Latinoamérica
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Oye Petro, ¿Sabes porqué no marché el pasado 4 de Febrero?
Carta abierta a un congresista colombiano:
Luis Alberto Matta
Especial para ABP noticias/Canadá
Se lamenta usted, porque millones de colombianos no marcharon el pasado 4 de
Febrero. En mi opinión, no lo hicimos, porque la convocatoria a la marcha era
sesgada, y aunque se diga lo contrario, invitó a la polarización del conflicto
interno de Colombia. A usted mismo le dio vergüenza marchar, y disimuló
quedándose en la manifestación del PDA y las centrales obreras que clamó por paz
y acuerdo humanitario.
No se le olvide, que a la caterva de seguidores y beneficiarios de la tenebrosa
política de seguridad democrática, que lideraron la marcha, se sumaron ciertos
oportunistas que sueñan con la presidencia, pensando en sus privilegios, y
seguros de que la Colombia negada soportará por siempre sus desgracias ¿No le
dice nada? Los manipuladores que pretendieron mostrar la marcha como una
iniciativa espontánea, terminaron evidenciando lo que era: una marcha del odio,
en la que no cabían, por ejemplo, los cuatro millones de desplazados. Sí, esos
que padecen sus tristezas, apeñuscados en los cinturones de miseria, mientras
sus hijos y familias, casi al borde de la desesperanza, sobreviven añorando sus
tierras y sus animales domésticos, pequeñas riquezas, que ahora gozan los
narcotraficantes y terratenientes engrandecidos por el mandato paramilitar de
Uribe.
En la marcha del odio tampoco cabían los padres sin hijos, y los huérfanos de la
guerra sucia. No se enarboló el nombre de los más de 700 sindicalistas
asesinados por este régimen genocida. Menos los sobrevivientes entristecidos
pero dignos, de los 4 mil líderes y simpatizantes de ese proyecto hermoso de paz
que se llamó Unión Patriótica.
El ministrito de defensa, Juan Manuel Santos, alias la Hiena, en realidad un
provocador profesional manchado de sangre y probablemente de cocaína, aprovechó
el marco de las marchas para anunciar con sonrisa socarrona, que Colombia había
adquirido 24 aviones de guerra Kfir, adquiridos al régimen Sionista de Israel,
el mismo que ultraja la dignidad humana en la franja Occidental de Palestina. Le
refresco la memoria Senador Petro, recordándole, que fue Santos, quien le dio a
usted la bienvenida, como nuevo defensor de la Seguridad Democrática, emblema
socarrón de la marcha Uribista.
Y a propósito, aviones para qué, en un país como Colombia, donde se han cerrado
decenas de hospitales por falta de presupuesto. Donde los maestros de escuela,
los que forman a los ciudadanos del mañana, ganan menos que un policía, y por
supuesto, menos que un oficial, y 17 veces menos que uno de los mercenarios que
trabajan clandestinamente para el régimen. Bueno, al menos, los policías no
tienen que hacer movilizaciones para que les paguen el sueldo. Pájaros de
guerra, en un país que tiene un millón de niños viviendo y trabajando en las
calles, 25 millones de pobres, 9 millones de gentes en la economía informal, en
ese país, un imbécil aprovecha una marcha del odio, para anunciar su compra
indeseable, y claro, para tocar clarines de guerra contra Venezuela. y mientras
tanto usted, como toda la barahúnda de politiqueros, convocando marchas contra
la insurgencia.
Le recuerdo también, que en la marcha del odio tampoco cabíamos los exiliados
políticos y los refugiados. Los que abandonamos nuestra amada Colombia porque
ese régimen criminal no garantiza nuestra vida. Que esperanzas con un país,
donde Jorge Noguera, el mejor amigo del presidente, su protegido, pone al
servicio de los escuadrones de la muerte la principal entidad de inteligencia. O
donde el vicepresidente, Facho Santos, es acusado de haber propuesto la creación
de una banda paramilitar que bañó en sangre los barrios populares de Bogotá. O
donde el seudo-comisionado de paz, doctor Ternura Paramilitar, parece un general
de guerra, y no oculta su desprecio por toda salida que implique soluciones
políticas y de justicia social para el conflicto con la insurgencia. ¿Quien
juzgará a estos cretinos? ¿Cuándo los tendremos, en el único lugar que merecen:
enfrentando un tribunal de justicia? Y no marché solamente por eso. También,
porque me indignó que durante las dos semanas anteriores a la marcha, Colombia
fue inexplicablemente visitada por varios funcionarios de la CIA, del
departamento de Estado, y por la canciller de los EE.UU., Condolezza Rice. Al
tiempo, Simón Trinidad, un insurgente entregado como rehén a los gringos, fue
condenado de por vida a la cárcel, pese a que todas las pruebas falsas contra él
se cayeron. Fue una vergonzosa condena política. En ese mismo marco, la prensa
colombiana, arma de guerra sucia, destapó un montaje descarado contra un general
venezolano, que lo implica supuestamente, con narcotráfico y actividades
guerrilleras en Colombia. Y usted, siempre, en estos casos, tan calladito.
Produjo vómito la algarabía mediática que convocaba a la marcha, y no pocas
veces hablando en nombre de los colombianos. Políticos tradicionales (ladrones
profesionales), haciendo de columnistas y locutores se abrogaron abusivamente la
representación de los colombianos. A mí no me representan, y estoy seguro, que
tampoco a esos otros 41 millones de colombianos que no marcharon, o sea el 94%,
de los compatriotas.
Si la marcha hubiese sido a favor de la paz, condenando la guerra y las
situaciones que la originaron y alimentan, contra el secuestro, pero también
contra la desaparición forzada, sin lugar a dudas, yo la habría encabezado.
Porque a mi me duelen todos los cautivos, no solo los importantes, también los
inocentes y los anónimos, incluyendo aquellos que hacen parte de los 15.000
desaparecidos. Sí, de aquellos, de quienes solo nos queda la esperanza, de que
un jefe paramilitar se conduela y diga donde están sus fosas. De estos
detallitos no hablaron los embajadores, cónsules y burócratas internacionales
del gobierno. Mala memoria, o como ciertos otros, se hacen los pendejos ¿cierto
señor Petro? Pues bien, como Bolivariano de corazón y alma, marcho y marcharé
contra la violencia, contra la injusticia, contra la guerra, y por la solución
política dialogada del conflicto interno, pero no contra la insurgencia,
mientras no se hayan resuelto las causas que originaron el levantamiento.
Recuerde que el Estado no les brindó más opciones políticas, y no olvidemos que
las FARC están compuestas por campesinos levantados en armas que entre otros
objetivos, luchan por la tierra, y muchos de ellos son sobrevivientes del
genocidio contra la Unión Patriótica.
Y bueno, a todas estas, le recuerdo a su frágil memoria, que son centenares los
casos documentados, en que numerosas bandas de secuestradores están conformadas
por agentes del Estado. Pareciera que el secuestro, un flagelo condenable, se
solucionará con la salida política del conflicto. Ah, y muchos, por su condición
de soldados o guerrilleros, son entonces, prisioneros de guerra.
Y para finalizar, no marché honorable Senador de la República, porque no me
gusta Uribe. Me parece un personaje corrupto, siniestro, indeseable, guerrerista,
mentiroso, y peligroso. Mejor invíteme a una marcha por la paz, y entonces, ahí,
irreductiblemente, si le dan permiso, nos vemos.
(Luis Alberto Matta, es un escritor exiliado, miembro y activista del Polo
Democrático Alternativo en Canadá).