Latinoamérica
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Las dos cumbres
Gustavo Espinoza M. (*)
En el mes de mayo tendrán lugar en Lima dos importantes citas Cumbre. Una
oficial, y otra alternativa.
La primera, reunirá a los Presidente s y Jefes de Gobierno de los países de
América Latina, el Caribe y la Unión Europea y tendrá una agenda muy rica
precisada en puntos básicos: crisis energética, ecología, cambio climático, y
exclusión social.
La segunda, abordará los mismos puntos, pero sumará a la presencia de algunos
gobiernos, la voz de las grandes mayorías nacionales representadas por los
pueblos, los trabajadores y las organizaciones sociales y de masas interesadas
en la lucha por la paz, el progreso, la soberanía y el desarrollo. En este
escenario, el papel de las mujeres y de los jóvenes tendrá una singular
importancia.
Y es que no es la temática interna de los países lo que genera estas Cumbres,
sino los aspectos más amplios, que interesan por igual a pueblos y países, y que
están en la agenda de los Estados sin encontrar caminos de solución por la
ineficacia de la Clase Dominante y por las políticas de sujeción que ellas
imponen en sus territorios, sometidas como están al dominio del Gran Capital y
los Monopolios
La diferencia y la confrontación entre ambas Cumbres, por esa consideración,
será una realidad inevitable, pero adquirirá un carácter muy concreto:
confrontación ideológica y política, y no enfrentamiento físico ni violento.
Serán las Cumbres, de ese modo, la expresión más definida de la batalla de
ideas, a la que constantemente alude el compañero Fidel recordando el antiguo
aforismo Martiano: "trinchera de ideas, son más fuertes que trincheras de
piedra".
Desde nuestro punto de vista, las Cumbres -la oficial y la alternativa- deben
ser un éxito para el Perú. No para su gobierno, sino para un país como el
nuestro que lucha en las condiciones más adversas para encontrar su camino hacia
la verdadera independencia nacional, el progreso y el desarrollo.
Nuestra patria debe revelar en este escenario, su nivel de cultura, de
organización social, de conciencia y de educación política.
Debe mostrar la esencia de su mensaje, asombrosa expresión de la simbiosis de
una historia en la que resalta en forma nítida nuestro ancestro originario.
Debe ser, entonces, motivo claro de afirmación de la cultura nacional en todas
sus variantes.
Las banderas de la cumbre no son propiedad de los explotadores. Nunca les
pertenecieron a ellos y no tendrían por qué pertenecerles ahora.
Son banderas de lucha contra la crisis, creada y expoliada por la voracidad de
los monopolios.
Banderas contra la guerra y la política belicista del imperialismo, en nuestra
región y en cualquier otra del mundo.
Banderas por la paz, que responden a las expectativas más definidas de pueblos y
naciones.
Por eso, las Cumbres deben expresar lo que ocurre en América Latina con diáfana
transparencia, como lo expresara recientemente la Cumbre de Río, reunida en
Santo Domingo. Y mostrar también lo que ansían los pueblos, que es exactamente
lo opuesto a lo que buscan y alientan Bush y sus marionetas en nuestro
continente.
Los grandes temas enunciados habrán de complementarse con el debate de asuntos
de no menor importancia. La lucha por una educación de calidad, salud para
todos, bienestar general, salarios justos, empleo digno; se complementará con un
conjunto de requerimientos fundamentales entre los que ocupa un lugar definido
la lucha contra la violencia y el terrorismo que se alza contra los pueblos.
Por eso también el tema de los 5 Héroes Cubanos encarcelados en los
Estados Unidos -verdaderos luchadores contra el terrorismo- deberá estar
colocado en la agenda de los mandatarios, y de los trabajadores. Porque a unos y
a otros les interesa realmente la construcción de un mundo en el que las
diferencias sociales encuentren un legítimo cauce de justicia y de paz.
Y es que ése es, finalmente, el derrotero por el que marcha la vida.
Incluso el reciente Concierto de la Frontera, celebrado entre Colombia y Ecuador
con la idea de afirmar los ideales de la paz, expresa esos sentimientos
independientemente incluso de la voluntad de quienes actuaron en el escenario.
Y es que el evento, objetivamente, recogió la expectativa de millones de
personas que no tienen nada en común con las maniobras de Uribe, ni con el juego
guerrerista del Imperio.
Los cambios que hoy remecen los cimientos de la estructura social de nuestros
países se reflejan en todos los acontecimientos sociales, políticos, económicos
y culturales.
Celebrar las Cumbres, no es sólo realizarlas. Es, ante todo, luchar porque ellas
sean expresión legítima de la voluntad de los pueblos.
Y la cita de Lima, en la que podrían estar mandatarios de la talla de Raúl
Castro, Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, Daniel Ortega y otros, nos
ayudará a comprender mejor esta realidad y apreciar más claramente su
perspectiva.
Si la vieja Europa registra elementos de crisis que llevan a la derrota a la
derecha española, a la reacción en Francia, a los neo fascistas en Italia, y a
la afirmación de fuerzas avanzadas en otros países, eso es signo de que el mundo
no es ya ni ancho, ni ajeno. (fin)
(*) Del Colectivo de Nuestra Bandera. www.nuestra-bandera.com