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Latinoam�rica

Paraguay: Chaco, espejo de profunda crisis macrosocial

Federico Tatter  

Como consecuencia de la aplicaci�n sistem�tica durante m�s de 40 a�os en el Paraguay, 20 de ellos durante dictadura y los 20 a�os de transici�n a la democracia, sin diferencia alguna, de modelos de producci�n agresivos sobre al medio ambiente, desde la ganader�a extensiva hasta el monocultivo de exportaci�n, deforestadores netos, expulsores netos de mano de obra, agresivos sobre las comunidades campesinas asentadas y ancestrales naciones ind�genas, hoy el Paraguay vive en una situaci�n de crecimiento exponencial de la vulnerabilidad social y alimentaria.

Claramente, dicha expansi�n de la frontera agr�cola Ha llegado a extremos grav�simos de enormes extensiones de tierra sin poblaci�n, y crecientes comunidades y familiares sin tierra tan siquiera para el auto sustento b�sico y de supervivencia humanitaria. Esta expansi�n no se ha dado solamente por la acci�n del libre mercado salvaje avanzando por sobre los d�biles o nulos controles definidos vagamente como aquellos que brindar�an "seguridad jur�dica" a la radicaci�n de inversiones.

 

La sequ�a chaque�a es grave y ancestral

 

Esta expansi�n y concentraci�n abrupta de la tierra en escasas manos ha sido posible gracias al apoyo y la acci�n decidida del estado paraguayo que la asumi� como pol�tica de estado de primer orden. Durante el per�odo dictatorial, y bajo el arbitrario Instituto de Bienestar Rural, IBR, se perpetr� una verdadera contrarreforma agraria, distribuyendo tierras a un escaso y selecto grupo de jerarcas dictatoriales militares, policiales, partidarios, empresas asociadas a capitales nacionales y extranjeros, usurpando m�s de 12 millones de hect�reas, especialmente en el Chaco paraguayo, manejado como un gran cuartel militar durante la dictadura. No es un dato anecd�tico que el INDI estaba en dicha �poca bajo la administraci�n del Ministerio de Defensa.

 

La expansi�n salvaje y sin control del estado paraguayo, ha arrasado y contin�a arrasando los �ltimos islotes de bosques nativos, contaminando los cursos h�dricos, la napas fre�ticas, modificando dr�sticamente la topograf�a cerrando naturales cursos naturales de agua, corredores naturales de vida silvestre, tornando la vida rural casi en un infierno medioambiental, depresi�n laboral, divisi�n familiar, desarraigo y p�rdida de identidad, migraci�n interna y externa sin control de mano de obra joven masculina y femenina, hacinamiento improvisado y abrupto en las periferias urbanos, conformando un fresco de verdadera crisis macrosocial.

 

Consecuencias de modelo de expoliaci�n perimido

 

Todo ello jam�s fue visto y menos asumido por el estado, mucho menos por nuevos y tradicionales terratenientes, tanto ganaderos como monoagr�colas de exportaci�n. Y cuando fue visualizado, y con especial falta de escr�pulos, por el gobierno saliente de Nicanor Duarte Frutos, sin modificar un �pice esta impresionante debacle, sin atacar, antes bien profundizando la concentraci�n de la tierra, pretendi� usar con fines electorales y clientelares pol�ticas de asistencialismo cuadillesco. Es decir, al mismo tiempo que se transformaba en el alumno m�s aplicado del Fondo Monetario Internacional, que ordenaba m�s y m�s ajuste estructural, m�s presi�n tributaria, m�s exportaci�n de materias primeras sin gravamen alguno, con el paraguas medi�tico de su propia conducci�n econ�mica que nunca termin� de hablar de la existencia en el Paraguay de una de las mejores condiciones en a�os de una verdadera estabilidad macroecon�mica, la que a la saz�n, nunca jam�s, lleg� a beneficiar el ciudadano de la ciudad y el campo.

 

Indolencia y complicidad del Estado paraguayo

 

Claro, la procesi�n iba por dentro, y s�lo de manifestaba en situaciones aparentemente epis�dicas que vistas y analizadas aisladamente eran respondidas tambi�n epis�dica y aisladamente por el estado, como las peri�dicas inundaciones, peri�dicas sequ�as, p�rdida de los cauces h�dricos como el Pilcomayo, las epidemias de dengue, las muertes por agrot�xicos, las ejecuciones de l�deres campesinos por la reforma agraria, las ejecuciones por el ingreso del negocio del narcotr�fico de gran calado, y hoy visiblemente la crisis macrosocial del Chaco paraguayo a trav�s de una de las expresiones de su m�s d�bil equilibrio, una sequ�a de casi un a�o de existencia ininterrumpida, pero que nos permite ver la desigualdad, el hambre, la exclusi�n ancestrales, as� como la acci�n destructiva en el campo pol�tico, econ�mico y social del estado durante la dictadura stronista, cuya orientaci�n neoliberal y conservadora se mantuvo inalterable durante los casi 20 a�os de transici�n.

 

Esperamos una nueva visi�n social del Estado

 

De all� que la actual sequ�a del Chaco paraguayo es la punta del iceberg, a la vez que un buen ejemplo de las graves consecuencias de los efectos "colaterales" de la aplicaci�n irrestricta de pol�ticas econ�micas dictadas por el primer mundo, y acatadas como cipayos por los gobernantes nativos, que se comenzaron a expresar en el comienzo de los setentas, con la primera ola de la implantaci�n a sangre y fuego del neoliberalismo conservador a nivel planetario.

 

El actual y medi�tico debate sobre la sequ�a, hoy aunque entre l�neas nos permite ver a la sociedad y al mundo, las causas y los aspectos m�s grotescos de la desigualdad, de la insensibilidad y la manipulaci�n que se hab�an hecho carne en la memoria colectiva, incentivas por un estado indolente y medios de comunicaci�n igualmente c�mplices. Pero hoy, y a prop�sito, emergen muy saludablemente voces de sectores ciudadanos durante mucho tiempo en v�as de organizaci�n, pero que siempre ha sido callados, soterrados, marginados de la agenda p�blica: los habitantes del gran Chaco paraguayo.

 

Expresiones ciudadanas antes acalladas

 

Por ejemplo, la Red de Organizaciones Ambientalistas del Paraguay, ROAM, y la Asociaci�n de ONG del Paraguay, POJOAJU, en p�blico comunicado alertan que "la sequ�a en el Chaco no responde exclusivamente a una cuesti�n c�clica, sino que la misma se va agravando en la medida que se van degradando los ecosistemas, principalmente por la deforestaci�n masiva de la que es objeto�" y solicitan al estado paraguayo encarar la problem�tica de la sequ�a puntual como el inicio de una campa�a con visi�n estrat�gica, no epis�dica ni puntual, para la realizaci�n de actividades que antes que continuar con la destrucci�n del Chaco, como los eventos automovil�sticos m�s comerciales que deportivos, se realicen actividades que promuevan beneficios para el Chaco, promuevan la integraci�n entre sus comunidades, la econom�a solidaria y la protecci�n medioambiental.

 

As� tambi�n, la Coordinadora de Pueblo y Comunidades Ind�genas del Chaco, CPI Chaco Py, la Coordinadora de L�deres Ind�genas del Bajo Chaco, CLIBCH, la Coordinadora del Pueblo Enxet Norte, OPEN, la Organizaci�n del Pueblo Nivacl�, OPN, en representaci�n de m�s de 136 comunidades en grave peligro desde hace d�cadas, rechazan "la grosera ostentaci�n y destrucci�n de nuestro entorno f�sico y social chaque�o impulsado por las clases privilegiadas de nuestro pa�s, en medio de la miseria de nuestros pueblos causada por el despojo territorial y las pol�ticas genocidas y etnocidas de los gobiernos de turno", a la vez que respaldan las acciones del gobierno nacional actual, asumido el 15 de agosto para "tratar de responder a la situaci�n de emergencia que se vuelve cada vez m�s prolongada en el Chaco paraguayo por la ausencia de pol�ticas p�blicas serias a favor de los grupos desfavorecidos".

 

Con gran vehemencia, religiosos de Filadelfia, Chaco, se expresaron respecto al medi�tico debate sobre la sequ�a, la emergencia puntual, la hist�rica deuda social con los habitantes chaque�os y la intenci�n de la realizaci�n del rally por parte de un grupo empresarial que anta�o siempre recibi� profuso apoyo estatal y medi�tico para los hoy cuestionados y agresivos eventos "tengan el respeto de preguntar a los due�os de casa siguieren o no la realizaci�n de este circo. El rally en s� es una agresi�n a la pobreza, de esta parte del pa�s que est� en emergencia. Con qu� cara vienen todos los a�os, por unos d�as, a montar super-tecnolog�as de alto costo econ�mico delante de personas que se est�n muriendo de hambre y de sed, a destruir los caminos de pobres pobladores y a violar los derechos de las personas (especialmente ind�genas) y de la naturaleza (da�os ecol�gicos)".

 

Chaco: Espejo cruel de la realidad nacional

 

Las naciones ind�genas para el estado stronista fueron una cuesti�n de seguridad nacional y graves atrocidades y genocidios se cometieron bajo este paradigma de la guerra fr�a. Y durante la transici�n, gran parte de �stas tierras, hoy consideradas mal habidas, fueron paulatinamente blanqueadas pasando de due�o en due�o, reforzando a�n m�s la concentraci�n, grav�simo hecho al que se sum�, un nuevo proceso de concentraci�n con la expansi�n salvaje de la frontera del monocultivo, la especulaci�n inmobiliaria sobre las riveras de los r�os como las m�s de 300 mil hect�reas del ex enclave taninero de Puerto casado, franjas fronterizas, arrasando bosques, zonas pobladas o semipobladas por la econom�a campesina tradicional y el ataque permanente a las comunidades ind�genas arrinconadas en escasas reservas que han quedado como islas sin conexi�n entre una y otra.

 

La sequ�a del Chaco paraguayo permite mostrar no solamente un paisaje desolador, sino las consecuencias de un sistema tremendamente injusto que ha creado en ese mismo entorno, islas de prosperidad en la gran propiedad terrateniente ganadera extensiva que pr�cticamente no aportan al estado paraguayo, pues buena parte de los grandes due�os, es o ha sido parlamentarios e incluso presidentes de la Rep�blica, como el �ltimo mandatario, y en las colonias mennonitas, que hasta la actualidad y en forma ya perimida, que aunque son comunidades productivas, siguen disfrutando de exenciones impositivas concedidas hace m�s de 60 a�os y tal vez ya sea el momento de revisarlas, de tal forma a que aporten al desarrollo e integraci�n social y reduzcan la indignante brecha social chaque�a.

 

Las buenas pr�cticas gubernamentales en el �rea social y el desarrollo social sostenible en armon�a con el medio ambiente, la creciente participaci�n de la ciudadan�a en forma organizada y en forma individual, pero con libertad de expresi�n y acceso a los medios de medios de comunicaci�n, exposici�n, por m�s cruel que sea de la realidad chaque�a, para desde all� actuar, en el caso chaque�o pueden y deben dar resultado positivo, y a su vez, ser buenos ejemplos a replicar en toda la geograf�a nacional, regi�n por regi�n comunidad por comunidad, comenzado por las m�s fr�giles y necesitadas, pues si bien el Chaco paraguayo est� en sequ�a, el Paraguay en su totalidad vive una end�mica crisis macrosocial que fue deliberadamente invisibilizada por los due�os del mundo como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, y claro con la complicad y responsabilidad ineludible de los gobernantes locales y sus funcionarios p�blicos paraguayos colonizados y cooptados como agentes al servicio de otros estados y corporaciones globales.


Fuente: lafogata.org
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