Resto
del Mundo
|
Europa fue una inmigrante de tiro.
Por Andrea Benites-Dumont
Julio 2008.
Qué llamativa metáfora. La mitología consignó en una mujer fenicia raptada por
Zeus, la que diera el nombre a este continente. Europa, del griego ancho y
amplio, no se puede negar que la etimología de su nombre, tiene, en los tiempos
que corren un toque sarcástico.
No tienen ni idea de las ideas que se imponen en Europa los inmigrantes que
arriesgan todo para llegar a esta parte del mundo, desde donde sí les ha llegado
que el hambre y la miseria no son los determinantes agónicos que se tragan la
vida. Arriesgan a que todo se lo trague una ola. Siguen acudiendo en el
balanceo marino para que se cumpla el tétrico rito, y es tanto el miedo, que
Saturno no puede dejar de devorarlos.
Desde la misma auto-constitución europea como centro del mundo, -modernidad-
instituye a las demás culturas en periferia, en las afueras. Y desde este
sentido euro-centrista, implica en gran medida, la negación del resto, y
paradójicamente encierra a su vez, la pretensión de universalidad. Este ha sido
el signo de la historia y la constitución de la subjetividad moderna.
El otro es el lejano, sea tanto el conquistado, como el dominado, o el siempre
ignorado o rechazado.
Pero el hambre generada por el sistema de apropiación de las riquezas, ha
desatado el derecho a migrar, no pensado en su momento en que fuera legislado
como normas protectoras, para los que se ubican más allá de los
límites y fronteras del mundo occidental. Si no hubieran migrado los primeros
humanos nadie estaría donde está, unos por libre elección, otros porque no
llegan a saber lo que pueden elegir porque otros eligen por ellos. Y, entonces
las máscaras de la tragedia y la comedia se yuxtaponen indefinidamente en una
noria desvirtuadora y perversa.
No puede afirmarse que las máscaras alcanzan el objetivo de diluir los temores
tan extendidos como imprecisos de los "otros" que portan el drama y atracan en
la orilla misma del escenario en que transcurre la opereta indecente que, para
una parte del mundo no quiere que permanezcan ni siquiera entre bambalinas esos
"otros", los que no tienen un papel asignado, y son los que pueden arruinar la
función, aún cuando esta no tenga una delineada sucesión artística de cada uno
de los actos, la imprevisión ya está instalada en los libretos, pero, la
incertidumbre peligrosa que detentan los "otros" se hace insoportable para el
orden existente.
Un orden seguro, sostenido con temores y miedos, la medición, continuación y
éxito del mismo, está apoyado en los términos de costo y beneficio, en la
mercantilización maléfica de todo lo que está sobre la tierra y debajo de ella.
Además de los recursos subterráneos, están las cloacas del mundo glamouroso
y de los triunfos con que nos hipnotizan a través de los medios de
comunicación. En el siglo pasado, los parados eran la reserva de mano de obra
que aguardaba retornar a la actividad laboral cuando los ciclos económicos
abrieran las compuertas de las oportunidades. Pero los desempleados de antaño
son los "excedentes" de ahora, son sobrantes económicos, innecesarios sociales,
son desperdicios no reciclables. Ellos son los pobladores de las cloacas,
ellos son los portadores de la decadencia, de lo sucio, de la muerte.
Y estos excedentes humanos, estos sobrantes sociales son irrecuperables porque
no recobrarán o detentarán el status de consumidores. En la dinámica estructural
que condiciona, la economía se recuperará cuando se restablezca el consumo, por
ello, los sobrantes sociales están de más. Y la inseguridad, el
temor extendido a todo y a todos, es una de las raíces más potentes de la
globalización.
Planea en cierto sentido la afirmación del controvertido filósofo alemán
Peter Sloterdijk, ...El miedo de alguna manera hizo al hombre"
Crecen y se extiende los muros externos e internos que levantan en las ciudades,
ciudades rodeadas y sitiadas por la "inseguridad", por temores permanentes. En
su origen las concentraciones urbanas se dotaban de murallas para protegerse de
los peligros y ataques exteriores; ahora se instalan y reproducen parapetos
intra-urbanos.
Y para claridad, las palabras de Nicolás Sarkozy: "Debemos pensar en cómo
podemos convertir a esta Europa en un medio para proteger a los europeos
en sus vidas diarias (...) No debemos tenerle miedo a esta palabra, protección,
los ciudadanos quieren estar blindados de los riesgos de la globalización".
Para la concepción de Sarkozy, los beneficios económicos de la globalización son
derechos naturales para los accidentales originarios europeos, pero entre los
riesgos de la globalización está el acercamiento indeseado de todos aquellos que
han quedado marginados de la globalización, y como paradigma de ello, el
continente africano. La globalización ha demostrado que la distancia ya no
tiene magnitud de lejanía y ha perdido por ello carácter protector. Y entonces
se multiplican los "fosos", las fronteras, las vallas entre los seres humanos.
La obsesión por la seguridad ha normalizado una suerte de permanente estado de
emergencia y ha ubicado a las empresas de seguridad como los máximos nichos de
empleo estable. El mundo se ha transformado en un terreno minado, y la situación
de los excedentes humanos es un problema criminal, de política penal.
En la Europa del siglo XIX la gente prescindible del proceso de la modernidad,
era trasladada más allá de los confines, a otros continentes. Ahora ya no hay
territorios donde llevar "los desperdicios"; han virado los desplazamientos; ya
no hay buenos salvajes, todos los extraños son peligros potenciales, son
representantes de desgracias, portan el horror de guerras remotas, hambrunas,
privaciones… pero también operan como el espejo freudiano, ponen en evidencia la
inestabilidad, precariedad y fragilidad de la especie humana.
Una parte de la especie humana impone un macabro cuadro: 115 millones de niños
no tienen acceso a ningún tipo de educación, y según la ONU , educarlos
costaría 5.600 millones de dólares al año. El coste de la guerra de Iráq
cubriría la educación y salud de todos esos niños durante 12 años!!! El
coste de dos misiles de crucero es de 1.600 millones de dólares; con esta suma
se podría alimentar a un cuarto de millón de subsaharianos durante un mes.
La distribución de la riqueza, la desequilibrada y dramática detentación y
acaparamiento de la riqueza, seguirá provocando que los atrevidos polizontes de
este mundo se lancen en viajes desesperados a la Meca engañosa, discriminatoria
y prejuiciosa.
Recientemente con 367 votos a favor, 206 en contra y 109 abstenciones se aprobó
la Directiva Europea del retorno de inmigrantes. En el texto se especifica que
el plazo de detención de inmigrantes será hasta 18 meses, permitiendo la
deportación de menores incluso no acompañados, y prohíbe la entrada de los
inmigrantes a todo el territorio de la Unión Europea durante 5 años.
Los inmigrantes hasta hace un par de años desempeñaron un papel primordial en el
crecimiento económico. Sus cotizaciones, por ejemplo, al sistema público
español sumaron en el 2007 unos 8.000 millones de euros; aproximadamente todo
el superávit del sistema de seguridad social, afirmación realizada por el
entonces ministro de Trabajo, Jesús Caldera. En junio del 2008, en el
momento económico actual -al que por disposición gubernamental no puede llamarse
crisis, la subida del petróleo, la caída del sector de la construcción, el
aumento de las eléctricas, el acrecentamiento de la deslocalización de las
empresas, el encarecimiento de los tipos de interés, el incremento del
desempleo, etc., los que hasta ayer respaldaron con su trabajo el mantenimiento
de un menguado estado del bienestar, hoy son sobrantes sociales, y los que no
lo eran pasan a ser los inmigrantes ilegales. La normativa europea establece la
consideración de delincuentes a los inmigrantes que no posean papeles. El modelo
del neofascista de Berlusconi se ha impuesto en la legislación europea en temas
de inmigración, que aspira a convertir al derecho penal y medidas policiales
como los elementos resolutivos para los problemas sociales.
Causa indignación –como mínimo- escuchar que las medidas represivas de tener 18
meses detenido a alguien sin haber cometido delito alguno, expulsar a menores a
terceros países, endurecer más aún las medidas de reagrupamiento familiar,
constituyen un "avance progresista" (¡¡!!)… La "ignorancia supina" estaba tal
vez referida a desconocer que el "talante" es para los miembros de Democracia
Nacional que siguen realizando manifestaciones autorizadas cuando en sus
convocatorias se proclaman la xenofobia y el racismo, tipificados estos sí como
delitos en el Código Penal español como en la práctica totalidad de normativas
internacionales.
Siguiendo "las pautas progresistas" ya han comenzado violentas redadas
policiales a la caza y captura de inmigrantes sin papeles.
En el derecho administrativo, el abuso de autoridad o sus equivalentes abuso
de poder o abuso de las funciones públicas, es el exceso indebido en
el ejercicio de la función pública. El derecho penal contempla el abuso de
autoridad en sentido lato, como la figura delictiva que comete quien investido
de poderes públicos realice en su gestión actos contrarios a los deberes que le
impone la ley,
por lo que aflige la libertad de las personas, las intimida o de cualquier
manera les causa vejámenes, agravios morales o materiales. En sentido estricto,
se entiende como el delito doloso que comete el que actuando en calidad de
funcionario público dictare resoluciones u órdenes contrarias a las
Constituciones o leyes nacionales o provinciales o ejecutare las órdenes o
resoluciones de esta clase existentes o no ejecutare las leyes cuyo cumplimiento
le incumbiere… cuasi imperceptible el límite de libre interpretación…
Asimismo es alarmante la ruptura de las elementales conductas de salvamento
marítimo, al instar a tripulaciones de barcos a continuar su rumbo sin auxiliar
a náufragos asidos a frágiles restos en el mar; es escalofriante pensar que
esta suerte de inducción al homicidio negligente es justificada por el
pensamiento dominante de este sistema que potencia lo peor del ser humano,
incluso lo legisla.
Para concluir, un estudio del Departamento de Seguridad de USA ha concluido que
en 50 años Europa será mayoritariamente islámica, a pesar de las intenciones de
Sarkozy..
No es posible dejar estas suelta de palabras sin tocar aún a vuelo de papeles,
la utilización desafortunada y equívoca de conceptos que provistos de ansias de
denuncia y contundencia tergiversan la de por sí terrible situación de los
centros de internamiento de inmigrantes. No son los campos de concentración y
exterminio como los instaurados por el nazismo. No lo son; no hay cámaras
de gas, ni trabajos forzados que conducen al aniquilamiento físico, no se
realizan experimentos genéticos… Las cárceles son abominables sin ningún tipo de
dudas; y es sobradamente denunciable en términos reales el sistema
concentratario que adquiere cada vez más, carta de naturalidad, pero no son los
campos de exterminio del nazismo; porque si así fuere requeriría el urgente
concurso de todos para impedir aquellos inolvidables horrores.
Los centros de internamiento de inmigrantes son prisiones injustificadas y
sobran razones y argumentos para combatir la injusta criminalización de los
inmigrantes.
Finalmente y también en el marco paradójico que nos encontramos, si bien
etimológicamente la palabra solidaridad tiene su raíz en el latín, su
procedencia no es directamente de la lengua latina, sino a través del francés,
que según los estudios fue el primer idioma en utilizarla.
Y es en este noble término en que se inscribe el relato de Zygmunt Bauman, en el
que también nos empeñamos en vislumbrar un mundo en el que quepan todos los
mundos.
"Me gustaría terminar evocando un recuerdo. Puesto que los viejos tienen
cierta tendencia a recordar, voy a permitírmelo, ya que soy viejo. Cuando era
estudiante, tuve un profesor de antropología que me decía (me acuerdo
perfectamente) que los antropólogos llegaron a fechar los albores de la sociedad
humana gracias al descubrimiento de un esqueleto fósil, el esqueleto de una
criatura humanoide inválida, con una pierna rota; pero se había roto la pierna
siendo niño, y había muerto a la edad de treinta años. La conclusión del
antropólogo era simple: allí había existido forzosamente una sociedad humana,
porque esto no habría podido darse en un rebaño, donde una pierna rota termina
con la vida del inválido, ya que no puede sustentarse por sí mismo.