Latinoamérica
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Reyes fue abatido dentro de territorio ecuatoriano y su cuerpo transportado hacia Colombia
Juan Carlos Vallejo
ANNCOL
"Si ese es el precio que hay que pagar por nuestros ideales y los principios
que nos impulsan a la lucha y que dan razón de ser de nuestra existencia,
qué se va a hacer (…). Otros harán uso de su libertad física
para concluir nuestros sueños de un mundo
sin explotadores ni explotados
y sin propiedad privada sobre los medios de production".
Simón Trinidad
El operativo ocurrió en área de Teteye (Sucumbíos, Ecuador). Según versiones de
campesinos en el área, el bombardeo comenzó en la media noche y la incursión de
las tropas colombianas para rescatar los cadáveres, violando una vez más la
soberanía ecuatoriana, se dio en las horas del amanecer con el fin de corroborar
la identidad de Reyes y los demás guerrilleros abatidos. El presidente Correa
fue enterado muchas horas después del operativo, pero se le ocultó la violación
de la soberanía del Ecuador.
Raúl Reyes era el vocero internacional de las FARC-EP, lo que lo alejaba del
mando de tropas de combate. En todas sus apariciones ante los medios de
comunicación nacionales e internacionales, abogaba por un acuerdo humanitario y
una salida negociada al conflicto colombiano, pero siempre hacía énfasis que
tenía que ser con justicia social. Dos palabras que pesan y molestan a quienes
odenaron su asesinato.
Reyes era, para quienes lo habían tratado durante sus años como vocero
internacional, un hombre que nunca huyó al diálogo abierto y sincero. Sus años y
experiencia en la guerrilla los demostraba con una coherencia absoluta de sus
ideas y palabras. Nunca se le vio o se le escuchó expresiones salidas de tono o
alzar la voz con palabras desobligantes o groseras ni siquiera contra el
enemigo.
Con Reyes se apaga una luz en la búsqueda de la liberación de los civiles y
prisioneros de guerra en poder de las FARC-EP. La sed de sangre y guerra del
narcopresidente colombiano, prisionero de su pasado y por ello a merced de la
voluntad imperial, alejan a Colombia del camino de la paz y dejan casi sin
esperanza de vida a quienes esperaban ser liberados.
La narcodemocracia colombiana celebra en medio de un éxtasis de sangre que
llevará al país a un punto de no retorno.