denle bala! –respondían. Y
luego los disparos… Así actuaban las tropas de Uribe Vélez, el tenebroso
terrorista internacional pelele de los Estados Unidos, al consolidar la toma del
campamento de Raúl Reyes. Varios de los heridos fueron rematados con tiros de
gracia.
A las 00:25 de ese primero de marzo un misil impacta con estruendo el corazón
del campamento dormido. No se escucharon aviones ni helicópteros. El misil había
sido disparado por los gringos desde la base aérea de Tres Esquinas, en el
Caquetá. De sur a norte entraron las tropas terrestres que fueron avistadas en
el área desde el 26 de febrero. Ya no habría encuentro con la delegación
francesa para explorar la liberación de Ingrid. Habían muerto Raúl Reyes,
algunos de sus guerrilleros y unos estudiantes mexicanos de visita en el lugar.
Como dijo el comandante Manuel: "mataron a Raúl, e hirieron gravemente el canje
de prisioneros y la paz".
El "Israel" de Suramérica –Colombia-, el país receptor de la mayor ayuda militar
y de millones y millones de dólares del gobierno de Washington en la región,
había actuado sobre seguro, con el consentimiento de su amo, con los satélites y
la tecnología militar de punta proporcionada por el gobierno de los Estados
Unidos.
La indignante mentira de la persecución en caliente no podía resistir el embate
de la verdad. Se derrumbó ante el primer análisis dejando al desnudo la más
infame violación al territorio, a la soberanía y la dignidad de un país hermano.
Y como ya habían soltado su perfidia, intentaron y siguen intentando convertir a
la nación victimizada en victimaria. Por eso como perros de presa ladran la
doctrina de la soberanía limitada, inaceptable sofisma y pretexto de la Casa
Blanca para agredir y expoliar pueblos, argucia precaria que no servirá para
encubrir la transgresión a la ley internacional en Nuestra América. La respuesta
del Presidente del Ecuador, Rafael Correa, al señor Uribe fue altiva y
contundente: "su insolencia hace más daño que sus bombas asesinas. ¡Déjese de
falacias!
El mundo no podrá olvidar aquella tarde de Santo Domingo en que un enloquecido
Álvaro Uribe cubría de improperios a Raúl Reyes ya muerto, llamándolo cobarde y
tenebroso terrorista, calificativos que más bien pueden endilgarse al terrorista
con banda presidencial, que a nombre del narco paramilitarismo que sucedió a los
carteles de Cali y Medellín, se tomó el Palacio de Nariño.
A la muerte de Raúl y al asesinato posterior de Iván Ríos le siguió la más
irracional euforia triunfalista de las oligarquías de Colombia. El fascismo
histérico –el mismo que incita a lapidar a mujeres extraordinarias como Piedad
Córdoba- estremeció al país comandado por los Santos, gossaínes y arismendys.
Vomitaron todo su odio y llenaron el espacio electromagnético de informaciones
manipuladas, manos cercenadas, recompensas y sapos, aquelarres de victoria y de
incitaciones a "fumigar" a la insurgencia. Se destaparon y se lanzaron con todo
creyendo que estaban sellando la victoria de la batalla final. Sus más terribles
anatemas profanaron los cadáveres de los caídos con el mismo ensañamiento de los
paramilitares con sus víctimas. Les pasará lo que al mariscal Monet, que
creyendo asegurada la victoria en los campos de Ayacucho, con desmedido
optimismo se lanzó con todas sus fuerzas a exterminar a los invencibles de Sucre
y de Bolívar.
A través de un micrófono el Fiscal General Mario Iguarán exteriorizaba su
escalofriante dilema: catalogar o no como homicida al asesino del comandante
Iván Ríos y su compañera. Y por otro lado el general Mora Rangel se ufanaba de
los 400 mil efectivos de las Fuerzas Armadas oficiales comparados con los 50 mil
del Ecuador y los 70 mil de Venezuela. La experiencia de los soldados
colombianos es mayor, -decía. "les llevamos años luz y no sólo a Venezuela, pues
nuestros pilotos están acostumbrados a combatir de noche". Y tal vez tenga
razón, pero el problema de su ligero análisis es que no tiene en cuenta ni a las
FARC ni a los pueblos de la Gran Colombia. Unas FARC libres para avanzar no es
asunto despreciable, y mucho menos si lo hacen rodeadas de pueblo
insurreccionado, resuelto a salir de la horrible noche de la opresión.
Se les está olvidando que Colombia entera es un polvorín social a punto de
estallar. Uribe desterró para siempre de sus discursos, los programas sociales.
Sólo habla de guerra y odio y lo hace desde las guarniciones militares, y desde
la escuela de policía General Santander. Convirtió sus Consejos Comunales en la
tribuna de la demagogia y el engaño descarado a la población. Anuncia que va a
solucionar las necesidades más sentidas de la gente, pero de ahí no pasa. Ya son
más de 30 millones los colombianos que viven en la pobreza. El alto costo de la
vida y el desempleo están matando de hambre a las mayorías. No hay techo, no hay
salud ni educación para ellas. Las tierras despojadas no han sido devueltas a
los campesinos, y más de 4 millones de desplazados continúan engrosando la
miseria. Sólo hay ganancias para los grandes inversionistas, objeto fundamental
de la "sacrosanta" política de la Seguridad Democrática impuesta por los
gringos, como prolongación renovada de la nefasta Doctrina de la Seguridad
Nacional.
La violación a la soberanía del Ecuador fue otra de las tantas cortinas de humo
para intentar tapar todas las podredumbres y vergüenzas reunidas de un régimen
que ha vuelto sus armas represivas contra el pueblo. Buscan encubrir los
inobjetables vínculos del señor Uribe con la narco-para-política que deshonra el
nombre de Colombia. Que nadie cuestione cómo puede seguir siendo presidente un
hombre cuyos principales alfiles están tras las rejas por sus escandalosos nexos
con la narco-para-política. El 90% de los congresistas acusados, es uribista. El
Vicepresidente y el Ministro de defensa, los señores Santos, no pueden ocultar
su frondoso rabo de paja narco-paramilitar. Los mismos capos paramilitares han
denunciado que financiaron con maletas repletas de dólares las campañas
presidenciales de Uribe. No puede ocultar el señor Uribe su trayectoria
delictiva en el narcotráfico. Está metido ahí hasta los tuétanos desde que se
desempeñó como director de la Aeronáutica Civil , cargo que aprovechó para
autorizar a Pablo Escobar Gaviria la operación de centenares de pistas
clandestinas en la selva, desde donde el capo surtió de cocaína las ciudades
estadounidenses.
¿Es a éste a quien Bush y Rice llaman a apoyar como Presidente democrático y
paladín de la justicia social? ¿Será que ya se les olvidó que llegó a la
presidencia, además, cabalgando en un gigantesco fraude electoral montado por
los paramilitares y el director del DAS? Que diga ese "presidente democrático"
dónde están los 11 prisioneros que sacó del campamento de Raúl Reyes, hoy
desaparecidos. Que responda por las masacres y las miles de fosas comunes sobre
las que erigió su gobierno, por los más de 150 mil ciudadanos encarcelados tras
sus redadas fascistas. Que responda por el asesinato de dirigentes sindicales y
populares, por la extradición a los Estados Unidos de más de 600 nacionales,
renunciando a la soberanía jurídica del país en el más abrumador arrodillamiento
a una potencia extranjera. No puede ser un gobernante democrático quien envía
sus hordas paramilitares a Venezuela a asesinar a un Presidente, o quien no se
inmuta ante el asesinato de varios de los organizadores de la gran marcha del 6
de marzo contra el terrorismo de Estado. En realidad, Uribe es un "tenebroso
terrorista". El terrorismo de Estado es su práctica cotidiana.
Las convulsiones de la Colombia de hoy son el signo de que estamos en los
umbrales de una nueva era. América está pariendo la era de Bolívar. Es la hora
de la lucha de los pueblos y la solidaridad. Nos aproximamos a un hito histórico
portentoso en que los pueblos serán los protagonistas del cambio luego de 500
años de opresión y expolio. No se puede vacilar en este momento. Esa cuerda de
bandidos santanderistas, neoliberales y pro-yanquis no va a desactivar la
resistencia popular con su subjetiva y alegre arrogancia triunfalista.
Los pueblos de la Gran Colombia deben marchar contra el pelele fascista de
Washington, contra los halcones histéricos que chillan amenazantes su doctrina
fascista sobre los pueblos de Nuestra América, azuzados por el Comando Sur.
Colombia requiere de un levantamiento popular por la patria, por la solución
política del conflicto, contra el hambre, contra la guerra, por la paz, por un
nuevo gobierno, por democracia popular y soberanía del pueblo. Queremos la
patria que quería Bolívar, no la que truncaron Santander y el entonces
Secretario de Estado Henry Clay, un nuevo gobierno que aborde la búsqueda
urgente de la paz con justicia social que le dé a nuestro pueblo la mayor suma
de estabilidad política y felicidad; que empuñe la bandera bolivariana de
construir en este hemisferio una gran nación de repúblicas, que sea "escudo de
nuestro destino" y garantía inmovible de respeto y dignidad.
Montañas de Colombia, marzo 20 de 2008
Iván Márquez es integrante del Secretariado de las FARC-EP/Colombia