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Entrevista con Patricia Troncoso
"No tenemos otra opción que la confrontación"
En medio de su recuperación, luego del prolongado ayuno
que realizó para reclamar la revisión de su condena, la líder que
internacionalizó el conflicto mapuche explica las razones de su lucha. Una dura
batalla que se tiñó de sacrificio y agitación en calles y comunidades indígenas,
y un coqueteo constante con la muerte.
Marcelo Garay Vergara
La Nación
"La Chepa es brava". Esa fama tiene Patricia Troncoco desde que hace más de
una década se sumó a la lucha por la recuperación de tierras de las comunidades
indígenas de las regiones VIII y IX del país, el Wallmapu (territorio mapuche).
Una opción de vida que hizo sentir con todo el peso de la sangre mapuche que
corre por sus venas, pese a su apellido winka, durante los 112 días que se
mantuvo en huelga de hambre para reclamar entre otras exigencias la revisión del
caso Poluco-Pidenco, por el que fue acusada de "ataque incendiario terrorista" y
condenada a 10 años y un día de cárcel.
Pero en estos días, detrás de esa probada bravura asoma una Chepa que se
recupera a paso acelerado, atenta a que se le "asome marzo" y que el Gobierno
cumpla la palabra empeñada. Recostada en una cama igual a la que fue engrillada
para aplicarle suero, uno de esos días en que sin dejar de mostrar los dientes a
médicos y celadores sintió la muerte hasta en su aliento y, sin más, preparó su
funeral. Durante varias visitas encubiertas, relató a LND de puño y letra los
pormenores de su larga huelga de hambre y su visión de un conflicto que, a
juzgar por los acontecimientos, parece estar comenzando.
-¿Qué le parece el nombramiento de Rodrigo Egaña por parte del Gobierno para
tratar de avanzar en la solución del conflicto con el pueblo mapuche?
-Si hacemos un parangón con la ex ministra [Alejandra] Krauss [del Mideplan], es
exactamente lo mismo. ¿Qué hizo esa señora? Se subió a un helicóptero, se paseó
por las comunidades y lo único que se consiguió fueron mapuche presos, muertos y
la compra de predios para algunas comunidades vía fondo de tierras. Los
esfuerzos del Gobierno tienen el propósito, una vez más, de entrampar los temas
de fondo. Egaña significa "hemos fracasado". A pesar de la represión, de los
proyectos, de dividir ante la opinión pública entre mapuche buenos y mapuche
malos, seguirán fracasando mientras el problema político-histórico sea tomado
desde dos opciones: plata pa los buenos, palo pa los malos.
-¿Ayudará a la reconciliación entre los mundos huinca-mapuche la ley de
reconocimiento de los pueblos indígenas?
-El reconocimiento constitucional no significa nada, si no son los mapuches los
llamados ejercitar y hacer valer ese derecho. Se necesitan interlocutores
válidos y resolutivos, y gestos reales para avanzar en nuestro proceso de
reconstrucción política y autónoma. Por ahí, entre gallos y medianoche, se
intenta buscar el reconocimiento constitucional, el Convenio 169 de la OIT ¿Eso
tendrá sentido con represión? Deseo refrescar la memoria con respecto a la Ley
Indígena y todas las esperanzas que se pusieron en ella, y las decepciones que
significó. Cuando el Estado chileno desee hablar de territorio y autonomía es
posible que conversemos. Pero ahora, con el bototo en la cara, es difícil.
-¿Qué opina de que la UDI haya impugnado el acuerdo que puso fin a su ayuno?
-La derecha defiende una forma de abordar una problemática con todo el rigor
heredado de la dictadura, que busca entender la resistencia y defensa del
territorio mapuche "como conductas terroristas". El otorgamiento de los
beneficios no es caridad ni benevolencia, como han insinuado, es el derecho que
tiene todo interno condenado. Los presos políticos mapuche que seremos
beneficiados a partir de marzo contamos con los requisitos para optar a ellos.
Otra cosa es que fruto de la política represiva que sostiene el Estado, que
incluye también a Gendarmería, el acceso a esos beneficios haya sido negado de
forma arbitraria en castigo por nuestras protestas, como la huelga de hambre.
-¿Qué importancia le asigna al rol que jugó la Iglesia Católica en la
solución de la huelga?
-Monseñor Goic fue más visible, pero no podría olvidar a Camilo Vial, quien
permanentemente nos mantenía informados de sus gestiones; al obispo de Chillán,
Carlos Pellegrin, o monseñor [Ricardo] Ezzati. Ellos quizás no tienen el
reconocimiento de sus gestiones, porque son obreros, cuyo trabajo es compromiso
de vida. Monseñor Goic fue muy consecuente y responsable en comprender nuestra
situación. Eso marca una recuperación de la Iglesia para el pueblo. Hemos
comenzado a escuchar un discurso no sólo conciliador, como lo fue desde el fin
de la dictadura, sino que ahora se asume el impacto de un modelo económico
inhumano, que desgarra las entrañas de una sociedad con exitismo, poder,
consumo, drogas e, incluso, el suicidio como opción válida si no lo soportas.
-Al iniciar la huelga, en octubre del año pasado, los ayunantes pidieron
revisar la Ley Antiterrorista por la que fueron condenados y otras exigencias,
pero luego se habló de beneficios carcelarios. ¿Al final tuvieron que ceder?
-No cedimos ni un centímetro, sino que de forma inteligente buscamos caminos que
canalizaran estas demandas. Pedíamos la desmilitarización de las comunidades,
revisión del caso Poluco-Pidenco y la Ley Antiterrorista en una mesa de diálogo,
y como gesto de buena voluntad, el reconocimiento de los beneficios carcelarios.
Pero en Chile no existen condiciones para conversar nada. Si no, ¿cómo explicar
los 112 días de castigo en una huelga que daba indicios de posibles diálogos que
nunca ocurrieron? ¿Cómo hablar de la Ley Antiterrorista si el propio [ministro]
Pérez Yoma lo dijo: "Lo volveremos a hacer si es necesario". Ante el mundo,
Chile quedó como un país que aplica la Ley Antiterrorista y eso no es bien
visto, porque de inmediato es asociado a la dictadura de Pinochet.
-¿Entonces usted cree que ganó esta batalla?
-A nivel nacional e internacional quedó en evidencia la violencia y
militarización de las comunidades que hoy resisten. Hicimos entender al
Gobierno, principalmente, que el tema de fondo es territorio y autonomía, y que
debe poner fin a la represión de las comunidades y grupos de apoyo en la ciudad.
Las soluciones de parche no sirven. Si tu pregunta es si ganamos, sí, ganamos.
Nuestro enemigo tuvo que venir a mi cama a negociar y darme lo que pedía. Eso
significa que ganamos. No yo, la Chepa, porque soy una obrera más de esta lucha,
ganamos los mapuche.
-¿Insistirá en la revisión del caso Poluco-Pidenco en un nuevo juicio?
-Mantengo la idea de total indefensión. El mismo Estado que nos acusa también
nos defiende con un defensor pagado por el Estado. La Ley Antiterrorista, el
tema del debido proceso, la presunción de inocencia y los testigos sin rostro,
lo tocaremos en tribunales internacionales, al igual que los asesinatos de
mapuche que investiga la justicia militar.
-¿Hay confianza en que se cumpla lo pactado?
-Lo que está en juego es la credibilidad del Gobierno de Bachelet en materia
indígena. Ver para creer. La historia y la experiencia nos dice que las
políticas implementadas son meros parches y que todo lo que con la mano se
escribe, con el codo se borra. El Gobierno puede decir lo que quiera, pero tiene
que cumplir en marzo. No me dio a mí su palabra, se la dio a la Conferencia
Episcopal, encabezada por monseñor Goic. La Iglesia es la garante, el Gobierno,
el encargado de cumplir. Si no lo hace será su responsabilidad. Nosotros, los
mapuche, estaremos atentos, vigilantes. Si no cumplen tendrán que atenerse a las
consecuencias
-¿Cómo califica las acciones de la Coordinadora Arauco Malleco, CAM?
-A pesar de toda la persecución, la CAM ha sido hasta ahora la expresión más
digna de lucha y consecuencia. Allí no existen vinculaciones con grupos
subversivos, que es usado como signo de menosprecio, como si los mapuche no
tuvieran la capacidad de organizarse, pelear y avanzar política y
estratégicamente. Estemos de acuerdo o no, la coordinadora es la que ha
levantado la bandera vanguardista y confrontacional contra los usurpadores y el
sistema capitalista. Mientras estén las forestales robándonos el agua y alteren
los afluentes naturales, no tenemos otra opción que la confrontación y recuperar
las tierras usurpadas. Eso trae represión, pero también resistencia y defensa.
-¿Por qué la CAM desechó toda posibilidad de diálogo con Rodrigo Egaña y
advirtió que continuará con las acciones de resistencia?
-Es absolutamente comprensible. Nuestro pueblo ha agotado las instancias de
diálogo con el Gobierno, porque éste no apunta a la devolución del territorio
usurpado por las forestales o los latifundistas ricos. Lo que se ofrece es una
compra de tierra que no tiene que ver con la recuperación de lo robado. Y se le
paga al ladrón por devolverla. ¿Cómo lograron tanta tierra las forestales? Por
una ley especial donde la subvención era el real negocio. Por comprar una
hectárea, plantarla y explotarla, el Estado subvencionaba el 70%. El negocio
ahora es que el mapuche se llene de eucalipto y pino, mientras ellos se dedican
a comprar, acopiar y producir celulosa.
-La muerte del estudiante mapuche Matías Catrileo agravó la situación en la
Araucanía. ¿ Se podría agudizar aún más el conflicto?
-La realidad del conflicto es que nosotros vivimos allí y eso nos hace defender
y trabajar esas tierras. La represión siempre está de paso, pero nosotros
quedamos. La estrategia represiva cambió y se duplicó el contingente policial
con el único interés de provocar temor, reunir información, hostigar. Los
carabineros son ahora los guardias forestales, los camperos de los ricos. No
tienen otra función que proteger, fortalecer, expandir y perpetuar la
dominación. Este es un conflicto político-histórico con el pueblo-nación mapuche
que obedece principalmente al reconocimiento de su territorio y autonomía. No lo
digo yo, sino la historia desconocida y tergiversada que aflora con la misma
fuerza que el problema con Perú o Bolivia. Allí sí son válidos los tratados, los
límites, cada centímetro de mar... Bueno, nosotros también trabajamos por
recuperar lo robado.