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Alegan que se le confunde con Branco Marinkovic, por su
asombroso parecido
Diodato, historia de un exterminador en Bolivia
Wilson García Mérida
Datos & Análisis
Marco Marino Diodato, el exterminador que llegó a Bolivia con los mercenarios
que trajo Klaus Barbie para apoyar el golpe de García Meza, no es el único
criminal que finge su muerte para evadir el peso de la justicia. Dicen que se
suicidó por despecho, pero no hay evidencia legal al respecto. Se lo busca por
el horrendo asesinato de una digna mujer cruceña, la fiscal Mónica von Borries,
y hay más de un indicio acerca de su reincorporación al círculo de latifundistas
que lo protegen; esos que aplaudieron la masacre del 11 de septiembre en Pando.
En 1992, en la sección necrológica de Los Tiempos apareció un aviso religioso
anunciando la muerte, en Estados Unidos, de un conocido narcotraficante,
"Adrián", ligado a la banda de Jorge Roca Suárez (alias "Techo de Paja"). El
anuncio causó risa en Cochabamba porque todo el mundo sabía que aquel
pichicatero que lavaba dólares en esta ciudad mediante cadenas de
restaurantes, moteles y prostíbulos, andaba vivito y coleando en San Diego,
California, con una identidad nueva y bien protegido por la DEA (la agencia
antinarcóticos norteamericana); pero, ante "su muerte", quedó libre de los
cargos por diversos delitos que "Adrián" había cometido en Bolivia.
Pocos años antes, en 1989, se habló de la muerte, en el Departamento del Beni,
del mafioso Yayo Rodríguez Román, acusado de dirigir el secuestro y asesinato de
36 pilotos brasileños cuyos cuerpos fueron hallados en una fosa común
descubierta en la hacienda del narcotraficante. La banda de Yayo Rodríguez
robaba avionetas en la frontera con Brasil, matando a sus dueños, para
reacondicionarlas con mayor autonomía de vuelo hasta llegar al Golfo de México
(una ruta liberada por la DEA para el narcotráfico boliviano "post Roberto
Suárez") donde se descargaba la droga, tras lo cual los aviones "desechables"
eran tirados al mar. Yayo Rodríguez fue "enterrado" con solemnes pompas fúnebres
pero nunca se vio su cuerpo. Cuando la Fiscalía quiso exhumar el cadáver, halló
piedras en el ataúd.
Entre los mafiosos en general, y entre los criminales del narcotráfico en
particular, es común el ardid de "aparecer muertos" cual eficaz manera de evadir
el peso de la ley cuando sus delitos son extremos como el asesinato premeditado.
Pero también "mueren" como parte de una acción de encubrimiento ejecutada por la
DEA y la CIA cuando estos organismos —que no tienen escrúpulos en aliarse con
avezados delincuentes por razones políticas— les benefician con sus "programas
de protección a testigos".
Sea como fuere, en su edición del pasado 13 de abril, El Deber de Santa Cruz
lanzó la noticia sobre la "muerte" de Marco Marino Diodato, el paramilitar y
narcotraficante italiano que llegó a Bolivia junto a mercenarios de Klaus Barbie
en el plan de apoyar el golpe de Estado de Luis García Meza en 1980. Diodato,
que se casó con una sobrina del ex dictador Hugo Bánzer Suárez, huyó de Santa
Cruz en el 2004 tras asesinar con una bomba de alto poder a la fiscal Mónica von
Borries. La insólita noticia de la muerte del asesino, no confirmada en
absoluto, no deja de ser ese viejo truco tan usual entre mafiosos de semejante
calaña.
¿Réquiem para un desalmado?
El periódico El Deber, en la citada edición, publicó una entrevista con el
periodista Herland Campos Reimers, quien, en un libro titulado "Diodato: el
final de un fugitivo", sostiene la "hipótesis" de que el mafioso "se habría
ahorcado en un árbol de penoco, en una propiedad llamada el Coloradillo, que
está ubicada a seis kilómetros pasando la localidad de Warnes, en marzo de 2004,
es decir, un mes y medio después de su fuga ocurrida el 31 de enero de la
clínica Bilbao, donde estaba bajo custodia policial".
Según dicha "hipótesis", la causa de la fatal decisión "sería una depresión por
sentirse abandonado por sus amigos y familiares, sin dinero, y porque su esposa
se involucró con su hermano en Italia".
Campos aseguró que los datos de su libro comenzaron a ser acopiados cuando
conoció al cazador y pescador Luis Fernando Finetti Justiniano, de ascendencia
italiana, quien "había trabajado para Diodato en las actividades de juegos de
azar y era uno de sus pocos amigos".
Finetti era pescador aficionado, al igual que el autor del libro, y en una de
sus tantas jornadas de pesca surgió el tema de Diodato. "Después de que el
italiano se fugó, yo le pregunté (a Finetti) si sabía de su paradero, pero se
rehusó a hablar, insistí en que no quería hacer algo que lo dañe, pero no dijo
nada. Por su expresión sentí que lo estaba protegiendo, que sabía dónde estaba
escondido, entonces le dí mi tarjeta", relató Campos.
"Pasaron más de tres años y un día de mayo de 2007 recibí una llamada. Era
Finetti, que me ofrecía datos sobre Diodato. Fui hasta el sitio acordado, más
allá de Warnes, donde me contó llorando que su amigo había muerto. Se había
ahorcado colgándose de un árbol", acotó. "Me contó que enterró el cuerpo de
Diodato en esa propiedad y que dejó pasar el tiempo hasta que me llamó. En
nuestro encuentro ofreció llevarme al lugar donde supuestamente había enterrado
los restos, incluso me dio algunas señales del lugar. Acordamos un nuevo
encuentro, pero pocos días antes de la nueva cita, Finetti falleció en un
accidente. Murió el 27 de mayo de 2007 cuando salía del surtidor que queda cerca
de la fábrica de leche en Warnes. Un vehículo lo arrolló desde atrás. La Policía
no le dio importancia al hecho, pero puede haber alguien detrás", relató Herland
Campos al periodista Igor Ruiz de El Deber. (En todo caso, es más probable que
el mismo Diodato fue quien asesinó a Finetti).
Campos comenta que "la verdadera investigación" del caso Diodato surgió luego de
la muerte de su informante. "Entrevisté a uno de sus primos y a otros
pescadores. Uno de ellos me llevó hasta Coloradillo, donde encontré un botín
militar que usaba Diodato. Tengo pruebas y muchos datos para aportar si es que
la justicia quiere exhumar el cuerpo del italiano", aseguró. En su libro, Campos
incluye entrevistas a amigos de Finetti, quienes afirman que "el cazador les
confesó que había protegido al italiano y que había muerto ahorcado".
No obstante los varios meses transcurridos desde la publicación de aquella
"revelación", las autoridades policiales y judiciales que buscan a Diodato por
el asesinato de la fiscal Mónica von Borries no han encontrado el supuesto
cadáver. Por el contrario, en los últimos días son insistentes las versiones de
que el peligroso mafioso fue visto campante en los territorios de la "media
luna" donde se produjo una despiadada masacre como la de Pando el pasado 11 de
septiembre, además de otros actos en escalada criminal propios de un golpe de
Estado.
Diodato y Leopoldo Fernández
Entre mayo y junio de este año, el Departamento de Pando —zona que se halla bajo
la órbita de Santa Cruz dentro el territorio de la "media luna" que busca
separarse del gobierno indígena de Evo Morales— se convirtió en el escenario de
una ola de crímenes y asesinatos cometidos por sicarios del narcotráfico que,
impunemente y con protección del "gobernador" separatista Leopoldo Fernández,
campean en aquel alejado territorio amazónico de Bolivia. En menos de un año se
han producido más de 30 "ajustes de cuentas" con ejecuciones en plena vía
pública realizadas por asesinos a sueldo llegados desde el Brasil, donde, según
consta en expedientes judiciales, Diodato reclutaba miembros para su banda.
Esta presencia delincuencial, promovida y organizada desde la Prefectura de
Leopoldo Fernández, tenía el sello inconfundible de Marco Marino Diodato, de
quien se asegura —desde fuentes policiales muy confiables que están en contacto
con "Datos & Análisis"— ha retornado a sus actividades asesorando a la
neofascista "Unión Juvenil Cruceñista" de la cual Diodato es "miembro honorario"
desde el año 2001. Esta organización paramilitar que sigue las órdenes del
presidente del Comité Cívico Pro Santa Cruz, el latifundista croata Branco
Marinkovic, expandió su influencia y sus actividades hacia otros distritos de la
órbita separatista, incluyendo a Cochabamba y Chuquisaca, además de Santa Cruz,
Beni, Tarija y Pando.
En vísperas de la masacre de Pando acaecida el 11 de septiembre, "Datos &
Análisis" recibió el llamado de una fuente policial asegurando que, en el mes de
julio, Diodato fue visto en una zona residencial de Tiquipaya, en Cochabamba,
cuando este Departamento todavía era gobernado por el prefecto separatista
Manfred Reyes Villa. Afortunadamente el mandato de Reyes Villa fue revocado en
el referéndum del 10 de agosto; hoy Cochabamba está libre de la influencia
balcanizadora de la "media luna". Sobre la presencia de Diodato en este
Departamento, no se nos brindaron mayores detalles; pero tomamos contacto con
otras fuentes —militares, policiales y judiciales— confirmando que Diodato se
encuentra hoy en Santa Cruz protegido por miembros de la "Unión Juvenil
Cruceñista". Se asegura incluso que Diodato mantiene contacto directo con
dirigentes del Comité Cívico Pro Santa Cruz y otros líderes de la "media luna".
Sin embargo, también en círculos policiales, hay quienes afirman que es posible
que Diodato esté siendo confundido con el presidente cívico Branco Marinkovic,
quien tiene un sorprendente parecido físico con el criminal italiano. Pero la
probabilidad de que no exista error alguno y que efectivamente Diodato haya
"salido de su tumba", es mayor.
La ejecución de decenas de campesinos en Pando, entre ellos mujeres embarazadas
y niños en edad escolar, aquella aciaga jornada del 11 de septiembre, tiene el
inconfundible sello neo-nazi de un exterminador como Diodato. Leopoldo
Fernández, el "gobernador" de Pando, fue Ministro del Interior durante los
gobiernos de Hugo Banzer Suárez y Tuto Quiroga, precisamente cuando Diodato
tenía un ítem de "asesor", con rango militar, dentro los organismos estatales de
represión.
Buscando al exterminador
Al mediodía del viernes 27 de enero del 2004 un coche-bomba explotó cuando la
fiscal Mónica von Borries salía de su domicilio rumbo a su oficina en el
Ministerio Público de Santa Cruz. El asesinato se produjo cuando von Borries se
disponía a investigar la apropiación ilegal de más de 400.000 hectáreas por
parte del empresario constructor y ex ministro del MNR Andrés Petricevic(†),
ante reclamos del Movimiento Sin Tierra (MST) que exigía la reversión de esas
tierras para beneficio de miles de campesinos pobres. La fiscal von Borries
investigaba también la ilegal dotación de tierras que detenta el empresario
croata Branco Marinkovic en territorios originarios indígenas, incluyendo una
laguna.
Las investigaciones establecieron que el asesinato había sido cometido por el
narcotraficante italiano Marco Marino Diodato, quien en ese momento se
encontraba prófugo tras huir de la cárcel de Palmasola donde fue recluido al ser
sorprendido "clonando" celulares del Alto Mando Militar. Diodato huyó de la
cárcel bajo el gobierno de Sánchez de Lozada y el asesinato de la fiscal von
Borries se produjo durante la presidencia de Carlos Mesa.
Von Borries investigaba también a Diodato por sus nexos con los latifundistas
acaparadores de tierras indígenas. Las fuerzas anti-droga habían descubierto una
fábrica de cocaína en una de sus haciendas ganaderas. El asesinato de la Fiscal
fue el inicio de una escalada conspirativa y delincuencial consumada, un año
después de ese hecho criminal, con la propuesta política del "Referéndum
Autonómico" lanzada en el "Cabildo de la Cruceñidad" que se produjo en enero del
2005. El desenlace de esa primera escalada separatista fue la renuncia de Carlos
Mesa en junio de ese año, cuando comenzó a actuar abiertamente la "Unión Juvenil
Cruceñista", de la que Diodato era instructor y mentor, además de "miembro
honorario".
En aquel momento, según una información difundida por el analista Aníbal Jerez,
el fascismo cruceño se había corporativizado a través de organizaciones
empresariales como CAINCO (Cámara de Industria y Comercio) y la CAO (Cámara
Agropecuaria del Oriente), así como del Comité Cívico Pro-Santa Cruz y logias
como la "Nación Camba" que es una suma de las fraternidades carnavaleras de la
oligarquía oriental.
La prensa boliviana ya había identificado como cabezas visibles de aquel
movimiento violentista a los empresarios Branco Marinkovic, Rubén Costas, Oscar
Serrate, Rafael Paz, Oscar Ortiz y los hermanos Dabdoud: éstos, decía Jerez,
"reciben estipendios de las compañías petroleras en calidad de miembros de sus
directorios o son socios de capitalistas chilenos en diversos rubros de
exportación".
Diodato integraba esas logias gozando de todo privilegio. Tras el asesinato de
la fiscal von Borries, el italiano fue nuevamente capturado; pero inmediatamente
fingió una enfermedad, sus abogados pidieron su internación en un clínica de
Santa Cruz, y de allí fugó con toda tranquilidad. La justicia boliviana lo sigue
buscando.
llactacracia@yahoo.com