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El imperio activa un plan de desgaste contra Evo Morales
Hugo Moldiz
La Epoca
Dar la sensación de que no hay carburantes por el fracaso de la nacionalización
y poner en duda la honradez del presidente Evo Morales forman parte, junto a
otros componentes, de una estrategia destinada a reducir el porcentaje de
aprobación de la Constitución en enero y a tratar de impedir la reelección del
líder indígena en diciembre de 2009
Había que ser demasiado ingenuo como para pensar lo contrario. Estados Unidos y
una derecha en proceso de rearticulación han activado un plan orientado a
disminuir, en todo lo que sea posible, el porcentaje de apoyo al proyecto de
Constitución que será puesto a veredicto del pueblo el domingo 25 de enero y en
largo plazo destinado a socavar los pilares fundamentales en los que se apoya el
proceso de transformación y cambio y, sobre todo, a impedir que Evo Morales sea
reelecto en las elecciones generales de diciembre del próximo año.
Las primeras señales de ese plan, inadvertidas por el gobierno y su aparato
político, se dieron a las pocas semanas de que el Congreso Nacional aprobara,
con los movimientos sociales pisándoles los talones, la convocatoria a los
referéndum constitucional y dirimitorio sobre la tierra, no sin antes haber
introducido algunas modificaciones en el texto constitucional aprobado en la
ciudad de Oruro en diciembre del pasado año.
El plan se materializó inmediatamente después que se constatara la derrota de la
ultraderecha, cuyos principales protagonistas, actuando bajo el manto de la
dirigencia cívica, empezaron a sentir el peso de la justicia. Apareció como
rumor y en alguna dirigencia media del gobierno y el MAS levantó cierta
sospecha. Aunque con bajo tono, en algunos medios de comunicación empezó a
correr la sospecha de corrupción en el principal ejecutivo de la estatal
Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB).
Los rumores llegaron a Palacio y a pesar de que el presidente Evo Morales
ratificó su confianza en el presidente ejecutivo de la petrolera estatal, Santos
Ramírez, todavía estaba demasiado lejos de pensar que se encontraba frente a un
plan, de nuevo tipo, concebido para afectar la credibilidad del gobierno y de la
propia investidura Presidencial.
Tuvieron que pasar varias semanas hasta que un hecho producido en Pando,
presentado con ribetes de escándalo, condujera a las autoridades del país a
pisar tierra y a Morales a convocar a sus ministros, en la tarde del 5 de
diciembre, para tomar recaudos. "Pueden haber algunas acusaciones. Van a tratar
con cualquier acusación o invento, cuando algunos grupos se encuentran
arrinconados por el pueblo boliviano. No me asusta. Yo decía en el gabinete a
los ministros y viceministros: ¿Qué más no vendrá?, cuídense de la derecha
racista y fascista. Existen grupos, ¿de qué no nos tratarán?, ¿de qué nos
acusarán? No tengo ningún miedo", sostuvo el jefe de Estado.
La reacción no fue inesperada. Días antes el ministro de la Presidencia, Juan
Ramón Quintana, primero, y luego el propio presidente, fueron sindicados de
haber llegado a un acuerdo con comerciantes de Pando dos meses antes del
referéndum revocatorio del 10 de agosto, cuando el jefe de Estado recibió el
apoyo del 67.41 por ciento de la población. Un diario local sostenía que el
ingreso de 33 camiones con mercadería, autorizado por Quintana, era parte de un
acuerdo electoral. No se decía explícitamente, pero la idea consistía en
deslegitimar el triunfo obtenido en la consulta popular.
La provocación dio un resultado parcial. Las relaciones del presidente con
algunos medios se han vuelto muy tensas y un organismo extranjero, muy vinculado
con la Sociedad Interamericana de Defensa (SIP), trabaja en la idea de
planificar la "huida" de periodistas al exterior, como parte de una campaña de
descrédito internacional, según ha denunciado la Federación de Trabajadores de
la Prensa de La Paz. Empero, encuentra sus dificultades en la percepción
ciudadana de los medios, según afirma el diputado Gustavo Torrico.
Pero, además, han conseguido una conquista adicional. La masacre de Pando,
confirmada por el informe de una investigación hecha por la Unión de Naciones
del Sur (UNASUR), ha pasado a un lugar secundario y los planes de relegitimación
de uno de sus sindicados de su autoría, el ex prefecto Leopoldo Fernández, han
recobrado impulso.
Los pilares del plan
"Hay una estrategia para debilitar al gobierno que está basada en la calumnia",
ha afirmado el 9 de diciembre el jefe de los parlamentarios del MAS, César
Navarro, haciendo eco de las advertencias de Morales, quien dos días antes dijo
que había un plan externo para derrocarlo.
El ex embajador de Estados Unidos, Philip Goldberg ha sido expulsado, pero el
Departamento de Estado no ha perdido el impulso. Existe información, todavía no
plenamente confirmada, sobre el ingreso a territorio nacional de un ciudadano
boliviano, nacionalizado estadounidense, que se habría reunido con algunos de
los dirigentes de la oposición. Nuevamente aparece el sello estadounidense.
Y es ahí donde hay que rastrear el plan. De acuerdo a la información, todavía
confidencial, a la semana de que el gobierno obtuvo una victoria en el
referéndum revocatorio, la embajada de los Estados Unidos pasó a elaborar una
estrategia para revertir la derrota de la oposición y que se la dejó preparada,
incluido sus mecanismos, a pesar de la expulsión de Goldberg, quien fue visto in
fraganti en reuniones reservadas con la ultraderecha de Santa Cruz en agosto
pasado, cuando se empezó a desarrollar una oleada de violencia en el país, la
voladura de un gasoducto y la toma de instituciones públicas.
El fundamento del plan, según se conoce, es socavar los pilares en los que se
asienta el proceso político: la nacionalización del petróleo y la honradez con
la que se ve al presidente Morales. La apuesta tiene lógica ya que la mayor
parte de los sondeos de opinión pública, incluidos los encargados por Naciones
Unidas, realizados en estos casi tres años de gobierno, muestran que la
popularidad del líder indígena está en directa relación con ambos aspectos.
"Lo que quieren demostrar es que la nacionalización ha fracasado", asevera
Navarro, quien, a tono con una amplia explicación que el presidente de YPFB dio
a los medios de comunicación y por supuesto no reproducido en sus líneas
esenciales, afirmó que los problemas de desabastecimiento de carburantes tiene
estrecha relación con la disminución de las inversiones de las petroleras desde
1998.
A partir de minar la credibilidad del gobierno se apuesta a dividir a los
movimientos sociales y fabricar la candidatura de un indígena más dócil a los
mandatos estadounidenses. Alejo Véliz, Felipe Quispe y Víctor Hugo Cárdenas
aparecen en la lista. El presidente sabe que se marcha en esa dirección y en la
semana que culmina ha pedido a los movimientos sociales mantener la unidad.
Otro aspecto del plan, que al parecer ha encontrado condiciones para su
ejecución, es "construir la imagen de un gobierno que por su condición atea se
muestra intolerable con la iglesia católica", aunque encuentra la dificultad de
tener a un presidente que, salvo sus discrepancias con el Cardenal Julio
Terrazas, quien no oculta su simpatía por la oposición, ha mantenido una
relación respetuosa con todas las iglesias que operan en el país.
"Ese es un objetivo irrealizable, ya que no estamos en el siglo XVIII o incluso
XX, cuando la gente se tragaba todo lo que la propaganda de Estados Unidos
decía", asevera con fuerza el dirigente Adolfo Colque.
Los objetivos del plan
De acuerdo al plan concebido en la embajada de Estados Unidos y concertado con
los sectores más duros de la oposición, el objetivo estratégico es construir las
condiciones objetivas y subjetivas para que Evo Morales sea derrotado en las
elecciones de diciembre de 2009, ya que se da por descontada la aprobación del
proyecto de Constitución.
Hay que fortalecer la campaña del "NO" a la nueva Constitución, sabiendo, sin
embargo, que es poco probable evitar el triunfo del "SI", establece el diseño
del plan, según revelan fuentes especializadas en el tema.
Pero, el diseño estratégico del plan supone otros objetivos previos, según se
evalúa en los autores de esa "subversión silenciosa" de la que advierte la
periodista argentina Stela Calloni o de la estrategia del "golpe suave"
concebida por un alto asesor del Departamento de Estado de los Estados Unidos
para afectar a gobiernos populares surgidos del mandato popular.
El primero de ellos es que la nueva Constitución sea aprobada por un porcentaje
no mayor al 55 por ciento, con lo que, según se dice, se habrá afectado la
legitimidad de su contenido. Para eso, el consejero político de la embajada
estadounidense continúa haciendo esfuerzos por unificar a la oposición en torno
a la campaña del "NO" que los prefectos y cívicos han convocado. La posición del
jefe de PODEMOS, Jorge Tuto Quiroga, quien apuesta a construir la imagen del
jefe político que viabilizó los acuerdos del 20 de octubre, en contraposición a
la línea de bloqueo que mantuvo contra la Asamblea Constituyente, no es
compartida por la embajada estadounidense.
Algunos hechos quieren ser aprovechados. Uno de los argumentos empleados por los
funcionarios estadounidenses para echar andar el plan tiene directa relación con
el tema de la tierra, ya que la toma de la hacienda de un ciudadano de ese país,
de apellido Larsen, en el Alto Parapetí, para proceder al saneamiento
establecido por ley, "es una muestra de la decisión del gobierno de afectar a
los empresarios".
El segundo, muy profundamente ligado al primero, es generar un ambiente
"totalitario" y de agresión a los medios de comunicación que, siguiendo la línea
desarrollada frente a la nacionalización del petróleo, la Asamblea
Constituyente, el referéndum revocatorio y el tema tierra, muestra grados de
coordinación.
No sin poca importancia y como parte del plan está la idea, según se tuvo
conocimiento, de presentar al gobierno como extremadamente complaciente con el
narcotráfico y el aumento de los cultivos de coca, aunque se tropieza con el
llamado internacional del presidente a "regionalizar" y "nacionalizar" el
combate contra los libre empresarios de la droga.
La puesta en marcha del plan estadounidense coincide, para tranquilidad de la
conspiración, con la maduración de una crisis económica mundial sin precedentes
y que será presentada, en lo que toca al país, como resultado del fracaso del
proyecto gubernamental, según también se comienza a apreciar en algunas
declaraciones y artículos difundidos por la industria mediática.
El imperio ha vuelto a la carga. Los intereses en juego son extremadamente
grandes como para pensar que la voluntad popular será acatada. Mientras tanto,
el tiempo corre contra el gobierno y los dirigentes del proceso que fueron
convocados a cerrar filas, mejorar la gestión y no perder la iniciativa.