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El legado de la usurpación estadounidense de la Revolución Boliviana de 1952
Hoy es mucho menos probable que el gobierno revolucionario sucumba a las
mismas presiones
Stephen Zunes
Prensa Bolivia
El gobierno de Evo Morales, apoyado por una base masiva popular en la cual la
mayor parte es la gente pobre e indígena del país, es muy diferente al liderazgo
en su mayoría de clase blanca y burguesa del MNR.
Una gran parte del disgusto actual de la administración Bush es que el
presidente boliviano Evo Morales ha estado haciendo enormes esfuerzos para
separar a su país de la dependencia económica con los Estados Unidos. Sus
esfuerzos en reforzar a la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y la reciente
firma de el "Tratado de Comercio de los Pueblos" con Venezuela, Nicaragua y Cuba
indican el deseo del partido político boliviano Movimiento Al Socialismo (MAS)
de enfrentarse a Washington mediante un reforzamiento de las alianzas económicas
y políticas que trabajan fuera de la influencia directa de los EEUU.
Bolivia recibe actualmente $120 millones de ayuda al año por parte de los
Estados Unidos, lo cual es un suplemento importante para un país de nueve
millones de habitantes con un ingreso per capita de tan solo $1000 anuales. El
ministro presidencial Juan Ramón Quintana ha acusado a la Agencia de Desarrollo
Internacional de los EEUU (USAID por sus siglas en inglés) de utilizar parte de
este dinero para apoyar a líderes de oposición prominentes, como parte de una
"iniciativa de la democracia" a través de la firma consultora Chemonics
International.
Un cable de la embajada de Estados Unidos en Bolivia que describía un "proyecto
de reforma al partido político", patrocinado por la agencia USAID, fue revelado
recientemente; dicho comunicado señaló un objetivo de: "ayudar a construir
partidos políticos moderados y pro-democráticos que sirvan como un contrapeso al
radical MAS o a sus sucesores". Quintana advirtió que "si la cooperación
estadounidense no se ajusta a las políticas del Estado boliviano, las puertas
están abiertas para que se vayan del país".
Para entender las sensibilidades bolivianas hacia la ayuda estadounidense y sus
condiciones, es importante mirar hacia atrás a lo que le pasó al gobierno de
izquierda anterior en ese país, el cual se ajustó sus políticas a las de la
cooperación estadounidense.
La revolución del MNR
En enero de 1954, mientras en Washington los funcionarios estadounidenses
planeaban como derrocar al gobierno nacional izquierdista de Guatemala, una
política muy diferente se había estado desarrollando hacia el Movimiento
Nacionalista Revolucionario (MNR) de izquierda que gobernaba Bolivia en ese
entonces. Los funcionarios de EEUU reconocían que cierto nivel de reforma
radical era necesario en ese país, la cual podría tocar ciertos intereses por
parte de la élite, quienes tenían buenas relaciones con el gobierno americano.
A primera vista, podría parecer que el enfoque que las administraciones de
Truman y Eisenhower tomaron para manejar al gobierno revolucionario boliviano
representó un episodio excepcionalmente instructivo en la historia de la
intervención injustificable de los EEUU contra movimientos nacionalistas en el
hemisferio. Sin duda, es citado algunas veces como una manifestación positiva de
la Política del Buen Vecino, la cual respetó la integridad nacional de naciones
latinoamericanas y prometió resolver las diferencias sin el uso de la fuerza
militar.
Sin embargo, si se mira de cerca, la política estadounidense hacia el gobierno
MNR aparece más bien como una forma alternativa de intervención.
Estados Unidos demostró su habilidad para influir profundamente las políticas
del partido gobernante en Bolivia, para manipular el equilibrio de fuerzas de la
república, y para aprovecharse de la relación económica entre los dos países
como un medio de lograr las metas de política exterior de EEUU sin un
derrocamiento directo del gobierno.
La tolerancia relativa del gobierno de EEUU hacia la revolución boliviana fue
hecha posible en parte por una comprensión de que los Estados Unidos podrían
quizás alejar la revolución de una dirección más radical debido a la dependencia
económica extrema de Bolivia hacia los Estados Unidos y otros poderes del
exterior. Los funcionarios del Departamento de Estado juzgaron también que el
equilibrio de fuerzas fragmentado dentro del MNR podría ser cooptado hacia los
intereses estratégicos y económicos estadounidenses.
Durante los años 1950s, Bolivia demostró cómo tal dependencia determinaba el
éxito o fracaso de una revolución. Quizás de manera más significativa, la
política estadounidense hacia Bolivia en ese periodo sirvió como un antecedente
importante de la política futura por parte de los Estados Unidos, de otras
potencias del Occidente, y de sus instituciones financieras internacionales
aliadas, para asegurarse que tanto las naciones latinoamericanas como las otras
del tercer mundo sigan políticas exteriores y prioridades económicas domésticas
de acuerdo a los intereses Occidentales.
La respuesta estadounidense a la revolución
Cuando el MNR subió al poder, mediante un levantamiento sangriento en abril de
1952, algunas campanas de alarma sonaron en Washington. Una preocupación en
particular fue la orientación ideológica del partido, el cual era explícitamente
revolucionario y nacionalista, teniendo una influyente ala izquierdista. Además,
se temía entre los que hacían política en EEUU que campesinos fuertemente
armados y milicias de trabajadores, bajo una fuerte influencia marxista,
pudieran acabar por controlar el país a la fuerza.
La popularidad del gobierno del MNR, el desmonte sistemático de las fuerzas
armadas, y el poder político erosionado de los oligarcas, dieron a EEUU poco
apalancamiento para construir una alianza con las fuerzas políticas
tradicionalmente conservadoras como medio para imponer un cambio en el gobierno,
manera cómo la cual Estados Unidos había tratado con frecuencia en otros países
latinoamericanos que experimentaban agitaciones nacionalistas y desafíos de
izquierdista. Como hoy, la desigualdad flagrante en la sociedad boliviana había
ocasionado movimientos políticos de campesinos y de trabajadores militantes e
influyentes. Y, también como hoy, el nuevo programa del gobierno era ampliamente
nacionalista, especialmente con respecto a los recursos naturales del país, en
los cuales los inversionistas estadounidenses tenían intereses abundantes.
Aun así, poco tiempo tomó para que Estados Unidos pudiera forzar un cambio
dramático en las prioridades del régimen. Con una posición sin acceso al mar,
reservas de oro disipadas, costos de producción e importación incrementados, y
un gran déficit en su balanza comercial de pagos, el régimen revolucionario de
Bolivia tenía poco para contrarrestar al poder económico de los Estados Unidos.
Casi desde el principio, el ala pragmática del MNR reconoció que ninguna
revolución boliviana podría alejarse de Washington. Su temor derivaba no solo de
la amenaza de una intervención directa, sino también del temor de la venganza
económica-preocupación no poco importante dada la dependencia de Bolivia con
Estados Unidos en que comprara su estaño y proporcionara las importaciones
necesitadas. Como resultado, había mucha presión dentro del MNR por moderar su
política y seguir vigorosamente alentando a Estados Unidos mediante canales
diplomáticos.
Los funcionarios de la administración Truman reconocieron la situación precaria
de Bolivia. Rollin Atwood, director de la Oficina del Departamento de Estado
sobre Asuntos Sudamericanos, notó cuán dependiente era "la porción políticamente
articulada de la población" de la industria minera, la cual a su vez dependía de
Gran Bretaña y Estados Unidos.
A diferencia de la importación de café de Guatemala, el cual era controlado por
empresas privadas, las compras de estaño boliviano para las reservas
estratégicas venían directamente del gobierno de EEUU. Este usó las políticas de
comercio como palanca para ganar los objetivos políticos de manera mucho más
fácil.
El asunto de la compensación y la dependencia en exportaciones
La decisión de expropiar, en lugar de confiscar, las minas -a pesar de la enorme
presión de los mineros y otros bolivianos por la segunda opción- fue relacionado
directamente a preocupaciones del MNR de que debían reconocer que por lo menos
alguna forma de compensación era necesaria, de otro modo temían que EEUU los
tachara de comunistas y les negaran la ayuda del exterior.
La exportación de estaño representó un 70% de las ganancias de divisas de
Bolivia y el 90% de los ingresos del gobierno; Estados Unidos compraba alrededor
de la mitad de las exportaciones de estaño de Bolivia. El Subsecretario de
Estado para Asuntos Económicos, Willard Thorp, había informado inicialmente a
Acheson que EEUU tenía suficientes reservas para sobrevivir a Bolivia si las
negociaciones se prolongaran y que no importaba el precio ni arreglo para el
estaño, al fin que "es casi seguro que vamos a tener el estaño boliviano
eventualmente. Ellos no tienen ningún otro lugar para venderlo".
Thorp reconoció que dejar a Bolivia sin ninguna otra opción era bastante
deliberado: "al construir el horno de fundición "Texas City" y comprando estaño
boliviano durante muchos años, hemos desalentado a que los bolivianos, o
cualquier otro país, construyan hornos de fundición de estaño que usen los
concentrados bolivianos. Previniendo la compra privada en Estados Unidos y
permaneciendo fuera del mercado por tanto tiempo, hemos evitado que la
competencia determine el precio del estaño. En efecto, hemos usado nuestras
reservas para forzar la baja del precio, ya que en ausencia de éstas nunca
hubiéramos podido estar fuera por tanto tiempo como lo hicimos".
Basado en este poder económico, Estados Unidos forzó a Bolivia a ir a la mesa de
negociaciones. El presidente boliviano Víctor Paz Estenssoro anunció que
"Estados Unidos nos ha avisado que no podrán comprar estaño de nosotros en
tiempo de largo plazo a menos que hagamos un acuerdo con los accionistas
norteamericanos". Dada la dependencia de la nación en ventas de estaño, el nuevo
gobierno accedió.
A diferencia de cobre en Chile o el petróleo en Venezuela durante ese período,
el recurso natural líder en Bolivia no era controlado directamente por alguna
corporación extranjera. Sin embargo, dados que los minerales de estaño no tienen
valor sin hornos de estaño de fundición, y que tales refinerías estuvieran en el
extranjero, el nivel de la dependencia era bastante grave. Sobre todo, Estados
Unidos era el único país capaz de procesar el estaño boliviano ya que Bolivia no
tenia la capacidad de fundición propia y el único horno de fundición fuera de
EEUU capaz de aceptar el mineral boliviano de baja calidad-localizado en Gran
Bretaña y parcialmente propiedad de un ex-minero cuya mina había sido tomada-se
negó a aceptarlo.
José Núñez Rosales, vicepresidente de una compañía minera dirigida por el
gobierno, indicó que Bolivia acordó en compensar accionistas de EEUU "sólo
porque Bolivia tenia que comer". El partido líder izquierdista boliviano
denuncio al acuerdo como "imperialismo yanqui" el cual, argumentaban, buscaba
"matar de hambre a Bolivia para que se volviera sumiso". Carlos Montenegro,
ideólogo importante del MNR, en 1954 acusó públicamente a Estados Unidos de
"fomentar la oligarquía y esclavizar a las clases populares para el beneficio de
Wall Street".
Mediante el condicionamiento de la ayuda extranjera en compensación por las
minas de estaño, el gobierno de EEUU forzó al liderazgo revolucionario a
sucumbir a las exigencias que resultaron de agotar los recursos del gobierno. En
un punto crítico del esfuerzo de la nación para hacerse más autosuficiente, el
gobierno de EEUU forzó a Bolivia a utilizar su escaso capital no para su
desarrollo propio, sino para compensar a los anteriores dueños de minas y a
pagar sus deudas externas.
La economía boliviana y el impacto de ayuda extranjera de EEUU
En enero de 1953, la Embajada inglesa podría informar al Ministerio de Asuntos
Exteriores que el Presidente Paz Estenssoro estaba "consiguiendo demasiada ayuda
y consejos de los Americanos y sabía cuando doblar la rodilla". Así, fue claro
desde el principio de la revolución que la debilidad económica de Bolivia,
combinada con el poder económico de los Estados Unidos, permitió al último
establecer claros parámetros para la revolución. La influencia estadounidense
sobre Bolivia aumentó considerablemente cuando, entre marzo y julio de 1953, el
precio del estaño cayó una tercera parte. Los bolivianos estaban desesperados
por ayuda financiera a gran escala.
En un memorándum al Presidente Dwight Eisenhower, el Secretario de Estado John
Foster Dulles argumentó que los préstamos adicionales a Bolivia debían ser
aplazados aún más hasta que hubiera una visión más clara sobre la dirección
política y prospectos de pagos del país. Durante una preparación para una
reunión con el Ministro de Asuntos Exteriores boliviano Walter Guevera, Dulles
fue aconsejado por el Subsecretario de Estado para Latinoamérica, John Amarra
Cabot, que hiciera saber al Ministro de Asuntos Exteriores que las oportunidades
de Bolivia para obtener la ayuda aumentarían si llevaba a cabo las siguientes
acciones:
- a) Disipar las fuertes sospechas, todavía entre algunos sectores de la opinión
americana, de que el gobierno boliviano estuviera dominado por la influencia
comunista;
- b) Alcanzar una respuesta y arreglo final a los reclamos surgidos de la
nacionalización de propiedades mineras en las que hubiera un interés americano.
A raíz de una amenaza estadounidense de retener cualquier ayuda futura hasta que
los radicales percibidos fueran quitados del gobierno, Paz anunció cambios de
gabinete hacia finales de octubre 1953, cambiando la composición ideológica del
gobierno a la derecha. Como resultado, un funcionario del Departamento de Estado
indicó "la Embajada tiene la evidente impresión de que la acción del Gobierno de
Estados Unidos para proporcionar las becas de alimento a Bolivia han comenzado a
pagar los dividendos".
El Ministro boliviano Guevera confirmó a los funcionarios estadounidenses en
Washington que la ayuda americana era la responsable de colocar los elementos
pro-Estados Unidos "en una posición predominante". De igual forma, una
Estimación Nacional de Inteligencia notó que el gobierno del MNR había llegado a
ser cada vez más amistoso con Estados Unidos debido al apoyo de EEUU hacia el
régimen. Para entonces, la Embajada podría comenzar a influir algunos cargos del
gobierno, aún para puestos relativamente secundarios.
Por ejemplo, en noviembre de 1953 el Departamento de Estado podría informar que
el nombramiento de un presunto comunista para enseñar en la recién abierta
Academia Militar fue cancelado cuando la embajada de EEUU expresó sus
objeciones. Asegurado de su influencia, el Embajador Eduardo J. Sparks podía
predecir con confianza que "la Embajada espera que el gobierno del MNR limite
progresivamente las oportunidades para los partidos comunistas..."
Además de usar la amenaza de retirar la ayuda para empujar al gobierno boliviano
a tomar una posición anticomunista más fuerte y estableciendo arreglos
tentativos de compensación con antiguos dueños mineros, EEUU insistió también en
que su ayuda debía ser supervisada por funcionarios de estadounidenses en todos
los niveles. Esta ayuda no fue suficiente para mejorar el nivel de vida en
Bolivia-el entonces, como hasta ahora, país más pobre de Sudamérica-pero hizo a
la nación más dependiente.
Un informe de la Junta Boliviana para la Planificación notó que "en lugar de un
impulso a la mejora, la ayuda ha representado sólo un medio para prevenir un
deterioro aún peor de la situación que ya existía". Como resultado, en los años
siguientes la influencia estadounidense podría soportarse para concesiones
económicas más grandes también. Por ejemplo, el Código de Petróleo de 1955,
escrito por funcionarios de EEUU y decretado sin ningún debate público o
modificaciones por autoridades bolivianas, forzó al gobierno boliviano a
renunciar a su monopolio del petróleo.
Ofertas por parte de la Unión Soviética para ayudar a Bolivia con su industria
de petróleo nacionalizada fueron recibidas bajo la amenaza de una retirada de
ayuda económica estadounidense. De manera semejante, Estados Unidos y Bolivia
firmaron un acuerdo en 1955 para alentar la inversión extranjera. Fue debido
sólo a esta necesidad desesperada por divisas y por la presión del gobierno
americano que el MNR-alguna vez totalmente nacionalista-accedió a estas
concesiones.
En 1954, EEUU tomo aun más autoridad para dirigir la economía Boliviana con el
nombramiento de George Jackson Eder para hacerse cargo de un programa económico
de estabilización. Eder mismo reconoció que el gobierno del MNR acordó con esta
decisión "prácticamente bajo presión, y con repetidas insinuaciones del
acortamiento de la ayuda estadounidense".
Eder era el Director Ejecutivo de la Comisión de Estabilización, de la cual cada
miembro debía ser "persona grata a la embajada de EEUU". El programa, que tenía
sorprendente semejanza con los Programas de Ajuste Estructural que habían sido
impuestos en docenas de países agobiados por las deudas en Latinoamérica y demás
lugares, consistió en la devaluación del boliviano; un fin al control de la
exportación e importación, a los controles de precios y a las subvenciones
estatales en bienes de consumo; a la congelación de sueldos y salarios; a las
reducciones mayores en el gasto para la educación y la asistencia social; y un
fin a esfuerzos en la diversificación industrial.
Subsecretario de Estado Richard Rubottom, con respecto a un plan de desarrollo
boliviano que sostiene a campesinos. "Tuvimos que decir al gobierno boliviano
que ellos no podrían invertir su dinero en ello y que nosotros tampoco lo íbamos
a hacer".
Aunque nominalmente un consejero técnico, Eder, un fuerte defensor del
monetarismo, creyó que Bolivia estaría mejor si dejaba la economía completamente
en manos de la industria privada. Fue contratado y pagado por el gobierno de
EEUU a instancias del Fondo Monetario Internacional para adquirir el control
administrativo directo de la economía. Esto dio al gobierno de EEUU el poder
inaudito para controlar el curso de la revolución boliviana.
Eder ha escrito un reporte detallado sobre como-como agente del gobierno de EEUU
-fue capaz de implementar un programa que, en sus propias palabras, "significa
el repudio, casi tácitamente, de prácticamente todo lo que el gobierno
revolucionario había hecho durante los cuatro años anteriores." Describió
también cómo su meta fue convencer a la nueva administración del MNR que esa
estabilización sólo sería posible por una transición total a una economía de
libre mercado.
Además, Eder insistió en que las empresas del Estado debían ser devueltas a
manos privadas, esa compensación iba a ser garantizada en caso de alguna
nacionalización futura, y que los controles de precios fueran revocados. Su
receta para un clima favorable de inversión que creía necesario era que el
gobierno boliviano ofreciera un ambiente político fijo, una moneda fuerte, y las
condiciones laborales que aminoraran los riesgos de cualquier intromisión del
trabajo o líderes.
El impacto de las recomendaciones de Eder no fue sólo el desvío de las
prioridades económicas de la revolución, particularmente sobre los esfuerzos en
la diversificación de producción, sino también la alteración de la estructura
política de la revolución mediante una limitación efectiva del poder de los
sindicatos y el desplazamiento de los líderes socialistas del MNR. El MNR fue
muy lejos, como el admitir a representantes de trabajadores en el gobierno
mientras sus sindicatos apoyaran el programa de estabilización. Bajo el ejército
reconstituido, motivado y subsidiado por Estados Unidos, las milicias hostiles
de los sindicatos podrían ya ser neutralizadas.
La ruptura resultante en el MNR redujo dramáticamente su base masiva,
convirtiendo al liderazgo aún más dependiente del apoyo financiero y político
estadounidense. Los lideres del MNR, sintiéndose amenazados por el movimiento
izquierdista y enfrentando resistencia de los mineros a los que traicionó, se
inclinó cada vez más hacia el ejército resucitado, e incluso mandó una unidad de
ejército de élite a La Escuela del Ejército de las Américas en Estados Unidos
para instruirse en contra-insurgencia.
De este modo, se hizo practicamente imposible para el MNR equilibrar su
independencia, sus creencias en la redistribución de la riqueza, y su retórica "anti"
imperialista con las realidades de la dependencia, exacerbado por la crisis
económica de 1956-57. El campesinado, cada vez más distanciado y apático,
manipulado por las facciones políticas, era bastante impotente en desafiar este
cambio dramático a la derecha.
Además de varios programas en el desarrollo agrícola, construcción, asistencia
técnica, y ayuda en alimento, el gobierno de EEUU proporcionó también apoyo
financiero directo al presupuesto general. En menos de diez años, Bolivia había
ido de un régimen revolucionario amenazado a un "modelo de Alianza para el
Progreso". Sin lugar a dudas, hacia finales de la década, los programas de ayuda
de EEUU hacia Bolivia fueron los más grandes en Latinoamérica y los de más alto
per capita en el mundo, creciendo de $1,5 millones en 1953 a $22,7 millones en
1959.
La revolución boliviana giró hacia la derecha durante la presidencia de Siles
Zuazo en 1956-1960 y continuó esta pauta con el segundo mandato de Paz
Estenssoro en 1960. La base popular masiva de apoyo, que había defendido
previamente al MNR de ataques del ala derecha y de los conservadores
tradicionales, se esfumó. Cuando el ejército tomó control en 1964, había poco
para detenerlo.
El fin de la revolución ... y el comienzo de una nueva
Al final, los Estados Unidos pudieron derrocar la revolución boliviana sin tener
que derrocar al gobierno. El alto nivel de dependencia de la nación hizo posible
para Estados Unidos el guiar la revolución hacia una dirección más compatible a
intereses de EEUU tanto en Bolivia como en el hemisferio. El traslado fue
facilitado por la orientación predominantemente burguesa del MNR y la
incapacidad de sus facciones más radicales de jamás poder dominar el partido por
completo.
Mientras la revolución consiguió minar mucho del anterior orden mediante la
separación del sistema de hacienda y la nacionalización de las minas de estaño,
no logró realmente desarrollar un nuevo orden para tomar su lugar. Esto hizo
posible que los Estados Unidos, en las palabras de Anthony Freeman de la oficina
del Departamento de Estado de Bolivia, "encauzar la revolución en direcciones
constructivas".
Estados Unidos decidió influir la dirección del MNR a través del apoyo
financiero a gran escala al gobierno revolucionario. En realidad, la influencia
de EEUU sobre el MNR era, de hecho, aun mayor antes de la revolución, desde que
la clase gobernante anterior-vinculada a los barones del estaño-tuvo conflictos
de intereses con los Estados Unidos sobre el precio del estaño. El Consejo
Nacional de Seguridad de Estados Unidos vio el manejo exitoso de la situación
boliviana como un modelo para hacer del apoyo estadounidense un criterio de
ayuda. Estados Unidos explotaría al máximo este modelo en sus relaciones futuras
con países en Latinoamérica y demás lugares.
En muchos aspectos, la política de EEUU hacia Bolivia resultó ser un heraldo de
la política contemporánea de EEUU hacia Latinoamérica en la época presente de
globalización. El tan llamado "Consenso de Washington," respaldado por
instituciones financieras internacionales con dinero estadounidense, ha servido
como el eje para institucionalizar el apalancamiento económico hasta el punto de
que formas más abiertas de intervención para avanzar intereses estratégicos o
económicos ya no son necesarios.
La política de EEUU hacia Bolivia en los años 1950 ha sido considerada un gran
éxito de política exterior. Y aunque el resultado final de la política de
Estados Unidos no fue tan dramático como lo que se dio en Guatemala durante ese
mismo período, el impacto en las personas de Bolivia -en cuanto a los costos
humanos de vivir en un sistema donde los derechos sociales, económicos y
políticos, que alguna vez se les prometió, posteriormente fueron negados a la
mayoría de la población- no fue menos severo.
Con la globalización de la economía, la mayoría de los países latinoamericanos
ahora tienen tan pocas elecciones para escoger sus políticas económicas como lo
hizo Bolivia en aquellos tiempos. Quizás la mayor importancia del papel de EEUU
en el domesticar de la revolución boliviana fue que probó un terreno de
entrenamiento para desarrollar el modelo para lo que le sucedería al hemisferio.
El gobierno de Evo Morales, apoyado por una base masiva popular en la cual la
mayor parte es la gente pobre e indígena del país, es muy diferente al liderazgo
en su mayoría de clase blanca y burguesa del MNR. De igual forma, el apoyo
económico del rico en petróleo Venezuela, y sus intentos por reforzar las
relaciones económicas con sus vecinos latinoamericanos y con Europa, hace
también mucho menos probable que el gobierno de hoy sucumbirá a la clase de
presión impuesta por los Estados Unidos medio siglo antes.
Al mismo tiempo, a menos y hasta que las políticas de Washington hacia
Latinoamérica sean desafiadas exitosamente dentro de los Estados Unidos, hay
límites reales en cuanto al mejoramiento de las condiciones económicas que el
gobierno de Bolivia puede proveer a su pueblo.
*Stephen Zunes: Profesor de Política en la Universidad de San Francisco y
colaborador del Programa de las Américas del CIP, www.ircamericas.org.
Fuente: "El legado de la usurpación estadounidense de la Revolución Boliviana de
1952," Programa de las Américas Reporte Especial (Washington, DC: Center for
International Policy, 27 de noviembre de 2007). Versión original: The United
States, Bolivia, and Dependency
Traducción por: Gracia Tenorio-Pearl
Hoy es mucho menos probable que el gobierno revolucionario sucumba a las mismas
presiones
El legado de la usurpación estadounidense de la Revolución Boliviana de 1952
Stephen Zunes
Prensa Bolivia