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El Salvador
¿Quién defiende a Monseñor Romero?
27 años de impunidad en un asesinato considerado "un crimen contra la
humanidad". Siete años de desacato del Estado salvadoreño, evadiendo las
recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Y desde
octubre de 2007 un diálogo secreto entre el gobierno de ARENA y el Arzobispado
de San Salvador para llegar a un "acuerdo". ¿Quién defiende a Monseñor Romero?
Elaine Freedman *
Revista Envío Nº 310
En marzo de 1983, el obispo brasileño, Pedro Casaldaliga, escribió en su diario:
"No consigo entender de ningún modo, o lo entiendo demasiado: La fotografía del
mártir Monseñor Romero con Juan Pablo II, en unos carteles más que normales para
la visita del Papa, ha sido prohibida por la comisión mixta Gobierno-Iglesia de
El Salvador. La imagen del mártir duele al Gobierno, perseguidor y asesino, y es
natural que le duela. Que duela a cierta Iglesia también es natural, tristemente
natural".
El 11 de octubre de 2007, Monseñor aparecía de nuevo en los titulares de La
Prensa Gráfica: "Gobierno pide a Iglesia arreglo en el caso Romero". Tristemente
natural: palabras que igualmente se podrían aplicar a los últimos
acontecimientos en el caso de Monseñor Romero, el pastor mártir que anunció que
"resucitaría en su pueblo".
HABLA LA COMISIÓN DE LA VERDAD
El Informe de la Comisión de la Verdad, emitido en marzo de 1993 por los tres
miembros de dicha comisión -un ex-Presidente colombiano, un ex-canciller
venezolano y el ex-presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos-
incluyó seis conclusiones sobre el asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero:
"1. El ex-Mayor Roberto D’Aubuisson Arrieta dio la orden de asesinar al
Arzobispo y dio instrucciones precisas a miembros de su entorno de seguridad,
actuando como "escuadrón de la muerte", de organizar y supervisar la ejecución
del asesinato.
2. Los capitanes Alvaro Saravia y Eduardo Ávila tuvieron una participación
activa en la planificación y conducta del asesinato, así como Fernando Sagrera y
Mario Molina.
3. Amado Antonio Garay, motorista del ex-Capitán Saravia, fue asignado para
transportar al tirador a la Capilla. El señor Garay fue testigo de excepción
cuando, desde un volkswagen rojo de cuatro puertas, el tirador disparó una sola
bala calibre 22 de alta velocidad para matar al Arzobispo.
4. Walter Antonio "Musa" Alvarez, junto con el ex-Capitán Saravia, tuvo que ver
con la cancelación de los "honorarios" del autor material del asesinato.
5. El fallido intento de asesinato contra el juez Atilio Ramírez Amaya fue una
acción deliberada para desestimular el esclarecimiento de los hechos.
6. La Corte Suprema de Justicia asumió un rol activo que resultó en impedir la
extradición desde los Estados Unidos, y el posterior encarcelamiento en El
Salvador del ex-Capitán Saravia. Con ello se aseguraba, entre otras cosas, la
impunidad respecto de la autoría intelectual del asesinato".
CASO ARCHIVADO CON LA AMNISTÍA
Cinco días después de que este informe saliera a la luz publica, la Asamblea
Legislativa de El Salvador dictó la denominada Ley de Amnistía General para la
Consolidación de la Paz. Conocida como Ley de Amnistía General de 1993, esta
legislación libró de responsabilidad penal y civil a los perpetradores de
atroces y aberrantes violaciones a los derechos humanos, derogando
inaceptablemente los derechos constitucionales de miles de víctimas de estos
crímenes.
Conforme a esta Ley, el Juez Luis Antonio Villeda Figueroa sobreseyó
definitivamente a Alvaro Saravia el 31 de marzo de 1993. El magistrado no se
pronunció con respecto a Roberto D’Aubuisson, fundador de ARENA, aduciendo que
nunca tuvo la calidad de imputado y que su fallecimiento en 1992 había
extinguido su responsabilidad penal. De esta forma, se cerró el proceso penal
por el homicidio de Monseñor Oscar Arnulfo Romero y el caso, como tantos otros,
fue archivado.
Seis meses después, la Directora de la Oficina de Tutela Legal del Arzobispado
de San Salvador, María Julia Hernández y Tiberio Arnoldo Romero y Galdámez,
hermano de Monseñor, llevaron el caso ante la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos (CIDH), órgano de la Organización de Estados Americanos (OEA).
El trámite en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos duró siete años.
Fueron siete años marcados por la nula colaboración del Estado salvadoreño en la
entrega de información, incluyendo una solicitud -de parte del Estado- de que se
archivara el caso. Mientras, los peticionarios, a quienes se sumó el Centro por
la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL) -una organización no
gubernamental sin fines de lucro con estatus consultivo ante la OEA y ante la
ONU-, se mantuvieron firmes en que no aceptarían una solución amistosa a menos
que el Estado salvadoreño aceptara plenamente su responsabilidad y se
comprometiera a tomar las medidas necesarias para investigar y sancionar a los
responsables del crimen.
EL DICTAMEN DE LA CIDH
La CIDH dictaminó sobre el caso el 4 de enero de 2000. Las irregularidades en la
investigación fueron numerosas. Incluyeron la llegada de la Policía Nacional al
escenario del crimen cuatro días después de los hechos y sin proporcionar prueba
alguna de una investigación; el testimonio de Amado Antonio Garay, el chofer del
Capitán Saravia, quien testificó haber transportado al francotirador al lugar
del asesinato fue desestimado por la Corte Suprema; la indebida investigación
del Mayor D’Aubuisson, de los Capitanes Saravia y Eduardo Ávila, de los civiles
Eduardo Sagrera y Mario Molina, y de Walter Antonio "Musa" Álvarez, a pesar de
tener elementos importantes que les incriminaban; la desaparición forzada del
testigo presencial, Pedro Martínez, solo 20 días después de haber cargado a
Monseñor Romero herido para llevarlo al hospital; el atentado contra el Juez
Atilio Ramírez Amaya, funcionario judicial a cargo del caso, solo tres días
después del asesinato de Monseñor; y la no investigación del secuestro y
posterior muerte de "Musa" Álvarez, a quien la CIDH adjudicó participación en el
pago del asesino.
Al final del dictamen, la CIDH concluyó que "la justicia lenta no fue un
fenómeno espontáneo. En el presente caso surgió como producto de acciones
estratégicas y concertadas, que impidieron que la Corte Suprema de Justicia, la
Fiscalía General de la República y los Tribunales actuaran imparcialmente y
procuraran un juicio justo, con arreglo a las garantías del debido proceso".
Dictaminó que el Estado salvadoreño tenía responsabilidad en la negación de
justicia en el caso y emitió tres recomendaciones:
1) La realización de una investigación judicial completa y efectiva a fin de
identificar, juzgar y sancionar a todos los autores materiales e intelectuales.
2) La reparación de todas las consecuencias de las violaciones enunciadas,
incluido el pago de una justa indemnización. 3) La adecuación de la legislación
interna a la Convención Americana, a fin de dejar sin efecto la Ley de Amnistía
General decretada en 1993.
"SI YO HABLO EL SALVADOR TIEMBLA"
Como todos los países miembros de la OEA, El Salvador está obligado a cumplir
con las recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Según
los convenios establecidos, los países tienen un período de aproximadamente tres
meses para iniciar el cumplimiento Sin embargo, a julio de 2007, todavía no
había ninguna indicación de que el Estado salvadoreño estuviera dando pasos en
esa dirección.
A casi cuatro mil kilómetros al norte, en Fresno, California, el ex-capitán de
la Fuerza Aérea salvadoreña y mano derecha del Mayor Roberto D’Aubuisson, Alvaro
Saravia, era condenado, en septiembre de 2004, por un juez civil por su
participación en la planificación del crimen. Fue Juzgado bajo la Ley Federal de
Demandas Civiles para Extranjeros y la Ley para la Protección de Victimas de
Tortura. En un hecho sin precedentes, el juez Oliver Wagner calificó el
asesinato de Monseñor Romero como "un crimen contra la humanidad". Saravia,
quien residió en Estados Unidos desde 1987, no se presentó al juicio ni envió
ninguna representación legal.
Dos años después, Saravia ofreció una entrevista al periódico "El Nuevo Herald",
"desde algún país en América Latina", semanas después de haber aparecido en una
librería de Honduras. En sus declaraciones, Saravia pidió perdón y mostró
disposición para revelar los nombres de los otros involucrados, incluyendo el
del tirador. "Hablaría todo si me garantizan mi vida, un trabajo, un país donde
pueda vivir… Si yo hablo, El Salvador tiembla".
Desde San Salvador, el arzobispo de San Salvador, Sáenz Lacalle dijo a "El Nuevo
Herald" que recibía con "alegría cristiana y sorpresa el mensaje". Así se
expresó el prelado: "Dios siempre perdona cuando hay verdadero arrepentimiento y
deseo de reparar. Qué bueno que alguien que tiene sobre su conciencia una carga
tan grande pueda descargarla y encontrar la paz y la amistad de Dios". Estos
hechos no tuvieron ningún seguimiento de parte del Estado y, más allá de brindar
el perdón, tampoco de la Iglesia. Sin embargo, las declaraciones de Saravia
fueron otro recordatorio de lo mucho que queda aún por investigar.
MAS LEÑA AL FUEGO: D’AUBUISSON "HIJO MERITÍSIMO"
A inicios de 2007, ARENA, el Partido de Conciliación Nacional (PCN) y el Partido
Demócrata Cristiano (PDC) pactaron los votos necesarios para aprobar dos
reconocimientos nacionales de "Hijo Meritísimo": uno para el ex-Presidente de la
República e icono de la Democracia Cristiana Salvadoreña, Napoleón Duarte, y
otro para el fundador de ARENA, Roberto D’Aubuisson.
Hubiera sido el segundo reconocimiento público en años recientes para
D’Aubuisson. El 22 de junio de 2006, una plaza y un monumento en su honor fueron
levantados por el municipio de Antiguo Cuscatlán con fondos públicos. Las obras
fueron inauguradas por el Presidente de la República y del Comité Ejecutivo de
ARENA, Elías Antonio Saca. La alcaldesa de esta comuna es activa militante de
ese partido político.
Tanto la propuesta de condecoración, como el monumento, eran una flagrante
provocación para quienes aún esperan el cumplimiento de la segunda recomendación
de la CIDH: reparación material y moral de las victimas. El día de la votación,
miembros de las Comunidades Eclesiales de Base, organizaciones de derechos
humanos y simpatizantes de Monseñor Romero llegaron al Legislativo para apoyar
la pieza de correspondencia presentada por Maria Julia Hernández, a nombre de
Tutela Legal del Arzobispado, exigiendo la no aprobación de dicha iniciativa.
Al mismo tiempo, el CEJIL y la Federación Internacional de Ligas de Derechos
Humanos (FIDH) enviaron cartas a las fracciones de la Asamblea Legislativa
pidiendo que no aprobaran la distinción. Se rumoró que algunos congresistas de
Estados Unidos también se comunicaron con legisladores salvadoreños para detener
la iniciativa.
Bajo estas presiones, el PCN retiró su apoyo. Se supo que al interior del PDC se
dieron fuertes disputas, dado que su máximo líder, el ex-Presidente José
Napoleón Duarte, había sido torturado y exiliado con participación de
D’Aubuisson en la década de los 70. Finalmente, el PDC pidió cambio de la agenda
legislativa para eludir la votación. El jefe de la bancada de ARENA, Guillermo
Gallegos, lo justificó así: "Lo hicimos para evitar destrozos… La pieza regresa
a la comisión pero en un futuro podemos aprobar el reconocimiento".
Aunque el proyecto fue frustrado por la presión nacional e internacional, la
propuesta echó más leña al fuego y puso nuevamente de relieve la falta de
voluntad del gobierno de asumir su responsabilidad en el caso de Monseñor
Romero.
¿CÓMO REPARAR EL CRIMEN?
David Morales, asesor legal de Tutela Legal durante los períodos 1990-1995 y
2005-2007 y abogado de las víctimas, explicó que la solicitud de una audiencia
ante la CIDH para el seguimiento de las recomendaciones había sido interpuesta
por Tutela Legal y CEJIL en julio de 2007, después de que "el Estado de El
Salvador negara su responsabilidad en el magnicidio de Monseñor Romero y
rechazara cumplir con las recomendaciones de la Comisión, así como para dialogar
sobre una propuesta de reparaciones presentada por las instituciones
peticionarias" en una reunión de trabajo conjunto.
Esa propuesta incluía, entre otras reparaciones, la realización de un acto
público en el que el Estado reconocería su responsabilidad y pediría disculpas,
la creación de una plaza en memoria de Monseñor Romero, la prohibición de
homenajes a los responsables de su muerte y la inclusión de las
recomendaciones-conclusiones de la CIDH en los planes de estudio de historia en
el sistema escolar salvadoreño.
OCTUBRE 2007: AUDIENCIA EN WASHINGTON
A principios de octubre de 2007 se llevó a cabo en Washington la audiencia de
seguimiento al cumplimiento de las recomendaciones dictadas por la CIDH en el
año 2000. En representación del Arzobispado, David Morales comunicó a la CIDH
una misiva de la jerarquía eclesial salvadoreña: se había iniciado un diálogo
entre el gobierno y la Iglesia donde se había expresado "la voluntad de seguirse
escuchando" y la de tomarse el tiempo necesario para ello. Al mismo tiempo,
informó de los incumplimientos del Estado respecto a las recomendaciones y
expresó que el caso de Monseñor Romero se había convertido en "símbolo de la
impunidad a nivel internacional".
El abogado principal de la Cancillería de El Salvador es Carlos Méndez Flores,
defensor de los autores materiales
de la masacre de los Jesuitas en 1989, y de los imputados en sonados casos de
corrupción y estafa, como los de FEDEFUT y FINSEPRO-INSEPRO. En Washington,
Méndez Flores volvió a negar la responsabilidad del Estado en el caso de
Monseñor Romero y reafirmó que "ya hubo una investigación judicial", expresando,
contradictoriamente, que el Estado "en ningún momento ha expresado su no
reconocimiento de la Convención Americana sobre los Derechos Humanos ni de las
acciones de la Comisión." Pidió un "compás de espera" para que "primero Dios" se
llegue a acuerdos con la máxima autoridad de la Iglesia católica salvadoreña,
Fernando Sáenz Lacalle sobre "la situación".
Aunque el relator de la Comisión valoró como "importante" y "válido" el diálogo,
aprovechó para recordar que las recomendaciones emitidas en el año 2000 son
"obligatorias" y "vinculantes". Reafirmó que, hasta la fecha, las
recomendaciones en su conjunto habían sido incumplidas y aclaró que el diálogo
no puede ser sustituto de su cumplimiento. Afirmó que el interés principal de la
Comisión es el cumplimiento de las recomendaciones. Quedó pendiente la decisión
de la CIDH de incluir o no el caso de incumplimiento en su informe de 2007 ante
la Asamblea General de la OEA.
En cualquier solución, el caso presentado a la CIDH cuenta con una limitación de
fondo. Hasta 1995, El Salvador rehuía las presiones de adherirse a la Corte
Interamericana. Cuando ya no pudo seguir evitándolo, el país se suscribió,
manifestando que no se contemplarían casos de violaciones de derechos humanos
ocurridos antes de esa fecha. Por lo tanto, casos como el de Monseñor Romero y
otros, sucedidos en el contexto de la guerra de El Salvador, no podrían ser
presentados a esa instancia.
DESPEDIDO POR LA IGLESIA POR "DESLEALTAD LABORAL"
Al día siguiente a la audiencia en Washington, Monseñor Sáenz Lacalle publicó un
comunicado desestimando la participación en la audiencia de su representante,
David Morales. "Lamentamos que la posición del Arzobispado de San Salvador no
haya sido debidamente transmitida en la reunión efectuada el día 10 de octubre
en la ciudad de Washington D.C. El diálogo continuará en la búsqueda de una paz
verdadera. La memoria de Monseñor Romero nos exige respeto, paciencia,
responsabilidad y un firme compromiso de trabajar por la paz de nuestro querido
El Salvador".
Trece días después de la audiencia, David Morales fue notificado por el
arzobispo: estaba despedido por "deslealtad laboral". "Son asuntos internos de
la Arquidiócesis que tienen que ver con la fidelidad de los empleados. Ha habido
un comportamiento no tan consecuente", explicó Sáenz Lacalle en una conferencia
de prensa.
¿LEALTAD A QUIÉNES? ¿SILENCIO SOBRE QUÉ?
David Morales recuerda que cumplió con el encargo de sus jefes de informar sobre
el diálogo y reflexiona: "Yo supongo que la lealtad que el arzobispo esperaba de
mí era mi silencio". ¿Silencio sobre qué? Silencio sobre el incumplimiento del
gobierno y sobre sus temores de que el gobierno salvadoreño ande en búsqueda de
un acuerdo con la Iglesia al margen de las recomendaciones de la CIDH.
En el comunicado redactado por Morales al conocer su despido, hace un largo
recuento de los hechos que se dieron alrededor del "diálogo" entre la Iglesia y
el gobierno. "Decidí mencionarlos a causa de mi convicción acerca de que su
desempeño en las circunstancias aquí aludidas no representa el sentir unánime de
la Iglesia Católica de El Salvador ni del pueblo de Dios. Ni siquiera de toda la
jerarquía eclesial de la Arquidiócesis".
Pocos días antes de la audiencia, el Canciller de la República y actual pre-candidato
presidencial por ARENA, Francisco Laínez, había solicitado al arzobispo de San
Salvador iniciar un diálogo sobre el caso de Monseñor Romero. En menos de una
semana, el gobierno y la Iglesia realizaron dos reuniones, en las que el
gobierno sostuvo que no asumiría responsabilidad en el caso y que no estaba
dispuesto a dejar sin efecto la Ley de Amnistía General. Lo único que podía
negociar era la recomendación sobre la reparación material y la reparación moral
en el orden simbólico. "El mismo Monseñor (Sáenz) dijo que debemos pensar en el
bien común… Si no se mantiene la vigencia de la Ley General de Amnistía
estaríamos en contra del bien común de nuestro país", confirmó Abigail Castro de
Pérez, embajadora salvadoreña ante la OEA.
UN DIÁLOGO "NO EN SECRETO" SINO "EN SILENCIO"
Según David Morales, "en ambas reuniones de diálogo el Estado propuso que ambas
partes omitiesen proporcionar información a la Comisión Interamericana sobre la
situación del incumplimiento de las recomendaciones".
Monseñor Richard Antall, Vicario de Promoción Humana y designado como
representante de Saénz Lacalle en las reuniones con el gobierno, continuó en
ellas, a pesar de las observaciones técnico-jurídicas de Tutela Legal -hechas en
conversaciones privadas con el Vicario en distintas intervenciones durante las
dos reuniones de diálogo-, que aludían a la impertinencia de la posición del
Estado respecto al cumplimiento de las recomendaciones de la CIDH.
Más sorprendente aún fue la revelación del siguiente detalle en la audiencia de
seguimiento de la CIDH: las reuniones de diálogo entre la Iglesia y el gobierno
deberían ser mantenidas "en privado para que no se entramparan". Sáenz Lacalle
justificó que existían puntos en común que sustentaban el diálogo, como el
reconocimiento del Estado de que el asesinato de Monseñor Romero fue un acto
"repudiable". Aclaró que "no hay nada secreto en el diálogo, sencillamente es
una reunión donde no hay acuerdos. Es mejor que permanezca no en secreto, sino
en silencio, hasta llegar a los resultados". El arzobispo afirmó que el diálogo
busca un "acuerdo para reunificar la sociedad salvadoreña".
Fue singular la introducción de una nueva figura en estas conversaciones: Juan
Daniel Alemán, un abogado de FUSADES, la institución rectora de la política
neoliberal en El Salvador, con amplia experiencia jurídica en el campo mercantil
y civil, pero sin experiencia reconocida en el área de los derechos humanos ni
tampoco en el Arzobispado. Fue presentado como delegado personal de Sáenz
Lacalle para el caso.
Con razón, muchos laicos cuestionaron quién es el verdadero sujeto de la lealtad
del arzobispo: ¿Monseñor Romero, su familia, la Iglesia Católica y el pueblo
salvadoreño o el gobierno salvadoreño?
ARZOBISPO SÁENZ LACALLE: "NO ENTURBIAR EL AMBIENTE"
Con las organizaciones del movimiento popular, Sáenz Lacalle fue más directo.
Les recordó que la politización de la figura de Monseñor Romero haría mucho daño
al proceso de canonización que se lleva adelante en el Vaticano. No es la
primera vez que se oye esta admonición desde la Catedral bajo el mando de Sáenz
Lacalle. A principios del año, al conocer las protestas populares, apoyadas por
los diputados del FMLN ante la iniciativa de designar a D’Aubuisson "hijo
meritísimo", el arzobispo advirtió lo mismo. En ese momento fue aún menos sutil.
Refiriéndose al homenaje a D’Aubuisson, expresó, que "cada uno puede tener la
simpatía o el aprecio que quiera por los personajes que quiera y de todas
maneras eso no debe ser motivo de inquietud social". Seguidamente, el prelado se
refirió a la ley de amnistía aprobada en 1993, gracias a la cual "todos los
partidos pudieron presentarse a elecciones y salieron gananciosos los que más
votos tenían y en la actualidad la Asamblea está compuesta por un polipartidismo
muy sano". Precisó que "si se han perdonado en la amnistía delitos de unos y de
otros, no vale la pena estar otra vez sacándolos a flote porque no hacen más que
enturbiar el ambiente".
"¡QUEREMOS UN OBISPO AL LADO DE LOS POBRES!"
Al conocer los hechos alrededor de la audiencia de seguimiento a las
recomendaciones de la CIDH, varias organizaciones sociales, de la iglesia
comprometida con los pobres y de Derechos Humanos se dieron cita en el
Hospitalito la Divina Providencia, donde hace veintisiete años ocurrió el
nefasto crimen que le quitó la vida a Monseñor Romero.
Después de conocer el testimonio de David Morales y aplaudir su firme defensa de
la verdad en el caso, se invitó al público a hacer propuestas de acción para
llevar a cabo. El listado de veintiocho propuestas dio fe de la diversidad de
personas que se sienten víctimas del gobierno y de la Iglesia en el caso de
Monseñor y del nivel de rechazo popular que suscita la situación. Las propuestas
son tan diversas como "lograr que se informe a la Asamblea General de la OEA del
desacato del Estado salvadoreño", "exigir la renuncia de Sáenz Lacalle como
arzobispo de San Salvador" y "eliminar el monumento a D´Aubuisson".
Entre gritos de "¡Queremos un obispo al lado de los pobres!" se conformó la
Comisión de Seguimiento al Caso de Monseñor Romero para diseñar y conducir una
estrategia de acción popular basada en el sentir de la población.
CAMPAÑA POR LA VERDAD Y LA JUSTICIA
La Comisión, conformada por algunas instituciones de derechos humanos, las
Comunidades Eclesiales de Base, una organización estudiantil y personas
interesadas, ha realizado diversas actividades: conferencias de prensa, un
pronunciamiento firmado por 83 organizaciones dirigido a la Conferencia
Episcopal de El Salvador y el seguimiento del proceso.
En diciembre se lanzó la Campaña por la Verdad y la Justicia Caso Monseñor
Romero, que terminará a mediados de 2008 e incluye varias acciones: reuniones
con el arzobispo y el Canciller de la República, movilización popular y gestión
con la Alcaldía de Antiguo Cuscatlán para eliminar el monumento a D’Aubuisson,
cartas ciudadanas de presión, foros y actos culturales.
¿DÓNDE ESTÁ LA VOZ PROFÉTICA DE LA IGLESIA SALVADOREÑA?
El año 2007 fue un año duro para la Iglesia Popular Salvadoreña. En marzo, el
sacerdote jesuita Jon Sobrino fue sancionado por el Vaticano y se le prohibió la
enseñanza en cualquier centro católico. En esa ocasión, el arzobispo Sáenz
Lacalle se posicionó claramente: "Yo le pido al Señor por el padre Jon Sobrino
para que sea dócil a las enseñanzas de la Iglesia."
La Compañía de Jesús ha sido una de las principales aliadas de las víctimas en
su lucha para derogar la Ley de Amnistía, una ley cuya anulación ha sido
recomendada por la CIDH en todos los casos de violaciones de derechos humanos
relacionados con la guerra, y que constituye un estorbo para un verdadero
proceso de reconciliación nacional.
Sin embargo, desde noviembre de 2007, distintas voces en la Compañía de Jesús y
sus instituciones han comenzado a desvincular el tema de "la verdad y el perdón"
del tema de los "juicios penales". La más explícita apareció en un editorial del
Semanario "Proceso" (número 1268), calificando "la búsqueda de justicia
absoluta" como "no menos extrema" que "la impunidad extrema". El autor llamó a
los defensores de derechos humanos a bajarse de su "maximalismo ético y
jurídico" para explorar "una senda intermedia". Resultó confuso para las
víctimas escuchar que su lucha es extremista. Ver descalificada la justicia
"absoluta" les lleva a especular qué se debe entender por "justicia no absoluta"
o "relativa". Muchas víctimas sienten que están en riesgo de perder un aliado
importante.
Buena parte del clero salvadoreño no está de acuerdo con la senda que ha
escogido la jerarquía en el caso de Monseñor Romero. Al hacerse público el
diálogo entre la Iglesia y el Gobierno, un grupo de aproximadamente 25
sacerdotes envió un escrito a Sáenz Lacalle expresando su descontento. "Monseñor
no es pieza de mercancía y no se puede negociar", dijeron. Ellos suponen que su
correspondencia fue entregada a Monseñor Sáenz y a Monseñor Antall. Sin embargo,
no han tenido respuesta y al igual que el resto de la población, desconocen si
las negociaciones han avanzado o no en silencio.
MONSEÑOR LO DIJO: "EL PUEBLO ES MI PROFETA"
En el foro que se realizó en el Hospitalito Divina Providencia se comenzó a
manejar una tesis nueva acerca del caso de Monseñor. Allí se planteó que no
solamente la Iglesia y la familia Romero Galdámez fueron ofendidas con el
asesinato de Monseñor Romero. También el pueblo salvadoreño. En consecuencia,
pedían un reconocimiento del pueblo salvadoreño como parte ofendida y sugirieron
que el pueblo y sus organizaciones deberían tener voz en el proceso jurídico
sobre Monseñor Romero.
Este escenario generaría una situación inédita, pero quienes lo proponen
consideran que no existe ningún impedimento en la Convención Americana. Existe
el precedente del juez Oliver Wagner en los Estados Unidos, quién calificó el
asesinato de Monseñor como "un crimen contra la humanidad".
Es posible que sea el mismo pueblo quien asuma la voz profética y la figura de
demandante en el magnicidio de su pastor. Seguramente, ese escenario le hubiera
encantado al mismo Monseñor. Por algo dijo él que "el pueblo es mi profeta".
* Educadora popular. Corresponsal de Envío en El Salvador.