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Encuentro de Mujeres por la Soberanía Alimentaria y Energética
Las mujeres construyendo alternativas
Minga Informativa de Movimientos Sociales
En Belo Horizonte, Brasil, del 28 al 31 de agosto, se desarrolló el Encuentro
Nacional de Mujeres por la Soberanía Alimentaria y Energética, con la
participación de más de 500 mujeres de todo el país. Mujeres diversas en edad,
culturas, estado civil, condición laboral, educación, del campo y de la ciudad,
que llegaron a compartir sus saberes y también sus preocupaciones frente a los
cambios que impone el sistema capitalista para seguirse desarrollando a costa de
la mayoría de la población; cambios que están afectando en la actualidad a los
campos, las ciudades, al medio ambiente, a la vida.
En este Encuentro, el primero organizado conjuntamente por la Marcha Mundial de
las Mujeres-Brasil y las mujeres de la Vía Campesina-Brasil, se debatió sobre
las consecuencias de las políticas en materia de agro-combustibles y de las
hidroeléctricas, como forma de generación de energía supuestamente alternativa
para los países desarrollados, para quienes el abastecimiento de energía actual
no es suficiente, aún más cuando la producción petrolera va dando visos de
culminar su ciclo. Se trata de formas de generación de energía cuyas principales
fuentes de materia prima están basadas en países con grandes extensiones de
tierras productivas y agua, que en su mayoría se encuentran concentrados en
América del Sur.
Tales políticas reproducen la lógica de las políticas de la llamada "revolución
verde", que en las décadas del 60 y 70 incentivaron los monocultivos y la
concentración de la tierra, impulsaron la mecanización de la agricultura y la
utilización de agrotóxicos; a la vez que se desvalorizaron las prácticas
agroecológicas de las comunidades, todo bajo el pretexto de aumentar la cantidad
de alimentos como respuesta al hambre en el mundo.
Tales políticas, al acaparar la tierra para el agronegocio y privatizar el agua,
afectarán de manera directa a campesinos/as, agricultores/as y pueblos
indígenas, pero en mayor medida a las mujeres que son quienes están relacionadas
de manera más directa con la agricultura. Entre las consecuencias más graves, se
señala la desnacionalización de territorios, la superexplotación del trabajo y
la expropiación de tierras productivas que serán utilizadas para la producción
de monocultivos, para la implantación de hidroeléctricas, y la producción de
alimentos de exportación.
Otro de los temas que abordaron las participantes fue el de los patrones de
consumo en el campo y en la ciudad, que crean falsas necesidades al incentivar
un consumo desenfrenado, que implica un enorme uso del agua y energía. Estos
patrones, se señaló, van de la mano con la explotación a ritmos cada vez más
intensos de la fuerza de trabajo: se trata de una apropiación de la riqueza con
mucha violencia.
Como respuestas, se vio necesario una re-educación al consumo, la organización
de los consumidores, aumentar el reciclaje y cambios en el patrón alimenticio.
Se señaló que las mujeres tienen un rol fundamental en este plano, ya que son
responsables por el 80% de las decisiones de consumo.
El Encuentro abordó, asimismo, la relación entre industria de la alimentación y
salud, señalando que la estandarización de la comida es para matar la vida.
"Todo alimento verdadero es fruto de la naturaleza, pero es transformado por la
energía del ser humano para acumulación del capitalismo. Debemos luchar para
rescatar el modo campesino de producción de los alimentos para salvar la
humanidad", señaló Luciana Maria Piovesan, del Movimiento de Mujeres del Campo.
Por una acción unificada del campo y la ciudad
Frente a este nuevo proyecto de imposición capitalista, las participantes del
Encuentro resaltaron que es necesario remarcar el papel de las mujeres como
productoras de los alimentos, como transformadoras de esa energía, como dueñas
del conocimiento ancestral, el cual debe ser protegido, difundido y reproducido
mediante el concepto de soberanía. Una soberanía que implica el cuidado de la
biodiversidad; una soberanía alimentaria que implica el derecho a una
alimentación sana, a producir orgánicamente, a diversificar la producción, a
preservar las formas tradicionales de producción, a decidir las políticas sobre
la tierra y los medios de producción. La soberanía energética, que defienda el
acceso universal a la energía frente el consumo dominante para beneficios
económicos minoritarios; que revea la industrialización de la agricultura, y que
haga frente a los intereses del mercado, como forma de freno a la crisis
ambiental.
Las mujeres participantes del Encuentro plantean, además, una soberanía basada
en el reconocimiento y valoración del trabajo de las mujeres y de su papel en
toda la cadena productiva del país.
Un aspecto destacado del Encuentro fue que permitió la construcción de una mayor
unidad entre mujeres del campo y de la ciudad, en torno a estos temas, como
también para profundizar en el concepto del feminismo. Como opinó Lourdes
Vicente, miembro de la coordinación del Encuentro por el Movimiento Sin Tierra:
"Aquí hemos percibido que los problemas que viven las mujeres de la ciudad son
los mismos que viven las campesinas. La cuestión energética y alimentaria es
común a nuestras compañeras", por lo cual han identificado algunas luchas
comunes hacia delante, para enfrentar esta realidad.
* Elaborado con información del Equipo de Comunicación del Encuentro. Más
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