Nuevo frente de lucha entre la izquierda indigenista y los 100
clanes separatistas
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El gobierno del presidente Evo Morales y los 100 poderosos clanes, que controlan
la tierra, el poder y la economía de gran parte de Bolivia, abrieron un nuevo
frente de batalla en torno a la producción y venta de aceites y soya,
profundizando la dualidad de poderes existente entre la izquierda indigenista
asentada en el altiplano y la rancia oligarquía que tiene el control de los
valles y los llanos.
Un decreto de Morales que prohíbe temporalmente las exportaciones de aceites de
soya y girasol desató la ira de los 100 clanes de la burguesía agroexportadora
del oriente, que llamó a la resistencia civil y al desacato. Esta convocatoria
tuvo eco de inmediato entre los transportistas y los pequeños y medianos
productores de soya.
El decreto presidencial, según explicó, la controvertida ministra de Desarrollo
Rural, Susana Rivero, se orienta a frenar la especulación y desabastecimiento de
aceites, provocadas por tres mega empresas agroexportadoras, que buscan obtener
crecientes y millonarias ganancias y, simultáneamente, dañar la gestión del
presidente Morales, elevando los precios que castigan a la economía popular y a
los más pobres.
"No es correcto, no es aceptable que el sector exportador venda al consumidor
nacional al precio más alto que el que se registra en Chicago que es donde se
sitúa el precio internacional", dijo Rivero, quien denunció que la tonelada de
soya se cotiza actualmente en 1.290 dólares en el mercado de Chicago, mientras
que en Bolivia, donde se produce el grano, esa misma tonelada se vende a 1.690
dólares.
Entre los empresarios, en cambio, la acción gubernamental es calificada como una
guerra económica desatada desde el Gobierno contra los productores y
agroexportadores del oriente, que anualmente exportan cerca de 400 millones de
dólares en soya y sus derivados (aceites, tortas y grano) a los mercados de
Colombia, Perú y Venezuela.
Pulseta política
La prohibición gubernamental y el desacato empresarial son parte de la batalla
que el Gobierno de Morales y los 100 clanes libran por el control político de
Bolivia (ver "La rebelión de los 100
clanes"). No es de extrañar, por ello, que uno de los
principales protagonistas de estas escaramuzas sea Branko Marinkovic, el
fascista presidente del Comité Civico de Santa Cruz y líder visible de los
poderosos clanes familiares que pugnan, por todos lo medios, por legalizar de
facto su autonomía regional en un referéndum inconstitucional e ilegal previsto
para el 4 de mayo.
El clan Marinkovic, junto a transnacional del grupo peruano Romero ligado al
Banco de Crédito y la transnacional estadounidense Archer Daniels Midland (ADM),
son los tres consorcios que monopolizan la producción y exportación de aceites.
Los norteamericanos exportan el aceite SAO, el grupo Romero el aceite Fino y los
Marinkovic, dueños de Industrias Oleaginosas (Iol), el aceite Rico.
Negocio multinacional
Detrás de ellos están los grandes exportadores de soya. La producción y
exportación de soya, uno de los grandes pilares que sostiene a la
agroexportadora economía cruceña, está en manos de grandes empresas que
funcionan con capital extranjero y que aprovechan con mucha eficiencia las
ventajas que ofrece la región oriental, según detectó una investigación de
Econoticiasbolivia.
En el rubro de la soya, el grano de oro y producto estrella de la agropecuaria
comercial de Santa cruz, la voz cantante la llevan un puñado de grandes
empresarios brasileños y otros inversionistas asentados en las colonias
japonesas y de menonitas. Todos ellos producen y comercializan cerca de dos
terceras partes de toda la producción de soya (harina, torta y aceites)
destinados al mercado internacional. El tercio restante es generado por
productores nacionales, grandes y pequeños.
Desde la última década, la agropecuaria oriental vivió una etapa floreciente,
con el denominado "boom de la soya", acrecentando las millonarias y
extraordinarias ganancias generadas por el alza internacional de precios, una
millonaria subvención estatal y el uso intensivo de los acuerdos comerciales que
garantizan un acceso privilegiado a los mercados de Colombia, Venezuela y Perú
Internamente, el boom de la soya se sustenta en el fácil y barato acceso a la
tierra por parte de los grandes empresarios, al bajo nivel de impuestos que se
paga al Estado, a los reducidos salarios que se entrega a la fuerza laboral y a
la existencia de grandes vacíos legales que permiten la expansión de esta
actividad sin el debido control ambiental que impida el deterioro de las
tierras.
Presiones, diálogo y concertación
En el gobierno de Morales se sospecha que una parte de estas millonarias
ganancias, especialmente las manejadas por el clan Marinkovic, estarían siendo
utilizadas en el proceso de desestabilización y conspiración (ver:
Branko, el fascista que quiere derrocar a Evo").
Es claro, por ello, que el gobierno de Morales, además de tratar de impedir el
alza desmesurada de precios en contra de la canasta familiar, apunta a herir los
intereses de los dirigentes de los clanes empresariales.
El objetivo declarado del gobierno de la izquierda indigenista es tratar de
lograr un gran acuerdo nacional con la burguesía agroexportadora, dejando de
lado tanto la nueva Constitución Política del Estado aprobada por la oficialista
Asamblea Constituyente como los Estatutos autonómicos secesionistas impulsados
por la oligarquía en las regiones de Santa Cruz, Beni, Pando, Tarija, Cochabamba
y Chuquisaca.
Con este mismo propósito semanas atrás también había declarado al margen de la
ley, a través del Congreso Nacional y la Corte Nacional Electoral, a los
referéndums autonómicos que las fuerzas leales a la oligarquía organizan en los
valles y los llanos del oriente (ver "Ni
la ley frena la subversión oligárquica").
Ahora, presiona con acciones económicas punitivas, e intenta encontrar, con
ayuda de la Iglesia Católica, la forma de sentar a la oligarquía a la mesa del
diálogo.
El ala más dura de los oligarcas también quiere sentarse a dialogar con Morales,
pero sólo después de llevar adelante sus referéndums, que les permitirán
negociar desde una posición de fuerza y con la legitimidad que otorga el voto
popular. Ellos están seguros que vencerán con amplitud en las urnas. Evo no hace cumplir la ley
Los 100 clanes, que ejercen el poder político y económico a través de los
prefectos (gobernadores) de Santa Cruz, Beni, Pando, Tarija y Cochabamba, de los
comités cívicos y empresariales, que han logrado el apoyo de las organizaciones
sociales, populares, vecinales y juveniles, especialmente en el área urbana en
seis de los nueve departamentos de Bolivia, avanzan en su proceso conspirativo
ante la evidencia de que Morales no tiene ni la fuerza ni la decisión política
para enfrentarlos en la calle ni menos para aplicar la fuerza del Estado en
cumplimiento de la ley.
En rigor, en los valles y el oriente la única ley que está en vigencia es la que
sirve a la oligarquía. El garrote, las bandas fascistas y la gran prensa también
cumplen su rol en defensa de los poderosos.
Los subversivos cuentan con el apoyo, aval y financiamiento de la Embajada de
Estados Unidos, denuncia constantemente el Gobierno, que intenta, a su vez,
lograr el respaldo activo y sin condicionamientos de los sindicatos y
organizaciones laborales, que han comenzado tímidamente a recobrar su
independencia política y sindical, enarbolando las banderas que abandonó
Morales: nacionalización real del gas, liquidar el latifundio y guerra frontal
contra los 100 clanes (ver: Los mineros
apuntan a los 100 clanes).
Subvención a los ricos
En sus dos primeros años de gobierno, la administración de Morales ha sido en
extremo generosa con la oligarquía que no deja de potenciarse y conspirar contra
el indio presidente.
La propia ministra de Desarrollo Rural explicó que la rebelde burguesía
agroexportadora del oriente se está beneficiando con millonarias subvenciones en
el precio del diesel y con la devolución de impuestos. Los empresarios obtienen
el barril de diesel a 27 dólares (en el mercado internacional el barril cuesta
110 dólares), por lo que la subvención anual concedida a los empresarios alcanza
a casi 200 millones de dólares.
"Todos los bolivianos estamos subvencionando el precio del diesel para la
producción del aceite, además gobiernos anteriores han ido entregando una serie
de beneficios al sector exportador. Es uno de lo pocos países que regula la
devolución impositiva a través del Cedeim; es el único país en todo el
continente que les devuelve un impuesto especial que se llama GAC. Entonces es
un abuso por parte de los empresarios la subida exorbitante del precio del
aceite", dijo.
Aseguró que existe un tratamiento muy favorable y condescendiente con el sector
empresarial ya que, según la ministra, al Gobierno le interesa exportar para
potenciar a los sectores productivos, pero que "no pueden seguir trabajando con
este tipo de empresarios que solamente piensan en sus bolsillos, en perjuicio de
toda la población boliviana".
Una rebelión imparable
En la otra vereda, los agroempresarios anunciaron una reunión de emergencia para
este martes en Santa Cruz, seguros de que podrán movilizar al conjunto de la
población en defensa de sus intereses y para preservar su pleno derecho sobre la
tierra, que monopolizan y usan hasta degradarla, con el único fin de aumentar
sus millonarias ganancias, a costa del hambre del pueblo y de un gobierno
central, atrapado en sus montañas, y que hasta ahora no es capaz de hacer
cumplir la ley ni sus decretos.
La rebelión de los 100 clanes familiares, que tienen en sus manos 25 millones de
hectáreas, cinco veces más que dos millones de campesinos, y que además
controlan la agroindustria, el comercio exterior, la banca y los grandes medios
de comunicación, sigue adelante.
Los clanes familiares ya se han apoderado de las tierras más fértiles de Bolivia
y han levantando gigantescos latifundios, sobre los que han edificado un
creciente poder económico y político, manejando a su antojo las principales
organizaciones empresariales, cívicas e incluso populares de las regiones
orientales y del sur del país (Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija), desde donde
conspiran para echar abajo al "indio presidente" e intentan armar su propio
Estado, con su Parlamento y Policía propia y con el control absoluto sobre la
tierras, los impuestos, la educación y los impuestos (ver "La oligarquía arma
su propio Estado").
Fuente: lafogata.org