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Ecuador: un poeta contra la CIA
José Steinsleger
La Jornada
El proceso de emancipación social y popular empieza a tomar fuerza en
Ecuador. En abril pasado, luego de la operación militar conjunta de Estados
Unidos y Colombia contra un campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC) en territorio ecuatoriano, el presidente Rafael Correa encargó
al escritor Javier Ponce Cevallos la conducción del Ministerio de Defensa.
Si el nombramiento fue ácido nítrico para la oligarquía criolla y el sector
conservador de las fuerzas armadas, cabe imaginar la desazón de la Agencia
Central de Inteligencia (CIA), y el Comando Sur del ejército imperial.
Desde el golpe militar orquestado por la CIA en julio de 1963, veintidós
gobiernos militares, interinos y democráticos jamás se atrevieron a cuestionar
el poder de "la compañía" en Ecuador. Medio siglo en que tirios y troyanos, como
quien va al confesonario, desfilaron por la embajada de Washington en Quito.
Phillip Agee, el famoso agente que en México abandonó la CIA (1968), trabajó en
Ecuador de 1960 a 1963. En su libro Inside the company: CIA diary (Stonehill,
Nueva York, 1975), Agee reveló la identidad de un centenar de informantes
situados en los niveles más encumbrados del país andino.
A finales de 1989, el periodista estadunidense Seymour Hersh removió el caso del
presidente Jaime Roldós, quien murió en mayo de 1981 junto con su esposa y el
general Marco Subía, ministro de Defensa. El avión en el que viajaban estalló en
el aire, a pocos meses del enfrentamiento militar de Ecuador y Perú.
A inicios de 2001, una sublevación popular derrocó al presidente democristiano
Jamil Mahuad, mentor de la dolarización y la base militar estadunidense de
Manta. El coronel Lucio Gutiérrez se proclamó "salvador nacional". Elegido
presidente en enero de 2003, Gutiérrez resultó ser un cipayo más de la CIA. Otra
poblada lo destituyó en abril de 2005.
Al aceptar un cargo tradicionalmente reservado para generales en servicio
pasivo, Javier Ponce demostró su coraje y patriotismo. El cargo trae cola. En
enero de 2007, la ministra de Defensa Guadalupe Larriva y su hija de 17 años
murieron en un choque de helicópteros, cerca de la base de Manta.
El accidente despertó una suspicacia similar a la causada por la muerte de
Roldós, tan crítico de la política belicista de Ronald Reagan en América
Central, como Larriva del Plan Colombia en la subregión andina.
Con apellidos ligados al patriciado, Javier Ponce militó desde temprano en la
izquierda heterodoxa. Conoce los movimientos sociales y organizaciones populares
de Ecuador mejor que a sí mismo, y sus libros son ineludibles para entender el
país.
A más de tres novelas publicadas, el ensayo Y la madrugada los sorprendió en
el poder (Planeta, 2000) es una dolorosa y hermosa reflexión sobre el
difícil tema de la "identidad". "Los mestizos –escribió– apenas alcanzamos a
mirar con sospecha a los indios… Criticamos en ellos el menor síntoma de
racismo, como si fuese posible semejante pureza de alma en las víctimas de medio
milenio de racismo...".
En Sentado entre dos sillas (ídem, 2004), Ponce peina cuarenta años de su
experiencia en los programas de desarrollo social. Crítica rigurosa no exenta de
humor, que describe el mundillo de la cooperación internacional, los organismos
no gubernamentales, y las financieras europeas que acuden en ayuda del "buen
salvaje". En 1999, Ponce presentó en México Texto en ruinas, el quinto de
seis libros de poesía publicados (UAM-Ed. Verde Halago).
El nuevo ministro de Defensa de Ecuador pone a prueba el dicho de que los
asuntos militares son demasiado sensibles como para dejarlos exclusivamente en
manos militares. ¿Por qué no un poeta? Pero ahora, Javier Ponce deberá escribir
el poema mayor: acabar con los agentes de la CIA en Ecuador.
Según una denuncia publicada por un diario de Quito, la oficina de inteligencia
del ejército recibe anualmente entre 16 y 18 millones de dólares de la CIA en
concepto de "intercambio de información" (El Comercio, 5/04/08). En días
pasados, el poeta ministro declaró que la policía nacional es "prácticamente
financiada y controlada por la embajada norteamericana en esta capital".
Respecto al bombardeo al campamento de las FARC, el ministro agregó que la CIA y
algunos mandos militares estaban en pleno conocimiento de lo que ocurría ese
día, y ocultaron la información "para confundir al poder político".
El insigne ecuatoriano Benjamín Carrión (1897-1979) escribió: "Si no podemos, ni
debemos ser una potencia política, económica, diplomática y menos –¡mucho que
menos!– militar, seamos una gran potencia de la cultura, porque para eso nos
autoriza y nos alienta nuestra historia". Propuesta que, me consta, Javier Ponce
lleva grabada en la frente.