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Bolivia 2008: pacto, urnas o violencia
Ricardo Bajo H.
La primera salida para resolver ya no el "empate catastrófico" sino la situación
de doble poder que vive Bolivia es el pacto, a través de los actuales intentos
de diálogo de este nuestro enero, siempre cruel, siempre lluvioso. Pacto donde
ambas partes deben retroceder, volver sobre sus pasos, desandar la huida hacia
delante de diciembre. Pacto difícil de presentarlo ante las bases, de unos y de
otros.
La segunda salida, fracasado el pactismo, como muchos vaticinan, son las urnas:
el referéndum revocatorio con deseos de nueva correlación de fuerzas. Y la
tercera, el abismo violento, que nadie desea, ¿o si?
Entre Navidad y Carnavales, en Bolivia, la actividad política tiende a ser
conducida con piloto automático. La violencia, el peligro de ruptura y la huida
hacia delante de las dos visiones de país (con su propuesta de texto
constitucional y estatutos autonómicos) que pugnan por el poder nos trajo un
inicio de año diferente.
Diferente porque las reiteradas llamadas al diálogo y al pacto por parte del
gobierno y la oposición atrincherada en los departamentos (siete de los nueve, a
excepción de los leales Oruro y Potosí) tuvieron resultado (al menos tres
reuniones entre Presidente y prefectos y varias más "técnicas" por el IDH).
Sin embargo, esa aparente necesidad de pacto, por parte de ambas partes, ha
parecido obedecer exclusivamente a unos deseos de ganar tiempo, para otra
batalla, el referéndum revocatorio, curiosamente "paralizado" en el Senado por
el oficialismo, a la espera de los resultados del diálogo.
La retransmisión de dos de las tres mesas de diálogo fueron altamente
ilustrativas de las diferentes visiones de país que maneja el oficialismo
estatalista y la oposición de derechas (incluso con inauditas reivindicaciones
banzeristas de uno de los prefectos, Leopoldo Fernández, de Pando). No obstante,
la presencia de las cámaras del canal estatal (el Siete) contribuyó a
"teatralizar" las intervenciones, obstaculizando la posibilidad de acuerdos
reales. En el juego de los espejos, ni el presidente ni los "gobernadores"
podían darse el lujo de ver su propia imagen levantándose de la mesa y
desahuciando el diálogo, sin antes mandar las desaveniencias a una comisión,
clásica manera de postergar la imposibilidad de pactar, como bien dijo el asesor
de Ruben Costas, el doctor Juan Carlos Urenda. Por cierto, ¿qué hacía el experto
autonómico sentado de tú a tú en la mesa del Presidente, ministros,
viceministros y prefectos?
A la salida de la tercera reunión, sobre las doce de la noche, el prefecto
cruceño dijo: "hemos quedado en todo y en nada". Minutos antes, Costas habia
advertido a Evo y sus ministros: "si vamos a un referéndum constitucional, eso
será el principio del abismo, de la ruptura".
Tras horas y horas de reproches y guiños entre las partes en disputa, las
posiciones atrincheradas en defensa del texto constitucional aprobado en Oruro y
los cuatro estatutos autonómicos (con ligeras cesiones en posibles
"contradicciones") se mantuvieron firmes.
La salomónica postura de Evo Morales (compatibilizar ambos textos, Constitución
estatalista y estatutos federalistas) y sus constantes llamados a "estar juntos"
(con invitaciones a disfrutar carnavales juntos, inclusive) elevó su talante
dialogante y distensionador, en una hábil estrategia cara a un futuro referéndum
revocatorio.
La actitud del vicepresidente Alvaro García Linera, y su "complicidad" con Juan
Carlos Urenda, trató de ablandar determinaciones de los dos prefectos más
intransigentes, Costas y Cossío, que insistieron con "volver al vicio más
antiguo": es decir hacer retroceder al gobierno y a Evo, casi al término de la
humillación. Pues eso significa "tirar al basurero" la nueva Constitución de
Oruro, para volver al Teatro Mariscal de Sucre y el respeto a los dos tercios.
La contrapartida oficialista fue demandar en la carta de los seis acuerdos
planteada por Evo al término de la tercera reunión a los prefectos de Santa
Cruz, Tarija, Beni y Pando la elección democrática de consejeros departamentales
para que redacten nuevos estatutos respetando los dos tercios (idea de Alvaro
que aspira a tener una capacidad de bloqueo oficialista en esos cuatro Consejos
Departamentales).
Por cierto, en el punto seis de acuerdo propuesto por Evo, se ofrecía acordar
los términos del revocatorio. ¿No era eso surrealista? ¿para qué pactar las
condiciones de éste si un posible acuerdo mandaba al tacho la necesidad de estos
diez referéndums?
En fin, el pacto sólo era y es posible desandando el camino, retrocediendo en la
huida hacia delante de ambos en diciembre, con el elevado costo popular, ante
las bases que apoyan a uno y a otro. Así que el ínclito empate castastrófico "gramsciano"
puede bien denominarse con otro concepto teórico de la ciencia política, el
doble poder. El gobierno desaprovechó durante dos años con errores y cesiones la
posibilidad tanto de consensuar (cediendo su programa de máximos) como de
imponer su hegemonía, llegando a una situación actual donde su poder y capacidad
de influencia se reduce a una parte del país, habiendo colaborado en el
surgimiento de las cenizas de una opción, la neoliberal, derrotada ampliamente
en diciembre de 2005.
Las situaciones de doble poder se caracterizan por la imposibilidad de derrota
de una parte sobre la otra. Ni el gobierno puede aprobar su constitución en todo
el territorio ni la oposición regional neoliberal puede aplicar, sin recursos,
sus estatutos federalistas, que se contraponen abiertamente con el texto de
Oruro, por lo que, salvando maquillajes y cesiones (como la capacidad
legislativa ofrecida por Alvaro a las autonomías departamentales) . Por cierto,
esa oferta del vicepresidente no palía en absoluto las ansías de los cuatro
prefectos de la "media luna" que van más allá de querer legislar en temas como
salud y educación, pues los temas cruciales y solapados del diálogo apuntan a
conseguir, para unos, y retener, para otros, las competencias en tierras,
recursos naturales, migración, seguridad e impuestos.
No por nada, el prefecto tarijeño, Mario Cossío (con una dura defensa de sus
posturas) habló de adjudicarse unilateralmente competencias en recursos
naturales ("quiero firmar acuerdos con Yacimiento", de estado a departamento) y
viviendas.
Así que, aún superado el problema de distribución de los recursos del gas y
garantizada la renta Dignidad, la doble causa del enfrentamiento abierto entre
el gobierno y la oposición regional (diferente visión de país y delimitación de
las competencias clave que hacen a un estado y su conformación) sigue vigente y
latente, visionalizándose una veces a golpes, con violencia, racismo e
intolerancia, y otras, con educación, hipocresía y falsas ilusiones de pacto,
con cámaras televisivas de por medio.
Ante el riesgo de rupturas, desobediencias civiles, desconocimiento del estado y
boicot del referéndum constitucional que se vislumbran en el más negro de los
horizontes posibles, la convocatoria de diez consultas revocatorias, para el
presidente y los nueve prefectos, es la "salida" más democrática posible, en la
convicción de que el soberano y las urnas ayuden a encontrar una solución, que
nadie desea violenta y que el pacto es incapaz, de momento, de parir. Si el
revocatorio da como resultado la repetición del mismo escenario (sin vencedores
y ni vencidos), volveremos al principio.