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Quién es José Obdulio Gaviria, el asesor del presidente Uribe
El gobierno colombiano criminaliza a 25.000 intelectuales por pedir la paz
Juan Alberto Sánchez Marín
Prensa Web - YVKE Mundial
José Obdulio Gaviria Vélez es un poder tras bambalinas en el gobierno colombiano del presidente Álvaro Uribe Vélez. El asesor se ha distinguido por sus conexiones lóbregas y nunca asumidas, las impertinencias en los temas prioritarios del país y las declaraciones groseras hacia sectores sensibles de la sociedad, como las víctimas de los crímenes de estado. Una mirada a la procedencia, intrigas y vaivenes del sombrío personaje, que en su más reciente intervención arremetió contra el intercambio epistolar de la sociedad civil con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, las FARC.
José Obdulio no sólo es Gaviria, sino también Vélez. Y el enmarañado
entronque de sus ancestros lo lleva a tener escarceos atávicos no sólo con Pablo
Escobar Gaviria, el nocivo capo de capos del país, cosa harto sabida y
comentada, de quien es primo hermano, sino a toparse de bruces con los mismos
tataratatarabuelos de los Ochoa, el clan de mafiosos enredado en iniciativas tan
bárbaras como el MAS (Muerte a secuestradores), y de Álvaro Uribe Vélez, el
actual presidente de Colombia.
José Obdulio, claro, no tiene la culpa de su zarzamora genealógica. Como Nicolás
Ochoa Zapata no tuvo la culpa de que su hijo Lucas Javier fuera el tatarabuelo
de Abelardo Ochoa Restrepo, el abuelo de Fabio Ocho Restrepo, el difunto y
reconocido caballista paisa, padre de Jorge Luis Ochoa Vásquez, extraditado a
los Estados Unidos por tráfico de drogas. Tampoco tuvo culpa alguna Juan Manuel
Ochoa Zapata, hermano de Nicolás, de ser el papá de María Josefa Ochoa Londoño,
quien se casó con uno de los hermanos Gaviria Mazo, Miguel, y concibió a Rafael
(Gaviria Ochoa), abuelo de Feliciana Echeverri Gaviria, bisabuela de Alberto
Uribe Sierra, a su vez el abuelo de los boyantes empresarios Tomás y Gerónimo
Uribe Moreno, los hijos del presidente. El otro hermano Gaviria Mazo, Antonio,
sería el tatarabuelo de Roberto Gaviria, abuelo común de "Don Pablo" y de José
Obdulio.
Paisa de pura cepa
La Genealogía no compromete, es cierto, ni más faltaba, y además es una ciencia
auxiliar bastante impertinente de la historia. Por suerte, si las leyes de la
Un estudiante de la Universidad de Caldas, en Manizales, le estalló hace unos meses un huevo a José Obdulio, cuando presentaba su libro: "Parapolítica, verdades y mentiras". El estudiante dijo que manifestaba así su disgusto con "un personaje que está en contra de los pobres, las marchas y los indígenas". |
república y los preceptos constitucionales más pertinentes pueden ser
violados, adecuados y promulgados según las ocasionales conveniencias, qué no
diremos de las leyes atávicas, donde de seguro los genes molestos se activan y
desactivan tan fácil en la historia filogenética como en la patria. El gatuperio
a lo Pombo aparece cuando unos y otros van y vienen juntos, y saltan y hacen
cabriolas a conveniencia de unos y otros. Eso es otra cosa.
José Obdulio también es paisa. Al decir del poeta Fidel Torres González ("Mario
Ibero"), el paisa es un "tipo popularísimo único, sienta sus reales donde… …haya
facilidad de fijar este cartel, o uno similar:
" Se compran güesos de gallinazos jóvenes, se arreglan monóculos, se cambean
estribos de cobre por planchas de bapor, se domestican micos, se laban perros a
domisilio y se regalan por 50 centavos polvos para enamorar a las más
resistidoras! Ausoluta res herba! ".
Lo anterior es una de las carnadas empleadas para "pescar marranos" en seco y
para confirmar su universal fama de buscalavida, EL PAISA, antioqueño! " El
paisa" ejecuta todos los oficios y ejerce todas las profesiones lícitas e
ilícitas habidas y por haber, y nunca, por ningún motivo, echa pie atrás ante
ninguna dificultad. ¡Es capaz de llevar a cabo una operación de alta cirugía a
dedo limpio o enseñarle Japonés a una lora... vieja! ". Esto lo escribió el
poeta en 1943. Y no ha cambiado.
Logia, raza, cultura, banda en desbandada, sea lo que sea y como sea, los paisas
siempre han sido prolijos en su descendencia. Y ostentosos de esa fecundidad en
encuentros familiares que parecen convenciones. Claro que es posible que alguna
vez se confunda la pista de tanta tía y algún primo hasta se pierda. Pero es muy
raro. Las familias tienden a retorcerse sobre sí mismas. Sobre todo, la
alpargatocracia, que recupera con pinzas los eslabones perdidos y conjuga los
pedigríes hasta la fatiga.
Cuando el entreverado no lo surte la consanguinidad, pues sale en auxilio la
afinidad. Paisas arrejuntados en cualquier parte sin dar puntada sin dedal,
donde las motivaciones económicas y las políticas son prioritarias. Ligadas las
primeras a esa virtud con la que nació el paisa, volviendo a Ibero, " para
"hacer plata" sin hacer nada o haciendo las cosas más raras del mundo. ¡Qué
imaginación, qué audacia, qué chispa, qué frescura la que se carga el más típico
de los colombianos, el más excepcional de los suramericanos, el más marrullero
de los antioqueños !". Y la segunda, como el arte de regir los destinos más
locales y antioqueños del país.
Este conglomerado humano, en el que en tan alta estima están los valores del
carriel, la tradición, la familia y la propiedad, es el que habita la montañosa
región de los departamentos colombianos de Antioquia, Caldas, Risaralda,
Quindío, parte del Tolima, el norte del Valle del Cauca, y la Casa de Nariño.
Licurgo de arepa
Aún en contra de lo que el propio José Obdulio cree de sí mismo, él está lejos
de ser lo que se llama lacónico. Puede que sea espartano, pero muy poco por
La marcha del 6 de marzo, blanco de los ataques verbales de José Obdulio, quien la señaló de ser promovida por las FARC. Una sindicación peligrosa, que desencadenó una oleada de persecución a los organizadores de la movilización. |
cómo se expresa, y sí mucho por querer implantar a toda costa, en este país
perdido, un régimen en el que los únicos que tienen derechos son los guerreros,
los uribistas, los astoi, y en el que el resto de pobres colombianos no son más
que periecos e hilotas, mejor dicho, habitantes de la periferia y casi siervos.
Un devaneo greco paisa muy del gusto del asesor, tan cercano al reformador
Licurgo en su concepción militarista de la sociedad, y tan lejano del mismo
legislador legendario en la supeditación de los intereses privados al bien
público.
Consejero, hombre de confianza, escudero, guardia pretoriano, poder en la
sombra, usurpador, asesor presidencial, asesor personal, este ultramontano de
raca mandaca también es el escritor del régimen. Ha escrito libros y columnas, y
todavía los sigue cometiendo, en los que se refiere de manera imparcial a los
frutos y victorias del gobierno del presidente Uribe.
Es difícil establecer cuánta ideología le puede caber a una política tan rústica
como la de la Seguridad Democrática, más basada en lemas de cuartel, axiomas
patrioteros y arengas de consejo comunal, que en una estructura de pensamiento e
ideas medianamente compleja. Con condescendencia, adoptando la acepción más laxa
del término, hay que decir que José Obdulio también es el ideólogo del régimen.
Jauría o rebaño
Otra cosa buena de José Obdulio es su conciencia de manada y su fidelidad a
ella. Ya el jefe alfa compitió en buena lid; ahora está al centro del territorio
y encabeza las cacerías. José Obdulio hace parte del grupo. Luego de tantos años
por ahí, aprendiendo las técnicas de caza, con una prestancia más bien sutil en
el mundo académico e intelectual, José Obdulio ha llegado adonde tenía que
llegar: una asesoría presidencial, con un poder que debe hacer retorcer de la
envidia a su ex primo Pablo. Un buen desenlace: la manada en la cumbre.
Las bases de las conductas de la manada están en la adaptación al entorno
salvaje de una derecha primitiva. Juan Manuel Santos, Francisco Santos, Andrés
Felipe "Alias" Uribito, ponen el hocico sobre el lomo de los otros, y procuran
indicar algún rango superior. Gajes de un oficio de difuntos, como diría el
lúcido y finado vecino Arturo Uslar Pietri.
Un mal necesario
José Obdulio, como paladín que pregona y propugna por el estado moderno que
su asesorado regenta, también escribe correos electrónicos. Y los manda. Uno de
ellos casi le cuesta la cabeza, en 2005, por provocar "pánico económico", al
enviar un spam a los accionistas de la Empresa de Teléfonos de Bogotá. Una
gracia que provocó una caída en el valor de las acciones. Pero su anunciada
renuncia fue una falsa alarma, y helo aún ahí. Y mejor así, dicen erradamente
muchos, con JoséO a buen recaudo entre las rejas del poder, correteando por
Palacio, que afuera dirigiendo un periódico quincenal sobre el pensamiento del
presidente Uribe, como se atrevió a amenazar. Un refuerzo a las exánimes filas
mediáticas de Fernando Londoño, desastre al que por demás le sería buena boya.
Lo que estos amigos no han notado es que José Obdulio, adentro o afuera, siempre
será una rueda suelta. Así es que él sirve. Con inmunidad parlamentaria,
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aunque no sea ni congresista, ni representante, ni diputado, ni nada que
tenga que ver con el Poder Legislativo. Moral e inmoral, pero no tanto como para
que los organismos de control le salgan al paso, además, porque el espanto sabe
a quién le sale. Legal e ilegal, pero no tanto como para que el Poder Judicial
pueda rondarlo, y más bien zambullido en una contratación que parece de Naciones
Unidas, pero que también parece contener otras aberraciones hundidas. Sin
términos de referencia ni ataduras burocráticas que le hagan rendir cuentas,
informe de acciones o relación expresa de actividades a la misma Presidencia,
como no sean contingentes susurros al oído del presidente. Un mal necesario,
averígüelo Vargas por qué o para qué.
Y más que rueda suelta o tornillo flojo, José Obdulio es el gatillo fácil que
toda familia con estas características necesita, más de mañana que tarde y cada
vez más de seguido. Para hacer amasijos, urdir telarañas, soltar enjambres y
despotricar contra lo que se mueva, si no se mueve al unísono. Demonio para los
adversarios, demasiado humano para la camada uribista, en todo caso, santo de la
devoción de su patrón, hombre de dogma y camándula.
Hitos memorables
A finales de 2007, José Obdulio Gaviria, en el regocijo navideño, articuló: "No
veo ningún problema si en el 2010 ganara la izquierda (en Colombia)".
Unos meses después del lapsus lingue, el 12 de marzo de 2008, José Obdulio acusó
a Iván Cepeda, vocero del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado
(MOVICE), de ser aliado de las FARC, por su liderazgo en la organización de la
marcha del pasado 6 de marzo. Y a la marcha entera la señaló de ser convocada
por las FARC. Y así a todos los marchantes. Y de entrada a cualquier paisano
organizador de la misma. Hasta en Washington hubo ruborizados. 22 respetadas ONG
se pronunciaron contra las afirmaciones de José Obdulio, y 62 congresistas
estadounidenses hicieron lo mismo en carta pública al presidente Uribe, donde
calificaron las frases como "imprecisas y peligrosas". Hasta el embajador de
Estados Unidos en Colombia, William Brownfield, le dijo a Uribe que se tomara en
serio la carta. Mejor dicho, que le pusiera algún tatequieto a su
estigmatizador.
Al otro día de las sindicaciones de José Obdulio, las nefastas "Aguilas Negras",
un poderoso amontonado de organizaciones criminales, recicladas en su mayoría
del paramilitarismo desmovilizado en las estadísticas, amenazó a Raimundo y todo
el mundo. En cuestión de días, muchos trabajadores, sindicalistas y otros
promotores y organizadores de la marcha, que en realidad era un homenaje a las
víctimas del paramilitarismo y del estado, fueron amenazados y desplazados, y
asesinados, como Carmen Cecilia Carvajal Ramirez (en Ocaña), Leonidas Gómez Rozo
del Citibank (4 de marzo, en Bogotá), el investigador y educador Gildardo
Antonio Gómez Alzate (el 7 de marzo, en Antioquia) y Carlos Burbano, promotor en
Caquetá (hallado muerto, con signos de tortura, el 9 de marzo).
Así que se devana el ovillo y se va aclarando que José Obdulio, más que
lacónico, es deslenguado. Y que también es lo que en la época medieval de La
Violencia de los años 50 en el país, se llamaba un "señalador", o sea, el que
señala, haciendo buen y adelantado uso de la significación de una palabra que
todavía no acepta, o que ya nunca aceptó, la Real Academia de la Lengua, que en
cambio sí se tragó entero el "sapo" en su significado de soplón y delator, para
deshonor del batracio, pues, como dijo Whitman: "And the tree-toad is a
chef-d'œuvre for the highest", más o menos: "El sapo es una obra maestra de
Dios".
Precisamente, uno de los pilares fundamentales de la cacareada Seguridad
Democrática: el informante, en su sentido más desusado, de "hombre que tiene
encargo y comisión de hacer las informaciones de limpieza de sangre y calidad"
de cualquier colombiano que se le atraviese.
El cónsul y el presidente. La misma foto. Esta vez retocada, bien expuesta, y sin moscos en la sopa. La foto mandada a retocar por el cónsul, que adornaba su oficina en el consulado. Una muestra gráfica de su lagartería y lambonería. |
Gavirias engavetados
Si el presidente Álvaro Uribe era amigo íntimo de Pablo Escobar y colaborador de
su cartel, según informe de 1991 del propio Departamento de Estado de los
Estados Unidos, ¿qué clase de primo sería entonces José Obdulio del liquidado
capo?, se preguntará cualquiera.
Pablo ya está muerto, y su hermano, "el Osito", ya es de peluche. O lo parece.
Si hasta solloza viendo los cocodrilos antidiluvianos que se pasean en Nápoles,
la emblemática hacienda del emporio de Pablo, donde pacían las fieras que
orinaban los cargamentos de cocaína para espantar a los perros, por demás
comprados, de las aduanas. Mira "el Osito" compungido lo que fue y ya no es, de
la mano de RCN, el medio de comunicación para oficial, y se reanima cuando sabe
que la propiedad servirá de divertimento al pueblo raso de las cercanías. Claro,
porque los tiempos han cambiado, y hasta José Obdulio es otro. O, a primera
vista, también lo parece.
Cuenta Roberto Escobar, en su libro "Mi hermano Pablo", que José Obdulio
acompañaba al narcotraficante a la repartición gratuita de casas entre los
pobres. "Medellín sin Tugurios", una campaña por la que al capo todavía le
llevan flores a la tumba y le prenden velas. La fuerza que le dieron estas
dadivas, según Roberto, fue la que aprovechó su primo hermano José Obdulio para
proponerle: "Ve, Pablo, vos por qué no te metés en la política, si te quiere
tanto la gente". Tentación que el narco primo no aguantó.
Sin el triple canto de gallos al fondo, que aderezaran el asunto, cuenta Roberto
que un día José Obdulio, como mediador de paz, visitó a unos guerrilleros en la
cárcel de Itagüí. Alguien le sugirió al funcionario que, después de la reunión,
visitara a Roberto, quien estaba en la misma prisión. Pero José Obdulio dijo
tres veces no.
Roberto, como buen "Osito" y hermano de Pablo, se enteró de la negación del
parentesco y narra en su libro: "Esperé a que terminara la reunión de paz.
Cuando salían por un costado de mi celda, asomé la cabeza para gritarle a mi
primo: «Oíste, José Obdulio, cuando subías a La Catedral (cárcel en la que
Roberto y Pablo estuvieron presos con sus lugartenientes) a que mi hermano te
diera plata, ahí sí eras primo, pero ya no». Y todos lo miraron con burla y
cierta exclamación de sorpresa". Roberto también cuenta que José Obdulio "solía
visitarnos en La Catedral y Pablo le regalaba 10 o 15 millones de pesos, para
sus gastos personales y políticos en Medellín’ ".
Pero José Obdulio tiene bien engavetados a estos primos díscolos, y a sus
hermanos, y a más de un amigo, y muchísimos conocidos. Y quién sabe cuántos
hechos registrados por ahí, que se cuentan y suenan a vainas de frustrados
compinches.
No es para menos. ¿Cuántos dirigentes (diligentes) y Santos (Calderón), lucen
prontos para engavetarlo muy pronto a él? Si ya se avistan en el patio las
sombras de sus círculos en el aire. Y hasta hay algunos como monjes capuchinos
acurrucados junto a las puertas mismas de la "Casa de Nari". Pero, ¡cuidado!,
señores, que este don José Obdulio también es experto en la ciencia de la
buitrología y en la cacería de buitres, y las bestias podridas con las que atrae
pueden ser señuelos para darles palo, a la manera de ese don Isidro, el de "El
rejo de enlazar", del olvidado Eugenio Díaz Castro, escritor costumbrista, que
cazaba los rapaces en "El Olivo", les juro que muy cerca de "El Ubérrimo".
Veleidades a lo Vélez
José Obdulio ha revelado documentos, anticipados y falsos, o, por lo menos,
embrolladores, para desinflar y sabotear debates en el Congreso, como el de la
parapolítica, tratando de dejar al senador Gustavo Petro, ponente en el debate,
viendo un chispero. Y eso que este es un senador al que, como José bien lo sabe,
le ha nacido un Obdulio grande en el corazón.
Refiriéndose al actual ministro del Interior colombiano, Fabio Valencia Cossio,
cuestionado por las actuaciones de su hermano Guillermo, hasta hace poco hampón
en ejercicio y también ex fiscal regional de Antioquia, José Obdulio afirmó:
"Tenga la seguridad de que fallas de sus hermanos no van a trasladarse a él.
Este gobierno es de la modernidad, no del traslado medieval de las culpas
familiares a los funcionarios". Esto es cierto y no debería llamar la atención,
a menos que el que lo dijera pareciera que está tratando de exculparse a sí
mismo, y de que los hermanos (así en plural), no fueran los de Fabio, que al fin
y al cabo es uno solo, sino los del propio José Obdulio, que sí son en plural:
Luis Mario y Jorge Fernando, quienes estuvieron presos en Estados Unidos por
narcotráfico. "Joyas" de la familia, ahora arte y parte del estado, o
contratistas, el eufemismo para lo mismo.
¡Ay, José! ¡Oh, Obdulio!
"Un genio tenebroso" sin Sweig, un jefe "monomaníatico" que no es Napoleón, José
Obdulio parece una versión casera, de afán y a destiempo, de su deslustrado
tocayo, otro José, el Fouché, sin ducado, sin Otranto, sin Revolución, sin asomo
previo de ningún Siglo de las Luces, y, a pesar de Ingrid Betancurt, sin "la
France". Más cerca, en todo caso, de la reacción española de entonces, tras la
muerte de Luis XVI. Un momento de tinieblas, junto a "El señor de las sombras".
El senador de Cambio Radical, partido de la coalición uribista, Rodrigo Lara
Restrepo, quien fuera zar anticorrupción del gobierno Uribe, hijo de Rodrigo
Lara Bonilla, el ministro de Justicia asesinado por el narcotráfico en 1984,
acusó a José Obdulio Gaviria de ser el responsable de la entrada a la casa de
Nariño de Antonio López, alias Job, hombre de confianza del desmovilizado jefe
paramilitar Don Berna, y de tener nexos con la mafia de Medellín.
Lara Restrepo indicó: "El problema del Gobierno es que no ha querido destapar
los nexos de José Obdulio con la mafia de Medellín. Yo cambie mi percepción
frente a muchas cosas, cuando me di cuenta de los supuestos nexos de José
Obdulio con un tenebroso mafioso del cartel de Medellín como Guillo Ángel y su
hermano Juan Gonzalo, los mandamases de la Comisión Nacional de Televisión".
Un José Obdulio al que no le basta soltar frases rabiosas en el país, ni
perifonearlas a través de RCN o Caracol, sino que también marcha al Norte a
dictar conferencias sobre Colombia, con el elaborado título de "Conferencia
sobre Colombia". Un título pretencioso, porque el que lo oiga pensará que el
conferencista, además de uribiedades y de cosas paisanas, sabe algo del país.
Minúsculas conferencias, claro, porque los gringos se preguntan quién será el
célebre, capaz de expeler tantas ideas desgarbadas tan de seguido: "El
paramilitarismo se acabó". "En Colombia están todas las condiciones dadas para
que el 2010 sea un país sin guerrilla". "Nosotros no tenemos desplazados,
tenemos migración en buena parte por el paramilitarismo y la guerrilla (...) Esa
gente se fue para las ciudades y allá están como migrantes, más la gente que se
fue del país, clase alta y media". "La propaganda internacional sobre nuestra
situación de desplazamiento masivo, como el mayor desplazamiento del mundo, suma
todos los que salieron durante los últimos 40 años". "Ellos (los sindicalistas)
nos contabilizan como asesinato de sindicalistas a todo aquel que muere en
Colombia y tenga carné sindical en el bolsillo".
El inconsútil y el cónsul.
Hasta acá, una vaga idea de la calaña de este afable hombre. Un José Obdulio
honorable, hombre no de deslices, pero sí de ideas deslizadas por los entreveros
del poder. De pacotilla, pero poder. Ilegítimo, pero riendas en mano. Lo que
importa.
Malpensados y maledicientes dudan de José Obdulio cada que pueden, por pura
ventolera y sin oficio, o porque son de las FARC. ¿Cómo, se preguntan José
Obdulio y su patrón, puede un hombre bueno dudar de nuestra bondad? ¿Cómo puede
el pacífico dudar de nuestra no violencia? ¿Cómo el "paraco" de nuestra justicia
y paz? ¿Cómo los secuestrados de nuestros jaque mates? ¿Cómo las víctimas del
terrorismo de estado de nuestro Estatuto de Víctimas? ¿Cómo unos pocos de lo que
somos y hacemos, si todos son aún y por lo menos el 80%, en las encuestas que
son de nosotros o para nos, que divulgan los medios con nosotros y por nos?
Un legionario menor del departamento colombiano del Cesar, que no del César, el
cónsul de Colombia en Maracaibo, Carlos Galvis Fajardo, le rindió a José Obdulio
un parte sobre la victoria de la oposición en algunas ciudades y estados de
Venezuela, en las elecciones del pasado 23 de noviembre. Algo muy importante
"para el proyecto de allá", "el trabajo nuestro allá", un contenido críptico que
en todo caso sonó "bastante ominoso", al decir de Humberto de la Calle,
vicepresidente de otro Gaviria, este sí César, ahora titilante candil de la
oposición liberal: César Gaviria.
En medio de la andanada mediática desatada a ambos lados de Maracaibo, José
Obdulio salió presto al paso y atinó a decir una frase que no se sabe de qué
tipo es, si lenguaraz, si hipócrita, si aciaga, si jactanciosa, o si ahora sí,
lacónica, o grosera, o perversa, o inoficiosa, o majadera, refiriéndose al
presidente de Venezuela, Hugo Chávez: ""Solo tengo admiración y respeto, y
defiendo mucho su presencia en el escenario latinoamericano, y ojala nos ayude
en la lucha contra enemigos idénticos como el terrorismo y el narcotráfico".
El núbil cónsul, lagarto de profesión, antes un manzanillo cualquiera y menor en
Valledupar, hizo el febril reporte a José Obdulio y no a su jefe natural, el
Ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Bermúdez, por una sencilla razón: a
éste no lo veía como su jefe, y en cambio sí veía como tal a José Obdulio, sobre
todo porque "el proyecto de allá" ha de tener claves y estratagemas en las que
el dilecto asesor es mucho más ducho. Son años. "Yo solamente necesito es luces
suyas, para cuando usted me diga empiece yo a arrancar", gruñó gregariamente
Grisales. Y al fin y al cabo porque a Jorge Bermúdez, entre Obama, Chávez y
Correa, por ejemplo, de una parte, y el Opus Dei, Uribe y, desde luego, José
Obdulio, de la otra, apenas si le alcanza el tiempo para hacer una cancillería
tecnócrata.
Entre tanta "dudadera" de corta duración, siguen los movimientos chocantes en la
frontera. ¡Que son cuestiones pintorescas! Van y vienen armas, van y vienen
dólares, va y viene contrabando de todo tipo por muchos de los sitios en poder
de la oposición. ¡Meras gracias del comercio con autoridades amigas y
favorables! ¿Amigas? ¿Favorables? Van y vienen "paracos" en un secreto a voces
que todos saben. El propio presidente Chávez ha denunciado hasta el cansancio
planes de desestabilización, nexos entre sectores de la oposición y los
paramilitares, vínculos entre la extrema derecha de un país y otro.
¡Habladurías!
Que es la fundación Primero Colombia, la de Álvaro, José Obdulio y el cónsul
lagarto, movilizando intrigas filosóficas, las armas de la reflexión y los
arsenales de su pasión mental. Y pues que son casos y cosas educativas, que es
el Servicio Nacional de Aprendizaje, SENA, como dijo José Obdulio, mientras el
obnubilado (y obdubilado) cónsul sólo atinaba a protestar porque le habían
chuzado la alborozada "llamadita".
Y mientras sigue la jarana, José Obdulio Gaviria Vélez traga cargos, traga
funciones, traga níqueles, y se lava las manos con palabras acuosas, mientras
que al resto del país le toca tragárselo a él entero, deglutirlo sin afán, año
tras año, bulla tras bulla, hasta que el presidente se apiade de todos, en
especial, del propio equipo de trabajo. O que los colombianos todos tengan el
corazón grande y se apiaden de José Obdulio, de una vez por todas, y ni en 2010,
ni en 2014, ni nunca, piensen otra vez en Uribe para la "Casa de Nari".
Intelectuales a la picota pública
En septiembre pasado, 120 intelectuales colombianos le dirigieron al
Secretariado de las FARC